Editorial / Barrabravas

Milei y Patricia Bullrich mandaron a reprimir y después subieron la apuesta. Están dispuestos a todo y más para conseguir su objetivo. Esto recién empieza.

Espert, Milei, Bullrich y Adorni, el día después de la represión. ¿De qué se ríen?
15 MAR 2025 - 12:30 | Actualizado 15 MAR 2025 - 21:30

El Gobierno de Javier Milei, su hermana Karina y el séquito que conforman la mesa chica de La Libertad Avanza, redoblan la apuesta todos los días. Después de mandar a reprimir brutalmente una marcha de jubilados y de hinchas de fútbol desperdigados, que ocuparon en la Plaza de los Dos Congresos el lugar que deberían ocupar los partidos políticos, los sindicatos y otras organizaciones de la vida civil, el Presidente salió a vanagloriarse de haber golpeado de manera salvaje a viejos y jóvenes, y ante un auditorio embelesado de jerarcas del campo, entre insultos y tonos fascistas, le recordó a todos que “los buenos son los de azul, no los hijos de puta que se tapan la cara”.

Lejos de hacerse cargo del capsulazo de gas lacrimógeno que dejó entre la vida y la muerta al fotógrafo Pablo Grillo, o del papelón que sus legisladores protagonizaron puertas adentro de la Cámara de Diputados, entre castañazos y vasos de agua, Milei eligió subir la apuesta. Cree -porque muchas veces hasta ahora le funcionó- que su público espera de él todo lo que dice y hace. Y sube la apuesta porque entiende que una parte importante de la sociedad empezó a destilar el fascismo reprimido y todos ellos todavía tienen mucho más odio para dar.

No la ven

Sin embargo, algunos sondeos realizados por encuestadoras cercanas al Gobierno le vienen advirtiendo una pérdida de volumen y, sobre todo, credibilidad.

Por ejemplo, un trabajo de la consultora Management & FIT publicado por varios medios porteños luego de la marcha del miércoles pasado, indica que sólo tres de cada diez personas califican como “positiva” la situación económica del país. El escenario es más preocupante para los libertarios entre la tercera edad: en ese segmento, el rechazo a la gestión de Milei crece hasta el 50%.

La encuesta parece a contramano de lo que dicen el Presidente y su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, que insisten en que la economía marcha por los carriles esperados. Según Management & FIT, los escándalos políticos de las últimas semanas y los presuntos hechos de corrupción que salpican sobre todo a la hermana Karina, empezaron a hacer mella en el corazón del electorado que los puso en la Casa Rosada.

El problema que tiene Milei y que parece querer ocultar, al menos hasta las elecciones de octubre, es que quienes mayor esfuerzo han venido haciendo para sostener el plan económico de “Toto” y sus amigos, empiezan a cansarse de ser la pata de la mesa que mayor peso recibe.

Ya casi nadie, inclusive de los que siguen apoyando a Milei “porque esto va a mejorar”, cree que el reclamo de los jubilados sea ilegítimo. Hay razones contundentes para sostener esto: “¿Qué hizo Milei por los jubilados?”, se preguntó esta semana el economista Hernán Letcher. Las respuestas que dio son un contundentes:

- Cambió la fórmula de actualización salarial por decreto; con la anterior, hoy las jubilaciones serían 27% superiores;
- Congeló el bono en $ 70.000 desde hace más de un año, que de haberse actualizado en la misma proporción que el haber, debería ser en la actualidad de $ 145.300;
- Los jubilados de la mínima perdieron 13,3% desde la asunción de Milei;
- Dieron de baja la moratoria previsional, por lo que nueve de cada diez mujeres y ocho de cada diez varones cercanos a la edad de retirarse, no podrán acceder a una jubilación;
- Y eliminó medicamentos esenciales de la canasta PAMI, además de restringir el acceso a otros que eran gratuitos, que desde entonces aumentaron 373,1%.

Sin palabras.

