Editorial / Un tiro en el pie

Los gobernadores que le dieron la Ley Bases a Milei, ahora se quejan porque el retorno de la inversión política no llega. Chubut, entre el extractivismo y el desarrollo productivo.

Gobernadores, en el almuerzo con el titular de la OCDE.
31 AGO 2024 - 14:16 | Actualizado 31 AGO 2024 - 21:30

Gobernadores de distintas provincias participaron el viernes de la Cumbre Federal de Logística con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) como escenario, en la que se analizaron los “desafíos y oportunidades”, según divulgaron los organizadores.

Hasta ahí la formalidad de la cuestión. El trasfondo del encuentro de los mandatarios, entre los que estaba Nacho Torres en primera fila, incluyó críticas al Gobierno nacional en reclamo de mayor federalismo y por la falta de obras públicas.

El reproche de los jefes provinciales es atendible pero también merece una crítica clara y contundente: la mayoría de los presentes movió sus fichas en el Congreso para darle a Javier Milei las armas, las municiones y el casco para que el Presidente saliera a ejecutar su brutal plan de ajuste, que la semana pasada incluyó palos y gases para los jubilados, que son los que más combustible han aportado para la motosierra libertaria. Es verdad que lo hicieron en nombre de la “gobernabilidad”, pero todo tiene un límite: siempre es recomendable alejar las navajas de los monos.

Los gobernadores de distintos signos políticos, que en estos ocho meses se habían fortalecido en medio de ese río revuelto que significó entregarle el control del país a un desquiciado sin las más mínimas herramientas políticas pero que supo capitalizar el descontento de las, ahora se empezaron a dar cuenta que Milei no necesitaba gobernabilidad sino esclavos a quien someter. Qué problema.

El malhumor de los gobernadores también trascendió el viernes en un almuerzo que compartieron con la canciller Diana Mondino y el Secretario General de la Organización para el Desarrollo Económico (OCDE), Mathias Cormann.

Justo lo que le falta a la Argentina: organización y desarrollo económico.

La macro y la micro

Fue Nacho Torres el primero que el viernes habló en la cumbre en el CFI, en la que se ventilaron detalles de un plan de Estrategia Federal Logística ideado por todas las provincias y que contempla el desarrollo de más de 1.100 proyectos, incluyendo rutas, aeropuertos, pasos fronterizos, vías férreas y puertos, entre muchos otros.

El chubutense defendió el rol del Estado y dijo bregar por un “país industrial”. Y agregó una definición contundente: “Si sólo nos enfocamos en la macro y creemos que por ósmosis se arregla lo demás, nos vamos a pegar un tiro en el pie”.

Precisamente, esa es una de las consecuencias que muchos alertaban que podría drenar detrás la “gobernabilidad” que los mandatarios provinciales le entregaron con tibios condicionamientos a Milei, aprobándole la Ley Bases y, sobre todo, apoyando sin fisuras el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la bala de plata que Milei tiene para ejecutar su plan de despojo, que no sólo incluye como víctimas a la gran mayoría del pueblo argentino sino también al corazón de lo que conocemos como federalismo, o sea las provincias.

“Me niego a creer que la Patagonia va a ser una zona extractivista, donde no se pueda industrializar nuestros recursos”,agregó Torres el viernes en el CFI, antes de hacer criticar que “se relativice la importancia del rol del Estado en la infraestructura” y que se crea que “viene un privado y realiza las inversiones” por su cuenta, “algo que no pasa”, sentenció.

Las palabras del gobernador sonaron sensatas pero no están en línea con lo que empieza a emerger detrás de la burbuja del RIGI, que no es otra cosa que megaproyectos que ponen a la Patagonia como eje de una nueva etapa de colonialismo extractivista, disfrazada de inversiones estratégicas para el desarrollo local. ¿Estratégicas para quiénes? ¿En desarrollo de qué sectores o comunidades? ¿Incluye a los habitantes de la Patagonia? Las preguntas se responden solas.

