El robot submarino SuBastian capta maravillas del fondo del mar

El beso de la mantarraya al robot, una anémona en pijama y bolsas plásticas en el fondo del océano: algunos de los sorprendentes hallazgos de la expedición submarina en la Patagonia.

24 OCT 2025 - 19:09 | Actualizado 24 OCT 2025 - 19:20

La nueva campaña del Schmidt Ocean Institute, el Servicio de Hidrografía Naval, universidades y otros organismos, explora los cañones submarinos del Atlántico Sur para entender por qué el Talud Continental es una de las zonas más fértiles del planeta.

Primero, fue la histórica campaña en el Cañón Submarino Mar del Plata. Luego, la expedición Uruguay Sub 200, y ahora, quedan pocos días para que finalice la tercera exploración del buque Falkor (too) del Schmidt Ocean Institute (SOI) y el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), en los cañones Bahía Blanca y Almirante Brown frente a las costas de Río Negro y Chubut.

Más allá de que esta actual expedición realizó cuatro inmersiones, el rover SuBastian pudo captar detalles curiosos de la fauna marina que llegaron a asombrar a los científicos positivamente. Pero lo que les impactó negativamente, fue, por ejemplo, hallar bolsas plásticas en el fondo del océano, un registro claro de cómo la contaminación del hombre también llega a las profundidades y altera la biología marina.

El beso de la mantarraya

Una de las más divertidas escenas submarinas fue la protagonizada por una mantarraya cuando se acercó a tocar al robot SuBastian. Los científicos exclamaron de asombro y hasta calificaron el acto como el “beso de la mantarraya”.

Basura en el fondo del mar

La expedición al fondo del mar no podía dejar de contar con la presencia humana a través de la basura hallada a 333 metros de profundidad, algo que claramente molestó a los científicos, que decidieron recogerla y llevarla a la superficie para que no afecte el normal desarrollo ecológico submarino.

Pez escondido en un jardín submarino

Un simpático pez abisal parecía no querer salir en vivo por las cámaras del rover SuBastian y se esconde entre esponjas y corales a 155 metros de profundidad.

Peces buscan protagonismo científico

Mientras el equipo científico posaba sus miradas en una esponja marina, un grupo de tres peces quiso robar protagonismo y salir delante de las cámaras. Curiosos, se mostraron frente a las luces del rover submarino para intentar saber qué era ese extraño objeto que los visitaba.

Una anémona en pijama

Una curiosa anémona de rayas blancas y rojas fue bautizada como “anémona pijama” por los científicos de la expedición. Las anémonas de mar o actiniarios son un orden de antozoos hexacorales. Son animales marinos que se adhieren normalmente al sustrato, en algunas ocasiones en la arena del fondo, en otras, en las rocas, y hasta en las conchas de crustáceos o moluscos. Llegan a medir desde 1.25 cm hasta 2 m de diámetro.

Medusa a 325 metros de profundidad

A más de 300 metros de profundidad, los investigadores hallaron una gran medusa marina blanca. Las medusas (Medusozoa), también llamadas aguavivas, son animales marinos de cuerpo gelatinoso, con forma de campana de la que cuelga un manubrio tubular, con la boca en el extremo inferior, a veces prolongado por largos tentáculos cargados con células urticantes llamados cnidocitos. Las medusas se encuentran en todo el mundo, desde las aguas superficiales hasta las profundidades marinas.

Objetivos de la campaña

“El objetivo central de esta campaña “Ecos de dos Cañones”, es ampliar el conocimiento sobre los ecosistemas del Atlántico sur y, en particular, sobre una región que se considera entre las más productivas y biodiversas del planeta y es la que está formada por sistemas de cañones submarinos localizados a lo largo de la Plataforma Continental Argentina, en sus sectores patagónico y bonaerense”, explicó a Infobae la investigadora principal y jefa científica, la doctora Silvia Inés Romero, del SHN, dependiente del Ministerio de Defensa de Argentina.

“Teníamos una noción general de lo que había en estos cañones y sus relieves submarinos a través de una base internacional que tiene distintos parámetros amplios. Pero para estudiarlos bien hay que investigarlos y relevarlos, cosa que hicimos aquí con esta nueva expedición que busca comprender el movimiento de los océanos que define la biodiversidad de la Tierra al redistribuir calor, traer alimentos y nutrir los ecosistemas marinos”, agregó la experta.

Romero explicó que la corriente de Malvinas es una corriente oceánica que corre de sur a norte a lo largo del talud continental de Argentina, allí donde la profundidad del océano pasa de 200 a más de 5.000 metros, transportando nutrientes y agua fría desde la rama norte de la Corriente Circumpolar Antártica. La interacción de la corriente de Malvinas con el talud impulsa la productividad primaria en el Atlántico Suroccidental. En particular, los cañones submarinos ubicados a lo largo del talud crean irregularidades en el lecho marino que alteran el movimiento de esta corriente, facilitando el intercambio entre la plataforma continental y el océano adyacente.

