Editorial / Inflación, paredón y después

En un cumpleaños. Milei y su Gabinete en una selfie adolescente.
28 DIC 2024 - 13:35 | Actualizado 28 DIC 2024 - 21:35

El primer año de Javier Milei como habitante principal de la Casa Rosada termina con una economía marcada por los contrastes. Por un lado, el control de la inflación luego de una devaluación que pulverizó los salarios y el consumo, y el brutal ajuste fiscal que recortó a mansalva el gasto público, son los dos logros que la claque libertaria celebra como dos goles sobre la hora, pero que apenas han servido para achicar la diferencia en contra.

En todo caso, y siguiendo con la metáfora futbolera, le han servido al Gobierno para acercarse en el marcador y seguir en partido. No es poco, si se tiene en cuenta que más de uno pronosticaba que abandonaban a la primera de cambio.

Lo peor que le puede pasar a Milei y su banda es enamorarse de la baja de la inflación y abusar de la motosierra. La contracción económica estimada para este año en un 3,5%, más las dificultades para fortalecer las reservas internacionales, no le permiten al Presidente más que prometer que durante 2025 va a levantar el cepo cambiario. Aunque sabe que no están dadas las condiciones para hacerlo (ni van a estarlo en el corto plazo), lo único que le queda es seguir prometiendo, mostrando la zanahoria para llegar a las elecciones de medio término con chances razonables de construir en las urnas una herramienta parlamentaria que los ayude a depender cada vez menos y en el algunos casos hasta prescindir de Mauricio Macri y el PRO, de los radicales con peluca y de todos los que a cambio de un incentivo ofrecen sus votos en el Congreso con fervorosa pasión.

Descontento y votos

Así como Milei supo leer el año pasado lo que la mayoría de la gente estaba buscando, mientras el peronismo se debatía en su interna infinita y abandonaba a su base electoral, una vez que tomó el poder se propuso dar respuesta a una demanda social histórica, que es contener la alta inflación. Del 211,3% interanual en 2023 -la más alta desde 1990- se pasó a un 107% acumulado entre enero y octubre, según la última medición del INDEC.

Sin embargo, y aunque el alza de precios empiece a caminar a un ritmo más lento, la disponibilidad de divisas en el país sigue siendo baja y el Banco Central no consigue acumular reservas suficientes, que sí serían un sinónimo de estabilidad económica. Es más, el jueves la entidad monetaria tuvo que vender 599 millones de dólares para contener la escalada del “blue”, que en pocos días aumentó más de 200 pesos.

Las razones de esta movida, como era de esperar, no fueron explicadas de manera oficial sino a través de voceros oficiosos: todos apuntaron a que la automotriz Toyota desarmó su esquema de “carry trade”, un negocio financiero fenomenal hasta hace pocos días que al parecer empieza a crujir, y demandó dólares para pagar importaciones. Si se trata de un caso aislado no hay nada que temer, aseguran en el Gobierno. Pero si hay un efecto contagio y otras grandes empresas salen a buscar sus dólares, habrá que abrocharse lo cinturones porque la presión sobre la divisa norteamericana pondrá en riesgo el castillo de naipes que construyó Caputo.

Si la macroeconomía entra en turbulencia, se notarán más todas las otras variables de las que Milei no habla porque no hay una buena: 17;4% de caída de la industria en el segundo trimestre; 15,7% de retroceso del comercio; 22,2% de la construcción; 20% de los ingresos de la población; 18% del consumo; y 30% de caída de la inversión, por nombrar sólo algunas.

¿Cuánto durará el dólar barato?


Crisis de representatividad

A Milei parece darle el saldo positivo, entre otras cosas, porque la escena opositora es poco menos que patética. El PRO, que hace un año se proponía como una especie de “Milei al gobierno, Macri al poder”, ahora empieza a quedar cada vez más rezagado y preso de un dilema peligroso: quedar licuado en una alianza con La Libertad Avanza o ir solos y sufrir una derrota casi segura. Por eso la semana pasada Macri mandó a su primo Jorge, el jefe de Gobierno porteño, a desdoblar las elecciones locales de las nacionales. No se pueden dar el lujo de ceder terreno en la CABA porque si no la derrota podría ser catastrófica. Control de daños, le llaman.

El peronismo cierra el año en el mismo laberinto del que no logró salir el año pasado y que terminó derivando en una derrota en el balotaje. Cristina se posicionó en la presidenciadel Partido Justicialista para poder tener influencia en el armado de listas del año próximo, y Axel Kicillof sigue quedando preso de ese juego que más que una salida colectiva, propone salvaciones individuales para CFK, su hijo Máximo y otros líderes de “La Cámpora”, que a esta altura podría evolucionar y llamarse “13 de Julio de 1973”.

Kicillof, en una encrucijada.

El gobernador de la Provincia de Buenos Aires es a esta altura el único soplo de aire fresco para la oposición del campo nacional y popular. Claro que para convertir eso en una opción fuerte y federal, primero deberá lidiar con las presiones de Cristina y su entorno. Adelantar las elecciones, algo a lo que la presidenta del PJ se opone pero a Kicillof le convendría, podría ser el punto de partida.

Romper el cascarón o seguir siendo parte de un esquema de poder gastado. Esa es la cuestión.

