Un espacio de convivencia recuerda a Gonzalo Guenchur
Una lluviosa mañana, Gonzalo Guenchur volvió a su escuela, la 711 donde la comunidad educativa presentó un simbólico espacio de convivencia en homenaje al jóven fallecido el pasado 22 de mayo en ocasión de un robo en la intersección de Rivadavia y Soldado Mario Almonacid.
Hubo emotivos discursos y un pedido de justicia ante un caso que se considera cerrado por parte de la investigación. A través de un proyecto solidario extracurricular, alumnos y docentes trabajaron en un espacio simbólico en el que se forestó y se pintó un mural simbólico.
El homenaje implícito se centró en Gonzalo, el adolescente que asistía a éste establecimiento secundario y que perdió la vida mientras esperaba el colectivo justamente para compartir un día de clases. El lugar fue especialmente acondicionado y será utilizado por los alumnos como un espacio de pertenencia; se mejoró el espacio y se forestó con un sentido mensaje de convivencia, nucleando a estudiantes de quinto año de turno mañana y tarde.
Adriana Latorre, docente de la Escuela 711, indicó que el proyecto se definió en conjunto. “Hay mesas, bancos y sillas. Son cosas recicladas que hemos pintado, recibimos donaciones y seguimos trabajando para que esto continúe en el tiempo con espacios públicos que están en cercanía de la Escuela”, detalló. “El hecho nos conmocionó a todos –agregó- y se habló mucho con los chicos en su momento. Los directivos siempre acompañaron, hace rato que lo veníamos preparando. Hemos logrado hermosos vínculos de solidaridad y empatía”.
Raúl Pereyra, el vicedirector, reconoció que la inquietud surgió desde la articulación conjunta y con una propuesta innovadora relacionada con el ambiente y lo social. “Es en honor y homenaje a un alumno muy querido por todos nosotros en el colegio. El ingresó en el tercer año en el año 2022 en el turno tarde, provenía de otra institución y fue un chico muy querido y respetado; muy solidario y empático. Y desde un primer momento dijimos que él tenía que ver con el ADN de nuestro colegio. A veces los perfiles no coinciden pero en éste caso, la coincidencia era plena entre lo que busca la institución y el perfil del alumno”.
Recordó que Gonzalo ingresó a diez días de haber comenzado aquel ciclo lectivo y que se integró a un grupo que se encontraba en etapa de conformación. “Lo recibió la tutora que se llama Marcela Araneda”.
“Le estamos rindiendo un homenaje y a la vez, estamos pidiendo justicia a los señores fiscales y jueces. Queremos que se produzca lo que nosotros como comunidad y su propia familia, estamos pidiendo. Cuando sucede un hecho de ésta naturaleza no solamente se daña en la familia sino al tejido social en su conjunto. Todos buscamos vivir en paz y nadie quiere que se rompa ese pacto”.
“Vuvir para honrar”
Noelia Alderete, madre del menor asesinado, agradeció la generación del espacio. “Gonzalo eligió ésta escuela y éstos compañeros” y recordó que llegó desde otra escuela. “Él amaba ésta escuela, decía que quería ser amigo de todos y acá encontró los profesores, el compañerismo y la contención que él necesitaba”, describió.
“Gonzalo creció y maduró muy rápido, a pasos acelerados, aprendió a perdonar y a sanar, buscó ayuda espiritual; me pedía consejos y fue inclusive para mí, un ejemplo de vida. Él me enseñó a madurar porque me apoyaba mucho en él, éramos muy amigos y hasta me contaba sus intimidades, cosas que no hacen todos los adolescentes”.
Alderete agradeció el aprendizaje recibido en la Escuela y que sumaron a su formación personal. “Tenía mucho futuro y proyectos. Tenía todo para hacer lo que él quisiera hacer y a pesar de que el camino fue duro, su nombre no ha pasado desapercibido y ha quedado marcado en todos los que lo conocieron”.
“Nos toca honrar la vida aunque a veces, se nos haga difícil levantarnos de la cama” reconoció desde el dolor sintiéndose acompañada aún en las peores circunstancias con el desafío de “vivir para honrar”.
