Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Podría calificarse de inédito; incluso de insólito. Pero no de sorpresivo. O acaso, ¿Asombra que el fútbol femenino sea ninguneado, descartado o relegado?. Ejemplos hay muchos. Y ahora le toca el turno a uno de los clubes más ganadores de la Primera División del fútbol argentino: UAI Urquiza.
¿Qué decidieron sus dirigentes y presuntamente de acuerdo con la dirigencia afista?. Descender a pedido. Bomba o no tanto. Las repercusiones no tuvieron título con letras a molde grueso; ni tampoco grandes debates en los diferentes formatos de los medios que se dedican a la actividad deportiva.
El pretexto de quienes conducen al equipo de Villa Lynch del conurbano bonaerense es "optimizar recursos y concentrar esfuerzos en un proyecto deportivo sostenible". Para el fútbol femenino, claro está. Del masculino…nada se dijo y sigue en su misma categoría, sin ganar un solo trofeo y deambulando por la medianía generalizada de la Primera B Metropolitana, tercera categoría del fútbol nacional de los directamente afiliados a la casa madre del balompié argentino.
A través de un comunicado, el club justificó su decisión diciendo que esta medida servirá para “concentrar esfuerzos en un proyecto deportivo sostenible, que nos permita fortalecer nuestra estructura institucional y seguir contribuyendo al crecimiento del fútbol femenino argentino". Si.
Descendiendo. Traduciendo: si bajamos, creceremos. Raro.
Y agregó que "esta etapa representará una oportunidad para redoblar esfuerzos y trabajar en una estructura que fortalezca nuestras bases deportivas, impulsando el crecimiento de nuestras jugadoras y reafirmando nuestro rol como semillero de talento para el fútbol femenino argentino". Sanata pura.
También, sí. Un club que en hombres nunca tuvo un título destacable; pero que en el género femenino se llevó las máximas preseas -de Primera- en los certámenes de 2012, 2014, 2016, 2017-18 y 2018-19, una Copa Federal e hizo podio (salió tercera) en la edición de 2015 de la Copa Libertadores de América.
La decisión de la institución fundado en mayo de 1950 por pasajeros y vendedores ambulantes del Ferrocarril Urquiza y que cambió su razón social en agosto del 2009 cuando hizo un acuerdo con la Universidad Abierta Interamericana (UAI) no cayó nada bien a jugadoras y exjugadoras del elenco celeste y granate. Una de ellas, Romina Núñez, integrante de la selección argentina enfatizó en sus redes: "Un club al que le entregué mi vida entera, donde di hasta lo que no tenía. Hoy la tristeza no se puede evitar, pero era de esperarse (...) Con un turrón y un vaso de yogurt en la merienda, agachábamos la cabeza e íbamos todas juntas. La dirigencia nunca quiso apostar al fútbol femenino y nunca lo va a hacer. Un club con tanta historia en el femenino lo están hundiendo", denunció.
Está clarito. El fútbol femenino no interesa. Hay declamaciones y supuestas buenas intenciones para afuera; pero puertas adentro es todo lo contrario. Clubes que directamente no tienen o que decidieron descartar el espacio; dirigente con conceptos prehistóricos que no toleran el ascenso del fútbol femenino aunque porque su presencia en categorías importantes del fútbol argento debería ser una obligación y no un desprecio visceral a los cambios de paradigmas.
Mientras tanto nos vanagloriamos de los triunfos de los hombres, nos excitamos con cantos xenófobos y miramos para otro lado cuando Corea del Norte sale campeona del Mundo en las categorías Sub 17 y Sub 20 en un año. Sorprendidos. Mirando el árbol cuando descuidamos el hábito de cuidar el bosque.
Consecuencias
En esa actitud, nace la intolerancia sin medir consecuencias. Con una moralidad de catecismo, sus habitantes cruzan el mundo a hurtadillas y temerosos de que alguien pueda reprocharles la osadía de existir en vano, como unos contrabandistas de la vida, secándose poquito a poco. Un mundo de todos contra todos, disfrutando la desgracia ajena y el éxito con los indeseables. Vegetando con malicia y feliz con las intrigas.
Con un sistema de coartadas simples y elementales y que sirven para lavar conciencias, los entusiasmos son exclusivamente propios y las culpas, por supuesto, ajenas. Como las responsabilidades. Casi un resumen perfecto de una realidad sin contraseñas. Sólo la alarmante pérdida de contacto con la realidad y la onmipotencia lo puede negar.
Ojalá que en sus momentos de reflexión, la dirigencia del fútbol haya dejado de buscar culpables y se haya señalado, a sí misma, como la única arquitecta de su destino. Si lo logra, habrá conseguido algo muy importante. Nada menos que la verdad. Lla que tendrá más espinas que rosas, pero la que cerrará las voces de las críticas para abrir las del asombro. Caso contrario, no merecerá, siquiera, el desprecio, que fustiga a los perversos, mucho menos la apología, reservada a los virtuosos.
Ayer les tocó a las futbolistas de Argentino de Rosario que las mandaron a “ponerse las calzas para vender publicidad”. Después vino la queja de las seleccionadas por el viático miserable que percibían y el desprecio público del presidente de Estudiantes de La Plata, Juan Sebastián Verón al indicar que es una actividad que da pérdida. Ni hablar de las entidades del “interior profundo”, que se deben conseguir hasta las medias.
Y ahora es el turno de UAI Urquiza; club ganador si los hay y al que lo llaman el furgón. Si, el furgón de cola. Como el fútbol femenino.
Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Podría calificarse de inédito; incluso de insólito. Pero no de sorpresivo. O acaso, ¿Asombra que el fútbol femenino sea ninguneado, descartado o relegado?. Ejemplos hay muchos. Y ahora le toca el turno a uno de los clubes más ganadores de la Primera División del fútbol argentino: UAI Urquiza.
¿Qué decidieron sus dirigentes y presuntamente de acuerdo con la dirigencia afista?. Descender a pedido. Bomba o no tanto. Las repercusiones no tuvieron título con letras a molde grueso; ni tampoco grandes debates en los diferentes formatos de los medios que se dedican a la actividad deportiva.
El pretexto de quienes conducen al equipo de Villa Lynch del conurbano bonaerense es "optimizar recursos y concentrar esfuerzos en un proyecto deportivo sostenible". Para el fútbol femenino, claro está. Del masculino…nada se dijo y sigue en su misma categoría, sin ganar un solo trofeo y deambulando por la medianía generalizada de la Primera B Metropolitana, tercera categoría del fútbol nacional de los directamente afiliados a la casa madre del balompié argentino.
A través de un comunicado, el club justificó su decisión diciendo que esta medida servirá para “concentrar esfuerzos en un proyecto deportivo sostenible, que nos permita fortalecer nuestra estructura institucional y seguir contribuyendo al crecimiento del fútbol femenino argentino". Si.
Descendiendo. Traduciendo: si bajamos, creceremos. Raro.
Y agregó que "esta etapa representará una oportunidad para redoblar esfuerzos y trabajar en una estructura que fortalezca nuestras bases deportivas, impulsando el crecimiento de nuestras jugadoras y reafirmando nuestro rol como semillero de talento para el fútbol femenino argentino". Sanata pura.
También, sí. Un club que en hombres nunca tuvo un título destacable; pero que en el género femenino se llevó las máximas preseas -de Primera- en los certámenes de 2012, 2014, 2016, 2017-18 y 2018-19, una Copa Federal e hizo podio (salió tercera) en la edición de 2015 de la Copa Libertadores de América.
La decisión de la institución fundado en mayo de 1950 por pasajeros y vendedores ambulantes del Ferrocarril Urquiza y que cambió su razón social en agosto del 2009 cuando hizo un acuerdo con la Universidad Abierta Interamericana (UAI) no cayó nada bien a jugadoras y exjugadoras del elenco celeste y granate. Una de ellas, Romina Núñez, integrante de la selección argentina enfatizó en sus redes: "Un club al que le entregué mi vida entera, donde di hasta lo que no tenía. Hoy la tristeza no se puede evitar, pero era de esperarse (...) Con un turrón y un vaso de yogurt en la merienda, agachábamos la cabeza e íbamos todas juntas. La dirigencia nunca quiso apostar al fútbol femenino y nunca lo va a hacer. Un club con tanta historia en el femenino lo están hundiendo", denunció.
Está clarito. El fútbol femenino no interesa. Hay declamaciones y supuestas buenas intenciones para afuera; pero puertas adentro es todo lo contrario. Clubes que directamente no tienen o que decidieron descartar el espacio; dirigente con conceptos prehistóricos que no toleran el ascenso del fútbol femenino aunque porque su presencia en categorías importantes del fútbol argento debería ser una obligación y no un desprecio visceral a los cambios de paradigmas.
Mientras tanto nos vanagloriamos de los triunfos de los hombres, nos excitamos con cantos xenófobos y miramos para otro lado cuando Corea del Norte sale campeona del Mundo en las categorías Sub 17 y Sub 20 en un año. Sorprendidos. Mirando el árbol cuando descuidamos el hábito de cuidar el bosque.
Consecuencias
En esa actitud, nace la intolerancia sin medir consecuencias. Con una moralidad de catecismo, sus habitantes cruzan el mundo a hurtadillas y temerosos de que alguien pueda reprocharles la osadía de existir en vano, como unos contrabandistas de la vida, secándose poquito a poco. Un mundo de todos contra todos, disfrutando la desgracia ajena y el éxito con los indeseables. Vegetando con malicia y feliz con las intrigas.
Con un sistema de coartadas simples y elementales y que sirven para lavar conciencias, los entusiasmos son exclusivamente propios y las culpas, por supuesto, ajenas. Como las responsabilidades. Casi un resumen perfecto de una realidad sin contraseñas. Sólo la alarmante pérdida de contacto con la realidad y la onmipotencia lo puede negar.
Ojalá que en sus momentos de reflexión, la dirigencia del fútbol haya dejado de buscar culpables y se haya señalado, a sí misma, como la única arquitecta de su destino. Si lo logra, habrá conseguido algo muy importante. Nada menos que la verdad. Lla que tendrá más espinas que rosas, pero la que cerrará las voces de las críticas para abrir las del asombro. Caso contrario, no merecerá, siquiera, el desprecio, que fustiga a los perversos, mucho menos la apología, reservada a los virtuosos.
Ayer les tocó a las futbolistas de Argentino de Rosario que las mandaron a “ponerse las calzas para vender publicidad”. Después vino la queja de las seleccionadas por el viático miserable que percibían y el desprecio público del presidente de Estudiantes de La Plata, Juan Sebastián Verón al indicar que es una actividad que da pérdida. Ni hablar de las entidades del “interior profundo”, que se deben conseguir hasta las medias.
Y ahora es el turno de UAI Urquiza; club ganador si los hay y al que lo llaman el furgón. Si, el furgón de cola. Como el fútbol femenino.