Si en el pasado hubo barbaridades, este proyecto las trae al presente y las proyecta al futuro en su peor forma. Por eso las movilizaciones contra la Reforma Laboral no son sólo de los gremios: actores civiles de todos los estratos sociales ya percibieron el objetivo de la iniciativa, disfrazada de generadora de empleo genuino pero hecha de precarización laboral químicamente pura pero eso sí, moderna.
No se discute una legislación ni un tecnicismo. Aunque sean datos clave tampoco es un debate sobre una hora extra más o menos, o sobre indemnización en cuotas o sobre condiciones de un contrato.
El corazón de la batalla es cómo se formatea la vida diaria de las familias trabajadoras en Argentina. Sus horarios, su salud, sus decisiones, sus proyectos.
El proyecto, por ejemplo, crea un Banco de Horas donde el patrón podría exigir hasta 12 horas de trabajo sin ningún pago extras, a cambio de una compensación que nadie garantiza. Todo significa menos: tiempo en familia, descanso, derecho a una vida propia. Una deuda de tiempo que ya se sabe quién pagará.
Como debe ser en una idea libertaria que se precie, se abre la puerta a la baja del salario real. Pero con agregados que hagan un combo completo. Como los adicionales que ayudan en algo al bolsillo trabajador pero que dejarán de ser remunerativos, con impacto directo en la jubilación, el aguinaldo y la indemnización.
Otro objetivo es que la masa obrera se convierta en una enorme y barata bolsa de trabajo rotativo, donde los laburantes sean costos y no sujetos de derechos. Para eso el despido se transforma en un simple formulario y la indemnización, en un fondo financiero. Ambos datos permitirán desprenderse de cualquiera en cualquier momento, de modo que los reemplazos al mejor postor sean habituales y permanentes.
El mecanismo también aísla a las personas a su suerte y rompe los intentos de organización y resistencia. Disciplinamiento al palo para registrados, informales y cuentapropistas. Es un atentado al corazón de los gremios: desfinanciación, límites al derecho a la huelga, trabas a las asambleas y vaciamiento de obras sociales. Lo que la casta de la timba financiera llama “caja de los gremios” es en rigor la herramienta que permite sostener la negociación colectiva.
El futuro de la economía real es obvio: derrumbe de salarios, caída del consumo, cierres y despidos. Este círculo vicioso es la piedra con la que Argentina no se cansa de tropezar.
El escenario es negro pero las marchas masivas y las charlas y reuniones que se multiplican demuestran que aquí no se rinde nadie.
Miseria planificada
Un ejemplo fue la conferencia de fuerte contenido político y sindical realizada en Comodoro Rivadavia con el abogado laboralista Luis Roa, quien advirtió que se auspicia un sistema de trabajo precarizado y expulsivo.
El salario siempre es una preocupación y los trabajadores despliegan estrategias de supervivencia para llegar a fin de mes: “Hay montones de subterfugios como endeudarse, sumar changas, estirar la tarjeta, resignar descanso”, describió Roa.
Sin embargo, al top de los problemas escala la desocupación. No es nada casual: los sectores más golpeados son los principales generadores de empleo, como la industria. Cierres, despidos y suspensiones son efecto directo de decisiones económicas que priorizan otras variables.
Y lo que festeja Casa Rosada tampoco es un aliento. A esta altura nadie ignora que la baja de la inflación se paga con destrucción de empleo y precarización de ingresos, un costo social enorme.
Según Roa, el proyecto ni siquiera beneficia al entramado productivo de pymes y grandes industriales. Es en cambio funcional al capital financiero y al capitalismo de rapiña.
A largo plazo y si esta Reforma se aprueba, el mercado laboral será una calesita donde todos todo el tiempo se subirán y se bajarán; un sistema sin estabilidad, sin derechos ni futuro. “Hablamos de trabajadores que van a quedar marginados de por vida de todo tipo de protección social”, advirtió el especialista. “Quedarse sin trabajo es lo peor que le puede pasar a alguien. Cuando una persona queda fuera del mercado laboral empieza a convertirse en un paria y un excluido”.
La política pura no parece percibir lo que está en juego. Y si lo percibe, no parece estar a la altura. Basta repasar lo que dice y hace la dirigencia patagónica. De a poco la única luz la encienden los trabajadores organizados. “El fuego que calienta siempre viene desde abajo”, reflexionó Roa.
Horas antes de que la dictadura lo asesinara, el periodista Rodolfo Walsh terminó de escribir su inolvidable “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar”. Ese texto incluyó el concepto de “miseria planificada”: la necesidad de construir una estructura obrera indigente, de baja intensidad, sometida, debilitada civilmente e impedida de resistir cualquier intento autoritario.
A eso vienen.

