La derrota del PJ en Chubut y los ciegos que no quieren ver

01 AGO 2023 - 10:25 | Actualizado 01 AGO 2023 - 12:42

- Por Esteban Gallo

Hoy a las 18 horas, en el edificio de la Legislatura, el Tribunal Electoral Provincial comenzará con el escrutinio definitivo de las elecciones celebradas el domingo pasado en Chubut.

No habrá sorpresas y será ratificada la victoria de Ignacio Torres, por una diferencia cercana a los 5.300 sufragios. Después de algunos cabildeos, Juan Pablo Luque hizo público el reconocimiento de su derrota, ayer por la mañana, a través de las redes sociales.
Torres consiguió al final, una diferencia pequeña, pero definitiva, en el marco de una paridad que no resulta desconocida para los chubutenses.

En octubre de 1983 con la vuelta a la Democracia, Atilio Viglione derrotó a Hebe Corchuelo Blasco por tan solo 747 votos de diferencia. Aquella vez, para realizar el recuento definitivo, se utilizó por primera vez en la historia de la provincia una computadora y recién una semana después de los comicios se confirmó la victoria del médico radical por menos de un punto de diferencia.

En 1991 Carlos Maestro venció al madrynense Osvaldo Sala por 8 mil votos y por esa misma diferencia, en 2003, Mario Das Neves doblegó a José Luis Lizurume.

Otras dos elecciones fueron para el infarto. En 2015, con boleta corta, Das Neves derrotó a Martin Buzzi por una ventaja de 3.500 votos y en 2011 Buzzi le ganó a Eliceche por solamente 385 sufragios. Aquella vez hubo denuncias de fraude, fueron impugnadas 6 mesas y 967 electores tuvieron que votar de nuevo en elecciones complementarias. La historia se terminó de escribir 69 días después de la elección celebrada en marzo.

A lo largo de estos años de democracia, también se registraron resultados contundentes. En 1995 Carlos Maestro logró su reelección venciendo a José Manuel Corchuelo Blasco por una diferencia de 36 mil votos, en 1987 el peronista Néstor Perl derrotó al radical Manuel Migliaro por 11 mil votos de distancia, y lógicamente, todos recuerdan el arrasador triunfo de Mario Das Neves en 2007, cuando vapuleó a Raul Barneche por una diferencia de 139 mil votos. Una bestialidad, que además sirve también para dimensionar el calibre de la figura política de Das Neves. Aquella vez ganó con el 76% de los votos.

La otra elección que se definió por mucha diferencia fue una muy reciente. Ocurrió en 2019 y fue la que ganó Mariano Arcioni que aventajó a Carlos Linares por 22 mil votos de diferencia.

Hablando de Linares, ayer reapareció haciendo declaraciones públicas sobre el resultado del domingo. “Cuando perdés una elección por un punto y medio es un empate técnico” dijo el actual senador nacional. Que alguien le avise que los empates en política no existen. Torres estará al mando de la provincia por los próximos 4 años y el peronismo mirará desde afuera, apoyando la ñata contra el vidrio y con solo 7 diputados.

Linares también debería saber que cuando se trata del peronismo los premios consuelos no alcanzan. El peronismo es como Boca, o como River, si lo prefieren. No se conforma con salir segundo y mucho menos perdiendo un clásico.

A Linares debería dolerle un poco más, porque él es la máxima autoridad partidaria y sigue sumando derrotas electorales. Pero Carlitos, como le dicen sus amigos, mira para otro lado como perro que pateó la olla y sigue hablando como si fuera un estadista. Dijo ayer en un reportaje: “el temporal nos jugó una mala pasada”, como si el viento fuera el culpable de la derrota del peronismo.

¿Cuál es el rol de un conductor en tiempos electorales? Definir una estrategia de campaña, detectar falencias y trabajar para resolverlas, intervenir sobre las diferencias internas, armar los grupos de trabajo, encontrar a los referentes apropiados, marcar los lineamientos a seguir.

Esos aspectos debieron atenderse en el Valle, que se sabía que iba a ser el talón de Aquiles del Peronismo. Y así sobrevino uno de los papelones más grandes de la historia del Justicialismo, que conduce Carlos Linares.

En Trelew el peronismo perdió por 10 mil votos y sacó apenas 1.500 votos más que Treffinger.

En Rawson, salieron terceros y en Gaiman también.

Pero según el análisis sesudo de Linares, perdieron por el viento de Comodoro. El señorito no se hace cargo de nada.

Si el peronismo no perdió por más diferencia es porque Juan Pablo Luque fue un muy buen candidato. Solo un aspirante calificado podía pelear la elección frente a la talla del rival que tenía enfrente y el contexto nacional y provincial en el que jugó.

Pero sin el respaldo de un conductor fuerte, es muy difícil. Y si el que conduce no tiene un ápice de autocrítica es mucho peor. Porque “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”.

