“Vamos a desactivar, con austeridad y responsabilidad, la bomba financiera que nos dejan”. Fue una de las frases más potentes que pronunció el gobernador Nacho Torres el mismo día de asumir, hace casi un año. Sabía de antemano –inclusive, desde la misma noche del 30 de julio de 2023 cuando ganó las elecciones- que el delicado frente económico y financiero iba a ser el principal obstáculo a superar.
Claro, faltaban dos semanas para las PASO nacionales y todavía nadie tenía en cuenta que Javier Milei iba a iniciar un meteórico camino hacia la Casa Rosada y los problemas de Torres, Chubut y buena parte de los argentinos iban a ser más graves.
El primer año de gestión del mandatario chubutense estuvo subsumido por el tono general que le imprimió Milei al suyo y que condicionó a todos los gobernadores. Sin embargo, esa contra terminó actuando como silenciador para el gobernador de Chubut, que si bien consiguió ordenar algunos frentes urgentes no logró disimular con el ruido de la motosierra algunas falencias propias.
No se puede soslayar que Torres recibió una provincia que estaba última en el ranking de transparencia económica y con una deuda de casi 800 millones de dólares. Hace un año, Chubut era la segunda provincia más endeudada en relación a sus ingresos y la que más vencimientos tenía con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, el ancla que le dejó en la mochila la gestión de Mariano Arcioni.
Pero la devaluación de 118% que Milei impuso apenas tomó el poder terminó ayudando a Torres a contrapesar el sablazo contra la obra pública y otros recortes que achicaron los ingresos de la Provincia. Es que la economía de Chubut sigue estando atada a los ingresos por regalías hidrocarburíferas que se liquidaban a un dólar oficial de 400 pesos en diciembre del año pasado y hoy se hacen a algo más de 1.000 pesos por dólar.
Educación, en el haber
Sin dudas, el comienzo de las clases en tiempo y forma y un resto del año casi sin sobresaltos y sin paros de los gremios docentes -que fueron una constante en los últimos seis años- es el punto más alto de la gestión provincial. El propio Torres ha dicho que 2024 será el año con mayor día de clases (144) de los últimos 25 años y que piensa llevar a 190 días el ciclo lectivo del año próximo.
En este sentido, el Plan de Fortalecimiento Educativo lanzado al principio de su gestión también fue valorado por todo el sistema educativo, que venía de una de las mayores crisis de la que se tenga cuenta.
El Gabinete, en el debe
Una deuda del primer año de gestión de Torres -que el propio gobernador admite en la intimidad- es la fuerte disparidad de resultados del equipo que puso en la cancha. Salvo excepciones, como Andrés Meiszner, su primer ministro de Gobierno, que ahora ocupa la cartera de Economía y se consolidó como el armador político de la gestión; Guillermo Aranda, el peronista que le cuida las espaldas al gobernador hace años y que ahora lidera la Secretaría de Coordinación; y el ministro de Educación José Luis Punta, un radical sobrio y ordenado que no desentonó, el resto del Gabinete casi no sobresalió. Algunos deambulan por las gacetillas de prensa oficial entre la escasez de fondos para gestionar y la falta de muñeca para sortear hasta la más mínima dificultad.
Inclusive, algunos cambios recientes se parecieron más a una rotación del vóley con las mismas personas pero en áreas distintas, que a un cambio real.
Con un gobernador que pasa mucho tiempo en Buenos Aires ocupando el lugar relevante que se ganó en la escena política, la falta de un equipo fuerte puede terminar siendo un problema cuando las papas suban la temperatura y quemen más.
“Nachito” y los trolls
La gestión de Torres también estuvo signada por el sube y baja que fue su relación con el Gobierno de Milei. Particularmente con el Presidente, porque los vínculos con Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, o con el todopoderoso asesor sin cartera, Santiago Caputo, siempre fueron buenos y cercanos. Pero no es suficiente cuando el que lleva el bastón de mando es un desquiciado de la política.
El fuerte cruce que mantuvo Torres con el Presidente a comienzos de año lo consolidó como referente de la oposición cuando todavía no se hablaba tanto de “dialoguistas” o muchos radicales (y algunos peronistas) no se habían empezado a tirar en palomita a los brazos presidenciales.
