- Por Esteban Gallo
Andrés Giacomone será, en breve, ministro del Superior Tribunal de Justicia del Chubut.
26 de los 27 legisladores que forman parte del cuerpo deliberativo levantarán sus manos el próximo jueves para convalidar la llegada del sobrino de Cristina Kirchner al máximo órgano del Poder Judicial. El representante de la Izquierda, Santiago Vasconcelos, será el único que votará en contra.
Giacomone presentó sus credenciales ante los diputados y diputadas de la provincia con la presencia en las gradas de varios de los ministros y secretarios del gobierno provincial, entre los que se encontraban, Andrés Meizner, José Luis Punta, Victoriano Eraso Parodi y Hernán Tortola. El Procurador Jorge Miquelarena y abogados amigos del futuro alto ministro judicial también se hicieron presentes en el recinto.
Una hora y monedas le llevó al postulante a juez supremo responder las 78 preguntas formuladas por los diputados. Se trató de una exposición sucinta a través de la cual Giacomone fijó su postura sobre el funcionamiento de la judicatura de manera escueta y superficial.
La ilusión de ver un ida y vuelta de preguntas y respuestas con diputados inquietos y deseosos de poner a prueba la capacidad del candidato a ministro quedaron truncas por la falta de compromiso de los parlamentarios, que asumieron el triste rol de ser meros acompañadores.
El que marcó la diferencia fue el diputado de la izquierda Santiago Vasconcelos, quien preguntó sobre temas de género, edad de la imputabilidad de menores, femicidio, cripto estafas y ficha limpia.
El resto no abrió la boca. Ni siquiera lo hicieron los legisladores de Unión por la Patria, quienes se suponían, como opositores que son, iban a hacer algunos planteos sesudos. Lo menos que se esperaba de los legisladores era que, aprovechando la visita del joven abogado, hubiesen preparado una lista de preguntas, concretas y profundas sobre las decisiones que toman los ministros de Poder judicial y que conciernen a la vida de los chubutenses.
Ser ministro del Superior Tribunal de Justicia es uno de los honores más altos al que puede aspirar una persona en su provincia. Se requieren conocimientos, destreza, capacidad, sensibilidad. Al Superior Tribunal deberían llegar los mejores abogados de la provincia, porque la prestación del servicio de justicia debe quedar en manos de los más aptos. Las decisiones que ellos toman afectan a miles de ciudadanos.
Quien ocupa ese lugar asume la responsabilidad de la gobernanza del Poder Judicial. Eso significa que fija los lineamientos hacia abajo, donde ejercen su función, jueces, fiscales, defensores y funcionarios. Si alguien hará las correcciones que el desprestigiado Poder Judicial necesita será el Superior Tribunal.
No estamos diciendo que Giacomone no reúna esas condiciones. Lo que pretendemos señalar es que, con su actitud pachorrienta y su silencio complaciente, los diputados impidieron a los ciudadanos saber de qué material está hecho el postulante, qué pensamiento tiene sobre los temas que desviven a los chubutenses, cómo responde ante una pregunta “picante”, como se planta ante un planteo incómodo.
Todos sabemos que para llegar al Superior Tribunal de Justicia las cualidades para hacer política prevalecen sobe las condiciones técnicas.
En eso Giacomone es un campeón. De dirigente de la Cámpora a ministro propuesto por un gobierno parado en las antípodas.
Nadie desconoce tampoco que los nombramientos se cocinan en reuniones cerradas y con acuerdos partidarios. Pero cuando se trata de cuestiones fundamentales para el funcionamiento de las instituciones de la democracia, deberían evitarse las pantomimas.
¿De qué manera podrá la sociedad conocer la calidad de sus funcionarios judiciales si quienes deben tomar examen se lo pasan tirando centros a los postulantes o peor aún, como en el caso de Giacomone, no pateen una sola vez al arco?
Tanta mudez, en el palacio de las palabras, hace mucho ruido.
Para ser honesto, diré que, en su exposición, el futuro ministro se mostró sólido, tranquilo y convincente. Su predicamento y conocimientos están fuera de toda discusión.
Sin embargo, una de sus afirmaciones llamó la atención de los periodistas presentes.
Dijo Giacomone que no está de acuerdo con que los jueces solo deben hablar a través de sus sentencias. “Creo que pueden dar opiniones y no es prejuzgar” dijo con contundencia.
Todo estaría muy bien si no fuera que, durante sus años de funcionario, sacarle una palabra al futuro ministro ha sido una quimera.
Ojalá, su definición conlleve un cambio. Sería saludable para todos.
