Casi siempre, la realidad de la mayoría de los ciudadanos y la política van por caminos distintos. Chubut no es la excepción. Como cada semana en lo que va del año, la crisis laboral en distintos sectores de la economía se choca con las novedades de las internas partidarias que empiezan a definirse de cara a octubre.
Primero fue la industria petrolera, que ya eyectó a más de 4.000 trabajadores, aún en medio de medidas en beneficio de las operadoras que fueron empujadas por los propios sectores sindicales.
Después estalló el conflicto de la pesca, que está lejos de solucionarse y deja a miles de trabajadores debajo de los barcos, gracias a la inflexibilidad del SOMU -el gremio de los marineros- y de las cámaras empresarias, que a esta altura ya parecen estar únicamente dispuestos a medirse sus partes íntimas todos los días sin mirar un poco más allá de sus narices.
Todos deberían saber que el conflicto permanente no le sirve a nadie. El gremio debería entender que ceder algo en beneficio de un acuerdo general ayudaría a los trabajadores; y los empresarios, que ganaron muchísimo durante muchos años, deberían aceptar que ganar menos no es perder.
El viernes estalló otro conflicto, esta vez en el alicaído sector textil de Trelew. En verdad, una mancha más para la empresa Soltex y el incombustible empresario Sebastián Santiago, que hace más de una década promete más de lo que produce, despide más de lo que contrata y paga menos de lo que debería. Al menos, eso es lo que denunciaron los pocos trabajadores que quedan en la empresa, una especia de último vestigio de una industria que fue destruida hace mucho tiempo.
Un balazo a la sociedad
Por si fuera poco, un disparo acabó con la vida de la sargenta ayudante Marcela Tagariello en una fría noche de Puerto Madryn, que conmocionó a los integrantes de la Policía del Chubut pero también a cientos de miles de chubutenses que terminaron por confirmar que la lucha contra la inseguridad en las grandes ciudades no estaría siendo tan exitosa como suelen asegurar las encuestas oficiales.
La ausencia de altas autoridades en el conmovedor sepelio de la policía asesinada causó sorpresa y hasta algunos gestos de bronca de los familiares y camaradas de la mujer que entregó su vida por la fuerza.
Así y todo, la sociedad no debería caer en la tentación de circunscribir estos hechos dolorosos e impactantes a la “inseguridad” como único factor. El desmembramiento social viene de lejos: los errores en la implementación o la falta absoluta de políticas sociales de los distintos gobiernos han terminado por configurar un escenario cada vez más preocupante.
Las decenas de muertos que sigue habiendo año tras año en los barrios más pobres de las grandes ciudades de Chubut están casi todos vinculados al submundo de la venta de droga en cantidades pequeñas.
La encarnizada lucha contra el “narcomenudeo” no debería terminar sólo con la detención de jóvenes armados hasta los dientes que dependen de la venta de drogas para sobrevivir. Sobre ellos hay bandas narcos más pesadas cuyos líderes casi nunca caen. Además de financistas y lavadores de dinero que actúan a cielo abierto sin que los que tienen la obligación de perseguir, juzgar y condenar parecieran enterarse.
Es la política, estúpido
La semana pasada, el Observatorio Pulsar, que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA), publicó la tercera edición de su muestra nacional sobre “Creencias Sociales”.
“En un año electoral que comenzó con datos de participación electoral que despertaron las alarmas, encontramos que los argentinos estamos cada vez más interesados en la política”, señala el informe de Pulsar.
Este dato sorprende, además, porque es algo que viene creciendo en los últimos tres años. El salto de este 2025 consolida una mayoría atraída por el debate público sobre la cosa pública. “De apáticos a interesados”, resume el trabajo de la UBA.
Un dato para tener en cuenta: este crecimiento sostenido y constante tiene su explicación en términos de género. Al comparar los datos de este año con las dos oleadas anteriores, se registró un salto importante en el interés por la política entre las mujeres. El crecimiento de 17 puntos porcentuales superior al que se dio entre los varones.
El informe agrega que este interés es mayor en los votantes del viejo Juntos por el Cambio o de La Libertad Avanza. Eso sugiere que parte de ese crecimiento responde a la politización de los sectores que acompañan al oficialismo nacional.
Pero este aumento detectado no necesariamente implica una ciudadanía más comprometida con las formas tradicionales de participación. Eso explicaría el alto ausentismo en las últimas elecciones en varias provincias. No es que a la gente no le interese la política; lo que no estaría interesando demasiado es lo que tienen para ofrecer.
Camino a octubre
En este escenario, las principales fuerzas de Chubut empezaron a acomodar sus carros para encaminarse a una elección que, a tres meses de ir a las urnas, por ahora no parece despertar mucho interés.