El gobernador de Chubut amenazó en febrero con no entregar más petróleo y gas si la Casa Rosada no devolvía los fondos de la Coparticipación que la motosierra libertaria había cercenado. La reacción desbordada de Milei contra “Nachito” (como lo llamó despectivamente antes de que la orda de trolls libertarios hicieran lo suyo) puso al chubutense en el centro de la escena y así nacieron “Las Provincias Unidas de a Patagonia”, una bocanada de aire que duró menos que un suspiro.
Si bien el resto de los gobernadores patagónicos se alineó en un principio a Torres y sus críticas, para finales de marzo ya no quedaba nada de la revuelta patagónica. El neuquino Rolando Figuerona y el rionegrino Alberto Weretilneck, sobre el resto, fueron los primeros que saltaron el charco e hicieron lo que mejor les sale a los gobernadores: negociar con el Gobierno central en beneficio propio sin importar los intereses regionales. EL RIGI para Vaca Muerta y la planta de GNL en costas rionegrinas son dos muestras de ello.
Para Chubut, por ahora, no ha habido más que algunas promesas de inversiones en materia energética que por ahora no llegan.
También en este tiempo Torres tuvo que bajar el tono y mostrarse más dispuesto a negociar porque, se sabe, comer vidrio nunca es una buena idea. Así fue que viajó hasta Tucumán el 9 de julio para firmar el “Pacto de Mayo”, acercó posiciones con el ministro Luis “Toto” Caputo para acordar una compensación de deuda -aunque no se firmó oficialmente, o por lo menos no fue comunicada por el Gobierno provincial- y desde entonces, como la mayoría de los gobernadores, matiza elogios y críticas hacia la Casa Rosada.
A Milei poco le importa porque sigue tratando a los “aliados” como a los enemigos y, entonces, muchos gobernadores -Torres entre ellos- sienten que han puesto a disposición del Gobierno libertario muchas herramientas parlamentarias sin recibir nada de peso a cambio.
A tres semanas de culminar el año, Milei sigue retaceando el Presupuesto 2025 y amenaza con reconducir el del año pasado (que es una reconducción del de 2023), algo que es una muy mala señala para los gobernadores.
Juntos o separados
Más cerca o más lejos de La Libertad Avanza según el interés particular de Mauricio Macri, el presidente del PRO y todavía jefe político de Torres, a las arenas movedizas de la economía que debe transitar el chubutense habrá que agregarle en 2025 un complejo panorama electoral. En Chubut, por ejemplo, se renovarán dos bancas de diputados nacionales y el gobernador arriesgará una de ellas, hoy en manos de la comodorense Ana Clara Romero.
Torres sabe que no puede darse el lujo de perder una elección de medio término, pero además combate la idea de algunos compañeros de ruta del PRO (la diputada Romero abreva en esa fuente) que piensan que la mejor opción es ir juntos con LLA a las elecciones parlamentarias de 2025.
En Chubut, esa alianza parece improbable porque conllevaría muchos riesgos para Torres, como por ejemplo tener que lidiar en una boleta con algún candidato libertario incómodo. Es verdad que el año pasado muchos votantes de Torres en la elección de gobernador de julio terminaron votando a Milei en el balotaje de noviembre, pero ir juntos dos años después podría opacar a la gestión provincial, inclusive ganando, como sería lo más probable.
Esta opción, además, le daría una línea más a la poca batería que le queda al peronismo chubutense, que hoy por hoy parece consolidarse como tercera fuerza en el mejor de los casos, pero una alianza PRO-UCR-LLA la pondría en carrera por quedarse con la segunda banca en juego.
Torres ha repetido varias veces que el peor error que podría cometer el PRO sería dejarse fagocitar por La Libertad Avanza. Tal vez, si todos los caminos conducen a esa salida, el gobernador termine dando el paso que le falta para redondear la conformación de Despierta Chubut, el partido propio que funciona en los hechos pero que por ahora no ha sido confirmado en los papeles.
El 2025 será un año de muchas definiciones en este sentido. Pero a los culebrones electorales y a los resultados económicos, tanto del país como de Chubut, habrá que darle mayor contexto social. Porque si cada vez más gente se queda afuera del sistema, los reclamos serán apenas una precuela de los escarmientos.
