Editorial / Chubut, un laberinto sin liderazgos

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05 DIC 2020 - 20:47 | Actualizado

Hace rato que en Chubut nada ni nadie es como parece o dice ser. Siempre hay un cambio de última hora, cuando no un doblez difícil de disimular. Peor aún: la masificación de las redes sociales ha descascarado hasta el más pintado y con tal de no ser acosados o relajados en Facebook, Twitter o WhatsApp, suelen construir posiciones de ocasión más cercanas a una falsa corrección política que a ideas firmes, de base, que se puedan defender sin necesidad de pensar todo el tiempo si quedan bien o mal con esas audiencias que son influyentes pero que están lejos de representar a “la gente”.

El resultado es haber transformado a la provincia en un laberinto en el cual nadie sabe adonde conduce cada camino que se toma. Quienes en los últimos años (tal vez, décadas) vienen cambiando de idea como de ropa interior, han convertido al discurso político en una moneda de cambio cada vez más devaluada. En esta troupe entran desde dirigentes políticos y sociales hasta sindicalistas y representantes de la Justicia. Casi nadie se salva. Son pocos los que se han parado siempre desde el mismo lugar con coherencia ideológica.

Por supuesto que se puede cambiar de opinión. O consensuar en beneficio del resto de la sociedad. Inclusive, hasta se podría aceptar un acuerdo político con bordes difusos si la hora lo requiere, si la necesidad es colectiva.

Pero el resultado de esa combinación permanente de “borocotismo” ideológico y “cualquierismo” político es la ausencia de liderazgos de la que hoy adolece Chubut. Sin ideas claras y sin ejecutantes con convicción, la provincia seguirá boyando entre usuarios temporales del poder.

Desmemoriados

Es fácil señalar a Mariano Arcioni como el principal responsable de todos los males. Lo es en muchos aspectos. Pero no salió de un repollo: algunos desmemoriados se olvidan que lo ungió Mario Das Neves y que ganó por amplio margen en los últimos dos turnos electorales. La mala memoria de algunos dirigentes y militantes, y también la de muchos votantes de a pie, roza la hipocresía.

Ni en el PJ, ni en el radicalismo, ni en ningún otro sector tampoco aparecen líderes contundentes. El último fue Das Neves, que cambió de ideas muchas veces pero nadie se atrevería a sugerir que no haya tenido el liderazgo suficiente para que esos virajes fueran aceptados por sus fieles seguidores como una evolución o con piadoso disimulo.

El peronismo se debate hoy entre los vestigios de ese dasnevismo otrora victorioso serial y un puñado de fundamentalistas de la derrota, acostumbrados a perder una elección tras otra, que cada tanto se maquillan y salen al ruedo creyendo que la gente se olvida de quiénes son o qué representan.

La reciente elección a dedo de Carlos Linares como presidente del PJ es un escalón más hacia abajo en ese sentido. Ni siquiera haberlo rodeado de vicepresidentas alcanza para tapar el error. El peronismo “machiruleó” una vez más y lo peor es que algunas mujeres se lo permitieron. La foto de Linares presidente rodeado de vicepresidentas es una muestra más del patriarcado peronista de Chubut, que sólo les permite a ellas acompañar, nunca liderar.

El radicalismo, mientras tanto, parece un jardín de infantes al lado del PJ. Pero no deja de ser el más claro ejemplo de lo que la gente puede hacer con un partido que incumple con sus mandatos populares. Por eso viene rodando cuesta abajo hace ya 17 años. Y lo seguirá haciendo mientras no recupere su impronta histórica y permita mansamente que su dirigencia se siga travistiendo de macrismo PRO.

También las nuevas (viejas) expresiones de derecha, centro o izquierda dejan mucho que desear. El PRO, cimentado a partir de sectores sociales que antiguamente abrevaban en la UCR, el PACh o la UCeDé; el progresismo apenas discursivo del Partido por Trelew; el transversalismo madrynense de UYO; el Vecinalismo de Esquel; o el Socialismo Auténtico y el Polo Social, por poner sólo algunos ejemplos, terminan siendo “muteados” por acuerdos políticos de sus dirigentes, que consiguen bancas o cargos para terminar haciendo todo lo contrario de lo que discursean cuando piden el voto.

Para la tribuna

El comunicado del Partido Justicialista de Chubut pidiendo al Gobierno provincial que retire el proyecto de zonificación minera parece más un interés acomodaticio de la actual dirigencia que el producto de un debate interno con los afiliados. Ni siquiera está en línea con lo que destila el PJ a nivel nacional, y ni que hablar que va decididamente en contra de la postura de Alberto Fernández, el hombre al que hace catorce meses votaron 13 millones de argentinos y de cuyas listas fueron colgados muchos de los que firmaron el comunicado.

Ningún peronista está obligado a aceptar la minería o cualquier otra decisión política, económica o social que tome un gobierno peronista. Lo que no se puede hacer es usar el sello del partido para bajar línea con un discurso acomodado a la ocasión. O ignorar que el ahora Presidente puso a la minería en su programa electoral mucho antes de ser elegido. ¿Qué pensaban de la minería esos dirigentes cuando aceptaron ser parte del Frente de Todos?

Las leyes necesitan ser debatidas con las herramientas que la democracia ofrece. No es, precisamente, a través de un pueblo en estado asambleario permanente sino a través del Congreso, sus cámaras, legislaturas y concejos deliberantes. Algunos deberían releer el Artículo 22 de la Constitución Nacional. O toda. Nunca viene mal repasarla.

