SENASA coordina controles y pide actuar temprano. La plaga endémica de la Patagonia y emparentada con langostas y grillos, atraviesa un nuevo pico poblacional.
El director de Sanidad Vegetal del SENASA, Héctor Medina, confirmó que la región atraviesa un nuevo estallido poblacional de la llamada tucura sapo, un insecto “átero” (sin alas desarrolladas), endémico de Chubut, Río Negro y Santa Cruz. “No tiene ningún impacto directo en el ser humano. Simplemente se alimenta de material vegetal”, aclaró. El mayor riesgo se concentra en la competencia por el recurso forrajero, clave para la ganadería ovina y bovina.
“Esta plaga tiene estos nacimientos masivos cada tres años. En 2019/2020 tuvimos una emergencia; tres años después, una resolución de alerta; y ahora, parados en 2025, volvemos a tener un estallido poblacional”, explicó Medina.
Explicó que en Chubut, los focos están distribuídos.“La zona de Cushamen es un centro importante de trabajo; hicimos capacitaciones recientes con técnicos, comuna y productores. Las grandes extensiones y la geografía patagónica dificultan el seguimiento, el monitoreo y el control”.
Al describir a la tucura la identificó como “un insecto emparentado con langostas y grillos; de contextura más ancha, por eso el nombre vulgar de “sapo”. A diferencia de la langosta, no vuela y siempre camina”, explicó.
Impacto en la producción
“Amenaza la producción agropecuaria en general. En Patagonia el mayor riesgo es la ganadería, porque compite con la oveja por el forraje; en años de escasez se hace más evidente”. Según Medina, desde 2020 funciona una mesa interinstitucional —SENASA; INTA, CONICET, provincias, entes y productores— que publicó un manual de recomendaciones y sostiene capacitación permanente.
“Cuanto más temprano se actúe, mejor. Trabajamos en herramientas alternativas: biocontrol, estudios de laboratorio para entender la biología, e incluso, junto al INTI, el desarrollo de una ‘aspiradora’ para zonas donde el control es muy difícil”. Agregó que el rol del SENASA “es liderar acciones de capacitación, recomendaciones y aprobación de productos para que el productor pueda controlar”.

La alerta estará vigente hasta marzo de 2026. “La dinámica poblacional hace que la tucura esté presente desde julio. En noviembre y diciembre se reproduce y deja huevos en el suelo; luego deja de verse hasta un nuevo ciclo, probablemente en tres años. Por eso la alerta acompaña ese calendario”, detalló. “Emitimos un primer comunicado en junio: avisamos que en julio habría nacimientos, y ocurrió. Se hicieron controles, pero vimos necesario declarar la alerta para visibilizar el problema y redoblar esfuerzos”.
Recomendó que los productoras realicen monitoreos tempranos en potreros y mallines; dar aviso a equipos locales de SENASA/INTA ante bandas de tucuras; aplicar las recomendaciones del manual y usar productos aprobados coordinando con municipios/comunas para operativos focalizados. “La alerta ordena y articula recursos públicos y privados. Controlar a tiempo evita que la plaga escale y proteje el forraje del que depende la ganadería patagónica”, cerró Medina.

SENASA coordina controles y pide actuar temprano. La plaga endémica de la Patagonia y emparentada con langostas y grillos, atraviesa un nuevo pico poblacional.
El director de Sanidad Vegetal del SENASA, Héctor Medina, confirmó que la región atraviesa un nuevo estallido poblacional de la llamada tucura sapo, un insecto “átero” (sin alas desarrolladas), endémico de Chubut, Río Negro y Santa Cruz. “No tiene ningún impacto directo en el ser humano. Simplemente se alimenta de material vegetal”, aclaró. El mayor riesgo se concentra en la competencia por el recurso forrajero, clave para la ganadería ovina y bovina.
“Esta plaga tiene estos nacimientos masivos cada tres años. En 2019/2020 tuvimos una emergencia; tres años después, una resolución de alerta; y ahora, parados en 2025, volvemos a tener un estallido poblacional”, explicó Medina.
Explicó que en Chubut, los focos están distribuídos.“La zona de Cushamen es un centro importante de trabajo; hicimos capacitaciones recientes con técnicos, comuna y productores. Las grandes extensiones y la geografía patagónica dificultan el seguimiento, el monitoreo y el control”.
Al describir a la tucura la identificó como “un insecto emparentado con langostas y grillos; de contextura más ancha, por eso el nombre vulgar de “sapo”. A diferencia de la langosta, no vuela y siempre camina”, explicó.
Impacto en la producción
“Amenaza la producción agropecuaria en general. En Patagonia el mayor riesgo es la ganadería, porque compite con la oveja por el forraje; en años de escasez se hace más evidente”. Según Medina, desde 2020 funciona una mesa interinstitucional —SENASA; INTA, CONICET, provincias, entes y productores— que publicó un manual de recomendaciones y sostiene capacitación permanente.
“Cuanto más temprano se actúe, mejor. Trabajamos en herramientas alternativas: biocontrol, estudios de laboratorio para entender la biología, e incluso, junto al INTI, el desarrollo de una ‘aspiradora’ para zonas donde el control es muy difícil”. Agregó que el rol del SENASA “es liderar acciones de capacitación, recomendaciones y aprobación de productos para que el productor pueda controlar”.

La alerta estará vigente hasta marzo de 2026. “La dinámica poblacional hace que la tucura esté presente desde julio. En noviembre y diciembre se reproduce y deja huevos en el suelo; luego deja de verse hasta un nuevo ciclo, probablemente en tres años. Por eso la alerta acompaña ese calendario”, detalló. “Emitimos un primer comunicado en junio: avisamos que en julio habría nacimientos, y ocurrió. Se hicieron controles, pero vimos necesario declarar la alerta para visibilizar el problema y redoblar esfuerzos”.
Recomendó que los productoras realicen monitoreos tempranos en potreros y mallines; dar aviso a equipos locales de SENASA/INTA ante bandas de tucuras; aplicar las recomendaciones del manual y usar productos aprobados coordinando con municipios/comunas para operativos focalizados. “La alerta ordena y articula recursos públicos y privados. Controlar a tiempo evita que la plaga escale y proteje el forraje del que depende la ganadería patagónica”, cerró Medina.