“Vamos a desactivar, con austeridad y responsabilidad, la bomba financiera que nos dejan”. Fue una de las frases más potentes que pronunció el gobernador Nacho Torres el mismo día de asumir, hace casi un año. Sabía de antemano –inclusive, desde la misma noche del 30 de julio de 2023 cuando ganó las elecciones- que el delicado frente económico y financiero iba a ser el principal obstáculo a superar.
Claro, faltaban dos semanas para las PASO nacionales y todavía nadie tenía en cuenta que Javier Milei iba a iniciar un meteórico camino hacia la Casa Rosada y los problemas de Torres, Chubut y buena parte de los argentinos iban a ser más graves.
El primer año de gestión del mandatario chubutense estuvo subsumido por el tono general que le imprimió Milei al suyo y que condicionó a todos los gobernadores. Sin embargo, esa contra terminó actuando como silenciador para el gobernador de Chubut, que si bien consiguió ordenar algunos frentes urgentes no logró disimular con el ruido de la motosierra algunas falencias propias.
No se puede soslayar que Torres recibió una provincia que estaba última en el ranking de transparencia económica y con una deuda de casi 800 millones de dólares. Hace un año, Chubut era la segunda provincia más endeudada en relación a sus ingresos y la que más vencimientos tenía con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, el ancla que le dejó en la mochila la gestión de Mariano Arcioni.
Pero la devaluación de 118% que Milei impuso apenas tomó el poder terminó ayudando a Torres a contrapesar el sablazo contra la obra pública y otros recortes que achicaron los ingresos de la Provincia. Es que la economía de Chubut sigue estando atada a los ingresos por regalías hidrocarburíferas que se liquidaban a un dólar oficial de 400 pesos en diciembre del año pasado y hoy se hacen a algo más de 1.000 pesos por dólar.
Educación, en el haber
Sin dudas, el comienzo de las clases en tiempo y forma y un resto del año casi sin sobresaltos y sin paros de los gremios docentes -que fueron una constante en los últimos seis años- es el punto más alto de la gestión provincial. El propio Torres ha dicho que 2024 será el año con mayor día de clases (144) de los últimos 25 años y que piensa llevar a 190 días el ciclo lectivo del año próximo.
En este sentido, el Plan de Fortalecimiento Educativo lanzado al principio de su gestión también fue valorado por todo el sistema educativo, que venía de una de las mayores crisis de la que se tenga cuenta.
El Gabinete, en el debe
Una deuda del primer año de gestión de Torres -que el propio gobernador admite en la intimidad- es la fuerte disparidad de resultados del equipo que puso en la cancha. Salvo excepciones, como Andrés Meiszner, su primer ministro de Gobierno, que ahora ocupa la cartera de Economía y se consolidó como el armador político de la gestión; Guillermo Aranda, el peronista que le cuida las espaldas al gobernador hace años y que ahora lidera la Secretaría de Coordinación; y el ministro de Educación José Luis Punta, un radical sobrio y ordenado que no desentonó, el resto del Gabinete casi no sobresalió. Algunos deambulan por las gacetillas de prensa oficial entre la escasez de fondos para gestionar y la falta de muñeca para sortear hasta la más mínima dificultad.
Inclusive, algunos cambios recientes se parecieron más a una rotación del vóley con las mismas personas pero en áreas distintas, que a un cambio real.
Con un gobernador que pasa mucho tiempo en Buenos Aires ocupando el lugar relevante que se ganó en la escena política, la falta de un equipo fuerte puede terminar siendo un problema cuando las papas suban la temperatura y quemen más.
“Nachito” y los trolls
La gestión de Torres también estuvo signada por el sube y baja que fue su relación con el Gobierno de Milei. Particularmente con el Presidente, porque los vínculos con Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, o con el todopoderoso asesor sin cartera, Santiago Caputo, siempre fueron buenos y cercanos. Pero no es suficiente cuando el que lleva el bastón de mando es un desquiciado de la política.
El fuerte cruce que mantuvo Torres con el Presidente a comienzos de año lo consolidó como referente de la oposición cuando todavía no se hablaba tanto de “dialoguistas” o muchos radicales (y algunos peronistas) no se habían empezado a tirar en palomita a los brazos presidenciales.
