En plena ola polar, una columna de humo en el cerro Dedo Gordo, cerca del río Blanco, activó el alerta del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales). Lo que parecía un foco menor terminó revelando un fenómeno inusual: un incendio subterráneo de carbón mineral.
La zona afectada se encuentra en la cuenca carbonífera de Ñirihuau, a 70 kilómetros al sureste de Bariloche, considerada la segunda más importante del país después de Río Turbio. Allí, afloramientos de carbón en la ribera del río habrían entrado en contacto con raíces aún calientes por el incendio de enero pasado, que devastó más de 3.800 hectáreas en la zona de Confluencia.
Investigadores del Conicet también llegaron a la zona y confirmaron que el material en combustión no es materia orgánica superficial, sino roca con alto contenido de carbón, lo que transforma al caso en un hecho geológico y ambiental de interés.
Un fenómeno acotado pero que requiere seguimiento
Según Quesada, el fuego se mantiene activo porque el carbón está expuesto al aire y entró en ignición tras el incendio forestal. “No hay posibilidad de que se extienda por debajo de la tierra. El carbón necesita oxígeno para arder, no se propaga por sí solo bajo tierra”, aseguró.
El área afectada es pequeña, de entre 10 y 20 metros, y está fuera del ANPRALE (Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido). Aunque el sitio emite vapor y gases con olor fétido, producto de posibles compuestos sulfurosos, no representa un riesgo para la salud.
(La Radio De La Cordillera)
En plena ola polar, una columna de humo en el cerro Dedo Gordo, cerca del río Blanco, activó el alerta del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales). Lo que parecía un foco menor terminó revelando un fenómeno inusual: un incendio subterráneo de carbón mineral.
La zona afectada se encuentra en la cuenca carbonífera de Ñirihuau, a 70 kilómetros al sureste de Bariloche, considerada la segunda más importante del país después de Río Turbio. Allí, afloramientos de carbón en la ribera del río habrían entrado en contacto con raíces aún calientes por el incendio de enero pasado, que devastó más de 3.800 hectáreas en la zona de Confluencia.
Investigadores del Conicet también llegaron a la zona y confirmaron que el material en combustión no es materia orgánica superficial, sino roca con alto contenido de carbón, lo que transforma al caso en un hecho geológico y ambiental de interés.
Un fenómeno acotado pero que requiere seguimiento
Según Quesada, el fuego se mantiene activo porque el carbón está expuesto al aire y entró en ignición tras el incendio forestal. “No hay posibilidad de que se extienda por debajo de la tierra. El carbón necesita oxígeno para arder, no se propaga por sí solo bajo tierra”, aseguró.
El área afectada es pequeña, de entre 10 y 20 metros, y está fuera del ANPRALE (Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido). Aunque el sitio emite vapor y gases con olor fétido, producto de posibles compuestos sulfurosos, no representa un riesgo para la salud.
(La Radio De La Cordillera)