Editorial / Entre dignos y serviles

La Casa Rosada ayer, con un “mapping” a 39 años del regreso de la Democracia a nuestro pais.
10 DIC 2022 - 19:45 | Actualizado 11 DIC 2022 - 0:36

Ni la interminable angustia mundialista coronada con la enorme alegría de los penales ante Países Bajos alcanza a tapar la vergüenza ajena que dio el fallo cantado que esta semana condenó a la dirigente política argentina más importante de los últimos 20 años. No debería importar en este caso la “grieta”, si el lector ocasional de este editorial es peronista o antiperonista, o si la ama o la defenestra con la misma pasión. Muchos deberían dejar de lado, aunque sea por un rato, el odio visceral que le tienen a ella y al peronismo para salir a cuestionar sin fisuras que una parte de la Justicia argentina, manipulada como títeres por el poder económico, haya decidido ejecutar una nueva sentencia a medida de sus necesidades, mientras algunos piensan que son a favor de la oposición. El que crea que meter presos o inhabilitar a los opositores es parte de la democracia, no merece vivir en un estado democrático.

Como ya ha pasado otras veces a lo largo de la historia argentina, el poder económico de turno, con el servicio de sectores impunes de la Justicia y de algunos dirigentes de la oposición, intenta impedir el desarrollo armónico del sistema democrático de la Argentina. En alguna época lo hicieron sometiendo al pueblo con violencia armada y dictaduras militares; ahora, con persecuciones judiciales, “lawfare” y hegemonía mediática.

La Democracia, como nunca en las últimas cuatro décadas, ha vuelto a ser lesionada con una metodología claramente mafiosa. Precisamente, la presa más apetecida de esa mafia, les hizo frente tras la condena, hablándoles a la cámara, anunciando que no va a ser candidata a nada en 2023 y que, si quieren, que la metan presa. Sólo alguien con el cuero duro como Cristina pudo haber desafiado sin pelos en la lengua al verdadero jefe del poder real de la Argentina, Héctor Magnetto, el dueño del Grupo Clarín.
Hacerse los distraídos no ayudará a los que pretenden gobernar el país, la Provincia o el último pueblo de la Argentina. El poder mafioso no tiene aliados en la política. Tiene empleados, en el mejor de los casos. El resto son esbirros a los que compran con viajes en jets privados a lugares paradisíacos, someten con carpetazos a través de sus medios o anulan con fallos judiciales.

Lo deberían entender, sobre todo y más que nadie, los dirigentes opositores que quieren llegar al poder. De ellos depende terminar siendo dirigentes dignos o meros serviles.

Cuenta regresiva

Mientras tanto, en Chubut el fallo contra Cristina no tuvo mayor repercusión entre los dirigentes que se dicen peronistas y pretenden llegar a cargos electivos con ese sello. Tal vez, algunos se vuelvan a equivocar como en 2015, cuando creyeron que CFK quedaba afuera de todo, aunque en 2018 el entonces exasesor de Sergio Massa y exjefe de campaña de Florencio Randazzo, hoy Presidente de la Nación, acuñó la inolvidable frase: “Con Cristina no alcanza pero sin ella no se puede”. Sólo porque ella creyó que era la mejor opción de aquella época, Alberto Fernández pudo llegar a la máxima magistratura.

La agenda local por saber cómo y cuándo se va a votar, quién va a jugar con quién, o con qué programa político van a intentar seducir al electorado, se ha dilatado de tal manera que pareciera difícil de desentrañar. Esta semana se realizará la última sesión de la Legislatura, en la que habría que resolver muchos de esos interrogantes. Se supone que habrá alguna sesión especial antes de fin de año para intentar tratar el paquete electoral, un tema central. Sobre todo, para el peronismo.

Si algo le faltaba al nublado panorama que enfrenta el peronismo de cara a las elecciones del año próximo, era un nuevo candidato a gobernador: además de Ricardo Sastre y Juan Pablo Luque, más el entusiasta Exequiel Villagra, dos altos funcionarios del Gobierno provincial subieron al ring al gobernador Mariano Arcioni, a priori imposibilitado de competir porque acumula dos períodos como integrante del Poder Ejecutivo.

