
Una incómoda situación se produjo en la jornada electoral de este domingo cuando la actual diputada nacional, Ana Clara Romero y que va por su reelección, se aprestaba a emitir su sufragio en la Escuela Nº 133 de Comodoro Rivadavia y los medios llevaban a cabo dicha cobertura. En ese preciso momento, se hizo presente un individuo, que luego se identificó como Ignacio Stankewitsch procurando evitar la labor periodística alegando que en el momento del voto "todos somos iguales" y que la cobertura a la actual legisladora nacional era un acto discriminatorio para con los demàs sufragantes.
No conforme con ello, el hombre pomtificó sobre la labor de todos los colegas que se encontraban en el lugar realizando su cobertura y no contento con todo ello, descargó a través de una red social, sus presuntas verdades irrebatibles sobre cómo hacer periodismo por su presunta dilatada experiencia en la materia y docencia en materias relacionadas con la instrucción cívica en establecimientos escolares.
La libre expresión es un bien ganado, legítimo y respetado. También lo es la labor de los periodistas, quienes deciden -en muchos casos subjetivamente- sobre cual es la noticia más relevante de un día sin necesidad de tener que soportar las monsergas de sujetos pasayescos que, quizás, pretendieron obtener un segundo de fama. Esa que es puro cuento. Y humo.

Una incómoda situación se produjo en la jornada electoral de este domingo cuando la actual diputada nacional, Ana Clara Romero y que va por su reelección, se aprestaba a emitir su sufragio en la Escuela Nº 133 de Comodoro Rivadavia y los medios llevaban a cabo dicha cobertura. En ese preciso momento, se hizo presente un individuo, que luego se identificó como Ignacio Stankewitsch procurando evitar la labor periodística alegando que en el momento del voto "todos somos iguales" y que la cobertura a la actual legisladora nacional era un acto discriminatorio para con los demàs sufragantes.
No conforme con ello, el hombre pomtificó sobre la labor de todos los colegas que se encontraban en el lugar realizando su cobertura y no contento con todo ello, descargó a través de una red social, sus presuntas verdades irrebatibles sobre cómo hacer periodismo por su presunta dilatada experiencia en la materia y docencia en materias relacionadas con la instrucción cívica en establecimientos escolares.
La libre expresión es un bien ganado, legítimo y respetado. También lo es la labor de los periodistas, quienes deciden -en muchos casos subjetivamente- sobre cual es la noticia más relevante de un día sin necesidad de tener que soportar las monsergas de sujetos pasayescos que, quizás, pretendieron obtener un segundo de fama. Esa que es puro cuento. Y humo.