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En un cumpleaños. Milei y su Gabinete en una selfie adolescente.
28 DIC 2024 - 13:35

El primer año de Javier Milei como habitante principal de la Casa Rosada termina con una economía marcada por los contrastes. Por un lado, el control de la inflación luego de una devaluación que pulverizó los salarios y el consumo, y el brutal ajuste fiscal que recortó a mansalva el gasto público, son los dos logros que la claque libertaria celebra como dos goles sobre la hora, pero que apenas han servido para achicar la diferencia en contra.

En todo caso, y siguiendo con la metáfora futbolera, le han servido al Gobierno para acercarse en el marcador y seguir en partido. No es poco, si se tiene en cuenta que más de uno pronosticaba que abandonaban a la primera de cambio.

Lo peor que le puede pasar a Milei y su banda es enamorarse de la baja de la inflación y abusar de la motosierra. La contracción económica estimada para este año en un 3,5%, más las dificultades para fortalecer las reservas internacionales, no le permiten al Presidente más que prometer que durante 2025 va a levantar el cepo cambiario. Aunque sabe que no están dadas las condiciones para hacerlo (ni van a estarlo en el corto plazo), lo único que le queda es seguir prometiendo, mostrando la zanahoria para llegar a las elecciones de medio término con chances razonables de construir en las urnas una herramienta parlamentaria que los ayude a depender cada vez menos y en el algunos casos hasta prescindir de Mauricio Macri y el PRO, de los radicales con peluca y de todos los que a cambio de un incentivo ofrecen sus votos en el Congreso con fervorosa pasión.

Descontento y votos

Así como Milei supo leer el año pasado lo que la mayoría de la gente estaba buscando, mientras el peronismo se debatía en su interna infinita y abandonaba a su base electoral, una vez que tomó el poder se propuso dar respuesta a una demanda social histórica, que es contener la alta inflación. Del 211,3% interanual en 2023 -la más alta desde 1990- se pasó a un 107% acumulado entre enero y octubre, según la última medición del INDEC.

Sin embargo, y aunque el alza de precios empiece a caminar a un ritmo más lento, la disponibilidad de divisas en el país sigue siendo baja y el Banco Central no consigue acumular reservas suficientes, que sí serían un sinónimo de estabilidad económica. Es más, el jueves la entidad monetaria tuvo que vender 599 millones de dólares para contener la escalada del “blue”, que en pocos días aumentó más de 200 pesos.

Las razones de esta movida, como era de esperar, no fueron explicadas de manera oficial sino a través de voceros oficiosos: todos apuntaron a que la automotriz Toyota desarmó su esquema de “carry trade”, un negocio financiero fenomenal hasta hace pocos días que al parecer empieza a crujir, y demandó dólares para pagar importaciones. Si se trata de un caso aislado no hay nada que temer, aseguran en el Gobierno. Pero si hay un efecto contagio y otras grandes empresas salen a buscar sus dólares, habrá que abrocharse lo cinturones porque la presión sobre la divisa norteamericana pondrá en riesgo el castillo de naipes que construyó Caputo.

Si la macroeconomía entra en turbulencia, se notarán más todas las otras variables de las que Milei no habla porque no hay una buena: 17;4% de caída de la industria en el segundo trimestre; 15,7% de retroceso del comercio; 22,2% de la construcción; 20% de los ingresos de la población; 18% del consumo; y 30% de caída de la inversión, por nombrar sólo algunas.

¿Cuánto durará el dólar barato?


Crisis de representatividad

A Milei parece darle el saldo positivo, entre otras cosas, porque la escena opositora es poco menos que patética. El PRO, que hace un año se proponía como una especie de “Milei al gobierno, Macri al poder”, ahora empieza a quedar cada vez más rezagado y preso de un dilema peligroso: quedar licuado en una alianza con La Libertad Avanza o ir solos y sufrir una derrota casi segura. Por eso la semana pasada Macri mandó a su primo Jorge, el jefe de Gobierno porteño, a desdoblar las elecciones locales de las nacionales. No se pueden dar el lujo de ceder terreno en la CABA porque si no la derrota podría ser catastrófica. Control de daños, le llaman.

El peronismo cierra el año en el mismo laberinto del que no logró salir el año pasado y que terminó derivando en una derrota en el balotaje. Cristina se posicionó en la presidenciadel Partido Justicialista para poder tener influencia en el armado de listas del año próximo, y Axel Kicillof sigue quedando preso de ese juego que más que una salida colectiva, propone salvaciones individuales para CFK, su hijo Máximo y otros líderes de “La Cámpora”, que a esta altura podría evolucionar y llamarse “13 de Julio de 1973”.

Kicillof, en una encrucijada.

El gobernador de la Provincia de Buenos Aires es a esta altura el único soplo de aire fresco para la oposición del campo nacional y popular. Claro que para convertir eso en una opción fuerte y federal, primero deberá lidiar con las presiones de Cristina y su entorno. Adelantar las elecciones, algo a lo que la presidenta del PJ se opone pero a Kicillof le convendría, podría ser el punto de partida.

Romper el cascarón o seguir siendo parte de un esquema de poder gastado. Esa es la cuestión.


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