Touba Niang, el inmigrante de los puños

El invicto senegalés de 24 años entrena desde hace cuatro semanas en Trelew con Omar Narváez y “Peto” Ruiz de cara a su pelea del próximo sábado con el santafesino Juan Ignacio Segovia en el Casino de Buenos Aires. Llegó a la Argentina en 2015 y su historia de vida traspasa los límites del ring. “En este país recibí más amor que en mi propio país”, resumió.

11 NOV 2025 - 16:17 | Actualizado 11 NOV 2025 - 18:18


Fotos: Daniel Feldman (Jornada Medios).

Touba Niang. Así dice su documento argentino, que logró tener al casarse en el país a los 18 años.

Pero el boxeo es un cultivo permanente de seudónimos y el moreno de casi 1,80 metros tiene el suyo, La Mamba Negra: “es por la serpiente venenosa que pica y hace daño”, aclaró en medio de risas.

Hace nueve años llegó a la Argentina, en noviembre de 2015 con 15 años, y se radicó en Quilmes para intentar cambiar su destino.

Una travesía ilegal


Amable, afable, simpático, agradecido. Había salido de la famosa Dakar en un coyote (avión chico) con destino a España. Viajó solo, después de una travesía de tres meses en avión, barco, colectivo y hasta caminando, atravesando unas diez fronteras de manera ilegal, hasta de noche, para recalar en Quito (Ecuador). Finalmente llegó a Quilmes y empezó a trabajar como mantero.

“Éramos más o menos quince personas, mi papá pagó el viaje, pero él no quería que yo me fuera porque pensaba que todavía era pequeño. Yo creía que podía resolver mi vida solo. Iba a la escuela, pero dejé de ir, entonces mi papá se dio cuenta que quería salir, hasta que me entendió, habló con los coyotes, les dijeron cuánto había que pagar, vendió algunos animales, juntó la plata y pagó el viaje”, recordó.

“Podía haber salido mal, a veces a los coyotes los agarran y perdés la plata, pero en mi caso gracias a Dios salió todo bien. Costó, pero valió la pena”, justificó.

Hincha de Boca

“Yo no conocía Argentina, pero en 2014 fue un vecino que estaba acá, nos llevó como regalos camisetas de fútbol, a mí me tocó la de Boca, y ahí me hice hincha de Boca antes de venir acá. Y cuando el vecino volvió también pudo progresar, hizo cosas diferentes que allá cuestan hacer, en ese momento migraban más al lado de Europa que está más cerca. Por eso elegí Argentina”, fundamentó.

Una cultura muy diferente
Touba nació en una aldea senegalesa y tiene 32 hermanos, producto de la relación de su padre con sus cuatro esposas, como lo permite la tradición tribal en esas comunidades africanas.

“De parte de mi mamá somos ocho hermanos”, agregó.

“Obvio que las vidas y costumbres son muy diferentes, entre hermanos nunca nos peleábamos, pero nuestras mamás sí tenían diferencias. Entonces, desde chico tuve claro que no querían vivir algunas cosas, cuatro mujeres no”, señaló.

“Cuando llegué hablaba el dialecto de allá (wolof) y francés, en español sólo sabía decir ola y nada más. Pero como tenía que trabajar en la calle, escribía las palabras que necesitaba y también tenía anotado los precios. Pero cuando me preguntaban algo decía todo que sí”, explicó en un muy claro español.

“Nací en el campo, el pueblo donde nací tiene 21 casas, tenemos muchos animales, aunque leones hay en otras partes, nunca me tuve que escapar de uno”, contó sobre su aldea de orígen.

Pararse de mano
Aprendió a pelear en la calle, hasta que se hizo boxeador y comenzó a construir su sueño de campeón.

“Me tocó muchísimas veces pelearme en la calle para defender mi lugar como mantero o para que no me robaran. Yo era antes muy peleador, aunque el boxeo me cambió totalmente. Desde que empecé boxeo no volví a pelear en la calle”, aseguró.

“La calle en Argentina es dura, pero en mi país es más duro. Costó, pero pude”, refrendó.

El rudo deporte de los puños
“Hice todas las peleas en Argentina, cuando vine a este país no tenía pensado boxear, en Senegal practiqué lucha libre que es un deporte tradicional, pero nunca había hecho boxeo. Con el tiempo me hice amigos en la calle y uno de ellos, Alan Segovia, me invitó al gimnasio de su papá, fui una tarde, me pusieron los guantes y me terminó gustando, le pregunté si podía seguir entrenando y me dijo que no había problema y así empecé”, sintetizó sobre su derrotero boxístico.


“Gracias a Dios vengo invicto en ocho peleas, todas ganadas, seis por nocaut. A Omar (Narváez) lo conocí mirando peleas de los boxeadores argentinos. Y después de la última pelea la gente que me ayuda me preguntó que quería hacer y le pedí entrenar con Peto Ruiz que para mí es el mejor del país y con Omar que la tiene clara y la vivió. Creo que con ellos dos voy a hacer una diferencia en las dos próximas peleas”, esgrimió respecto de su futuro inmediato.