Estudio de los cañones

Distintos científicos han planteado la hipótesis de que este intercambio fomenta floraciones masivas de fitoplancton. El fitoplancton sustenta a su vez una gran productividad primaria que es aprovechada por las pesquerías y contribuye a absorber gases de efecto invernadero. Pese a la relevancia de los cañones, la interacción de los mismos con la corriente de Malvinas ha sido poco estudiada.

Romero precisó que, a lo largo del talud continental, donde la plataforma se hunde abruptamente hacia las profundidades, se extiende un ecosistema de una riqueza biológica extraordinaria. En esas aguas frías y turbulentas, la vida florece con una intensidad difícil de imaginar desde la superficie.

Y es allí donde Romero y un grupo de 25 científicos argentinos lleva adelante una de las expediciones más ambiciosas de los últimos años, con un objetivo tan vasto como el océano que estudian: comprender qué hace de esta región una de las más productivas del Atlántico Sur y, al mismo tiempo, un motor clave en el equilibrio climático del planeta.

“Estamos estudiando el fitoplancton y el zooplancton, alimento por ejemplo del krill, que es a su vez el alimento de las ballenas. Así vemos como los organismos más grandes están asociados al fondo del mar y dependen de una cadena de eslabones vivos para desarrollarse. Contamos ahora con información registrada, de base de datos digitales, mapas, tablas, datos satelitales, muestras tomadas del lecho marino de sedimentos, algas y hasta registros de salinidad, PH, acidez, temperatura, velocidad de las corrientes marinas”, amplió Romero.

“El análisis que hagamos de esta información nos permitirá avanzar en el conocimiento de cómo funciona nuestro océano y por qué el Mar Argentino es tan especial”, resume Romero. Para los investigadores, entender estas dinámicas no solo es una cuestión académica: implica también sentar las bases para una gestión más sostenible de los recursos marinos y una política de conservación acorde con la magnitud ecológica del área.

La misión culmina el 29 de octubre

Al finalizar la expedición, los datos recopilados serán de acceso público, en línea con la política de ciencia abierta del Schmidt Ocean Institute. De esa manera, investigadores de todo el mundo podrán utilizarlos para comparar ecosistemas, modelar procesos oceanográficos y proyectar escenarios frente al cambio climático.

La misión del Falkor (too) culminará el 29 de octubre, pero sus descubrimientos apenas comienzan. En las profundidades del Atlántico Sur, donde la luz apenas llega, los científicos argentinos están encendiendo una nueva mirada sobre el océano. Lo que encuentren allí no solo contará la historia de un ecosistema extraordinario, sino también la de un país que vuelve a mirar hacia el mar como una fuente de conocimiento, soberanía y futuro.

24 OCT 2025 - 19:09

La nueva campaña del Schmidt Ocean Institute, el Servicio de Hidrografía Naval, universidades y otros organismos, explora los cañones submarinos del Atlántico Sur para entender por qué el Talud Continental es una de las zonas más fértiles del planeta.

Primero, fue la histórica campaña en el Cañón Submarino Mar del Plata. Luego, la expedición Uruguay Sub 200, y ahora, quedan pocos días para que finalice la tercera exploración del buque Falkor (too) del Schmidt Ocean Institute (SOI) y el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), en los cañones Bahía Blanca y Almirante Brown frente a las costas de Río Negro y Chubut.

Más allá de que esta actual expedición realizó cuatro inmersiones, el rover SuBastian pudo captar detalles curiosos de la fauna marina que llegaron a asombrar a los científicos positivamente. Pero lo que les impactó negativamente, fue, por ejemplo, hallar bolsas plásticas en el fondo del océano, un registro claro de cómo la contaminación del hombre también llega a las profundidades y altera la biología marina.

El beso de la mantarraya

Una de las más divertidas escenas submarinas fue la protagonizada por una mantarraya cuando se acercó a tocar al robot SuBastian. Los científicos exclamaron de asombro y hasta calificaron el acto como el “beso de la mantarraya”.

Basura en el fondo del mar

La expedición al fondo del mar no podía dejar de contar con la presencia humana a través de la basura hallada a 333 metros de profundidad, algo que claramente molestó a los científicos, que decidieron recogerla y llevarla a la superficie para que no afecte el normal desarrollo ecológico submarino.

Pez escondido en un jardín submarino

Un simpático pez abisal parecía no querer salir en vivo por las cámaras del rover SuBastian y se esconde entre esponjas y corales a 155 metros de profundidad.

Peces buscan protagonismo científico

Mientras el equipo científico posaba sus miradas en una esponja marina, un grupo de tres peces quiso robar protagonismo y salir delante de las cámaras. Curiosos, se mostraron frente a las luces del rover submarino para intentar saber qué era ese extraño objeto que los visitaba.

Una anémona en pijama

Una curiosa anémona de rayas blancas y rojas fue bautizada como “anémona pijama” por los científicos de la expedición. Las anémonas de mar o actiniarios son un orden de antozoos hexacorales. Son animales marinos que se adhieren normalmente al sustrato, en algunas ocasiones en la arena del fondo, en otras, en las rocas, y hasta en las conchas de crustáceos o moluscos. Llegan a medir desde 1.25 cm hasta 2 m de diámetro.

