Adiós a un hacedor de sueños

Fue jugador, técnico y dirigente tanto de Guillermo Brown como Huracán. Y un hacedor pasional por las cosas que amaba.

Darwin y Nelson, uno de sus hijos, en el predio de Huracán.
03 SEP 2025 - 19:06 | Actualizado 03 SEP 2025 - 19:12

Se fue de puntillas, silencioso con la caída del sol, y levantó vuelo. Estaba harto ya de su cuerpo colonizado por un monstruo invasivo. Pero antes de irse firmó su testamento: les dejó a los suyos toda su inmensa fortuna: la semilla de la revolución que se cura con esa descomunal ternura que poseía con la que venceremos al final del día. Y un amanecer que sea para todos.

La crónica fría, certera dirá que en las últimas nos dejó físicamente Darwin Williams. Una parte indisoluble del quehacer deportivo y social de la región. Tanto en Guillermo Brown de Puerto Madryn como en Huracán de Trelew.

Jugador, técnico y dirigente, agrimensor; Darwin cumplió todas las facetas y supo, junto a su hermano gemelo Irving conformar una dupla particular. No sólo por su vínculo sanguíneo, a lo que sumaba su padre, Edward, sino por su forma de ser y sentir. Fueron voz y faro de “La Banda” que comenzaba a dar sus primeros pasos. Pero, Darwin no sólo quedó en ello. Ya en Trelew, su bonhomía de bien lo llevó a sembrar e inocular futuro en su adelante y lo hizo descubrir que podía ser posible amanecer mañana. Ya en Huracán, hizo lo que mismo que con su anterior familia browniana. Confeccionó -como ayer al Conti- el Morat del “Globito” e infalible, transmitió su amor. Tanto por Brown como por Huracán.
Para él y los suyos que venían atrás.

Su obra, aquí y allá, animó a conjugar todos los verbos. Ahora, que llueve en tantos ojos. Y la tierra se muere de pena.

Las ausencias no se superan, se caminan. Se atraviesan descalzo con la piel hecha pregunta y el alma hecha pedazos.

Los vacíos no se llenan…se habitan; andando, aunque falte la mitad del paisaje.

Sin embargo, Darwin se multiplicó en tanta gente que la orfandad, hoy, resulta completamente ajena. Porque amaron a gritos. Cristalizando sueños.

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Darwin y Nelson, uno de sus hijos, en el predio de Huracán.
03 SEP 2025 - 19:06

Se fue de puntillas, silencioso con la caída del sol, y levantó vuelo. Estaba harto ya de su cuerpo colonizado por un monstruo invasivo. Pero antes de irse firmó su testamento: les dejó a los suyos toda su inmensa fortuna: la semilla de la revolución que se cura con esa descomunal ternura que poseía con la que venceremos al final del día. Y un amanecer que sea para todos.

La crónica fría, certera dirá que en las últimas nos dejó físicamente Darwin Williams. Una parte indisoluble del quehacer deportivo y social de la región. Tanto en Guillermo Brown de Puerto Madryn como en Huracán de Trelew.

Jugador, técnico y dirigente, agrimensor; Darwin cumplió todas las facetas y supo, junto a su hermano gemelo Irving conformar una dupla particular. No sólo por su vínculo sanguíneo, a lo que sumaba su padre, Edward, sino por su forma de ser y sentir. Fueron voz y faro de “La Banda” que comenzaba a dar sus primeros pasos. Pero, Darwin no sólo quedó en ello. Ya en Trelew, su bonhomía de bien lo llevó a sembrar e inocular futuro en su adelante y lo hizo descubrir que podía ser posible amanecer mañana. Ya en Huracán, hizo lo que mismo que con su anterior familia browniana. Confeccionó -como ayer al Conti- el Morat del “Globito” e infalible, transmitió su amor. Tanto por Brown como por Huracán.
Para él y los suyos que venían atrás.

Su obra, aquí y allá, animó a conjugar todos los verbos. Ahora, que llueve en tantos ojos. Y la tierra se muere de pena.

Las ausencias no se superan, se caminan. Se atraviesan descalzo con la piel hecha pregunta y el alma hecha pedazos.

Los vacíos no se llenan…se habitan; andando, aunque falte la mitad del paisaje.

Sin embargo, Darwin se multiplicó en tanta gente que la orfandad, hoy, resulta completamente ajena. Porque amaron a gritos. Cristalizando sueños.