“Soy un boxeador agresivo, me gusta irme a los cruces y terminar la pelea antes del límite. Me dicen que tengo la mano pesada”, precisó.

Enorme proyección

“Yo se que la categoría welter y la súper ligero son las dos mejores del mundo. Yo estoy en welter, no digo que la vaya a dejar, pero el año que viene también haré algunas peleas en los 63,500 kilos”, adelantó.

“Seguramente el año que viene, si Dios quiere, nos podamos proyectar internacionalmente. Hoy estoy posicionado 169 en el mundo y la idea para ir afuera es estar dentro de los 50. Quiero ir afuera en busca de algo importante, no para ser un probador de nadie”, avisó.

“Sueño que cuando suba al ring en una pelea por un título del mundo lo haga con las banderas de Senegal y Argentina porque este país me ha dado mucho amor”, anheló.

Mejor que en casa

“No conozco todavía Madryn, pero el otro día los chicos del gimnasio me llevaron al mar a tomar unos mates”, en alusión a su visita a Playa Unión.

“Cuando llegué a la Argentina al quería estudiar, pero ahora estoy enfocado al boxeo y al trabajo (sigue vendiendo productos importados). Me faltan dos años de secundaría, yo tuve la oportunidad y las ganas, tenía que caminar 10 kilómetros de ida y 10 kms. de vuelta, pero caminando, no te llevaba nadie. Mi papá me compró lo que necesitaba, me anotó y empezó a ir solo. Allá hace mucho calor, a morir, frío nada, por eso acá lo sufro mucho”, expuso Touba.

“Tomo café y té, en mi lugar tomábamos Dakar y otras hierbas. No pudo probar alcohol porque soy musulmán, tampoco puedo fumar ni comer cerdo”, dijo sobre su elección religiosa.

“La verdad que en este país recibí más amor que en mi propio país. Es un lugar que me encanta y siempre voy a estar agradecido con la gente, conocí mucha gente buena que siempre estuvo conmigo, en las buenas y en las malas, y que me aconsejó y me acompañó. Argentina es mi segundo país y el día que pueda me voy a comprar una casa”, insistió.

“Tengo novia que es de Quilmes, ella está allá”, aclaró Touba.

“Me gusta mucho el asado y el matambre a la pizza”, aseguró en el final el joven senegalés sobre sus comidas argentinas preferidas, mientras disfrutaba un mate, otra costumbre de nuestro país que ya forma parte de su vida.

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11 NOV 2025 - 16:17


Fotos: Daniel Feldman (Jornada Medios).

Touba Niang. Así dice su documento argentino, que logró tener al casarse en el país a los 18 años.

Pero el boxeo es un cultivo permanente de seudónimos y el moreno de casi 1,80 metros tiene el suyo, La Mamba Negra: “es por la serpiente venenosa que pica y hace daño”, aclaró en medio de risas.

Hace nueve años llegó a la Argentina, en noviembre de 2015 con 15 años, y se radicó en Quilmes para intentar cambiar su destino.

Una travesía ilegal


Amable, afable, simpático, agradecido. Había salido de la famosa Dakar en un coyote (avión chico) con destino a España. Viajó solo, después de una travesía de tres meses en avión, barco, colectivo y hasta caminando, atravesando unas diez fronteras de manera ilegal, hasta de noche, para recalar en Quito (Ecuador). Finalmente llegó a Quilmes y empezó a trabajar como mantero.

“Éramos más o menos quince personas, mi papá pagó el viaje, pero él no quería que yo me fuera porque pensaba que todavía era pequeño. Yo creía que podía resolver mi vida solo. Iba a la escuela, pero dejé de ir, entonces mi papá se dio cuenta que quería salir, hasta que me entendió, habló con los coyotes, les dijeron cuánto había que pagar, vendió algunos animales, juntó la plata y pagó el viaje”, recordó.

“Podía haber salido mal, a veces a los coyotes los agarran y perdés la plata, pero en mi caso gracias a Dios salió todo bien. Costó, pero valió la pena”, justificó.

Hincha de Boca

“Yo no conocía Argentina, pero en 2014 fue un vecino que estaba acá, nos llevó como regalos camisetas de fútbol, a mí me tocó la de Boca, y ahí me hice hincha de Boca antes de venir acá. Y cuando el vecino volvió también pudo progresar, hizo cosas diferentes que allá cuestan hacer, en ese momento migraban más al lado de Europa que está más cerca. Por eso elegí Argentina”, fundamentó.

Una cultura muy diferente
Touba nació en una aldea senegalesa y tiene 32 hermanos, producto de la relación de su padre con sus cuatro esposas, como lo permite la tradición tribal en esas comunidades africanas.

