- Por Esteban Gallo
El propio Atahualpa Yupanqui contó una vez que andaba a caballo, en Lumbreras, la zona boscosa de Salta y se encontró con un arriero, que presuroso llevaba unas 20 vaquitas para la hacienda. Y le preguntó: ¿Por qué anda tan apurado?
Y el arriero, que se llamaba Antonio Fernández, le contestó: “Es que tengo que andar nomás. Ajenas culpas pagando y ajenas vacas arreando”.
Y así nació la canción el arriero, cuya estrofa más famosa dice: Las penas y las vaquitas se van por la misma senda. Las penas son de nosotros y las vaquitas son ajenas”.
La letra se utiliza para explicar lo que el capitalismo hace en la sociedad. Las vaquitas (los recursos), no le pertenecen al pueblo y siempre quedan en manos de unos pocos.
Cada vez que surge tema relacionado con nuestros recursos, que usufructúan otros, me acuerdo de la canción.
Hace un año atrás, en el marco de la reunión de gobernadores patagónicos que se realizó en Puerto Madryn, un grupo de organizaciones políticas y sociales firmaron un documento conjunto que fue entregado en mano a los mandatarios, resaltando la necesidad de provincializar la presa de Futaleufú, propiedad del Grupo Aluar, una vez que expire el contrato de concesión que vence en 2025.
El documento se tituló “La presa Futaleufú es de los chubutenses, ejerzamos nuestra soberanía” y apunta a sentar las bases de un futuro mejor, considerando de vital importancia la soberanía energética para la planificación de un nuevo modelo productivo que mejore la calidad de vida de los habitantes de Chubut.
El pronunciamiento se suma a las voces de quienes piensan que el vencimiento del contrato actual requiere de una discusión profunda que contenga y respete la titularidad de derechos en la gestión de los recursos naturales por parte de la provincia, tal cual prevé la Constitución Nacional, lo que permitiría además resolver en parte la carencia del sistema eléctrico chubutense.
Es posible incluso pensar en un acuerdo del que también participe Aluar pero con un gran protagonismo del Estado provincial.
El especialista en temas energéticos Marcos Rebasa manifestó a este medio, hace un mes atrás, que la renegociación de este contrato a favor de los intereses provinciales puede convertirse en un hito para la autonomía chubutense.
Aquella vez, en Madryn, los gobernadores estaban imbuídos de un sentimiento patagónico arrollador y no solo recibieron el documento con entusiasmo, sino que además se levantaron con enjundia y asumieron el compromiso de actuar en esa dirección.
En el caso de Nacho Torres hay que recordar que, cuando era senador y también al comienzo de su gestión como gobernador, hizo presentaciones judiciales a favor de la legitimidad de Chubut para disponer de la concesión de la explotación de los recursos naturales de la represa, hoy manejada por el sector privado.
No obstante, pareciera que ese fuego de pasión federalista se ha ido apagando en el último tiempo. Los gobernadores de las provincias vecinas agarraron para otro lado, más preocupados por salvar la ropa y por morder algún hueso que le tira el gobierno nacional, que en levantar las banderas de su autonomía provincial y sus derechos constitucionales.
El silencio en Chubut es igualmente abrumador.
El tema no está en la agenda de nuestros legisladores nacionales, ni en las carpetas de los dirigentes más conspicuos, ni en los discursos de los oradores más filosos, ni en los documentos de los partidos políticos más importantes.
Se vence el contrato de concesión de Futalufú y en el momento en el que las papas queman y más despierta debería estar la clase dirigente de Chubut, más dormida y más callada está.
Esto incluye al gobernador Nacho Torres, que hace rato parece haberse desentendido de la materia. Y si el gobernador es el que baja la guardia, estamos frente a un problema serio.
¿Cuándo nos pondremos definitivamente los pantalones largos para recuperar de una vez por todas el manejo de nuestros recursos energéticos?
Es la única manera de poder revertir aquella imagen que tanto impactó a Atahualpa Yupánqui cuando se cruzó con el arriero Antonio Fernández.
Ojalá algún día podamos decir que no tenemos tantas penas, y que las vaquitas son nuestras.