Si en el pasado hubo barbaridades, este proyecto las trae al presente y las proyecta al futuro en su peor forma. Por eso las movilizaciones contra la Reforma Laboral no son sólo de los gremios: actores civiles de todos los estratos sociales ya percibieron el objetivo de la iniciativa, disfrazada de generadora de empleo genuino pero hecha de precarización laboral químicamente pura pero eso sí, moderna.
No se discute una legislación ni un tecnicismo. Aunque sean datos clave tampoco es un debate sobre una hora extra más o menos, o sobre indemnización en cuotas o sobre condiciones de un contrato.
El corazón de la batalla es cómo se formatea la vida diaria de las familias trabajadoras en Argentina. Sus horarios, su salud, sus decisiones, sus proyectos.
El proyecto, por ejemplo, crea un Banco de Horas donde el patrón podría exigir hasta 12 horas de trabajo sin ningún pago extras, a cambio de una compensación que nadie garantiza. Todo significa menos: tiempo en familia, descanso, derecho a una vida propia. Una deuda de tiempo que ya se sabe quién pagará.
Como debe ser en una idea libertaria que se precie, se abre la puerta a la baja del salario real. Pero con agregados que hagan un combo completo. Como los adicionales que ayudan en algo al bolsillo trabajador pero que dejarán de ser remunerativos, con impacto directo en la jubilación, el aguinaldo y la indemnización.
Otro objetivo es que la masa obrera se convierta en una enorme y barata bolsa de trabajo rotativo, donde los laburantes sean costos y no sujetos de derechos. Para eso el despido se transforma en un simple formulario y la indemnización, en un fondo financiero. Ambos datos permitirán desprenderse de cualquiera en cualquier momento, de modo que los reemplazos al mejor postor sean habituales y permanentes.
El mecanismo también aísla a las personas a su suerte y rompe los intentos de organización y resistencia. Disciplinamiento al palo para registrados, informales y cuentapropistas. Es un atentado al corazón de los gremios: desfinanciación, límites al derecho a la huelga, trabas a las asambleas y vaciamiento de obras sociales. Lo que la casta de la timba financiera llama “caja de los gremios” es en rigor la herramienta que permite sostener la negociación colectiva.
El futuro de la economía real es obvio: derrumbe de salarios, caída del consumo, cierres y despidos. Este círculo vicioso es la piedra con la que Argentina no se cansa de tropezar.
El escenario es negro pero las marchas masivas y las charlas y reuniones que se multiplican demuestran que aquí no se rinde nadie.
Miseria planificada
Un ejemplo fue la conferencia de fuerte contenido político y sindical realizada en Comodoro Rivadavia con el abogado laboralista Luis Roa, quien advirtió que se auspicia un sistema de trabajo precarizado y expulsivo.
El salario siempre es una preocupación y los trabajadores despliegan estrategias de supervivencia para llegar a fin de mes: “Hay montones de subterfugios como endeudarse, sumar changas, estirar la tarjeta, resignar descanso”, describió Roa.
Sin embargo, al top de los problemas escala la desocupación. No es nada casual: los sectores más golpeados son los principales generadores de empleo, como la industria. Cierres, despidos y suspensiones son efecto directo de decisiones económicas que priorizan otras variables.
Y lo que festeja Casa Rosada tampoco es un aliento. A esta altura nadie ignora que la baja de la inflación se paga con destrucción de empleo y precarización de ingresos, un costo social enorme.
Según Roa, el proyecto ni siquiera beneficia al entramado productivo de pymes y grandes industriales. Es en cambio funcional al capital financiero y al capitalismo de rapiña.
A largo plazo y si esta Reforma se aprueba, el mercado laboral será una calesita donde todos todo el tiempo se subirán y se bajarán; un sistema sin estabilidad, sin derechos ni futuro. “Hablamos de trabajadores que van a quedar marginados de por vida de todo tipo de protección social”, advirtió el especialista. “Quedarse sin trabajo es lo peor que le puede pasar a alguien. Cuando una persona queda fuera del mercado laboral empieza a convertirse en un paria y un excluido”.
La política pura no parece percibir lo que está en juego. Y si lo percibe, no parece estar a la altura. Basta repasar lo que dice y hace la dirigencia patagónica. De a poco la única luz la encienden los trabajadores organizados. “El fuego que calienta siempre viene desde abajo”, reflexionó Roa.
Horas antes de que la dictadura lo asesinara, el periodista Rodolfo Walsh terminó de escribir su inolvidable “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar”. Ese texto incluyó el concepto de “miseria planificada”: la necesidad de construir una estructura obrera indigente, de baja intensidad, sometida, debilitada civilmente e impedida de resistir cualquier intento autoritario.
A eso vienen.