La culpa no es del perro

La noticia se conoció el viernes pasado y el hecho se produjo en el Barrio 630 viviendas de Puerto Madryn. Un dogo argentino, escapó del patio de su vivienda y fue derecho contra la humanidad de una niña provocándole mordeduras en el rostro y fracturas en la tibia y peroné, lo que motivó una intervención quirúrgica de urgencia.

07 AGO 2023 - 12:45 | Actualizado 07 AGO 2023 - 12:55

- Por Esteban Gallo

No es el primer en Chubut ni será el último. En marzo pasado, también en Madryn, una niña de 2 años fue atacada por un perro de raza Pit Bull en un kiosco ubicado en el barrio Roque González. La pequeña sufrió heridas leves. Lamentablemente, otros episodios protagonizados por perros considerados potencialmente peligrosos dejaron secuelas graves en las víctimas.

Un dato para resaltar es la existencia de herramientas judiciales que permiten aplicar sanciones ejemplificadoras. Seguramente, como ocurrió en otros casos, el dueño del dogo será imputado por el delito de lesiones culposas. Al perro no se le puede cobrar una multa, ni puede ser llevado a un estrado judicial para dar testimonio de su conducta. Es lógico que la sanción recaiga sobre el dueño del animal, que es el responsable del adiestramiento del perro, el contexto en el que lo cría, la relación que establece con su mascota, la atención que le dedica, y la capacidad para marcarle los límites, entre otras cosas.

Cada vez que abordamos este tema, los propietarios de perros potencialmente peligrosos pegan el grito en el cielo, bajo el argumento de que todos los perros pueden morder. Es verdad. También se producen episodios con canes que no forman parte de las razas que hoy nos ocupa. Pero también es cierto que no todos los perros tienen el mismo carácter, ni la misma contextura física, ni la misma fuerza mandibular. Se los llama perros potencialmente peligrosos porque cuando muerden pueden lastimar y pueden matar. No son pichichos que se pueden criar como se cría a un Golden Retriever o a un Salchicha.

Nuestros gobiernos municipales también tienen deudas pendientes, que podrían empezar a saldar haciendo cumplir las ordenanzas vigentes. El dueño de un perro potencialmente peligroso sabe perfectamente que si va a sacarlo a caminar tiene que ponerle un bozal. Ahora, si por al lado del perro pasa un policía o un inspector municipal y observa la irregularidad y no hace nada, estamos complicados. Una vez intenté explicarle a un señor que caminaba muy orondo en la rambla de Puerto Madryn con su Pit Bull al lado, sin bozal y sin correa, que era inapropiado lo que estaba haciendo. El perro no me hizo nada, pero el dueño me quiso morder. Esto pasa cuando los vecinos tenemos que salir al cruce de los infractores, porque los que deben actuar se hacen los distraídos.

El problema plantea los siguientes interrogantes.

¿Qué controles se aplican sobre los criaderos que se dedican a la venta de estos perros? ¿Están debidamente establecidos los requisitos que deben cumplir las personas que adquieren este tipo de animales? ¿Quién supervisa los lugares de crianza de los perros para asegurarse que van a crecer en condiciones óptimas y que van a adquirir hábitos de socialización con el entorno? ¿Cumplen con el chipeado y el seguro de responsabilidad civil, que son requisitos obligatorios contemplados por ordenanza de los municipios?
No son preguntas retóricas. Las compartimos para que alguien se ponga las pilas y se ocupe de responderlas.

Sin entrar en el terreno de las cuestiones genéticas de los animales, porque para hablar de esas cosas hay que saber, no podemos obviar que hay países del mundo que han cortado por lo sano y directamente han prohibido la tenencia de perros potencialmente peligrosos.

Eso sucede en Australia, Alemania, Inglaterra, Islandia, Noruega, Polonia, en algunas regiones de Francia y de Suecia, también en Canadá y en algunas ciudades de Estados Unidos.

Esto no quiere decir que en Chubut tengamos que hacer lo mismo, pero deberíamos poner el tema sobre la mesa, estableciendo discusiones amplias de la que participen especialistas en la materia, las sociedades protectoras de animales, las instituciones vinculadas al derecho animal, y también las víctimas de los ataques, o los familiares de las víctimas, porque en muchos casos son menores los que se llevan la peor parte.

E insisto en la necesidad de poner el foco en los propietarios de los animales. No todos están preparados para tener en su casa cualquier perro y no puede ser que un individuo adquiera un Pitt Bull o un Bull Terrier o un Rottweiler con la misma facilidad con la que compra un Caniche. Ese es el punto en el que hay que trabajar.

