Por Esteban Gallo
Ante la falta de una paritaria que resuelva un acuerdo salarial, el Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia lanzó un paro en todas las cooperativas de servicios de Chubut.
La novedad de las últimas horas es que la Subsecretaría de Trabajo decretó la conciliación obligatoria entre la Federación Chubutense de Cooperativas y el Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia por un plazo de quince días hábiles.
Asimismo, fijaron una audiencia de partes para el miércoles 16 de abril a las 12:30 horas a realizarse en las instalaciones de la Delegación Regional Trelew de la Secretaría de Trabajo.
Según dijeron a este mismo medio, Hector González y Rogelio González, secretario general del sindicato regional de la Patagonia, y titular de la Seccional Trelew, respectivamente, “La última recomposición salarial fue en diciembre de 2024 con los valores del IPC de noviembre” por lo cual “los sueldos de los trabajadores del sector están atrasados en al menos un 12%”.
Cualquier observador de la realidad más o menos informado sabrá reconocer que las medidas de fuerza adoptadas por el gremio que representa a los trabajadores de las Cooperativas se cuentan con los dedos de la mano. Hablamos de un sindicato que propicia el diálogo, que respeta los ámbitos de discusión y que, excepcionalmente establece planes de lucha cuando ha agotado todas las vías de negociación. Claramente, estamos frente a un caso de estas características. El gremio tiene la obligación de defender el bolsillo de los trabajadores y eso es lo que está haciendo.
Hay otro mérito que debe reconocérsele al Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia. En medio de la inacabable crisis que afecta a las cooperativas y a sus usuarios, la única voz que durante todos estos años resonó con asiduidad y persistencia es la de la organización gremial.
La relación conflictiva de las Cooperativas Eléctricas con CAMMESSA, el reclamo a los gobiernos de turno para que fijen políticas de Estado que resuelvan el drama de los servicios públicos, la necesidad de abrir mesas de diálogo y debate profundo entre los diferentes actores de la sociedad, son temas que han estado en la agenda de Luz y Fuerza en los últimos años, que incluso tuvo la lucidez de elaborar un proyecto de ley de Soberanía Energética que tiene como objetivo devolver a los chubutenses el manejo de nuestros recursos energéticos. El problema reside en que esos temas cruciales nunca estuvieron en la agenda, ni de las autoridades, ni de los dirigentes políticos, ni de los legisladores, ni de los concejales. Así nos fue y así nos va.
Como si fuera poco, un día aparece alegremente por Trelew un personaje llamado Mario Cairella, vicepresidente de CAMMESSA, pavoneándose por algunos medios de comunicación diciendo que el problema de las Cooperativas es el convenio colectivo de trabajo.
Como siempre hay payasos para la fiesta, se sumaron a la movida un par de vecinos de Puerto Madryn que pagaron una solicitada para decir exactamente lo mismo.
A ese grupo pertenece Germán Martinelli, imputado por la justicia de Puerto Madryn, por considerar que en su rol de apoderado de una lista que pretendía participar de las elecciones de Servicoop, habría falsificado documentos para juntar los avales que necesitaban. La fiscal del caso encontró adhesiones de asociados inexistentes y en algunos casos de personas muertas.
Esas personas que ni siquiera son capaces de juntar los apoyos que se necesitan para armar una lista y participar de las elecciones, ahora, desde afuera, se las agarran con el sindicato, con el convenio y con los trabajadores.
Primero, vincular la crisis de las Cooperativas con los sueldos que cobran los empleados es de una ignorancia supina. Se los puede decir cualquier persona seria que haya manejado los números de algunas de las cooperativas de la provincia.
Pero, además, debieran saber que hay cosas que en democracia no se discuten.
Los derechos laborales no se discuten, los derechos adquiridos no se discuten, la ley de contrato de trabajo no puede ser violentada, la estabilidad del trabajador no debería ser materia de discusión.
Es el Estado democrático en el que vivimos el que debe garantizar los derechos laborales del trabajador de Luz y Fuerza, de un docente, de un policía, de un bancario o un empleado metalúrgico.
Es inadmisible y peligroso que estén hablando de voltear un convenio colectivo que beneficia a los trabajadores.
En la legislación argentina hay un derecho que se llama principio de irrenunciabilidad, que establece que los derechos laborales, especialmente aquellos establecidos por ley, no pueden ser renunciados por los trabajadores. Esto significa que cualquier acuerdo o convenio que limite o restrinja los derechos del trabajador es nulo.
En vez de meterse con el sueldo de los trabajadores, los radicales que firman la solicitada debieran salir a defender las conquistas laborales alcanzadas en democracia.
Salir a carnear a los laburantes no es propio de un partido que se hizo grande con dirigentes como Hipólito Yrigoyen, Ricardo Balbín o Raúl Alfonsín, que gobernaron o legislaron defendiendo derechos a capa y espada...Estos se ponen la gorra y de paso, también la peluca. Y no les da ni un cachito de vergüenza.