“De parte de mi mamá somos ocho hermanos”, agregó.

“Obvio que las vidas y costumbres son muy diferentes, entre hermanos nunca nos peleábamos, pero nuestras mamás sí tenían diferencias. Entonces, desde chico tuve claro que no querían vivir algunas cosas, cuatro mujeres no”, señaló.

“Cuando llegué hablaba el dialecto de allá (wolof) y francés, en español sólo sabía decir ola y nada más. Pero como tenía que trabajar en la calle, escribía las palabras que necesitaba y también tenía anotado los precios. Pero cuando me preguntaban algo decía todo que sí”, explicó en un muy claro español.

“Nací en el campo, el pueblo donde nací tiene 21 casas, tenemos muchos animales, aunque leones hay en otras partes, nunca me tuve que escapar de uno”, contó sobre su aldea de orígen.

Pararse de mano
Aprendió a pelear en la calle, hasta que se hizo boxeador y comenzó a construir su sueño de campeón.

“Me tocó muchísimas veces pelearme en la calle para defender mi lugar como mantero o para que no me robaran. Yo era antes muy peleador, aunque el boxeo me cambió totalmente. Desde que empecé boxeo no volví a pelear en la calle”, aseguró.

“La calle en Argentina es dura, pero en mi país es más duro. Costó, pero pude”, refrendó.

El rudo deporte de los puños
“Hice todas las peleas en Argentina, cuando vine a este país no tenía pensado boxear, en Senegal practiqué lucha libre que es un deporte tradicional, pero nunca había hecho boxeo. Con el tiempo me hice amigos en la calle y uno de ellos, Alan Segovia, me invitó al gimnasio de su papá, fui una tarde, me pusieron los guantes y me terminó gustando, le pregunté si podía seguir entrenando y me dijo que no había problema y así empecé”, sintetizó sobre su derrotero boxístico.


“Gracias a Dios vengo invicto en ocho peleas, todas ganadas, seis por nocaut. A Omar (Narváez) lo conocí mirando peleas de los boxeadores argentinos. Y después de la última pelea la gente que me ayuda me preguntó que quería hacer y le pedí entrenar con Peto Ruiz que para mí es el mejor del país y con Omar que la tiene clara y la vivió. Creo que con ellos dos voy a hacer una diferencia en las dos próximas peleas”, esgrimió respecto de su futuro inmediato.

“Soy un boxeador agresivo, me gusta irme a los cruces y terminar la pelea antes del límite. Me dicen que tengo la mano pesada”, precisó.

Enorme proyección

“Yo se que la categoría welter y la súper ligero son las dos mejores del mundo. Yo estoy en welter, no digo que la vaya a dejar, pero el año que viene también haré algunas peleas en los 63,500 kilos”, adelantó.

“Seguramente el año que viene, si Dios quiere, nos podamos proyectar internacionalmente. Hoy estoy posicionado 169 en el mundo y la idea para ir afuera es estar dentro de los 50. Quiero ir afuera en busca de algo importante, no para ser un probador de nadie”, avisó.

“Sueño que cuando suba al ring en una pelea por un título del mundo lo haga con las banderas de Senegal y Argentina porque este país me ha dado mucho amor”, anheló.

Mejor que en casa

“No conozco todavía Madryn, pero el otro día los chicos del gimnasio me llevaron al mar a tomar unos mates”, en alusión a su visita a Playa Unión.

“Cuando llegué a la Argentina al quería estudiar, pero ahora estoy enfocado al boxeo y al trabajo (sigue vendiendo productos importados). Me faltan dos años de secundaría, yo tuve la oportunidad y las ganas, tenía que caminar 10 kilómetros de ida y 10 kms. de vuelta, pero caminando, no te llevaba nadie. Mi papá me compró lo que necesitaba, me anotó y empezó a ir solo. Allá hace mucho calor, a morir, frío nada, por eso acá lo sufro mucho”, expuso Touba.

“Tomo café y té, en mi lugar tomábamos Dakar y otras hierbas. No pudo probar alcohol porque soy musulmán, tampoco puedo fumar ni comer cerdo”, dijo sobre su elección religiosa.

“La verdad que en este país recibí más amor que en mi propio país. Es un lugar que me encanta y siempre voy a estar agradecido con la gente, conocí mucha gente buena que siempre estuvo conmigo, en las buenas y en las malas, y que me aconsejó y me acompañó. Argentina es mi segundo país y el día que pueda me voy a comprar una casa”, insistió.

“Tengo novia que es de Quilmes, ella está allá”, aclaró Touba.

“Me gusta mucho el asado y el matambre a la pizza”, aseguró en el final el joven senegalés sobre sus comidas argentinas preferidas, mientras disfrutaba un mate, otra costumbre de nuestro país que ya forma parte de su vida.