En una zona de montaña poco explorada, a 30 kilómetros al sur de El Calafate, un equipo de paleontólogos argentinos y japoneses descubrió el fósil de un cocodrilo que habitó la Patagonia hace unos 70 millones de años. La especie fue bautizada Kostensuchus atrox, un nombre que combina “kosten” —que significa viento en lengua aonikenk— y el término latino atrox, que se traduce como feroz o terrible. El hallazgo fue publicado este miércoles en la revista científica PLOS one y en simultáneo en DIARIO RÍO NEGRO.
El descubrimiento fue realizado por un equipo internacional liderado por los paleontólogos argentinos Fernando Novas, investigador del Conicet en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, y Diego Pol, investigador del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, en colaboración con Makoto Manabe y Takanobu Tsuihiji, de la Universidad de Tokio (Japón).
El hallazgo se produjo en un área rica en fósiles que en los últimos años reveló materiales excepcionales: dinosaurios como Maip macrothorax, Nullotitan glaciaris e Isasicursor santacrucensis, así como peces, ranas, tortugas, serpientes, plesiosaurios, insectos, plantas y pequeños mamíferos.
“El viento está siempre presente en esa región y quisimos reflejarlo en el nombre. Y ‘atrox’ hace referencia al aspecto terrible de este animal, que era un depredador formidable”, explicó Novas, jefe de la expedición y líder del hallazgo. “Era como el bulldog de los cocodrilos: robusto, con una cabeza de 50 centímetros y dientes de cinco centímetros capaces de cortar carne y hueso”, detalló Novas. Sus colmillos, con bordes aserrados, funcionaban como cuchillos.
“Ampliaban la capacidad de desgarrar músculos, piel y tendones de sus presas”, añadió. El Kostensuchus no estaba adaptado a la vida acuática como sus parientes actuales. Tenía patas largas orientadas hacia abajo, lo que le daba agilidad para moverse en tierra firme. Sus ojos miraban hacia los costados y sus fosas nasales hacia adelante, como en un perro. “Todo indica que era preferentemente terrestre y que podía iniciar una carrera veloz para atrapar a sus presas”, agregó Novas.
Pol reforzó la interpretación: “Era un animal de tres metros y medio de largo, unos 250 kilos, con un cráneo completo y espectacular. Nos indica que tenía una mordida extremadamente poderosa. Los dientes parecen los de un tiranosaurio rex: grandes, filosos, adaptados para cortar carne y huesos como un gran predador”.
NUEVA ESPECIE DE COCODRILO FEROZ EN LA PATAGONIA: UN ECOSISTEMA DE GIGANTES
Hace 70 millones de años, el extremo sur de la Patagonia era un ambiente templado y húmedo, con ríos, lagunas y bosques. “Allí convivían insectos, peces, plantas acuáticas, dinosaurios gigantes de 30 metros y depredadores de gran tamaño”, señaló Novas.
En ese ecosistema, el Kostensuchus ocupaba el rol de superdepredador. Podía alimentarse de tortugas o mamíferos pequeños, pero también de presas mayores. “Probablemente se alimentaba de dinosaurios herbívoros como el Isasicursor, de tamaño similar a una cebra actual”, explicó Pol.
La presencia de este cocodrilo enriquece el panorama de depredadores en la Patagonia del Cretácico. “Antes conocíamos al Maip macrothorax, un dinosaurio carnívoro de ocho metros. Ahora sumamos a este cocodrilo. Podemos imaginar un escenario como el de la sabana africana, con leones y cocodrilos disputando presas”, comparó Novas. (Diario de Río Negro)
En una zona de montaña poco explorada, a 30 kilómetros al sur de El Calafate, un equipo de paleontólogos argentinos y japoneses descubrió el fósil de un cocodrilo que habitó la Patagonia hace unos 70 millones de años. La especie fue bautizada Kostensuchus atrox, un nombre que combina “kosten” —que significa viento en lengua aonikenk— y el término latino atrox, que se traduce como feroz o terrible. El hallazgo fue publicado este miércoles en la revista científica PLOS one y en simultáneo en DIARIO RÍO NEGRO.
El descubrimiento fue realizado por un equipo internacional liderado por los paleontólogos argentinos Fernando Novas, investigador del Conicet en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, y Diego Pol, investigador del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, en colaboración con Makoto Manabe y Takanobu Tsuihiji, de la Universidad de Tokio (Japón).
El hallazgo se produjo en un área rica en fósiles que en los últimos años reveló materiales excepcionales: dinosaurios como Maip macrothorax, Nullotitan glaciaris e Isasicursor santacrucensis, así como peces, ranas, tortugas, serpientes, plesiosaurios, insectos, plantas y pequeños mamíferos.
“El viento está siempre presente en esa región y quisimos reflejarlo en el nombre. Y ‘atrox’ hace referencia al aspecto terrible de este animal, que era un depredador formidable”, explicó Novas, jefe de la expedición y líder del hallazgo. “Era como el bulldog de los cocodrilos: robusto, con una cabeza de 50 centímetros y dientes de cinco centímetros capaces de cortar carne y hueso”, detalló Novas. Sus colmillos, con bordes aserrados, funcionaban como cuchillos.
“Ampliaban la capacidad de desgarrar músculos, piel y tendones de sus presas”, añadió. El Kostensuchus no estaba adaptado a la vida acuática como sus parientes actuales. Tenía patas largas orientadas hacia abajo, lo que le daba agilidad para moverse en tierra firme. Sus ojos miraban hacia los costados y sus fosas nasales hacia adelante, como en un perro. “Todo indica que era preferentemente terrestre y que podía iniciar una carrera veloz para atrapar a sus presas”, agregó Novas.
Pol reforzó la interpretación: “Era un animal de tres metros y medio de largo, unos 250 kilos, con un cráneo completo y espectacular. Nos indica que tenía una mordida extremadamente poderosa. Los dientes parecen los de un tiranosaurio rex: grandes, filosos, adaptados para cortar carne y huesos como un gran predador”.
NUEVA ESPECIE DE COCODRILO FEROZ EN LA PATAGONIA: UN ECOSISTEMA DE GIGANTES
Hace 70 millones de años, el extremo sur de la Patagonia era un ambiente templado y húmedo, con ríos, lagunas y bosques. “Allí convivían insectos, peces, plantas acuáticas, dinosaurios gigantes de 30 metros y depredadores de gran tamaño”, señaló Novas.
En ese ecosistema, el Kostensuchus ocupaba el rol de superdepredador. Podía alimentarse de tortugas o mamíferos pequeños, pero también de presas mayores. “Probablemente se alimentaba de dinosaurios herbívoros como el Isasicursor, de tamaño similar a una cebra actual”, explicó Pol.
La presencia de este cocodrilo enriquece el panorama de depredadores en la Patagonia del Cretácico. “Antes conocíamos al Maip macrothorax, un dinosaurio carnívoro de ocho metros. Ahora sumamos a este cocodrilo. Podemos imaginar un escenario como el de la sabana africana, con leones y cocodrilos disputando presas”, comparó Novas. (Diario de Río Negro)