El ministro de Gobierno, Cristian Ayala, primero, y el secretario general de la Gobernación, Alejandro Sandilo, después, coincidieron en instalar el tema, inclusive hablando de la posibilidad de impulsar una “declaración de certeza” –en verdad, la Constitución de Chubut en su Artículo 179 habla de una “declaración de inconstitucionalidad”- para que el Superior Tribunal de Justicia dicte un fallo que lo habilite a competir por un nuevo período, con el argumento de que para el primer mandato (2015-2019) fue electo como vicegobernador y que en 2017 se tuvo que hacer cargo de la gobernación por el fallecimiento de Mario Das Neves.

Más allá de las cuestiones jurídicas que a esta altura no vienen al caso, nadie cree que Ayala y Sandilo hayan actuado de manera inconsulta, aunque muchos otros integrantes del Gabinete juran y perjuran que no estaban al tanto de semejante movida.

Ser y parecer

Lo interesante sería saber cuál es la estrategia de Arcioni de cara a todos los temas que hay que resolver. Y más concretamente, a quién fue dirigido el mensaje. El viernes, desde Río Senguer, el gobernador no se refirió a esta idea de algunos pero remarcó: “Nos tocó bravo, ustedes saben mejor que nadie que nos tocó una situación económica difícil, pero lo pudimos revertir con mucha actitud y templanza; porque hay que aguantar, levantarse temprano todos los días cuando sabes que estás en falta, porque debes, y que hay mucha gente que depende de uno”, se sinceró Arcioni. Y remató: “Cuando uno es el gobernador tiene que ser el responsable, porque tenés la obligación; si no, dedicate a otra cosa”.

Ya se ha dicho más de una vez en este editorial, y se lo seguirá diciendo, que Arcioni tiene una responsabilidad institucional que lo convierte en un actor central de lo que viene. Debería, y tiene con qué, proponerse conformar una mesa política que lo ayude a tomar las mejores decisiones en su último año de mandato. Y hasta ser una especie de aglutinador de la diáspora peronista, convocando a todos los sectores para que, aun masticando viejas broncas, se prioricen los intereses de la Provincia por sobre las disputas personales.

Si no, el camino será duro e inexorable hacia una derrota. Después será tarde para lamentarse por las políticas de derecha que, sin dudas, dejarán a muchos chubutenses con lo puesto.#

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La Casa Rosada ayer, con un “mapping” a 39 años del regreso de la Democracia a nuestro pais.
10 DIC 2022 - 19:45

Ni la interminable angustia mundialista coronada con la enorme alegría de los penales ante Países Bajos alcanza a tapar la vergüenza ajena que dio el fallo cantado que esta semana condenó a la dirigente política argentina más importante de los últimos 20 años. No debería importar en este caso la “grieta”, si el lector ocasional de este editorial es peronista o antiperonista, o si la ama o la defenestra con la misma pasión. Muchos deberían dejar de lado, aunque sea por un rato, el odio visceral que le tienen a ella y al peronismo para salir a cuestionar sin fisuras que una parte de la Justicia argentina, manipulada como títeres por el poder económico, haya decidido ejecutar una nueva sentencia a medida de sus necesidades, mientras algunos piensan que son a favor de la oposición. El que crea que meter presos o inhabilitar a los opositores es parte de la democracia, no merece vivir en un estado democrático.

Como ya ha pasado otras veces a lo largo de la historia argentina, el poder económico de turno, con el servicio de sectores impunes de la Justicia y de algunos dirigentes de la oposición, intenta impedir el desarrollo armónico del sistema democrático de la Argentina. En alguna época lo hicieron sometiendo al pueblo con violencia armada y dictaduras militares; ahora, con persecuciones judiciales, “lawfare” y hegemonía mediática.

La Democracia, como nunca en las últimas cuatro décadas, ha vuelto a ser lesionada con una metodología claramente mafiosa. Precisamente, la presa más apetecida de esa mafia, les hizo frente tras la condena, hablándoles a la cámara, anunciando que no va a ser candidata a nada en 2023 y que, si quieren, que la metan presa. Sólo alguien con el cuero duro como Cristina pudo haber desafiado sin pelos en la lengua al verdadero jefe del poder real de la Argentina, Héctor Magnetto, el dueño del Grupo Clarín.
Hacerse los distraídos no ayudará a los que pretenden gobernar el país, la Provincia o el último pueblo de la Argentina. El poder mafioso no tiene aliados en la política. Tiene empleados, en el mejor de los casos. El resto son esbirros a los que compran con viajes en jets privados a lugares paradisíacos, someten con carpetazos a través de sus medios o anulan con fallos judiciales.