El relato libertario

La narrativa que el Gobierno eligió para contraatacar tras los resultados de la marcha del miércoles parece explicar que la situación los preocupa. Tanto la impresentable ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, como el habitual “moderado” jefe de Gabinete, Guillermo Francos, salieron desaforados a sostener que lo del miércoles fue un “atentado a la democracia” y un “intento de golpe de Estado” pergeñado por un grupo de barrabravas y de municipios ligados al kirchnerismo.

Con el apoyo incondicional de Clarín, TN, La Nación + y América 24, el Gobierno instaló rápidamente a través de sus esbirros mediáticos la palabra que tanto resultados les ha dado en los últimos años: “kirchnerismo”.

Bullrich hasta tuvo el tupé de decir que el ataque asesino a Grillo había sido producto de que la cápsula de gas lacrimógeno que le terminó estallando en la cabeza y causando pérdida de masa encefálica, había “rebotado” antes de impactar al fotógrafo. Todas las imágenes del momento muestran que el gas lacrimógeno fue arrojado directamente hacia la gente, probablemente por un efectivo de Gendarmería Nacional.

Pablo Grillo se debate entre la vida y la muerte.

Por si fuera poco, la ministra instaló que la condición de “kirchnerista” de Grillo justificaba el daño colateral que había tenido. Cínica y siniestra es poco.

El Gobierno está preocupado porque más allá del relato que trata de instalar, la marcha fue fuerte y ni siquiera estuvo articulada por ninguna fuerza política organizada. El apuro por apuntar contra sectores del peronismo demuestra la necesidad de Milei y Bullrich de seguir sosteniendo a un enemigo para explicar sus propias incapacidades.

Que la economía no remonte, que Caputo haya tenido que vender casi 500 millones de dólares esta semana para sostener el precio del dólar y que el bloque libertario de Diputados sea un cambalache, son datos que preocupan al Gobierno. Octubre está lejos y habrá que echar mano a toda la parafernalia mediática para tapar el sol con la mano.

Que el Gobierno esté dispuesto a todo para sostenerse es un peligro latente con el que habrá que lidiar. El descalabro recién empieza.

"La mejor ministra de la historia", dijo Milei de Bullrich.

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Espert, Milei, Bullrich y Adorni, el día después de la represión. ¿De qué se ríen?
15 MAR 2025 - 12:30

El Gobierno de Javier Milei, su hermana Karina y el séquito que conforman la mesa chica de La Libertad Avanza, redoblan la apuesta todos los días. Después de mandar a reprimir brutalmente una marcha de jubilados y de hinchas de fútbol desperdigados, que ocuparon en la Plaza de los Dos Congresos el lugar que deberían ocupar los partidos políticos, los sindicatos y otras organizaciones de la vida civil, el Presidente salió a vanagloriarse de haber golpeado de manera salvaje a viejos y jóvenes, y ante un auditorio embelesado de jerarcas del campo, entre insultos y tonos fascistas, le recordó a todos que “los buenos son los de azul, no los hijos de puta que se tapan la cara”.

Lejos de hacerse cargo del capsulazo de gas lacrimógeno que dejó entre la vida y la muerta al fotógrafo Pablo Grillo, o del papelón que sus legisladores protagonizaron puertas adentro de la Cámara de Diputados, entre castañazos y vasos de agua, Milei eligió subir la apuesta. Cree -porque muchas veces hasta ahora le funcionó- que su público espera de él todo lo que dice y hace. Y sube la apuesta porque entiende que una parte importante de la sociedad empezó a destilar el fascismo reprimido y todos ellos todavía tienen mucho más odio para dar.

No la ven

Sin embargo, algunos sondeos realizados por encuestadoras cercanas al Gobierno le vienen advirtiendo una pérdida de volumen y, sobre todo, credibilidad.

Por ejemplo, un trabajo de la consultora Management & FIT publicado por varios medios porteños luego de la marcha del miércoles pasado, indica que sólo tres de cada diez personas califican como “positiva” la situación económica del país. El escenario es más preocupante para los libertarios entre la tercera edad: en ese segmento, el rechazo a la gestión de Milei crece hasta el 50%.

