Editorial / Nadie se salva solo

El Gobierno sigue atacando a los trabajadores mientras el salario mínimo es 44,1% más bajo que durante el macrismo; 57,3% menor a la etapa final de Cristina; e inferior, inclusive, al de 2001. Peor, imposible.

Héroes colectivos. Una imagen de El Eternauta actual.
03 MAY 2025 - 12:34 | Actualizado 03 MAY 2025 - 21:30

“El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”.

Héctor Oesterheld, autor de El Eternauta, 1957.

Desde la asunción de Javier Milei, el salario mínimo de los trabajadores argentinos perdió poder adquisitivo de una manera brutal. Los números son incontrastables: entre noviembre de 2023 (cuando el libertario se impuso en el balotaje) y abril de 2025, el poder de compra del salario se redujo en más de una tercera parte, asegura un informe sobre la evolución del Salario Mínimo, Vital y Móvil del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), que depende de la CTA, publicado la semana pasada.

La caída había arrancado durante el gobierno de Alberto Fernández pero fue profundizada a límites extremos por la gestión de La Libertad Avanza. Por eso, sostiene el informe de CIFRA, el Salario Mínimo Vital y Móvil quedó desdibujado en su función como herramienta para fijar un piso salarial. Por ejemplo, en febrero de este año, el salario mínimo representó menos de una quinta parte del salario promedio registrado del sector privado.

El año pasado, el Gobierno nacional convocó a cuatro reuniones del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil. En todas ellas, ante la falta de acuerdo, fue la Secretaría de Trabajo quien determinó los aumentos nominales, que fueron prácticamente equivalentes a la propuesta del sector empresario.

Su última resolución, de diciembre de 2024, implicó continuar con la tendencia decreciente del salario mínimo, de modo que se perdió entre el último aumento previo a esta resolución y abril pasado un 7% de poder adquisitivo.

En abril pasado, el salario mínimo ya era un 44,1% más bajo que el registrado en noviembre de 2019, al final del gobierno de Mauricio Macri, que se tuvo que ir por varias razones, entre ellas la poca empatía con los sectores trabajadores; y un 57,3% menor al de noviembre de 2015, cuando Cristina Fernández cerró el ciclo de doce años del kirchnerismo.


El valor actual del salario mínimo es, inclusive, menor al vigente durante la mayor parte de la década del 90 y del propio fin de la Convertibilidad, uno de los períodos más oscuros para los trabajadores.

La comparación del salario mínimo con las líneas de pobreza y de indigencia revela en la actualidad una situación peor que la del año 2001, el punto de detonación política, económica y social más importante de las últimas tres décadas.

El salarió mínimo en la actualidad equivale a solo el 58,1% de la canasta básica de alimentos que define la línea de indigencia para una familia tipo y poco más de una cuarta parte de la canasta de pobreza.

En CIFRA hacen cuentas: si el salario mínimo no hubiese perdido poder de compra a lo largo de estos últimos años, debería estar actualmente cerca de los $ 700.000. Hoy por hoy, una fantasía.



Javier, el Mano

La estrategia de Milei y su equipo de destruir el empleo, los salarios y hasta la industria nacional, es más que evidente. Y no sólo incluye paritarias a la baja (presionan para que ninguna patronal cierre acuerdos por encima del 1% mensual y tratarán de retrotraer un aumento de 5,4% para el trimestre abril-junio que firmó hace pocos días la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS)-, sino otras movidas decididamente en contra de los trabajadores y las organizaciones sindicales: por ejemplo, ya ofrecen un “botón” en el portal de ARCA (la exAFIP) para que los trabajadores “renuncien” a hacer aportes sindicales.

El apriete del Gobierno nacional tiene sus correlatos en las provincias. Por coincidencia o por obligación, según sea el caso, los gobiernos provinciales aprietan el freno y contribuyen a esta desaceleración de los salarios en relación a la inflación. La actual y la de los meses anteriores, que ya habían destruido el poder adquisitivo de los trabajadores.

Caputo, Espert, Milei y Adorni, celebrando el recorte a los trabajadores.

Chubut no es ajena a esta realidad: el Gobierno provincial viene cerrando pautas salariales con los gremios de empleados públicos en línea con Nación y ya adelantó que no reabrirá las paritarias hasta el mes de julio, con suerte y viento a favor.

El título de este Editorial funge como respuesta perfecta a estas movidas libertarias en contra de los trabajadores. La frase "nadie se salva solo” la pronunció en 2020 el entonces papa Francisco, en relación a los efectos de la pandemia, y recobró actualidad en los últimos días con el estreno de la serie El Eternauta, que la utiliza como lei motiv durante sus seis capítulos.

