Por Héctor Rubén González – Secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia
En estos tiempos tan difíciles para nuestra Patria, quiero hablar no sólo como dirigente sindical, sino como ciudadano, como hijo de trabajadores, como padre y como argentino que camina las calles y ve tristemente lo que nos está pasando ante la vista y la indiferencia que todos vemos y nos volvemos día a día menos “humanos”!!
Vivimos una batalla silenciosa pero brutal. Una batalla de normalidades. Porque la verdad es que nada de esto es normal, aunque nos quieran convencer de lo contrario.
No es normal que nuestros jubilados cobren menos cada mes, mientras los formadores de precios y especuladores juegan a la timba financiera con el dólar.
No es normal que se cierren hospitales, que se frenen tratamientos oncológicos, que se dejen vencer alimentos en galpones y vacunas, convirtiendo a la salud en un lujo y no en un derecho humano y cristiano.
No es normal que se cierren fábricas y se destruyan fuentes de trabajo mientras se premia a los que fugan capitales.
No es normal ver niños mal alimentados y durmiendo en las veredas de las calles a lo largo de nuestra patria, mientras nos hacen y hablan de «ajustes necesarios».
Pero hay sectores del poder que sí creen y ven que eso es normal. Que lo empujan como sentido común. Que lo naturalizan a fuerza de discursos, ante medios de comunicación, recortes mediante decretos y leyes, que “nuestros representantes” levantan sus manos para su aprobación y explicitan con una desfachatez brutal y cruel su voto, que ellos saben de su anormalidad.
Y ahí está el peligro más grande: que nos ganen también por dentro. Que nos resignemos. Que bajemos los brazos. Que miremos y demos vuelta nuestra vista hacia un costado y no sintamos el dolor del otro como nuestro.
Por eso hoy decimos, desde este lugar de lucha, que la normalidad también se disputa. Que es una conquista política y social. Que depende de quién tenga la voz, el poder y la voluntad de transformar está equivocada realidad que nos quieren hacer ver y sentir como algo normal.
Hoy hay dos Argentinas. Una que se beneficia del sufrimiento y es ajeno a ellos y otra que resiste, que se organiza, que lucha por una normalidad como es y debe serlo, más justa humana y solidaria, a esa sumamos nuestro esfuerzo.
Desde Luz y Fuerza de la Patagonia elegimos esa segunda Argentina. La que no calla, la que defiende derechos, la que se pone del lado de los niños; de los trabajadores; de los jubilados; de los enfermos, de los excluidos arrastrados a la pobreza e indigencia más cruel y absoluta.
Porque si hoy nos parece normal ver a nuestros compatriotas hundidos en la miseria, es que el neoliberalismo ha triunfado. Pero todavía estamos a tiempo de reacionar estoicamente.
Todavía hay conciencia, organización y esperanza. Todavía hay corazón en los barrios, en los gremios, en cada rincón donde alguien se niega a aceptar lo anormal como normal y habitual, a esta realidad como destino.
Lo normal no es lo que nos imponen, sino lo que estamos dispuestos y comprometidos a restaurar y a reconstruir, una patria justa, libre y soberana que nos abrace y contenga a todas y todos los compatriotas de nuestra argentina.
Los abrazo desde el corazón..!!
El Héctor
Por Héctor Rubén González – Secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia
En estos tiempos tan difíciles para nuestra Patria, quiero hablar no sólo como dirigente sindical, sino como ciudadano, como hijo de trabajadores, como padre y como argentino que camina las calles y ve tristemente lo que nos está pasando ante la vista y la indiferencia que todos vemos y nos volvemos día a día menos “humanos”!!
Vivimos una batalla silenciosa pero brutal. Una batalla de normalidades. Porque la verdad es que nada de esto es normal, aunque nos quieran convencer de lo contrario.
No es normal que nuestros jubilados cobren menos cada mes, mientras los formadores de precios y especuladores juegan a la timba financiera con el dólar.
No es normal que se cierren hospitales, que se frenen tratamientos oncológicos, que se dejen vencer alimentos en galpones y vacunas, convirtiendo a la salud en un lujo y no en un derecho humano y cristiano.
No es normal que se cierren fábricas y se destruyan fuentes de trabajo mientras se premia a los que fugan capitales.
No es normal ver niños mal alimentados y durmiendo en las veredas de las calles a lo largo de nuestra patria, mientras nos hacen y hablan de «ajustes necesarios».
Pero hay sectores del poder que sí creen y ven que eso es normal. Que lo empujan como sentido común. Que lo naturalizan a fuerza de discursos, ante medios de comunicación, recortes mediante decretos y leyes, que “nuestros representantes” levantan sus manos para su aprobación y explicitan con una desfachatez brutal y cruel su voto, que ellos saben de su anormalidad.
Y ahí está el peligro más grande: que nos ganen también por dentro. Que nos resignemos. Que bajemos los brazos. Que miremos y demos vuelta nuestra vista hacia un costado y no sintamos el dolor del otro como nuestro.
Por eso hoy decimos, desde este lugar de lucha, que la normalidad también se disputa. Que es una conquista política y social. Que depende de quién tenga la voz, el poder y la voluntad de transformar está equivocada realidad que nos quieren hacer ver y sentir como algo normal.
Hoy hay dos Argentinas. Una que se beneficia del sufrimiento y es ajeno a ellos y otra que resiste, que se organiza, que lucha por una normalidad como es y debe serlo, más justa humana y solidaria, a esa sumamos nuestro esfuerzo.
Desde Luz y Fuerza de la Patagonia elegimos esa segunda Argentina. La que no calla, la que defiende derechos, la que se pone del lado de los niños; de los trabajadores; de los jubilados; de los enfermos, de los excluidos arrastrados a la pobreza e indigencia más cruel y absoluta.
Porque si hoy nos parece normal ver a nuestros compatriotas hundidos en la miseria, es que el neoliberalismo ha triunfado. Pero todavía estamos a tiempo de reacionar estoicamente.
Todavía hay conciencia, organización y esperanza. Todavía hay corazón en los barrios, en los gremios, en cada rincón donde alguien se niega a aceptar lo anormal como normal y habitual, a esta realidad como destino.
Lo normal no es lo que nos imponen, sino lo que estamos dispuestos y comprometidos a restaurar y a reconstruir, una patria justa, libre y soberana que nos abrace y contenga a todas y todos los compatriotas de nuestra argentina.
Los abrazo desde el corazón..!!
El Héctor