Medusa a 325 metros de profundidad

A más de 300 metros de profundidad, los investigadores hallaron una gran medusa marina blanca. Las medusas (Medusozoa), también llamadas aguavivas, son animales marinos de cuerpo gelatinoso, con forma de campana de la que cuelga un manubrio tubular, con la boca en el extremo inferior, a veces prolongado por largos tentáculos cargados con células urticantes llamados cnidocitos. Las medusas se encuentran en todo el mundo, desde las aguas superficiales hasta las profundidades marinas.

Objetivos de la campaña

“El objetivo central de esta campaña “Ecos de dos Cañones”, es ampliar el conocimiento sobre los ecosistemas del Atlántico sur y, en particular, sobre una región que se considera entre las más productivas y biodiversas del planeta y es la que está formada por sistemas de cañones submarinos localizados a lo largo de la Plataforma Continental Argentina, en sus sectores patagónico y bonaerense”, explicó a Infobae la investigadora principal y jefa científica, la doctora Silvia Inés Romero, del SHN, dependiente del Ministerio de Defensa de Argentina.

“Teníamos una noción general de lo que había en estos cañones y sus relieves submarinos a través de una base internacional que tiene distintos parámetros amplios. Pero para estudiarlos bien hay que investigarlos y relevarlos, cosa que hicimos aquí con esta nueva expedición que busca comprender el movimiento de los océanos que define la biodiversidad de la Tierra al redistribuir calor, traer alimentos y nutrir los ecosistemas marinos”, agregó la experta.

Romero explicó que la corriente de Malvinas es una corriente oceánica que corre de sur a norte a lo largo del talud continental de Argentina, allí donde la profundidad del océano pasa de 200 a más de 5.000 metros, transportando nutrientes y agua fría desde la rama norte de la Corriente Circumpolar Antártica. La interacción de la corriente de Malvinas con el talud impulsa la productividad primaria en el Atlántico Suroccidental. En particular, los cañones submarinos ubicados a lo largo del talud crean irregularidades en el lecho marino que alteran el movimiento de esta corriente, facilitando el intercambio entre la plataforma continental y el océano adyacente.

Estudio de los cañones

Distintos científicos han planteado la hipótesis de que este intercambio fomenta floraciones masivas de fitoplancton. El fitoplancton sustenta a su vez una gran productividad primaria que es aprovechada por las pesquerías y contribuye a absorber gases de efecto invernadero. Pese a la relevancia de los cañones, la interacción de los mismos con la corriente de Malvinas ha sido poco estudiada.

Romero precisó que, a lo largo del talud continental, donde la plataforma se hunde abruptamente hacia las profundidades, se extiende un ecosistema de una riqueza biológica extraordinaria. En esas aguas frías y turbulentas, la vida florece con una intensidad difícil de imaginar desde la superficie.

Y es allí donde Romero y un grupo de 25 científicos argentinos lleva adelante una de las expediciones más ambiciosas de los últimos años, con un objetivo tan vasto como el océano que estudian: comprender qué hace de esta región una de las más productivas del Atlántico Sur y, al mismo tiempo, un motor clave en el equilibrio climático del planeta.

“Estamos estudiando el fitoplancton y el zooplancton, alimento por ejemplo del krill, que es a su vez el alimento de las ballenas. Así vemos como los organismos más grandes están asociados al fondo del mar y dependen de una cadena de eslabones vivos para desarrollarse. Contamos ahora con información registrada, de base de datos digitales, mapas, tablas, datos satelitales, muestras tomadas del lecho marino de sedimentos, algas y hasta registros de salinidad, PH, acidez, temperatura, velocidad de las corrientes marinas”, amplió Romero.

“El análisis que hagamos de esta información nos permitirá avanzar en el conocimiento de cómo funciona nuestro océano y por qué el Mar Argentino es tan especial”, resume Romero. Para los investigadores, entender estas dinámicas no solo es una cuestión académica: implica también sentar las bases para una gestión más sostenible de los recursos marinos y una política de conservación acorde con la magnitud ecológica del área.

La misión culmina el 29 de octubre

Al finalizar la expedición, los datos recopilados serán de acceso público, en línea con la política de ciencia abierta del Schmidt Ocean Institute. De esa manera, investigadores de todo el mundo podrán utilizarlos para comparar ecosistemas, modelar procesos oceanográficos y proyectar escenarios frente al cambio climático.

La misión del Falkor (too) culminará el 29 de octubre, pero sus descubrimientos apenas comienzan. En las profundidades del Atlántico Sur, donde la luz apenas llega, los científicos argentinos están encendiendo una nueva mirada sobre el océano. Lo que encuentren allí no solo contará la historia de un ecosistema extraordinario, sino también la de un país que vuelve a mirar hacia el mar como una fuente de conocimiento, soberanía y futuro.