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01 AGO 2023 - 10:25

- Por Esteban Gallo

Hoy a las 18 horas, en el edificio de la Legislatura, el Tribunal Electoral Provincial comenzará con el escrutinio definitivo de las elecciones celebradas el domingo pasado en Chubut.

No habrá sorpresas y será ratificada la victoria de Ignacio Torres, por una diferencia cercana a los 5.300 sufragios. Después de algunos cabildeos, Juan Pablo Luque hizo público el reconocimiento de su derrota, ayer por la mañana, a través de las redes sociales.
Torres consiguió al final, una diferencia pequeña, pero definitiva, en el marco de una paridad que no resulta desconocida para los chubutenses.

En octubre de 1983 con la vuelta a la Democracia, Atilio Viglione derrotó a Hebe Corchuelo Blasco por tan solo 747 votos de diferencia. Aquella vez, para realizar el recuento definitivo, se utilizó por primera vez en la historia de la provincia una computadora y recién una semana después de los comicios se confirmó la victoria del médico radical por menos de un punto de diferencia.

En 1991 Carlos Maestro venció al madrynense Osvaldo Sala por 8 mil votos y por esa misma diferencia, en 2003, Mario Das Neves doblegó a José Luis Lizurume.

Otras dos elecciones fueron para el infarto. En 2015, con boleta corta, Das Neves derrotó a Martin Buzzi por una ventaja de 3.500 votos y en 2011 Buzzi le ganó a Eliceche por solamente 385 sufragios. Aquella vez hubo denuncias de fraude, fueron impugnadas 6 mesas y 967 electores tuvieron que votar de nuevo en elecciones complementarias. La historia se terminó de escribir 69 días después de la elección celebrada en marzo.

A lo largo de estos años de democracia, también se registraron resultados contundentes. En 1995 Carlos Maestro logró su reelección venciendo a José Manuel Corchuelo Blasco por una diferencia de 36 mil votos, en 1987 el peronista Néstor Perl derrotó al radical Manuel Migliaro por 11 mil votos de distancia, y lógicamente, todos recuerdan el arrasador triunfo de Mario Das Neves en 2007, cuando vapuleó a Raul Barneche por una diferencia de 139 mil votos. Una bestialidad, que además sirve también para dimensionar el calibre de la figura política de Das Neves. Aquella vez ganó con el 76% de los votos.

La otra elección que se definió por mucha diferencia fue una muy reciente. Ocurrió en 2019 y fue la que ganó Mariano Arcioni que aventajó a Carlos Linares por 22 mil votos de diferencia.

Hablando de Linares, ayer reapareció haciendo declaraciones públicas sobre el resultado del domingo. “Cuando perdés una elección por un punto y medio es un empate técnico” dijo el actual senador nacional. Que alguien le avise que los empates en política no existen. Torres estará al mando de la provincia por los próximos 4 años y el peronismo mirará desde afuera, apoyando la ñata contra el vidrio y con solo 7 diputados.

Linares también debería saber que cuando se trata del peronismo los premios consuelos no alcanzan. El peronismo es como Boca, o como River, si lo prefieren. No se conforma con salir segundo y mucho menos perdiendo un clásico.

A Linares debería dolerle un poco más, porque él es la máxima autoridad partidaria y sigue sumando derrotas electorales. Pero Carlitos, como le dicen sus amigos, mira para otro lado como perro que pateó la olla y sigue hablando como si fuera un estadista. Dijo ayer en un reportaje: “el temporal nos jugó una mala pasada”, como si el viento fuera el culpable de la derrota del peronismo.

¿Cuál es el rol de un conductor en tiempos electorales? Definir una estrategia de campaña, detectar falencias y trabajar para resolverlas, intervenir sobre las diferencias internas, armar los grupos de trabajo, encontrar a los referentes apropiados, marcar los lineamientos a seguir.

Esos aspectos debieron atenderse en el Valle, que se sabía que iba a ser el talón de Aquiles del Peronismo. Y así sobrevino uno de los papelones más grandes de la historia del Justicialismo, que conduce Carlos Linares.

En Trelew el peronismo perdió por 10 mil votos y sacó apenas 1.500 votos más que Treffinger.

En Rawson, salieron terceros y en Gaiman también.

Pero según el análisis sesudo de Linares, perdieron por el viento de Comodoro. El señorito no se hace cargo de nada.

Si el peronismo no perdió por más diferencia es porque Juan Pablo Luque fue un muy buen candidato. Solo un aspirante calificado podía pelear la elección frente a la talla del rival que tenía enfrente y el contexto nacional y provincial en el que jugó.

Pero sin el respaldo de un conductor fuerte, es muy difícil. Y si el que conduce no tiene un ápice de autocrítica es mucho peor. Porque “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”.


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