La lucha siempre será colectiva o no será nada. Contra el Covid; contra la nieve tóxica, los cascarudos y los Manos; o contra las políticas libertarias y de quienes creen que los laburantes y los jubilados son siempre la primera variable de ajuste.

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Héroes colectivos. Una imagen de El Eternauta actual.
03 MAY 2025 - 12:34

“El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”.

Héctor Oesterheld, autor de El Eternauta, 1957.

Desde la asunción de Javier Milei, el salario mínimo de los trabajadores argentinos perdió poder adquisitivo de una manera brutal. Los números son incontrastables: entre noviembre de 2023 (cuando el libertario se impuso en el balotaje) y abril de 2025, el poder de compra del salario se redujo en más de una tercera parte, asegura un informe sobre la evolución del Salario Mínimo, Vital y Móvil del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), que depende de la CTA, publicado la semana pasada.

La caída había arrancado durante el gobierno de Alberto Fernández pero fue profundizada a límites extremos por la gestión de La Libertad Avanza. Por eso, sostiene el informe de CIFRA, el Salario Mínimo Vital y Móvil quedó desdibujado en su función como herramienta para fijar un piso salarial. Por ejemplo, en febrero de este año, el salario mínimo representó menos de una quinta parte del salario promedio registrado del sector privado.

El año pasado, el Gobierno nacional convocó a cuatro reuniones del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil. En todas ellas, ante la falta de acuerdo, fue la Secretaría de Trabajo quien determinó los aumentos nominales, que fueron prácticamente equivalentes a la propuesta del sector empresario.

Su última resolución, de diciembre de 2024, implicó continuar con la tendencia decreciente del salario mínimo, de modo que se perdió entre el último aumento previo a esta resolución y abril pasado un 7% de poder adquisitivo.

En abril pasado, el salario mínimo ya era un 44,1% más bajo que el registrado en noviembre de 2019, al final del gobierno de Mauricio Macri, que se tuvo que ir por varias razones, entre ellas la poca empatía con los sectores trabajadores; y un 57,3% menor al de noviembre de 2015, cuando Cristina Fernández cerró el ciclo de doce años del kirchnerismo.


El valor actual del salario mínimo es, inclusive, menor al vigente durante la mayor parte de la década del 90 y del propio fin de la Convertibilidad, uno de los períodos más oscuros para los trabajadores.

La comparación del salario mínimo con las líneas de pobreza y de indigencia revela en la actualidad una situación peor que la del año 2001, el punto de detonación política, económica y social más importante de las últimas tres décadas.

El salarió mínimo en la actualidad equivale a solo el 58,1% de la canasta básica de alimentos que define la línea de indigencia para una familia tipo y poco más de una cuarta parte de la canasta de pobreza.

En CIFRA hacen cuentas: si el salario mínimo no hubiese perdido poder de compra a lo largo de estos últimos años, debería estar actualmente cerca de los $ 700.000. Hoy por hoy, una fantasía.



Javier, el Mano

La estrategia de Milei y su equipo de destruir el empleo, los salarios y hasta la industria nacional, es más que evidente. Y no sólo incluye paritarias a la baja (presionan para que ninguna patronal cierre acuerdos por encima del 1% mensual y tratarán de retrotraer un aumento de 5,4% para el trimestre abril-junio que firmó hace pocos días la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS)-, sino otras movidas decididamente en contra de los trabajadores y las organizaciones sindicales: por ejemplo, ya ofrecen un “botón” en el portal de ARCA (la exAFIP) para que los trabajadores “renuncien” a hacer aportes sindicales.

El apriete del Gobierno nacional tiene sus correlatos en las provincias. Por coincidencia o por obligación, según sea el caso, los gobiernos provinciales aprietan el freno y contribuyen a esta desaceleración de los salarios en relación a la inflación. La actual y la de los meses anteriores, que ya habían destruido el poder adquisitivo de los trabajadores.

Caputo, Espert, Milei y Adorni, celebrando el recorte a los trabajadores.

Chubut no es ajena a esta realidad: el Gobierno provincial viene cerrando pautas salariales con los gremios de empleados públicos en línea con Nación y ya adelantó que no reabrirá las paritarias hasta el mes de julio, con suerte y viento a favor.

El título de este Editorial funge como respuesta perfecta a estas movidas libertarias en contra de los trabajadores. La frase "nadie se salva solo” la pronunció en 2020 el entonces papa Francisco, en relación a los efectos de la pandemia, y recobró actualidad en los últimos días con el estreno de la serie El Eternauta, que la utiliza como lei motiv durante sus seis capítulos.

La lucha siempre será colectiva o no será nada. Contra el Covid; contra la nieve tóxica, los cascarudos y los Manos; o contra las políticas libertarias y de quienes creen que los laburantes y los jubilados son siempre la primera variable de ajuste.


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