En medio de estas críticas de los gobernadores al extractivismo aparecieron voces de funcionarios y asesores del Gobierno chubutense que salieron a los medios a defender la adhesión de Chubut al RIGI y que dieron un paso más en la admisión de que la minería, más temprano que tarde, volverá a la agenda política y social. La última vez que pasó eso ya se sabe cómo terminó la historia. Y no tanto porque el debate haya quedado saldado como correspondía sino por la abrumadora cantidad de torpezas políticas cometidas por el anterior Gobierno provincial y la Legislatura de entonces.

Cometer los mismos errores de cálculo político sería una torpeza que habría que evitar.

El problema de fondo

Aún con limitaciones y contradicciones, la estrategia de Chubut y del resto de las provincias para intentar salir del estancamiento se choca de frente con un Gobierno nacional que es un peligroso corso a contramano y con una oposición atomizada en distintos grupos de poder con intereses disímiles. Nada bueno puede salir de ese río revuelto y lleno de fango.

Torres, por ejemplo, pone a prueba todos los días su armado político local, que se sustenta en una transversalidad que, más tarde o más temprano, se va a chocar contra los intereses cada vez más fuertes de Mauricio Macri por guarecer a toda su tropa detrás del PRO.

Hace rato que no caben dudas de que el gobernador de Chubut juega de titular en las grandes ligas. Pero la puja de poder entre Macri y Milei puede terminar condicionando a Torres y a otros gobernadores que intentan hacerse camino en medio de este barrial.

El viernes, el jefe del bloque del PRO de la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, y el titular del minibloque del MID, Oscar Zago (escindido de LLA), bajaron juntos del auto oficial que los trasladó hasta la Casa Rosada para conversar en una reunión de alto nivel con el presidente Milei sobre la política de alianzas en la Cámara de Diputados y el veto a la reforma de la fórmula previsional.

La foto de estos dos títeres parlamentarios entrando con sus sonrisas endurecidas a la Casa Rosada fue una señal política de los tiempos que corren y confirma, además, que el pacto que vienen gestando Milei y Macri no logra sellarse a pesar de las milanesas y entrañas que ambos han compartido en al menos dos cenas realizadas en Olivos.

En medio de este aquelarre entre libertarios y macristas, el destino de las provincias seguirá a la buena de Dios. Y en Chubut, se sabe, Dios no atiende hace rato.

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Gobernadores, en el almuerzo con el titular de la OCDE.
31 AGO 2024 - 14:16

Gobernadores de distintas provincias participaron el viernes de la Cumbre Federal de Logística con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) como escenario, en la que se analizaron los “desafíos y oportunidades”, según divulgaron los organizadores.

Hasta ahí la formalidad de la cuestión. El trasfondo del encuentro de los mandatarios, entre los que estaba Nacho Torres en primera fila, incluyó críticas al Gobierno nacional en reclamo de mayor federalismo y por la falta de obras públicas.

El reproche de los jefes provinciales es atendible pero también merece una crítica clara y contundente: la mayoría de los presentes movió sus fichas en el Congreso para darle a Javier Milei las armas, las municiones y el casco para que el Presidente saliera a ejecutar su brutal plan de ajuste, que la semana pasada incluyó palos y gases para los jubilados, que son los que más combustible han aportado para la motosierra libertaria. Es verdad que lo hicieron en nombre de la “gobernabilidad”, pero todo tiene un límite: siempre es recomendable alejar las navajas de los monos.

Los gobernadores de distintos signos políticos, que en estos ocho meses se habían fortalecido en medio de ese río revuelto que significó entregarle el control del país a un desquiciado sin las más mínimas herramientas políticas pero que supo capitalizar el descontento de las, ahora se empezaron a dar cuenta que Milei no necesitaba gobernabilidad sino esclavos a quien someter. Qué problema.

El malhumor de los gobernadores también trascendió el viernes en un almuerzo que compartieron con la canciller Diana Mondino y el Secretario General de la Organización para el Desarrollo Económico (OCDE), Mathias Cormann.

Justo lo que le falta a la Argentina: organización y desarrollo económico.

La macro y la micro

Fue Nacho Torres el primero que el viernes habló en la cumbre en el CFI, en la que se ventilaron detalles de un plan de Estrategia Federal Logística ideado por todas las provincias y que contempla el desarrollo de más de 1.100 proyectos, incluyendo rutas, aeropuertos, pasos fronterizos, vías férreas y puertos, entre muchos otros.