Lo deberían entender, sobre todo y más que nadie, los dirigentes opositores que quieren llegar al poder. De ellos depende terminar siendo dirigentes dignos o meros serviles.

Cuenta regresiva

Mientras tanto, en Chubut el fallo contra Cristina no tuvo mayor repercusión entre los dirigentes que se dicen peronistas y pretenden llegar a cargos electivos con ese sello. Tal vez, algunos se vuelvan a equivocar como en 2015, cuando creyeron que CFK quedaba afuera de todo, aunque en 2018 el entonces exasesor de Sergio Massa y exjefe de campaña de Florencio Randazzo, hoy Presidente de la Nación, acuñó la inolvidable frase: “Con Cristina no alcanza pero sin ella no se puede”. Sólo porque ella creyó que era la mejor opción de aquella época, Alberto Fernández pudo llegar a la máxima magistratura.

La agenda local por saber cómo y cuándo se va a votar, quién va a jugar con quién, o con qué programa político van a intentar seducir al electorado, se ha dilatado de tal manera que pareciera difícil de desentrañar. Esta semana se realizará la última sesión de la Legislatura, en la que habría que resolver muchos de esos interrogantes. Se supone que habrá alguna sesión especial antes de fin de año para intentar tratar el paquete electoral, un tema central. Sobre todo, para el peronismo.

Si algo le faltaba al nublado panorama que enfrenta el peronismo de cara a las elecciones del año próximo, era un nuevo candidato a gobernador: además de Ricardo Sastre y Juan Pablo Luque, más el entusiasta Exequiel Villagra, dos altos funcionarios del Gobierno provincial subieron al ring al gobernador Mariano Arcioni, a priori imposibilitado de competir porque acumula dos períodos como integrante del Poder Ejecutivo.

El ministro de Gobierno, Cristian Ayala, primero, y el secretario general de la Gobernación, Alejandro Sandilo, después, coincidieron en instalar el tema, inclusive hablando de la posibilidad de impulsar una “declaración de certeza” –en verdad, la Constitución de Chubut en su Artículo 179 habla de una “declaración de inconstitucionalidad”- para que el Superior Tribunal de Justicia dicte un fallo que lo habilite a competir por un nuevo período, con el argumento de que para el primer mandato (2015-2019) fue electo como vicegobernador y que en 2017 se tuvo que hacer cargo de la gobernación por el fallecimiento de Mario Das Neves.

Más allá de las cuestiones jurídicas que a esta altura no vienen al caso, nadie cree que Ayala y Sandilo hayan actuado de manera inconsulta, aunque muchos otros integrantes del Gabinete juran y perjuran que no estaban al tanto de semejante movida.

Ser y parecer

Lo interesante sería saber cuál es la estrategia de Arcioni de cara a todos los temas que hay que resolver. Y más concretamente, a quién fue dirigido el mensaje. El viernes, desde Río Senguer, el gobernador no se refirió a esta idea de algunos pero remarcó: “Nos tocó bravo, ustedes saben mejor que nadie que nos tocó una situación económica difícil, pero lo pudimos revertir con mucha actitud y templanza; porque hay que aguantar, levantarse temprano todos los días cuando sabes que estás en falta, porque debes, y que hay mucha gente que depende de uno”, se sinceró Arcioni. Y remató: “Cuando uno es el gobernador tiene que ser el responsable, porque tenés la obligación; si no, dedicate a otra cosa”.

Ya se ha dicho más de una vez en este editorial, y se lo seguirá diciendo, que Arcioni tiene una responsabilidad institucional que lo convierte en un actor central de lo que viene. Debería, y tiene con qué, proponerse conformar una mesa política que lo ayude a tomar las mejores decisiones en su último año de mandato. Y hasta ser una especie de aglutinador de la diáspora peronista, convocando a todos los sectores para que, aun masticando viejas broncas, se prioricen los intereses de la Provincia por sobre las disputas personales.

Si no, el camino será duro e inexorable hacia una derrota. Después será tarde para lamentarse por las políticas de derecha que, sin dudas, dejarán a muchos chubutenses con lo puesto.#


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