En Camarones, el mar no es solo horizonte: es escuela, juego y motor de ideas. De allí partieron cinco jóvenes del Club del Mar, un espacio comunitario donde cada verano acompañan a chicos y chicas de 6 a 16 años en actividades de educación ambiental. Pero el impulso no quedó en la temporada estival. Inspirados por una experiencia internacional y por la necesidad de seguir difundiendo lo aprendido, decidieron llevar el océano a las aulas de Chubut.
Del valle al mar, con juegos y ciencia
Desde hace dos años visitan escuelas de Rawson, Trelew, 28 de Julio y Puerto Madryn. Allí hablan sobre el Mar Argentino, las siete especies declaradas Monumento Natural en Chubut y los desafíos que enfrenta el ecosistema. El entusiasmo es palpable: “Siempre nos recibieron con mucho cariño, y notamos muchísimo entusiasmo, participación y curiosidad en cada encuentro”, dice Shari.
En algunos casos, las charlas dejaron huellas profundas. En la Escuela Municipal de Pesca de Puerto Madryn, por ejemplo, los estudiantes eligieron a las especies monumento como tema central de su muestra anual tras escuchar la presentación. “Me emocionó muchísimo saber que algo de lo que compartimos los inspiró al punto de llevarlo a un proyecto tan importante”, recuerda.
Un manual para multiplicar el mensaje
Este año dieron un paso más: diseñaron un manual educativo para docentes. Allí incluyeron fichas de especies, propuestas de juegos, consejos prácticos —como hacer ecobotellas— y aportes de científicos de la provincia. “La idea es que el trabajo no quede solo en la charla. Queremos que los docentes tengan herramientas para seguir multiplicando”, resume Bocca.
Uno de los juegos más potentes es el del Petrel Gigante del Sur: una carrera de obstáculos que simula los viajes de las aves para alimentar a sus pichones, enfrentando la amenaza del plástico. “Siete de cada diez pichones tienen plástico en sus estómagos. El juego permite comprender esa problemática de manera vivencial”.
“Ahora que conozco, protejo”
Cada encuentro cierra con un gesto cargado de simbolismo: los chicos firman un cartel con la frase “ahora que conozco, protejo”. Esa firma es, en palabras de Shari, “un compromiso, no solo en una cartulina, sino la decisión de cuidar el mar y todo lo que habita en él”.
El eco se multiplica: docentes que escriben después, muestras escolares inspiradas en las charlas y niños que llevan a casa lo aprendido. “Sentimos que ellos perciben que están dejando una huella, y es así, porque los más chicos son el futuro”, concluye Bocca.
Aquellos docentes interesados en sumar esta experiencia a sus aulas pueden contactar al Club del Mar (280-4698001) para coordinar una visita.
En Camarones, el mar no es solo horizonte: es escuela, juego y motor de ideas. De allí partieron cinco jóvenes del Club del Mar, un espacio comunitario donde cada verano acompañan a chicos y chicas de 6 a 16 años en actividades de educación ambiental. Pero el impulso no quedó en la temporada estival. Inspirados por una experiencia internacional y por la necesidad de seguir difundiendo lo aprendido, decidieron llevar el océano a las aulas de Chubut.
Del valle al mar, con juegos y ciencia
Desde hace dos años visitan escuelas de Rawson, Trelew, 28 de Julio y Puerto Madryn. Allí hablan sobre el Mar Argentino, las siete especies declaradas Monumento Natural en Chubut y los desafíos que enfrenta el ecosistema. El entusiasmo es palpable: “Siempre nos recibieron con mucho cariño, y notamos muchísimo entusiasmo, participación y curiosidad en cada encuentro”, dice Shari.
En algunos casos, las charlas dejaron huellas profundas. En la Escuela Municipal de Pesca de Puerto Madryn, por ejemplo, los estudiantes eligieron a las especies monumento como tema central de su muestra anual tras escuchar la presentación. “Me emocionó muchísimo saber que algo de lo que compartimos los inspiró al punto de llevarlo a un proyecto tan importante”, recuerda.
Un manual para multiplicar el mensaje
Este año dieron un paso más: diseñaron un manual educativo para docentes. Allí incluyeron fichas de especies, propuestas de juegos, consejos prácticos —como hacer ecobotellas— y aportes de científicos de la provincia. “La idea es que el trabajo no quede solo en la charla. Queremos que los docentes tengan herramientas para seguir multiplicando”, resume Bocca.
Uno de los juegos más potentes es el del Petrel Gigante del Sur: una carrera de obstáculos que simula los viajes de las aves para alimentar a sus pichones, enfrentando la amenaza del plástico. “Siete de cada diez pichones tienen plástico en sus estómagos. El juego permite comprender esa problemática de manera vivencial”.
“Ahora que conozco, protejo”
Cada encuentro cierra con un gesto cargado de simbolismo: los chicos firman un cartel con la frase “ahora que conozco, protejo”. Esa firma es, en palabras de Shari, “un compromiso, no solo en una cartulina, sino la decisión de cuidar el mar y todo lo que habita en él”.
El eco se multiplica: docentes que escriben después, muestras escolares inspiradas en las charlas y niños que llevan a casa lo aprendido. “Sentimos que ellos perciben que están dejando una huella, y es así, porque los más chicos son el futuro”, concluye Bocca.
Aquellos docentes interesados en sumar esta experiencia a sus aulas pueden contactar al Club del Mar (280-4698001) para coordinar una visita.