Nacho Torres y el poderoso mensaje de la gente
- Por Esteban Gallo
Desde hace algunos años, CB Consultora Opinión Pública evalúa el desempeño de los gobernadores del país, haciendo foco en la opinión que, sobre ellos tienen, los ciudadanos de esas provincias.
Es la misma encuestadora que arrojaba datos lapidarios con respecto al gobernador Mariano Arcioni, que, durante su gestión gubernamental, nunca pudo salir de los últimos lugares.
El informe llegó a Chubut a principios de esta semana y provocó una sensación de alegría en el gobernador Nacho Torres y en su grupo de colaboradores más cercanos.
No es para menos. Torres ocupa el cuarto lugar entre los mandatarios más valorados del país con porcentajes altísimos de adhesión.
En la lista, aparece primero Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán con 63.1%, de imagen positiva, en segundo lugar quedó Hugo Passalacqua, gobernador de la provincia Misiones, con una aceptación del 62.2%, y tercero, Gustavo Valdés de Corrientes, con 61.9% de apoyo popular.
Nacho Torres emerge en el cuarto lugar, con 61,5 % de imagen positiva y es el gobernador patagónico mejor posicionado, de acuerdo a la opinión de los propios vecinos de Chubut.
Los números de Torres no deberían sorprender a nadie, luego de un primer trimestre de gestión vertiginoso, en el que rápidamente impuso un estilo y una forma de gobernar. Decirlo es fácil, lo difícil es lograrlo, con la naturalidad con la que supo establecer su impronta de gobierno.
Para evaluar los méritos del gobernador es necesario poner en contexto la situación de Chubut.
Torres asumió en medio de una crisis económica compleja y esquivando los coletazos de una deuda financiera que actuó sobre los chubutenses como una espada de Damocles. Desactivada “la bomba”, llegaron nuevos desafíos.
El incendio criminal en el Parque Los Alerces quemó casi 10 mil hectáreas de bosque y requirió de un esfuerzo humano descomunal de bomberos, brigadistas, funcionarios y empleados públicos. A la cabeza de los operativos y poniendo el cuerpo, siempre estuvo la figura del gobernador y eso es algo que los habitantes de la Cordillera nunca olvidarán.
Luego llegó la vendetta del presidente de la nación, que, ofendido por el fracaso de la Ley ómnibus, arremetió contra las provincias con un festival de recortes de fondos y subsidios.
A Torres no le tembló el pulso y fue derecho a la Justicia. Y para los casos que no pudieron resolverse por esa vía, se hizo cargo del problema con fondos propios y resoluciones políticas profundas.
Esas decisiones valientes fueron las que permitieron que en Chubut, el 4 de marzo, comenzaran las clases con normalidad, después de una década de fracasos rotundos. Es imposible separar este logro de la gestión del gobernador del resultado de la encuesta difundida a comienzos de esta semana.
El otro elemento de peso es la performance del jefe político de Chubut en el conflicto librado con Nación por los fondos coparticipables.
Milei lo subió al ring y Torres caminó el cuadrilátero con la sapiencia de un campeón. No solo levantó las banderas del federalismo con un mensaje atronador que llegó a cada rincón del país sino que además alineó detrás de su figura a todo el arco político de Chubut y al resto de los gobernadores de la Patagonia.
Nadie lo había conseguido antes.
La foto de los mandatarios de las provincias del sur en Puerto Madryn, pegó fuerte hacia afuera y hacia adentro de la provincia y colocaron a Nacho Torres en un lugar preferencial, al que cualquier político con
aspiraciones importantes quisiera llegar.
Es cierto que en política, como en todos los órdenes de la vida, los números nunca son definitivos y mantenerse, es más difícil que llegar.
Pero tampoco llega cualquiera. Que casi 7 de 10 ciudadanos manifiesten su beneplácito con un gobernador es un dato muy poderoso de la realidad.
Que los resultados se hayan obtenido en medio de un contexto hostil y plagado de dificultades, enaltece la gestión de este gobierno.
Ahora, el desafío es no dormirse en los laureles y comprender que la confianza de los chubutenses se pone a prueba todos los días.
