Editorial / Gato por liebre

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MM se relame. Perdió las elecciones pero ahora se muestra como un patrón de la estancia libertaria.
25 NOV 2023 - 21:08 | Actualizado 25 NOV 2023 - 22:14

Apenas ha pasado una semana desde el resonante triunfo de Javier Milei en el balotaje y a falta de dos semanas para su asunción, las dudas sobre el perfil que tendrá su gobierno se profundizan. No porque alguien crea que vaya a bajar la intensidad de su motosierra sino porque ha dejado en los últimos días que Mauricio Macri intervenga su futuro Gabinete con la impunidad de un patrón, no con el equilibrio y el respeto que debería tener un aliado electoral de ocasión.

Mucha de la gente que votó a Milei lo hizo porque le cree eso de “acabar con la casta”, ve a la dolarización como una panacea y hasta disfruta vociferar –como su líder- en contra de los “zurdos” y “kirchneristas”. No se los puede mirar con desdén, por supuesto, porque son muchos y algunos de ellos peligrosos, pero tampoco se puede soslayar que podrían ser los primeros que salgan a quejarse porque Macri esté tratando a Milei como un empleado. Los mileístas de pura cepa creen que la casta no es sólo peronista y no quieren un cambio de menú: pidieron liebre y les quieren servir gato.

Desde esta misma Columna se han marcado una y otra vez los peligros que conllevaba para la democracia dejarse seducir por un discurso totalitario e intolerante de La Libertad Avanza, que proponía, lisa y llanamente, un ajuste económico brutal. Pero la mayoría de los argentinos eligió ese camino y, consciente o inconscientemente, prefirieron que “explote todo” antes que volver a darle crédito a un referente de la política tradicional.

El voto a Milei, aunque no le guste a muchos, no se juzga. Se puede describir. Pero no se juzga.

Gobernabilidad o palos

Uno de los mayores interrogantes para los argentinos en las próximas semanas será el nivel de gobernabilidad que tendrá la gestión Milei una vez instalado en la Casa Rosada, la cual –indefectiblemente- estará asociada a los niveles de conflictividad que se podrían dar en las calles. Que Patricia Bullrich sea la elegida para blandir los palos con los que el futuro gobierno intentará “hacer cumplir la ley” no es la mejor señal. Derrotada dos veces por Milei y hasta por el propio Massa en las generales, la exmontonera devenida en la “Dama de Hierro” de la derecha argentina podría terminar eligiendo un camino más corto y palos más largos para frenar a los “orcos” (Macri dixit).

“Si Argentina entra en un proceso en donde el debate está asociado, particularmente, a la pérdida de derechos y a una escalada de privatizaciones, es evidente que la protesta territorial existirá. Esto, sumado a las infactibilidades de aprobación legislativa, a Milei le será bastante difícil. Si Milei ejecuta lo que promete, no podrá gobernar”, advirtió esta semana el consultor político Mario Riorda, el primero que alertó sobre el crecimiento del líder libertario y hasta vaticinó que podría imponerse en una PASO y en un eventual balotaje, cuando la mayoría discernía sobre si el próximo presidente sería Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich. Qué tiempos aquellos.

Chubut, en espera

El escenario nacional es tan dinámico que obliga a sacar los ojos de la transición en Chubut. A pesar de algunos tironeos, sobre todo en la Legislatura por el tema de los nombramientos de última hora, la relación entre el gobierno saliente y el entrante fue bastante más civilizada de lo que se presagiaba. Inclusive, la tirantez inicial entre Ignacio Torres y Mariano Arcioni dio paso a gestos coincidentes, como la nota que le enviaron en conjunto hace pocos días a Alberto Fernández para que el todavía presidente firme un decreto que compense las pérdidas de ingresos coparticipables de Chubut tras la eliminación de la cuarta categoría de Ganancias y la devolución del IVA. Un buen gesto político de ambos que seguramente terminará en la papelera de reciclaje de la computadora del amo de Dylan (que a diferencia de Conan, todavía sigue ladrando).

La necesidad de Torres de construir poder antes de su asunción el próximo sábado 9 de diciembre, lo obligó a echar mano a muchos peronistas para integrar su Gabinete. Inclusive, hay más peronistas que del PRO. Y hasta una libertaria, como la excomisaria Laura Mirantes, ya lo acompañó esta semana en algunas gestiones en Buenos Aires, confirmando con hechos que se va a sumar a algún lugar importante del futuro gobierno. Sabiendo que habrá otros tres libertarios ocupando bancas en la Legislatura, el “operativo seducción” no se hizo esperar.

Torres viene surfeando con astucia la incomodidad que le significó a él y a otros nueve gobernadores que todavía llevan el sello de Juntos por el Cambio, quedar afuera con su candidata antes del balotaje. El chubutense apuesta fuerte al “músculo” –según sus propias palabras- que significarán esas diez gobernaciones y tener un buen número de legisladores en las dos cámaras para negociar gobernabilidad con Milei. Ven lejana la amenaza libertaria de acabar con la coparticipación, pero temen por los aportes discrecionales que siempre han ayudado a equilibrar las delicadas cuentas provinciales. Y también por el fin de la obra pública, que por ahora parece no ser negociable. Sin obras para mostrar, a cualquier gobernador se le hará difícil gestionar pensando en otro mandato.

A Torres y al resto de los gobernadores de JxC también los puede condicionar el peso que finalmente termine teniendo Macri en la gestión del libertario. Una cosa es ser un aliado crítico del Milei –como pretenden ellos- y otra muy distinta, ser una simple herramienta al servicio de los intereses de Mauricio, como siempre exige el calabrés.