- Por Esteban Gallo
Andrés Giacomone será, en breve, ministro del Superior Tribunal de Justicia del Chubut.
26 de los 27 legisladores que forman parte del cuerpo deliberativo levantarán sus manos el próximo jueves para convalidar la llegada del sobrino de Cristina Kirchner al máximo órgano del Poder Judicial. El representante de la Izquierda, Santiago Vasconcelos, será el único que votará en contra.
Giacomone presentó sus credenciales ante los diputados y diputadas de la provincia con la presencia en las gradas de varios de los ministros y secretarios del gobierno provincial, entre los que se encontraban, Andrés Meizner, José Luis Punta, Victoriano Eraso Parodi y Hernán Tortola. El Procurador Jorge Miquelarena y abogados amigos del futuro alto ministro judicial también se hicieron presentes en el recinto.
Una hora y monedas le llevó al postulante a juez supremo responder las 78 preguntas formuladas por los diputados. Se trató de una exposición sucinta a través de la cual Giacomone fijó su postura sobre el funcionamiento de la judicatura de manera escueta y superficial.
La ilusión de ver un ida y vuelta de preguntas y respuestas con diputados inquietos y deseosos de poner a prueba la capacidad del candidato a ministro quedaron truncas por la falta de compromiso de los parlamentarios, que asumieron el triste rol de ser meros acompañadores.
El que marcó la diferencia fue el diputado de la izquierda Santiago Vasconcelos, quien preguntó sobre temas de género, edad de la imputabilidad de menores, femicidio, cripto estafas y ficha limpia.
El resto no abrió la boca. Ni siquiera lo hicieron los legisladores de Unión por la Patria, quienes se suponían, como opositores que son, iban a hacer algunos planteos sesudos. Lo menos que se esperaba de los legisladores era que, aprovechando la visita del joven abogado, hubiesen preparado una lista de preguntas, concretas y profundas sobre las decisiones que toman los ministros de Poder judicial y que conciernen a la vida de los chubutenses.
Ser ministro del Superior Tribunal de Justicia es uno de los honores más altos al que puede aspirar una persona en su provincia. Se requieren conocimientos, destreza, capacidad, sensibilidad. Al Superior Tribunal deberían llegar los mejores abogados de la provincia, porque la prestación del servicio de justicia debe quedar en manos de los más aptos. Las decisiones que ellos toman afectan a miles de ciudadanos.
Quien ocupa ese lugar asume la responsabilidad de la gobernanza del Poder Judicial. Eso significa que fija los lineamientos hacia abajo, donde ejercen su función, jueces, fiscales, defensores y funcionarios. Si alguien hará las correcciones que el desprestigiado Poder Judicial necesita será el Superior Tribunal.
No estamos diciendo que Giacomone no reúna esas condiciones. Lo que pretendemos señalar es que, con su actitud pachorrienta y su silencio complaciente, los diputados impidieron a los ciudadanos saber de qué material está hecho el postulante, qué pensamiento tiene sobre los temas que desviven a los chubutenses, cómo responde ante una pregunta “picante”, como se planta ante un planteo incómodo.
Todos sabemos que para llegar al Superior Tribunal de Justicia las cualidades para hacer política prevalecen sobe las condiciones técnicas.
En eso Giacomone es un campeón. De dirigente de la Cámpora a ministro propuesto por un gobierno parado en las antípodas.
Nadie desconoce tampoco que los nombramientos se cocinan en reuniones cerradas y con acuerdos partidarios. Pero cuando se trata de cuestiones fundamentales para el funcionamiento de las instituciones de la democracia, deberían evitarse las pantomimas.
¿De qué manera podrá la sociedad conocer la calidad de sus funcionarios judiciales si quienes deben tomar examen se lo pasan tirando centros a los postulantes o peor aún, como en el caso de Giacomone, no pateen una sola vez al arco?
Tanta mudez, en el palacio de las palabras, hace mucho ruido.
Para ser honesto, diré que, en su exposición, el futuro ministro se mostró sólido, tranquilo y convincente. Su predicamento y conocimientos están fuera de toda discusión.
Sin embargo, una de sus afirmaciones llamó la atención de los periodistas presentes.
Dijo Giacomone que no está de acuerdo con que los jueces solo deben hablar a través de sus sentencias. “Creo que pueden dar opiniones y no es prejuzgar” dijo con contundencia.
Todo estaría muy bien si no fuera que, durante sus años de funcionario, sacarle una palabra al futuro ministro ha sido una quimera.
Ojalá, su definición conlleve un cambio. Sería saludable para todos.