Por Esteban Gallo
Ante la falta de una paritaria que resuelva un acuerdo salarial, el Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia lanzó un paro en todas las cooperativas de servicios de Chubut.
La novedad de las últimas horas es que la Subsecretaría de Trabajo decretó la conciliación obligatoria entre la Federación Chubutense de Cooperativas y el Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia por un plazo de quince días hábiles.
Asimismo, fijaron una audiencia de partes para el miércoles 16 de abril a las 12:30 horas a realizarse en las instalaciones de la Delegación Regional Trelew de la Secretaría de Trabajo.
Según dijeron a este mismo medio, Hector González y Rogelio González, secretario general del sindicato regional de la Patagonia, y titular de la Seccional Trelew, respectivamente, “La última recomposición salarial fue en diciembre de 2024 con los valores del IPC de noviembre” por lo cual “los sueldos de los trabajadores del sector están atrasados en al menos un 12%”.
Cualquier observador de la realidad más o menos informado sabrá reconocer que las medidas de fuerza adoptadas por el gremio que representa a los trabajadores de las Cooperativas se cuentan con los dedos de la mano. Hablamos de un sindicato que propicia el diálogo, que respeta los ámbitos de discusión y que, excepcionalmente establece planes de lucha cuando ha agotado todas las vías de negociación. Claramente, estamos frente a un caso de estas características. El gremio tiene la obligación de defender el bolsillo de los trabajadores y eso es lo que está haciendo.
Hay otro mérito que debe reconocérsele al Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia. En medio de la inacabable crisis que afecta a las cooperativas y a sus usuarios, la única voz que durante todos estos años resonó con asiduidad y persistencia es la de la organización gremial.
La relación conflictiva de las Cooperativas Eléctricas con CAMMESSA, el reclamo a los gobiernos de turno para que fijen políticas de Estado que resuelvan el drama de los servicios públicos, la necesidad de abrir mesas de diálogo y debate profundo entre los diferentes actores de la sociedad, son temas que han estado en la agenda de Luz y Fuerza en los últimos años, que incluso tuvo la lucidez de elaborar un proyecto de ley de Soberanía Energética que tiene como objetivo devolver a los chubutenses el manejo de nuestros recursos energéticos. El problema reside en que esos temas cruciales nunca estuvieron en la agenda, ni de las autoridades, ni de los dirigentes políticos, ni de los legisladores, ni de los concejales. Así nos fue y así nos va.
Como si fuera poco, un día aparece alegremente por Trelew un personaje llamado Mario Cairella, vicepresidente de CAMMESSA, pavoneándose por algunos medios de comunicación diciendo que el problema de las Cooperativas es el convenio colectivo de trabajo.
Como siempre hay payasos para la fiesta, se sumaron a la movida un par de vecinos de Puerto Madryn que pagaron una solicitada para decir exactamente lo mismo.
A ese grupo pertenece Germán Martinelli, imputado por la justicia de Puerto Madryn, por considerar que en su rol de apoderado de una lista que pretendía participar de las elecciones de Servicoop, habría falsificado documentos para juntar los avales que necesitaban. La fiscal del caso encontró adhesiones de asociados inexistentes y en algunos casos de personas muertas.
Esas personas que ni siquiera son capaces de juntar los apoyos que se necesitan para armar una lista y participar de las elecciones, ahora, desde afuera, se las agarran con el sindicato, con el convenio y con los trabajadores.
Primero, vincular la crisis de las Cooperativas con los sueldos que cobran los empleados es de una ignorancia supina. Se los puede decir cualquier persona seria que haya manejado los números de algunas de las cooperativas de la provincia.
Pero, además, debieran saber que hay cosas que en democracia no se discuten.
Los derechos laborales no se discuten, los derechos adquiridos no se discuten, la ley de contrato de trabajo no puede ser violentada, la estabilidad del trabajador no debería ser materia de discusión.
Es el Estado democrático en el que vivimos el que debe garantizar los derechos laborales del trabajador de Luz y Fuerza, de un docente, de un policía, de un bancario o un empleado metalúrgico.
Es inadmisible y peligroso que estén hablando de voltear un convenio colectivo que beneficia a los trabajadores.
En la legislación argentina hay un derecho que se llama principio de irrenunciabilidad, que establece que los derechos laborales, especialmente aquellos establecidos por ley, no pueden ser renunciados por los trabajadores. Esto significa que cualquier acuerdo o convenio que limite o restrinja los derechos del trabajador es nulo.
En vez de meterse con el sueldo de los trabajadores, los radicales que firman la solicitada debieran salir a defender las conquistas laborales alcanzadas en democracia.
Salir a carnear a los laburantes no es propio de un partido que se hizo grande con dirigentes como Hipólito Yrigoyen, Ricardo Balbín o Raúl Alfonsín, que gobernaron o legislaron defendiendo derechos a capa y espada...Estos se ponen la gorra y de paso, también la peluca. Y no les da ni un cachito de vergüenza.