Hay que hacerlo, porque no es gracioso que todas las semanas tengamos una historia nueva para contarles, ni es gracioso que una niña haya terminado en el hospital con fractura de tibia y peroné. Pónganse en el lugar de la pequeña y en el lugar de la familia. Las historias se repiten porque cuando se produce un nuevo caso, nos agarramos la cabeza y nos escandalizamos, pero en el fondo, no hacemos nada para cambiar.

07 AGO 2023 - 12:45

- Por Esteban Gallo

No es el primer en Chubut ni será el último. En marzo pasado, también en Madryn, una niña de 2 años fue atacada por un perro de raza Pit Bull en un kiosco ubicado en el barrio Roque González. La pequeña sufrió heridas leves. Lamentablemente, otros episodios protagonizados por perros considerados potencialmente peligrosos dejaron secuelas graves en las víctimas.

Un dato para resaltar es la existencia de herramientas judiciales que permiten aplicar sanciones ejemplificadoras. Seguramente, como ocurrió en otros casos, el dueño del dogo será imputado por el delito de lesiones culposas. Al perro no se le puede cobrar una multa, ni puede ser llevado a un estrado judicial para dar testimonio de su conducta. Es lógico que la sanción recaiga sobre el dueño del animal, que es el responsable del adiestramiento del perro, el contexto en el que lo cría, la relación que establece con su mascota, la atención que le dedica, y la capacidad para marcarle los límites, entre otras cosas.

Cada vez que abordamos este tema, los propietarios de perros potencialmente peligrosos pegan el grito en el cielo, bajo el argumento de que todos los perros pueden morder. Es verdad. También se producen episodios con canes que no forman parte de las razas que hoy nos ocupa. Pero también es cierto que no todos los perros tienen el mismo carácter, ni la misma contextura física, ni la misma fuerza mandibular. Se los llama perros potencialmente peligrosos porque cuando muerden pueden lastimar y pueden matar. No son pichichos que se pueden criar como se cría a un Golden Retriever o a un Salchicha.

Nuestros gobiernos municipales también tienen deudas pendientes, que podrían empezar a saldar haciendo cumplir las ordenanzas vigentes. El dueño de un perro potencialmente peligroso sabe perfectamente que si va a sacarlo a caminar tiene que ponerle un bozal. Ahora, si por al lado del perro pasa un policía o un inspector municipal y observa la irregularidad y no hace nada, estamos complicados. Una vez intenté explicarle a un señor que caminaba muy orondo en la rambla de Puerto Madryn con su Pit Bull al lado, sin bozal y sin correa, que era inapropiado lo que estaba haciendo. El perro no me hizo nada, pero el dueño me quiso morder. Esto pasa cuando los vecinos tenemos que salir al cruce de los infractores, porque los que deben actuar se hacen los distraídos.

El problema plantea los siguientes interrogantes.

¿Qué controles se aplican sobre los criaderos que se dedican a la venta de estos perros? ¿Están debidamente establecidos los requisitos que deben cumplir las personas que adquieren este tipo de animales? ¿Quién supervisa los lugares de crianza de los perros para asegurarse que van a crecer en condiciones óptimas y que van a adquirir hábitos de socialización con el entorno? ¿Cumplen con el chipeado y el seguro de responsabilidad civil, que son requisitos obligatorios contemplados por ordenanza de los municipios?
No son preguntas retóricas. Las compartimos para que alguien se ponga las pilas y se ocupe de responderlas.

Sin entrar en el terreno de las cuestiones genéticas de los animales, porque para hablar de esas cosas hay que saber, no podemos obviar que hay países del mundo que han cortado por lo sano y directamente han prohibido la tenencia de perros potencialmente peligrosos.

Eso sucede en Australia, Alemania, Inglaterra, Islandia, Noruega, Polonia, en algunas regiones de Francia y de Suecia, también en Canadá y en algunas ciudades de Estados Unidos.

Esto no quiere decir que en Chubut tengamos que hacer lo mismo, pero deberíamos poner el tema sobre la mesa, estableciendo discusiones amplias de la que participen especialistas en la materia, las sociedades protectoras de animales, las instituciones vinculadas al derecho animal, y también las víctimas de los ataques, o los familiares de las víctimas, porque en muchos casos son menores los que se llevan la peor parte.

E insisto en la necesidad de poner el foco en los propietarios de los animales. No todos están preparados para tener en su casa cualquier perro y no puede ser que un individuo adquiera un Pitt Bull o un Bull Terrier o un Rottweiler con la misma facilidad con la que compra un Caniche. Ese es el punto en el que hay que trabajar.

Hay que hacerlo, porque no es gracioso que todas las semanas tengamos una historia nueva para contarles, ni es gracioso que una niña haya terminado en el hospital con fractura de tibia y peroné. Pónganse en el lugar de la pequeña y en el lugar de la familia. Las historias se repiten porque cuando se produce un nuevo caso, nos agarramos la cabeza y nos escandalizamos, pero en el fondo, no hacemos nada para cambiar.


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