La encuesta parece a contramano de lo que dicen el Presidente y su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, que insisten en que la economía marcha por los carriles esperados. Según Management & FIT, los escándalos políticos de las últimas semanas y los presuntos hechos de corrupción que salpican sobre todo a la hermana Karina, empezaron a hacer mella en el corazón del electorado que los puso en la Casa Rosada.

El problema que tiene Milei y que parece querer ocultar, al menos hasta las elecciones de octubre, es que quienes mayor esfuerzo han venido haciendo para sostener el plan económico de “Toto” y sus amigos, empiezan a cansarse de ser la pata de la mesa que mayor peso recibe.

Ya casi nadie, inclusive de los que siguen apoyando a Milei “porque esto va a mejorar”, cree que el reclamo de los jubilados sea ilegítimo. Hay razones contundentes para sostener esto: “¿Qué hizo Milei por los jubilados?”, se preguntó esta semana el economista Hernán Letcher. Las respuestas que dio son un contundentes:

- Cambió la fórmula de actualización salarial por decreto; con la anterior, hoy las jubilaciones serían 27% superiores;
- Congeló el bono en $ 70.000 desde hace más de un año, que de haberse actualizado en la misma proporción que el haber, debería ser en la actualidad de $ 145.300;
- Los jubilados de la mínima perdieron 13,3% desde la asunción de Milei;
- Dieron de baja la moratoria previsional, por lo que nueve de cada diez mujeres y ocho de cada diez varones cercanos a la edad de retirarse, no podrán acceder a una jubilación;
- Y eliminó medicamentos esenciales de la canasta PAMI, además de restringir el acceso a otros que eran gratuitos, que desde entonces aumentaron 373,1%.

Sin palabras.

El relato libertario

La narrativa que el Gobierno eligió para contraatacar tras los resultados de la marcha del miércoles parece explicar que la situación los preocupa. Tanto la impresentable ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, como el habitual “moderado” jefe de Gabinete, Guillermo Francos, salieron desaforados a sostener que lo del miércoles fue un “atentado a la democracia” y un “intento de golpe de Estado” pergeñado por un grupo de barrabravas y de municipios ligados al kirchnerismo.

Con el apoyo incondicional de Clarín, TN, La Nación + y América 24, el Gobierno instaló rápidamente a través de sus esbirros mediáticos la palabra que tanto resultados les ha dado en los últimos años: “kirchnerismo”.

Bullrich hasta tuvo el tupé de decir que el ataque asesino a Grillo había sido producto de que la cápsula de gas lacrimógeno que le terminó estallando en la cabeza y causando pérdida de masa encefálica, había “rebotado” antes de impactar al fotógrafo. Todas las imágenes del momento muestran que el gas lacrimógeno fue arrojado directamente hacia la gente, probablemente por un efectivo de Gendarmería Nacional.

Pablo Grillo se debate entre la vida y la muerte.

Por si fuera poco, la ministra instaló que la condición de “kirchnerista” de Grillo justificaba el daño colateral que había tenido. Cínica y siniestra es poco.

El Gobierno está preocupado porque más allá del relato que trata de instalar, la marcha fue fuerte y ni siquiera estuvo articulada por ninguna fuerza política organizada. El apuro por apuntar contra sectores del peronismo demuestra la necesidad de Milei y Bullrich de seguir sosteniendo a un enemigo para explicar sus propias incapacidades.

Que la economía no remonte, que Caputo haya tenido que vender casi 500 millones de dólares esta semana para sostener el precio del dólar y que el bloque libertario de Diputados sea un cambalache, son datos que preocupan al Gobierno. Octubre está lejos y habrá que echar mano a toda la parafernalia mediática para tapar el sol con la mano.

Que el Gobierno esté dispuesto a todo para sostenerse es un peligro latente con el que habrá que lidiar. El descalabro recién empieza.

"La mejor ministra de la historia", dijo Milei de Bullrich.


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