El peronismo -y sus aliados en el Frente “Unidos Podemos”- será la única fuerza en elegir a sus candidatos en una interna, eludiendo los “dedazos” que tan mal le han hecho en los últimos años y que tantas derrotas le han causado.
Embarcados en una puja que se podría haber evitado si hubiera habido más diálogo y menos soberbia de los que manejan el sello partidario, Dante Bowen y Juan Pablo Luque irán en dos semanas a una interna con boleta única, con mesas en 34 localidades y unos 45.600 afilados de todos los partidos del frente habilitados para elegir.
La cantidad de afiliados que finalmente vayan a votar será una fotografía de la actualidad del peronismo. Pero esta puja interna, si termina siendo medianamente ordenada y transparente, podría marcar una diferencia a favor con las otros frentes que apuestan a quedarse con alguna de las dos bancas que estarán en juego el 26 de octubre.
Entre ellos, el del gobernador Nacho Torres (Despierta Chubut); el de los sindicalistas Jorge Taboada y Alfredo Beliz (La Fuerza del Trabajo Chubutense); y la propia La Libertad Avanza, que cerraron filas y definieron -o definirán- a sus candidatos sin consultar a los afiliados.
Por ahora no parece haber nada jugado, ni tampoco hay una polarización clara entre dos frentes. El peronismo se entusiasma con algunas encuestas que lo dan luchando voto a voto con los libertarios, y celebran que el gobernador se haya definido por Ana Clara Romero como cabeza de lista. Creen que la comodorense tendrá dificultades para ganar en su propio territorio (perdió la intendencia en 2023 contra Othar Macharashvili) y que su actuación en la Cámara de Diputados ha estado siempre más cercana a los intereses del presidente Javier Milei que a los de los chubutenses.
El gran elector en el frente oficialista será el gobernador, acompañado por intendentes propios y algunos extraños que eligieron el calorcito del oficialismo a la sequía en el desierto. Torres no tiene margen para ningún traspié porque aun le quedan dos años más de gestión provincial y muchas aspiraciones nacionales.
Los libertarios aún no definieron a sus candidatos, tal vez para evitar el desgaste al que serán sometidos. Pero se entusiasman con que el apoyo y una foto con Milei alcance para retener muchos de los votos que tuvieron en la segunda vuelta de 2023.
Necesitarán, sobre todo, que los alfileres que sostienen el plan económico de “Toto” Caputo no cedan en la recta final. La apuesta es aguantar hasta octubre, hacer una elección razonable y después, que importa del después.
Casi siempre, la realidad de la mayoría de los ciudadanos y la política van por caminos distintos. Chubut no es la excepción. Como cada semana en lo que va del año, la crisis laboral en distintos sectores de la economía se choca con las novedades de las internas partidarias que empiezan a definirse de cara a octubre.
Primero fue la industria petrolera, que ya eyectó a más de 4.000 trabajadores, aún en medio de medidas en beneficio de las operadoras que fueron empujadas por los propios sectores sindicales.
Después estalló el conflicto de la pesca, que está lejos de solucionarse y deja a miles de trabajadores debajo de los barcos, gracias a la inflexibilidad del SOMU -el gremio de los marineros- y de las cámaras empresarias, que a esta altura ya parecen estar únicamente dispuestos a medirse sus partes íntimas todos los días sin mirar un poco más allá de sus narices.
Todos deberían saber que el conflicto permanente no le sirve a nadie. El gremio debería entender que ceder algo en beneficio de un acuerdo general ayudaría a los trabajadores; y los empresarios, que ganaron muchísimo durante muchos años, deberían aceptar que ganar menos no es perder.
El viernes estalló otro conflicto, esta vez en el alicaído sector textil de Trelew. En verdad, una mancha más para la empresa Soltex y el incombustible empresario Sebastián Santiago, que hace más de una década promete más de lo que produce, despide más de lo que contrata y paga menos de lo que debería. Al menos, eso es lo que denunciaron los pocos trabajadores que quedan en la empresa, una especia de último vestigio de una industria que fue destruida hace mucho tiempo.
Un balazo a la sociedad
Por si fuera poco, un disparo acabó con la vida de la sargenta ayudante Marcela Tagariello en una fría noche de Puerto Madryn, que conmocionó a los integrantes de la Policía del Chubut pero también a cientos de miles de chubutenses que terminaron por confirmar que la lucha contra la inseguridad en las grandes ciudades no estaría siendo tan exitosa como suelen asegurar las encuestas oficiales.
La ausencia de altas autoridades en el conmovedor sepelio de la policía asesinada causó sorpresa y hasta algunos gestos de bronca de los familiares y camaradas de la mujer que entregó su vida por la fuerza.
Así y todo, la sociedad no debería caer en la tentación de circunscribir estos hechos dolorosos e impactantes a la “inseguridad” como único factor. El desmembramiento social viene de lejos: los errores en la implementación o la falta absoluta de políticas sociales de los distintos gobiernos han terminado por configurar un escenario cada vez más preocupante.