- Por Esteban Gallo
Desde hace algunos años, CB Consultora Opinión Pública evalúa el desempeño de los gobernadores del país, haciendo foco en la opinión que, sobre ellos tienen, los ciudadanos de esas provincias.
Es la misma encuestadora que arrojaba datos lapidarios con respecto al gobernador Mariano Arcioni, que, durante su gestión gubernamental, nunca pudo salir de los últimos lugares.
El informe llegó a Chubut a principios de esta semana y provocó una sensación de alegría en el gobernador Nacho Torres y en su grupo de colaboradores más cercanos.
No es para menos. Torres ocupa el cuarto lugar entre los mandatarios más valorados del país con porcentajes altísimos de adhesión.
En la lista, aparece primero Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán con 63.1%, de imagen positiva, en segundo lugar quedó Hugo Passalacqua, gobernador de la provincia Misiones, con una aceptación del 62.2%, y tercero, Gustavo Valdés de Corrientes, con 61.9% de apoyo popular.
Nacho Torres emerge en el cuarto lugar, con 61,5 % de imagen positiva y es el gobernador patagónico mejor posicionado, de acuerdo a la opinión de los propios vecinos de Chubut.
Los números de Torres no deberían sorprender a nadie, luego de un primer trimestre de gestión vertiginoso, en el que rápidamente impuso un estilo y una forma de gobernar. Decirlo es fácil, lo difícil es lograrlo, con la naturalidad con la que supo establecer su impronta de gobierno.
Para evaluar los méritos del gobernador es necesario poner en contexto la situación de Chubut.
Torres asumió en medio de una crisis económica compleja y esquivando los coletazos de una deuda financiera que actuó sobre los chubutenses como una espada de Damocles. Desactivada “la bomba”, llegaron nuevos desafíos.
El incendio criminal en el Parque Los Alerces quemó casi 10 mil hectáreas de bosque y requirió de un esfuerzo humano descomunal de bomberos, brigadistas, funcionarios y empleados públicos. A la cabeza de los operativos y poniendo el cuerpo, siempre estuvo la figura del gobernador y eso es algo que los habitantes de la Cordillera nunca olvidarán.
Luego llegó la vendetta del presidente de la nación, que, ofendido por el fracaso de la Ley ómnibus, arremetió contra las provincias con un festival de recortes de fondos y subsidios.
A Torres no le tembló el pulso y fue derecho a la Justicia. Y para los casos que no pudieron resolverse por esa vía, se hizo cargo del problema con fondos propios y resoluciones políticas profundas.
Esas decisiones valientes fueron las que permitieron que en Chubut, el 4 de marzo, comenzaran las clases con normalidad, después de una década de fracasos rotundos. Es imposible separar este logro de la gestión del gobernador del resultado de la encuesta difundida a comienzos de esta semana.
El otro elemento de peso es la performance del jefe político de Chubut en el conflicto librado con Nación por los fondos coparticipables.
Milei lo subió al ring y Torres caminó el cuadrilátero con la sapiencia de un campeón. No solo levantó las banderas del federalismo con un mensaje atronador que llegó a cada rincón del país sino que además alineó detrás de su figura a todo el arco político de Chubut y al resto de los gobernadores de la Patagonia.
Nadie lo había conseguido antes.
La foto de los mandatarios de las provincias del sur en Puerto Madryn, pegó fuerte hacia afuera y hacia adentro de la provincia y colocaron a Nacho Torres en un lugar preferencial, al que cualquier político con
aspiraciones importantes quisiera llegar.
Es cierto que en política, como en todos los órdenes de la vida, los números nunca son definitivos y mantenerse, es más difícil que llegar.
Pero tampoco llega cualquiera. Que casi 7 de 10 ciudadanos manifiesten su beneplácito con un gobernador es un dato muy poderoso de la realidad.
Que los resultados se hayan obtenido en medio de un contexto hostil y plagado de dificultades, enaltece la gestión de este gobierno.
Ahora, el desafío es no dormirse en los laureles y comprender que la confianza de los chubutenses se pone a prueba todos los días.