El chubutense defendió el rol del Estado y dijo bregar por un “país industrial”. Y agregó una definición contundente: “Si sólo nos enfocamos en la macro y creemos que por ósmosis se arregla lo demás, nos vamos a pegar un tiro en el pie”.

Precisamente, esa es una de las consecuencias que muchos alertaban que podría drenar detrás la “gobernabilidad” que los mandatarios provinciales le entregaron con tibios condicionamientos a Milei, aprobándole la Ley Bases y, sobre todo, apoyando sin fisuras el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la bala de plata que Milei tiene para ejecutar su plan de despojo, que no sólo incluye como víctimas a la gran mayoría del pueblo argentino sino también al corazón de lo que conocemos como federalismo, o sea las provincias.

“Me niego a creer que la Patagonia va a ser una zona extractivista, donde no se pueda industrializar nuestros recursos”,agregó Torres el viernes en el CFI, antes de hacer criticar que “se relativice la importancia del rol del Estado en la infraestructura” y que se crea que “viene un privado y realiza las inversiones” por su cuenta, “algo que no pasa”, sentenció.

Las palabras del gobernador sonaron sensatas pero no están en línea con lo que empieza a emerger detrás de la burbuja del RIGI, que no es otra cosa que megaproyectos que ponen a la Patagonia como eje de una nueva etapa de colonialismo extractivista, disfrazada de inversiones estratégicas para el desarrollo local. ¿Estratégicas para quiénes? ¿En desarrollo de qué sectores o comunidades? ¿Incluye a los habitantes de la Patagonia? Las preguntas se responden solas.

En medio de estas críticas de los gobernadores al extractivismo aparecieron voces de funcionarios y asesores del Gobierno chubutense que salieron a los medios a defender la adhesión de Chubut al RIGI y que dieron un paso más en la admisión de que la minería, más temprano que tarde, volverá a la agenda política y social. La última vez que pasó eso ya se sabe cómo terminó la historia. Y no tanto porque el debate haya quedado saldado como correspondía sino por la abrumadora cantidad de torpezas políticas cometidas por el anterior Gobierno provincial y la Legislatura de entonces.

Cometer los mismos errores de cálculo político sería una torpeza que habría que evitar.

El problema de fondo

Aún con limitaciones y contradicciones, la estrategia de Chubut y del resto de las provincias para intentar salir del estancamiento se choca de frente con un Gobierno nacional que es un peligroso corso a contramano y con una oposición atomizada en distintos grupos de poder con intereses disímiles. Nada bueno puede salir de ese río revuelto y lleno de fango.

Torres, por ejemplo, pone a prueba todos los días su armado político local, que se sustenta en una transversalidad que, más tarde o más temprano, se va a chocar contra los intereses cada vez más fuertes de Mauricio Macri por guarecer a toda su tropa detrás del PRO.

Hace rato que no caben dudas de que el gobernador de Chubut juega de titular en las grandes ligas. Pero la puja de poder entre Macri y Milei puede terminar condicionando a Torres y a otros gobernadores que intentan hacerse camino en medio de este barrial.

El viernes, el jefe del bloque del PRO de la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, y el titular del minibloque del MID, Oscar Zago (escindido de LLA), bajaron juntos del auto oficial que los trasladó hasta la Casa Rosada para conversar en una reunión de alto nivel con el presidente Milei sobre la política de alianzas en la Cámara de Diputados y el veto a la reforma de la fórmula previsional.

La foto de estos dos títeres parlamentarios entrando con sus sonrisas endurecidas a la Casa Rosada fue una señal política de los tiempos que corren y confirma, además, que el pacto que vienen gestando Milei y Macri no logra sellarse a pesar de las milanesas y entrañas que ambos han compartido en al menos dos cenas realizadas en Olivos.

En medio de este aquelarre entre libertarios y macristas, el destino de las provincias seguirá a la buena de Dios. Y en Chubut, se sabe, Dios no atiende hace rato.


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