Paro de la CGT: las cosas en su lugar

10 ABR 2025 - 11:00 | Actualizado 10 ABR 2025 - 11:21

- Por Esteban Gallo

Con discursos muy encendidos, la Plaza Independencia de Trelew concentró ayer a los grupos de jubilados y sindicatos que se movilizaron por el centro de la ciudad contra las políticas del Gobierno nacional que conduce Javier Milei.

En Esquel, los jubilados se movilizaron como cada miércoles, en demanda de una mejora de sus haberes y allí también los gremios estuvieron presentes con cánticos y pancartas.

Los reclamos se extendieron también a Comodoro Rivadavia y a Puerto Madryn, cuya manifestación incluyó a numerosos vecinos y vecinas que marcharon por las calles céntricas de la ciudad del Golfo.

Fue un anticipo del paro general que se cumple durante la jornada de hoy y que comenzó a efectivizarse desde la 0 hora.

Es la tercera huelga nacional impulsada por la CGT desde que Javier Milei asumió la presidencia y cuenta con el respaldo de las dos Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA) en clara protesta contra las políticas económicas del Ejecutivo.

Los gremios coinciden en señalar que existe una “pauta salarial conflictiva” y que la presión que se ejerce con las homologaciones salariales se da en un contexto de caída del salario real que golpea al grueso de los trabajadores argentinos.

No es ningún invento. Son los datos de una realidad irrebatible que golpea también a los chubutenses, y que contrasta con los datos oficiales del gobierno que habla de reparaciones económicas inexistentes y de una supuesta recuperación del empleo que suena a tomada de pelo.

Los miles de trabajadores de la construcción que se quedaron sin trabajo en Chubut por la pulverización de la obra pública que implementó Milei desde su primer día de gestión nunca recuperaron sus fuentes de ingreso. En vez de ejercer su profesión en los obradores, hacen cola en las sedes de los sindicatos, mendigando por un mísero bolsón de comida.

Los comercios que cerraron sus puertas por la malaria que afecta a nuestras comunidades, por el ahogo impositivo, que el actual presidente prometió quitar y no hizo, o por el aumento de los costos de los servicios, muchos de los cuales se incrementaron exponencialmente por la quita de los subsidios que practicó este gobierno, no volvieron a abrir y no volverán hacerlo en estas condiciones.

Con la pequeña y mediana empresa sucede lo mismo. Hasta los empresarios que hace poco hacían lobby para que los legisladores de la provincia le votaran todas las leyes a Milei, hoy zapatean de bronca. Hoy reconocen que hasta el RIGI era un espejito de color.

No hay industria ni actividad económica que se salve de este modelo económico de exclusión.

Pregúntenle a los comodorenses lo que está pasando con la actividad petrolera, con la caída de puestos de empleo que tampoco se volverán a recuperar y el peligro en ciernes de que la situación se agrave en los próximos meses. Y no es solo un problema de Comodoro. Del petróleo que se extrae allí vivimos todos los chubutenses.

En medio de esta realidad incontrastable, se cuestiona la legitimidad de la medida de fuerza, apuntando contra organizaciones y sindicalistas que la encabezan.

Pero, ¿dónde creen que deberían estar los sindicatos? En medio del plumerío que va dejando el gobierno, ¿Qué otro papel le correspondería asumir a los gremios si no la de apoyar las demandas de los trabajadores que este gobierno pisotea alegremente?

Un sindicato con una cuota de compromiso social no puede estar en otro lado que no sea apoyando a los laburantes que la pasan muy mal.
Un sindicato movilizado en la calle no debería ser motivo de reproche.

Nos debería preocupar ver a un gremialista calentito en la casa mientras la motosierra se lleva puesto a la gente que debería defender.

Nos debería preocupar tener legisladores que levanten la mano para apoyar un ajuste que golpea en los sectores más vulnerables de la sociedad.

Nos debería preocupar tener un diputado nacional que además es líder de un sindicato que convalida un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que todos sabemos como termina y a quien golpea.

Eso nos debería preocupar. La indolencia de algunos y la desverguenza. No que la gente esté en la calle peleando por sus derechos.