El gobernador de Chubut amenazó en febrero con no entregar más petróleo y gas si la Casa Rosada no devolvía los fondos de la Coparticipación que la motosierra libertaria había cercenado. La reacción desbordada de Milei contra “Nachito” (como lo llamó despectivamente antes de que la orda de trolls libertarios hicieran lo suyo) puso al chubutense en el centro de la escena y así nacieron “Las Provincias Unidas de a Patagonia”, una bocanada de aire que duró menos que un suspiro.
Si bien el resto de los gobernadores patagónicos se alineó en un principio a Torres y sus críticas, para finales de marzo ya no quedaba nada de la revuelta patagónica. El neuquino Rolando Figuerona y el rionegrino Alberto Weretilneck, sobre el resto, fueron los primeros que saltaron el charco e hicieron lo que mejor les sale a los gobernadores: negociar con el Gobierno central en beneficio propio sin importar los intereses regionales. EL RIGI para Vaca Muerta y la planta de GNL en costas rionegrinas son dos muestras de ello.
Para Chubut, por ahora, no ha habido más que algunas promesas de inversiones en materia energética que por ahora no llegan.
También en este tiempo Torres tuvo que bajar el tono y mostrarse más dispuesto a negociar porque, se sabe, comer vidrio nunca es una buena idea. Así fue que viajó hasta Tucumán el 9 de julio para firmar el “Pacto de Mayo”, acercó posiciones con el ministro Luis “Toto” Caputo para acordar una compensación de deuda -aunque no se firmó oficialmente, o por lo menos no fue comunicada por el Gobierno provincial- y desde entonces, como la mayoría de los gobernadores, matiza elogios y críticas hacia la Casa Rosada.
A Milei poco le importa porque sigue tratando a los “aliados” como a los enemigos y, entonces, muchos gobernadores -Torres entre ellos- sienten que han puesto a disposición del Gobierno libertario muchas herramientas parlamentarias sin recibir nada de peso a cambio.
A tres semanas de culminar el año, Milei sigue retaceando el Presupuesto 2025 y amenaza con reconducir el del año pasado (que es una reconducción del de 2023), algo que es una muy mala señala para los gobernadores.
Juntos o separados
Más cerca o más lejos de La Libertad Avanza según el interés particular de Mauricio Macri, el presidente del PRO y todavía jefe político de Torres, a las arenas movedizas de la economía que debe transitar el chubutense habrá que agregarle en 2025 un complejo panorama electoral. En Chubut, por ejemplo, se renovarán dos bancas de diputados nacionales y el gobernador arriesgará una de ellas, hoy en manos de la comodorense Ana Clara Romero.
Torres sabe que no puede darse el lujo de perder una elección de medio término, pero además combate la idea de algunos compañeros de ruta del PRO (la diputada Romero abreva en esa fuente) que piensan que la mejor opción es ir juntos con LLA a las elecciones parlamentarias de 2025.
En Chubut, esa alianza parece improbable porque conllevaría muchos riesgos para Torres, como por ejemplo tener que lidiar en una boleta con algún candidato libertario incómodo. Es verdad que el año pasado muchos votantes de Torres en la elección de gobernador de julio terminaron votando a Milei en el balotaje de noviembre, pero ir juntos dos años después podría opacar a la gestión provincial, inclusive ganando, como sería lo más probable.
Esta opción, además, le daría una línea más a la poca batería que le queda al peronismo chubutense, que hoy por hoy parece consolidarse como tercera fuerza en el mejor de los casos, pero una alianza PRO-UCR-LLA la pondría en carrera por quedarse con la segunda banca en juego.
Torres ha repetido varias veces que el peor error que podría cometer el PRO sería dejarse fagocitar por La Libertad Avanza. Tal vez, si todos los caminos conducen a esa salida, el gobernador termine dando el paso que le falta para redondear la conformación de Despierta Chubut, el partido propio que funciona en los hechos pero que por ahora no ha sido confirmado en los papeles.
El 2025 será un año de muchas definiciones en este sentido. Pero a los culebrones electorales y a los resultados económicos, tanto del país como de Chubut, habrá que darle mayor contexto social. Porque si cada vez más gente se queda afuera del sistema, los reclamos serán apenas una precuela de los escarmientos.