En el marco de la audiencia de cesura de pena que se le sigue al empresario Walter March, por el choque en el que fallecieron cuatro integrantes de una familia, el Ministerio Público Fiscal aportó tres testigos directos de los fallecidos. Se trató de la hermana y tía, de uno de los hijos de Eva García y de Estefanía León, mamá de Aitana Macarena García León (10) y Alma Morena García León (8).
En su narración se pudo escuchar la crudeza y las secuelas que la pérdida de sus pequeñas hijas provocó y sigue generando en su vida. “Mi vida era llena de amor, ellas eran mi único sostén. Después del accidente no quería vivir, pase por un periodo de ira y de bronca preguntándome el por qué. Me quedó una mochila de proyectos y de amor, ese es el amor que hoy me sostiene” sentenció entre lágrimas la mamá de las dos niñas fallecidas.
Sus palabras Estefanía León recordó que “yo no podía ser mamá” y que “después de casi 2 años de un tratamiento de fertilidad, en el año 2011 llega mi primer hija Alma que estaría cumpliendo 14”.
Con voz entre cortada recordó que la niña nació con “tan solo 32 semanas de gestación, pesando 1. 200 kilos que derivo en tres meses de internación en la unidad de terapia intensiva neonatal, luchando por su vida”.
La mujer precisó que “después de 3 meses Dios le dio una oportunidad para vivir y el corto tiempo de vida que tuvo supo honrarlo de buena manera, siendo una niña sumamente mágica, amorosa, despierta, bondadosa, amigable y cuántas cosas más podría hablar de ella”.
Dos años más, en el 2013, nació Alma que “vino a iluminar nuestras vidas” agregando entre lágrimas que “en ese tiempo yo estaba pasando por un proceso doloroso. Mi papá estaba desarrollando un cáncer. Mi mamá había fallecido hacía muy poco tiempo también. Ella (Alma) vino a iluminar, vino para dar amor”.
A lo largo de sus 8 años la pequeña se caracterizó por ser “apasionada por el deporte y haciendo danzas contemporáneas” recordando la mamá que el viaje a Madryn era para participar de “su primer competencia… que nunca pudo ser”.
En su monólogo recordó “mi vida era llena de amor” aunque se trunco esa noche sobre la ruta nacional 3 con el accidente. “Me quedó una mochila de proyectos. Una mochila de amor para dar… a quien le voy a dar, por favor. Y ese es el amor que hoy en día me sostiene”.
Asimismo, describió que “no duermo porque tengo mucho dolor. A mí la vida se me ha fracturado” aunque aclaró “no tengo odio con nadie. Solo desearía que usted, señora jueza, tenga la conciencia despierta para poder aplicar esos míseros 6 años”.
En el marco de la audiencia de cesura de pena que se le sigue al empresario Walter March, por el choque en el que fallecieron cuatro integrantes de una familia, el Ministerio Público Fiscal aportó tres testigos directos de los fallecidos. Se trató de la hermana y tía, de uno de los hijos de Eva García y de Estefanía León, mamá de Aitana Macarena García León (10) y Alma Morena García León (8).
En su narración se pudo escuchar la crudeza y las secuelas que la pérdida de sus pequeñas hijas provocó y sigue generando en su vida. “Mi vida era llena de amor, ellas eran mi único sostén. Después del accidente no quería vivir, pase por un periodo de ira y de bronca preguntándome el por qué. Me quedó una mochila de proyectos y de amor, ese es el amor que hoy me sostiene” sentenció entre lágrimas la mamá de las dos niñas fallecidas.
Sus palabras Estefanía León recordó que “yo no podía ser mamá” y que “después de casi 2 años de un tratamiento de fertilidad, en el año 2011 llega mi primer hija Alma que estaría cumpliendo 14”.
Con voz entre cortada recordó que la niña nació con “tan solo 32 semanas de gestación, pesando 1. 200 kilos que derivo en tres meses de internación en la unidad de terapia intensiva neonatal, luchando por su vida”.
La mujer precisó que “después de 3 meses Dios le dio una oportunidad para vivir y el corto tiempo de vida que tuvo supo honrarlo de buena manera, siendo una niña sumamente mágica, amorosa, despierta, bondadosa, amigable y cuántas cosas más podría hablar de ella”.
Dos años más, en el 2013, nació Alma que “vino a iluminar nuestras vidas” agregando entre lágrimas que “en ese tiempo yo estaba pasando por un proceso doloroso. Mi papá estaba desarrollando un cáncer. Mi mamá había fallecido hacía muy poco tiempo también. Ella (Alma) vino a iluminar, vino para dar amor”.
A lo largo de sus 8 años la pequeña se caracterizó por ser “apasionada por el deporte y haciendo danzas contemporáneas” recordando la mamá que el viaje a Madryn era para participar de “su primer competencia… que nunca pudo ser”.
En su monólogo recordó “mi vida era llena de amor” aunque se trunco esa noche sobre la ruta nacional 3 con el accidente. “Me quedó una mochila de proyectos. Una mochila de amor para dar… a quien le voy a dar, por favor. Y ese es el amor que hoy en día me sostiene”.
Asimismo, describió que “no duermo porque tengo mucho dolor. A mí la vida se me ha fracturado” aunque aclaró “no tengo odio con nadie. Solo desearía que usted, señora jueza, tenga la conciencia despierta para poder aplicar esos míseros 6 años”.