Enterate de las noticias de POLITICA a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.
10 ABR 2025 - 11:00

- Por Esteban Gallo

Con discursos muy encendidos, la Plaza Independencia de Trelew concentró ayer a los grupos de jubilados y sindicatos que se movilizaron por el centro de la ciudad contra las políticas del Gobierno nacional que conduce Javier Milei.

En Esquel, los jubilados se movilizaron como cada miércoles, en demanda de una mejora de sus haberes y allí también los gremios estuvieron presentes con cánticos y pancartas.

Los reclamos se extendieron también a Comodoro Rivadavia y a Puerto Madryn, cuya manifestación incluyó a numerosos vecinos y vecinas que marcharon por las calles céntricas de la ciudad del Golfo.

Fue un anticipo del paro general que se cumple durante la jornada de hoy y que comenzó a efectivizarse desde la 0 hora.

Es la tercera huelga nacional impulsada por la CGT desde que Javier Milei asumió la presidencia y cuenta con el respaldo de las dos Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA) en clara protesta contra las políticas económicas del Ejecutivo.

Los gremios coinciden en señalar que existe una “pauta salarial conflictiva” y que la presión que se ejerce con las homologaciones salariales se da en un contexto de caída del salario real que golpea al grueso de los trabajadores argentinos.

No es ningún invento. Son los datos de una realidad irrebatible que golpea también a los chubutenses, y que contrasta con los datos oficiales del gobierno que habla de reparaciones económicas inexistentes y de una supuesta recuperación del empleo que suena a tomada de pelo.

Los miles de trabajadores de la construcción que se quedaron sin trabajo en Chubut por la pulverización de la obra pública que implementó Milei desde su primer día de gestión nunca recuperaron sus fuentes de ingreso. En vez de ejercer su profesión en los obradores, hacen cola en las sedes de los sindicatos, mendigando por un mísero bolsón de comida.

Los comercios que cerraron sus puertas por la malaria que afecta a nuestras comunidades, por el ahogo impositivo, que el actual presidente prometió quitar y no hizo, o por el aumento de los costos de los servicios, muchos de los cuales se incrementaron exponencialmente por la quita de los subsidios que practicó este gobierno, no volvieron a abrir y no volverán hacerlo en estas condiciones.

Con la pequeña y mediana empresa sucede lo mismo. Hasta los empresarios que hace poco hacían lobby para que los legisladores de la provincia le votaran todas las leyes a Milei, hoy zapatean de bronca. Hoy reconocen que hasta el RIGI era un espejito de color.

No hay industria ni actividad económica que se salve de este modelo económico de exclusión.

Pregúntenle a los comodorenses lo que está pasando con la actividad petrolera, con la caída de puestos de empleo que tampoco se volverán a recuperar y el peligro en ciernes de que la situación se agrave en los próximos meses. Y no es solo un problema de Comodoro. Del petróleo que se extrae allí vivimos todos los chubutenses.

En medio de esta realidad incontrastable, se cuestiona la legitimidad de la medida de fuerza, apuntando contra organizaciones y sindicalistas que la encabezan.

Pero, ¿dónde creen que deberían estar los sindicatos? En medio del plumerío que va dejando el gobierno, ¿Qué otro papel le correspondería asumir a los gremios si no la de apoyar las demandas de los trabajadores que este gobierno pisotea alegremente?

Un sindicato con una cuota de compromiso social no puede estar en otro lado que no sea apoyando a los laburantes que la pasan muy mal.
Un sindicato movilizado en la calle no debería ser motivo de reproche.

Nos debería preocupar ver a un gremialista calentito en la casa mientras la motosierra se lleva puesto a la gente que debería defender.

Nos debería preocupar tener legisladores que levanten la mano para apoyar un ajuste que golpea en los sectores más vulnerables de la sociedad.

Nos debería preocupar tener un diputado nacional que además es líder de un sindicato que convalida un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que todos sabemos como termina y a quien golpea.

Eso nos debería preocupar. La indolencia de algunos y la desverguenza. No que la gente esté en la calle peleando por sus derechos.