Las decenas de muertos que sigue habiendo año tras año en los barrios más pobres de las grandes ciudades de Chubut están casi todos vinculados al submundo de la venta de droga en cantidades pequeñas.
La encarnizada lucha contra el “narcomenudeo” no debería terminar sólo con la detención de jóvenes armados hasta los dientes que dependen de la venta de drogas para sobrevivir. Sobre ellos hay bandas narcos más pesadas cuyos líderes casi nunca caen. Además de financistas y lavadores de dinero que actúan a cielo abierto sin que los que tienen la obligación de perseguir, juzgar y condenar parecieran enterarse.
Es la política, estúpido
La semana pasada, el Observatorio Pulsar, que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA), publicó la tercera edición de su muestra nacional sobre “Creencias Sociales”.
“En un año electoral que comenzó con datos de participación electoral que despertaron las alarmas, encontramos que los argentinos estamos cada vez más interesados en la política”, señala el informe de Pulsar.
Este dato sorprende, además, porque es algo que viene creciendo en los últimos tres años. El salto de este 2025 consolida una mayoría atraída por el debate público sobre la cosa pública. “De apáticos a interesados”, resume el trabajo de la UBA.
Un dato para tener en cuenta: este crecimiento sostenido y constante tiene su explicación en términos de género. Al comparar los datos de este año con las dos oleadas anteriores, se registró un salto importante en el interés por la política entre las mujeres. El crecimiento de 17 puntos porcentuales superior al que se dio entre los varones.
El informe agrega que este interés es mayor en los votantes del viejo Juntos por el Cambio o de La Libertad Avanza. Eso sugiere que parte de ese crecimiento responde a la politización de los sectores que acompañan al oficialismo nacional.
Pero este aumento detectado no necesariamente implica una ciudadanía más comprometida con las formas tradicionales de participación. Eso explicaría el alto ausentismo en las últimas elecciones en varias provincias. No es que a la gente no le interese la política; lo que no estaría interesando demasiado es lo que tienen para ofrecer.
Camino a octubre
En este escenario, las principales fuerzas de Chubut empezaron a acomodar sus carros para encaminarse a una elección que, a tres meses de ir a las urnas, por ahora no parece despertar mucho interés.
El peronismo -y sus aliados en el Frente “Unidos Podemos”- será la única fuerza en elegir a sus candidatos en una interna, eludiendo los “dedazos” que tan mal le han hecho en los últimos años y que tantas derrotas le han causado.
Embarcados en una puja que se podría haber evitado si hubiera habido más diálogo y menos soberbia de los que manejan el sello partidario, Dante Bowen y Juan Pablo Luque irán en dos semanas a una interna con boleta única, con mesas en 34 localidades y unos 45.600 afilados de todos los partidos del frente habilitados para elegir.
La cantidad de afiliados que finalmente vayan a votar será una fotografía de la actualidad del peronismo. Pero esta puja interna, si termina siendo medianamente ordenada y transparente, podría marcar una diferencia a favor con las otros frentes que apuestan a quedarse con alguna de las dos bancas que estarán en juego el 26 de octubre.
Entre ellos, el del gobernador Nacho Torres (Despierta Chubut); el de los sindicalistas Jorge Taboada y Alfredo Beliz (La Fuerza del Trabajo Chubutense); y la propia La Libertad Avanza, que cerraron filas y definieron -o definirán- a sus candidatos sin consultar a los afiliados.
Por ahora no parece haber nada jugado, ni tampoco hay una polarización clara entre dos frentes. El peronismo se entusiasma con algunas encuestas que lo dan luchando voto a voto con los libertarios, y celebran que el gobernador se haya definido por Ana Clara Romero como cabeza de lista. Creen que la comodorense tendrá dificultades para ganar en su propio territorio (perdió la intendencia en 2023 contra Othar Macharashvili) y que su actuación en la Cámara de Diputados ha estado siempre más cercana a los intereses del presidente Javier Milei que a los de los chubutenses.
El gran elector en el frente oficialista será el gobernador, acompañado por intendentes propios y algunos extraños que eligieron el calorcito del oficialismo a la sequía en el desierto. Torres no tiene margen para ningún traspié porque aun le quedan dos años más de gestión provincial y muchas aspiraciones nacionales.
Los libertarios aún no definieron a sus candidatos, tal vez para evitar el desgaste al que serán sometidos. Pero se entusiasman con que el apoyo y una foto con Milei alcance para retener muchos de los votos que tuvieron en la segunda vuelta de 2023.
Necesitarán, sobre todo, que los alfileres que sostienen el plan económico de “Toto” Caputo no cedan en la recta final. La apuesta es aguantar hasta octubre, hacer una elección razonable y después, que importa del después.