La verdadera libertad se logra con conocimiento

03 DIC 2024 - 11:18 | Actualizado 03 DIC 2024 - 11:27

- Por Esteban Gallo

En el marco del congreso anual ordinario del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, realizado en Puerto Madryn, se anunció la creación de un Centro Universitario que llevará el nombre de “Eduardo Torino”, en homenaje a un ex dirigente del gremio, oriundo de Santa Cruz, ya fallecido.

Se trata de un centro de innovación, investigación y desarrollo y el objetivo es generar un ámbito de formación académica de calidad para las y los futuros profesionales del ámbito energético.

La idea es establecer alianzas estratégicas entre el mundo del trabajo y el sector académico, que incluya también en ese círculo virtuoso a las empresas, los organismos públicos y las entidades gremiales y surge desde la necesidad de formar recursos humanos capacitados que puedan afrontar las nuevas relaciones existentes entre el capital y el trabajo.

No se trata de una propuesta aislada sino de la continuidad de un modelo encarado por la Fundación Tercer Milenio, presidida por Gustavo Monesterolo y creada por Héctor González, líder del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia.

Desde su nacimiento en 2006 la Fundación ha marcado claramente su rumbo, bajo la premisa de que la transferencia del conocimiento potencia las capacidades individuales, pero además también mejora las perspectivas de una comunidad.

En esa dirección y en el mismo congreso sindical se difundió el programa de capacitaciones para el año 2025 que incluye eventos bajo la modalidad virtual y con certificación de diplomatura universitaria.

Al mismo tiempo se trabaja en el diseño de un plan de especialización tecnológica destinada a los trabajadores, mediante acciones colaborativas con diferentes instituciones.

Esto viene a complementar los cursos de capacidades técnicas con certificación de saberes direccionado a los empleados del sector y la diplomatura en Transición Energética que se lleva adelante con el aporte de prestigiosas universidades nacionales.

Hace 18 años atrás, la Fundación ya se presentaba como un proyecto vinculado al desarrollo de las energías alternativas, mucho antes de que el hidrógeno verde estuviera en carpeta de dirigentes políticos, legisladores y gobernadores de la Patagonia.

Fue el mismo sindicato de Luz y Fuerza, a través de su faro de conocimiento que es la fundación, el que instaló el debate sobre este tópico, interpretando que es uno de los grandes temas de hoy y del futuro y que las decisiones que se adopten en la materia definirán el crecimiento económico de la provincia y la calidad de vida de nuestros pueblos. Eso se llama apostar al desarrollo sustentable de nuestra región, pero sin perder la mirada social que debe contener cualquier proyecto de crecimiento.

Desde hace varios meses, legisladores nacionales de Chubut, con la diputada Ana Clara Romero a la cabeza, vienen insistiendo en la necesidad de apoyar un proyecto suyo que procura establecer un marco normativo para el hidrógeno verde. “Hay que crear condiciones que fomenten la inversión y brinden estabilidad jurídica” dice la legisladora.

El discurso parece acomodado a la conveniencia de los grupos extranjeros que pretenden liderar la transición energética y llenarse los bolsillos con un recurso que es de los chubutenses y que no existe en ningún otro lugar del mundo.

Esta historia ya la conocemos.

Porqué en vez de poner las infraestructuras y el desarrollo del mercado del hidrogeno verde al servicio de los intereses foráneos no pensamos, primero, en los beneficios que podríamos obtener si el negocio contempla a los empresarios, trabajadores y sectores productivos de la región y en cómo el proyecto le mejora la calidad de vida a los chubutenses.

Estamos sentando las bases de una actividad que puede cambiar el destino de la región y nuestros dirigentes priorizan la acumulación del capital en intereses ajenos en vez de pensar primero en qué le va a quedar a la provincia y como nos beneficiaremos los que vivimos en esta tierra.

En este contexto, es imprescindible que nos preparemos para dar la discusión. Y por esa razón, es tan importante que un sindicato como el de Luz y Fuerza, a través de la Fundación Tercer Milenio emerja en nuestra sociedad como un faro de conocimiento.

Ese es el capital que nos podrá salvar como sociedad.

Elfriede Jelinek, premio Nobel de Literatura en 2004 dijo que “en esta nueva era, lo único que te hace verdaderamente libre es el conocimiento”.