Una lluviosa mañana, Gonzalo Guenchur volvió a su escuela, la 711 donde la comunidad educativa presentó un simbólico espacio de convivencia en homenaje al jóven fallecido el pasado 22 de mayo en ocasión de un robo en la intersección de Rivadavia y Soldado Mario Almonacid.
Hubo emotivos discursos y un pedido de justicia ante un caso que se considera cerrado por parte de la investigación. A través de un proyecto solidario extracurricular, alumnos y docentes trabajaron en un espacio simbólico en el que se forestó y se pintó un mural simbólico.
El homenaje implícito se centró en Gonzalo, el adolescente que asistía a éste establecimiento secundario y que perdió la vida mientras esperaba el colectivo justamente para compartir un día de clases. El lugar fue especialmente acondicionado y será utilizado por los alumnos como un espacio de pertenencia; se mejoró el espacio y se forestó con un sentido mensaje de convivencia, nucleando a estudiantes de quinto año de turno mañana y tarde.
Adriana Latorre, docente de la Escuela 711, indicó que el proyecto se definió en conjunto. “Hay mesas, bancos y sillas. Son cosas recicladas que hemos pintado, recibimos donaciones y seguimos trabajando para que esto continúe en el tiempo con espacios públicos que están en cercanía de la Escuela”, detalló. “El hecho nos conmocionó a todos –agregó- y se habló mucho con los chicos en su momento. Los directivos siempre acompañaron, hace rato que lo veníamos preparando. Hemos logrado hermosos vínculos de solidaridad y empatía”.
Raúl Pereyra, el vicedirector, reconoció que la inquietud surgió desde la articulación conjunta y con una propuesta innovadora relacionada con el ambiente y lo social. “Es en honor y homenaje a un alumno muy querido por todos nosotros en el colegio. El ingresó en el tercer año en el año 2022 en el turno tarde, provenía de otra institución y fue un chico muy querido y respetado; muy solidario y empático. Y desde un primer momento dijimos que él tenía que ver con el ADN de nuestro colegio. A veces los perfiles no coinciden pero en éste caso, la coincidencia era plena entre lo que busca la institución y el perfil del alumno”.
Recordó que Gonzalo ingresó a diez días de haber comenzado aquel ciclo lectivo y que se integró a un grupo que se encontraba en etapa de conformación. “Lo recibió la tutora que se llama Marcela Araneda”.
“Le estamos rindiendo un homenaje y a la vez, estamos pidiendo justicia a los señores fiscales y jueces. Queremos que se produzca lo que nosotros como comunidad y su propia familia, estamos pidiendo. Cuando sucede un hecho de ésta naturaleza no solamente se daña en la familia sino al tejido social en su conjunto. Todos buscamos vivir en paz y nadie quiere que se rompa ese pacto”.
“Vuvir para honrar”
Noelia Alderete, madre del menor asesinado, agradeció la generación del espacio. “Gonzalo eligió ésta escuela y éstos compañeros” y recordó que llegó desde otra escuela. “Él amaba ésta escuela, decía que quería ser amigo de todos y acá encontró los profesores, el compañerismo y la contención que él necesitaba”, describió.
“Gonzalo creció y maduró muy rápido, a pasos acelerados, aprendió a perdonar y a sanar, buscó ayuda espiritual; me pedía consejos y fue inclusive para mí, un ejemplo de vida. Él me enseñó a madurar porque me apoyaba mucho en él, éramos muy amigos y hasta me contaba sus intimidades, cosas que no hacen todos los adolescentes”.
Alderete agradeció el aprendizaje recibido en la Escuela y que sumaron a su formación personal. “Tenía mucho futuro y proyectos. Tenía todo para hacer lo que él quisiera hacer y a pesar de que el camino fue duro, su nombre no ha pasado desapercibido y ha quedado marcado en todos los que lo conocieron”.
“Nos toca honrar la vida aunque a veces, se nos haga difícil levantarnos de la cama” reconoció desde el dolor sintiéndose acompañada aún en las peores circunstancias con el desafío de “vivir para honrar”.