Tremenda disyuntiva.#

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MM se relame. Perdió las elecciones pero ahora se muestra como un patrón de la estancia libertaria.
25 NOV 2023 - 21:08

Apenas ha pasado una semana desde el resonante triunfo de Javier Milei en el balotaje y a falta de dos semanas para su asunción, las dudas sobre el perfil que tendrá su gobierno se profundizan. No porque alguien crea que vaya a bajar la intensidad de su motosierra sino porque ha dejado en los últimos días que Mauricio Macri intervenga su futuro Gabinete con la impunidad de un patrón, no con el equilibrio y el respeto que debería tener un aliado electoral de ocasión.

Mucha de la gente que votó a Milei lo hizo porque le cree eso de “acabar con la casta”, ve a la dolarización como una panacea y hasta disfruta vociferar –como su líder- en contra de los “zurdos” y “kirchneristas”. No se los puede mirar con desdén, por supuesto, porque son muchos y algunos de ellos peligrosos, pero tampoco se puede soslayar que podrían ser los primeros que salgan a quejarse porque Macri esté tratando a Milei como un empleado. Los mileístas de pura cepa creen que la casta no es sólo peronista y no quieren un cambio de menú: pidieron liebre y les quieren servir gato.

Desde esta misma Columna se han marcado una y otra vez los peligros que conllevaba para la democracia dejarse seducir por un discurso totalitario e intolerante de La Libertad Avanza, que proponía, lisa y llanamente, un ajuste económico brutal. Pero la mayoría de los argentinos eligió ese camino y, consciente o inconscientemente, prefirieron que “explote todo” antes que volver a darle crédito a un referente de la política tradicional.

El voto a Milei, aunque no le guste a muchos, no se juzga. Se puede describir. Pero no se juzga.

Gobernabilidad o palos

Uno de los mayores interrogantes para los argentinos en las próximas semanas será el nivel de gobernabilidad que tendrá la gestión Milei una vez instalado en la Casa Rosada, la cual –indefectiblemente- estará asociada a los niveles de conflictividad que se podrían dar en las calles. Que Patricia Bullrich sea la elegida para blandir los palos con los que el futuro gobierno intentará “hacer cumplir la ley” no es la mejor señal. Derrotada dos veces por Milei y hasta por el propio Massa en las generales, la exmontonera devenida en la “Dama de Hierro” de la derecha argentina podría terminar eligiendo un camino más corto y palos más largos para frenar a los “orcos” (Macri dixit).

“Si Argentina entra en un proceso en donde el debate está asociado, particularmente, a la pérdida de derechos y a una escalada de privatizaciones, es evidente que la protesta territorial existirá. Esto, sumado a las infactibilidades de aprobación legislativa, a Milei le será bastante difícil. Si Milei ejecuta lo que promete, no podrá gobernar”, advirtió esta semana el consultor político Mario Riorda, el primero que alertó sobre el crecimiento del líder libertario y hasta vaticinó que podría imponerse en una PASO y en un eventual balotaje, cuando la mayoría discernía sobre si el próximo presidente sería Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich. Qué tiempos aquellos.

Chubut, en espera

El escenario nacional es tan dinámico que obliga a sacar los ojos de la transición en Chubut. A pesar de algunos tironeos, sobre todo en la Legislatura por el tema de los nombramientos de última hora, la relación entre el gobierno saliente y el entrante fue bastante más civilizada de lo que se presagiaba. Inclusive, la tirantez inicial entre Ignacio Torres y Mariano Arcioni dio paso a gestos coincidentes, como la nota que le enviaron en conjunto hace pocos días a Alberto Fernández para que el todavía presidente firme un decreto que compense las pérdidas de ingresos coparticipables de Chubut tras la eliminación de la cuarta categoría de Ganancias y la devolución del IVA. Un buen gesto político de ambos que seguramente terminará en la papelera de reciclaje de la computadora del amo de Dylan (que a diferencia de Conan, todavía sigue ladrando).

La necesidad de Torres de construir poder antes de su asunción el próximo sábado 9 de diciembre, lo obligó a echar mano a muchos peronistas para integrar su Gabinete. Inclusive, hay más peronistas que del PRO. Y hasta una libertaria, como la excomisaria Laura Mirantes, ya lo acompañó esta semana en algunas gestiones en Buenos Aires, confirmando con hechos que se va a sumar a algún lugar importante del futuro gobierno. Sabiendo que habrá otros tres libertarios ocupando bancas en la Legislatura, el “operativo seducción” no se hizo esperar.

Torres viene surfeando con astucia la incomodidad que le significó a él y a otros nueve gobernadores que todavía llevan el sello de Juntos por el Cambio, quedar afuera con su candidata antes del balotaje. El chubutense apuesta fuerte al “músculo” –según sus propias palabras- que significarán esas diez gobernaciones y tener un buen número de legisladores en las dos cámaras para negociar gobernabilidad con Milei. Ven lejana la amenaza libertaria de acabar con la coparticipación, pero temen por los aportes discrecionales que siempre han ayudado a equilibrar las delicadas cuentas provinciales. Y también por el fin de la obra pública, que por ahora parece no ser negociable. Sin obras para mostrar, a cualquier gobernador se le hará difícil gestionar pensando en otro mandato.

A Torres y al resto de los gobernadores de JxC también los puede condicionar el peso que finalmente termine teniendo Macri en la gestión del libertario. Una cosa es ser un aliado crítico del Milei –como pretenden ellos- y otra muy distinta, ser una simple herramienta al servicio de los intereses de Mauricio, como siempre exige el calabrés.

Tremenda disyuntiva.#


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