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03 DIC 2024 - 11:18

- Por Esteban Gallo

En el marco del congreso anual ordinario del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, realizado en Puerto Madryn, se anunció la creación de un Centro Universitario que llevará el nombre de “Eduardo Torino”, en homenaje a un ex dirigente del gremio, oriundo de Santa Cruz, ya fallecido.

Se trata de un centro de innovación, investigación y desarrollo y el objetivo es generar un ámbito de formación académica de calidad para las y los futuros profesionales del ámbito energético.

La idea es establecer alianzas estratégicas entre el mundo del trabajo y el sector académico, que incluya también en ese círculo virtuoso a las empresas, los organismos públicos y las entidades gremiales y surge desde la necesidad de formar recursos humanos capacitados que puedan afrontar las nuevas relaciones existentes entre el capital y el trabajo.

No se trata de una propuesta aislada sino de la continuidad de un modelo encarado por la Fundación Tercer Milenio, presidida por Gustavo Monesterolo y creada por Héctor González, líder del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia.

Desde su nacimiento en 2006 la Fundación ha marcado claramente su rumbo, bajo la premisa de que la transferencia del conocimiento potencia las capacidades individuales, pero además también mejora las perspectivas de una comunidad.

En esa dirección y en el mismo congreso sindical se difundió el programa de capacitaciones para el año 2025 que incluye eventos bajo la modalidad virtual y con certificación de diplomatura universitaria.

Al mismo tiempo se trabaja en el diseño de un plan de especialización tecnológica destinada a los trabajadores, mediante acciones colaborativas con diferentes instituciones.

Esto viene a complementar los cursos de capacidades técnicas con certificación de saberes direccionado a los empleados del sector y la diplomatura en Transición Energética que se lleva adelante con el aporte de prestigiosas universidades nacionales.

Hace 18 años atrás, la Fundación ya se presentaba como un proyecto vinculado al desarrollo de las energías alternativas, mucho antes de que el hidrógeno verde estuviera en carpeta de dirigentes políticos, legisladores y gobernadores de la Patagonia.

Fue el mismo sindicato de Luz y Fuerza, a través de su faro de conocimiento que es la fundación, el que instaló el debate sobre este tópico, interpretando que es uno de los grandes temas de hoy y del futuro y que las decisiones que se adopten en la materia definirán el crecimiento económico de la provincia y la calidad de vida de nuestros pueblos. Eso se llama apostar al desarrollo sustentable de nuestra región, pero sin perder la mirada social que debe contener cualquier proyecto de crecimiento.

Desde hace varios meses, legisladores nacionales de Chubut, con la diputada Ana Clara Romero a la cabeza, vienen insistiendo en la necesidad de apoyar un proyecto suyo que procura establecer un marco normativo para el hidrógeno verde. “Hay que crear condiciones que fomenten la inversión y brinden estabilidad jurídica” dice la legisladora.

El discurso parece acomodado a la conveniencia de los grupos extranjeros que pretenden liderar la transición energética y llenarse los bolsillos con un recurso que es de los chubutenses y que no existe en ningún otro lugar del mundo.

Esta historia ya la conocemos.

Porqué en vez de poner las infraestructuras y el desarrollo del mercado del hidrogeno verde al servicio de los intereses foráneos no pensamos, primero, en los beneficios que podríamos obtener si el negocio contempla a los empresarios, trabajadores y sectores productivos de la región y en cómo el proyecto le mejora la calidad de vida a los chubutenses.

Estamos sentando las bases de una actividad que puede cambiar el destino de la región y nuestros dirigentes priorizan la acumulación del capital en intereses ajenos en vez de pensar primero en qué le va a quedar a la provincia y como nos beneficiaremos los que vivimos en esta tierra.

En este contexto, es imprescindible que nos preparemos para dar la discusión. Y por esa razón, es tan importante que un sindicato como el de Luz y Fuerza, a través de la Fundación Tercer Milenio emerja en nuestra sociedad como un faro de conocimiento.

Ese es el capital que nos podrá salvar como sociedad.

Elfriede Jelinek, premio Nobel de Literatura en 2004 dijo que “en esta nueva era, lo único que te hace verdaderamente libre es el conocimiento”.


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