- Por Esteban Gallo
El propio Atahualpa Yupanqui contó una vez que andaba a caballo, en Lumbreras, la zona boscosa de Salta y se encontró con un arriero, que presuroso llevaba unas 20 vaquitas para la hacienda. Y le preguntó: ¿Por qué anda tan apurado?
Y el arriero, que se llamaba Antonio Fernández, le contestó: “Es que tengo que andar nomás. Ajenas culpas pagando y ajenas vacas arreando”.
Y así nació la canción el arriero, cuya estrofa más famosa dice: Las penas y las vaquitas se van por la misma senda. Las penas son de nosotros y las vaquitas son ajenas”.
La letra se utiliza para explicar lo que el capitalismo hace en la sociedad. Las vaquitas (los recursos), no le pertenecen al pueblo y siempre quedan en manos de unos pocos.
Cada vez que surge tema relacionado con nuestros recursos, que usufructúan otros, me acuerdo de la canción.
Hace un año atrás, en el marco de la reunión de gobernadores patagónicos que se realizó en Puerto Madryn, un grupo de organizaciones políticas y sociales firmaron un documento conjunto que fue entregado en mano a los mandatarios, resaltando la necesidad de provincializar la presa de Futaleufú, propiedad del Grupo Aluar, una vez que expire el contrato de concesión que vence en 2025.
El documento se tituló “La presa Futaleufú es de los chubutenses, ejerzamos nuestra soberanía” y apunta a sentar las bases de un futuro mejor, considerando de vital importancia la soberanía energética para la planificación de un nuevo modelo productivo que mejore la calidad de vida de los habitantes de Chubut.
El pronunciamiento se suma a las voces de quienes piensan que el vencimiento del contrato actual requiere de una discusión profunda que contenga y respete la titularidad de derechos en la gestión de los recursos naturales por parte de la provincia, tal cual prevé la Constitución Nacional, lo que permitiría además resolver en parte la carencia del sistema eléctrico chubutense.
Es posible incluso pensar en un acuerdo del que también participe Aluar pero con un gran protagonismo del Estado provincial.
El especialista en temas energéticos Marcos Rebasa manifestó a este medio, hace un mes atrás, que la renegociación de este contrato a favor de los intereses provinciales puede convertirse en un hito para la autonomía chubutense.
Aquella vez, en Madryn, los gobernadores estaban imbuídos de un sentimiento patagónico arrollador y no solo recibieron el documento con entusiasmo, sino que además se levantaron con enjundia y asumieron el compromiso de actuar en esa dirección.
En el caso de Nacho Torres hay que recordar que, cuando era senador y también al comienzo de su gestión como gobernador, hizo presentaciones judiciales a favor de la legitimidad de Chubut para disponer de la concesión de la explotación de los recursos naturales de la represa, hoy manejada por el sector privado.
No obstante, pareciera que ese fuego de pasión federalista se ha ido apagando en el último tiempo. Los gobernadores de las provincias vecinas agarraron para otro lado, más preocupados por salvar la ropa y por morder algún hueso que le tira el gobierno nacional, que en levantar las banderas de su autonomía provincial y sus derechos constitucionales.
El silencio en Chubut es igualmente abrumador.
El tema no está en la agenda de nuestros legisladores nacionales, ni en las carpetas de los dirigentes más conspicuos, ni en los discursos de los oradores más filosos, ni en los documentos de los partidos políticos más importantes.
Se vence el contrato de concesión de Futalufú y en el momento en el que las papas queman y más despierta debería estar la clase dirigente de Chubut, más dormida y más callada está.
Esto incluye al gobernador Nacho Torres, que hace rato parece haberse desentendido de la materia. Y si el gobernador es el que baja la guardia, estamos frente a un problema serio.
¿Cuándo nos pondremos definitivamente los pantalones largos para recuperar de una vez por todas el manejo de nuestros recursos energéticos?
Es la única manera de poder revertir aquella imagen que tanto impactó a Atahualpa Yupánqui cuando se cruzó con el arriero Antonio Fernández.
Ojalá algún día podamos decir que no tenemos tantas penas, y que las vaquitas son nuestras.