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05 DIC 2020 - 20:47

Hace rato que en Chubut nada ni nadie es como parece o dice ser. Siempre hay un cambio de última hora, cuando no un doblez difícil de disimular. Peor aún: la masificación de las redes sociales ha descascarado hasta el más pintado y con tal de no ser acosados o relajados en Facebook, Twitter o WhatsApp, suelen construir posiciones de ocasión más cercanas a una falsa corrección política que a ideas firmes, de base, que se puedan defender sin necesidad de pensar todo el tiempo si quedan bien o mal con esas audiencias que son influyentes pero que están lejos de representar a “la gente”.

El resultado es haber transformado a la provincia en un laberinto en el cual nadie sabe adonde conduce cada camino que se toma. Quienes en los últimos años (tal vez, décadas) vienen cambiando de idea como de ropa interior, han convertido al discurso político en una moneda de cambio cada vez más devaluada. En esta troupe entran desde dirigentes políticos y sociales hasta sindicalistas y representantes de la Justicia. Casi nadie se salva. Son pocos los que se han parado siempre desde el mismo lugar con coherencia ideológica.

Por supuesto que se puede cambiar de opinión. O consensuar en beneficio del resto de la sociedad. Inclusive, hasta se podría aceptar un acuerdo político con bordes difusos si la hora lo requiere, si la necesidad es colectiva.

Pero el resultado de esa combinación permanente de “borocotismo” ideológico y “cualquierismo” político es la ausencia de liderazgos de la que hoy adolece Chubut. Sin ideas claras y sin ejecutantes con convicción, la provincia seguirá boyando entre usuarios temporales del poder.

Desmemoriados

Es fácil señalar a Mariano Arcioni como el principal responsable de todos los males. Lo es en muchos aspectos. Pero no salió de un repollo: algunos desmemoriados se olvidan que lo ungió Mario Das Neves y que ganó por amplio margen en los últimos dos turnos electorales. La mala memoria de algunos dirigentes y militantes, y también la de muchos votantes de a pie, roza la hipocresía.

Ni en el PJ, ni en el radicalismo, ni en ningún otro sector tampoco aparecen líderes contundentes. El último fue Das Neves, que cambió de ideas muchas veces pero nadie se atrevería a sugerir que no haya tenido el liderazgo suficiente para que esos virajes fueran aceptados por sus fieles seguidores como una evolución o con piadoso disimulo.

El peronismo se debate hoy entre los vestigios de ese dasnevismo otrora victorioso serial y un puñado de fundamentalistas de la derrota, acostumbrados a perder una elección tras otra, que cada tanto se maquillan y salen al ruedo creyendo que la gente se olvida de quiénes son o qué representan.

La reciente elección a dedo de Carlos Linares como presidente del PJ es un escalón más hacia abajo en ese sentido. Ni siquiera haberlo rodeado de vicepresidentas alcanza para tapar el error. El peronismo “machiruleó” una vez más y lo peor es que algunas mujeres se lo permitieron. La foto de Linares presidente rodeado de vicepresidentas es una muestra más del patriarcado peronista de Chubut, que sólo les permite a ellas acompañar, nunca liderar.

El radicalismo, mientras tanto, parece un jardín de infantes al lado del PJ. Pero no deja de ser el más claro ejemplo de lo que la gente puede hacer con un partido que incumple con sus mandatos populares. Por eso viene rodando cuesta abajo hace ya 17 años. Y lo seguirá haciendo mientras no recupere su impronta histórica y permita mansamente que su dirigencia se siga travistiendo de macrismo PRO.

También las nuevas (viejas) expresiones de derecha, centro o izquierda dejan mucho que desear. El PRO, cimentado a partir de sectores sociales que antiguamente abrevaban en la UCR, el PACh o la UCeDé; el progresismo apenas discursivo del Partido por Trelew; el transversalismo madrynense de UYO; el Vecinalismo de Esquel; o el Socialismo Auténtico y el Polo Social, por poner sólo algunos ejemplos, terminan siendo “muteados” por acuerdos políticos de sus dirigentes, que consiguen bancas o cargos para terminar haciendo todo lo contrario de lo que discursean cuando piden el voto.

Para la tribuna

El comunicado del Partido Justicialista de Chubut pidiendo al Gobierno provincial que retire el proyecto de zonificación minera parece más un interés acomodaticio de la actual dirigencia que el producto de un debate interno con los afiliados. Ni siquiera está en línea con lo que destila el PJ a nivel nacional, y ni que hablar que va decididamente en contra de la postura de Alberto Fernández, el hombre al que hace catorce meses votaron 13 millones de argentinos y de cuyas listas fueron colgados muchos de los que firmaron el comunicado.

Ningún peronista está obligado a aceptar la minería o cualquier otra decisión política, económica o social que tome un gobierno peronista. Lo que no se puede hacer es usar el sello del partido para bajar línea con un discurso acomodado a la ocasión. O ignorar que el ahora Presidente puso a la minería en su programa electoral mucho antes de ser elegido. ¿Qué pensaban de la minería esos dirigentes cuando aceptaron ser parte del Frente de Todos?

Las leyes necesitan ser debatidas con las herramientas que la democracia ofrece. No es, precisamente, a través de un pueblo en estado asambleario permanente sino a través del Congreso, sus cámaras, legislaturas y concejos deliberantes. Algunos deberían releer el Artículo 22 de la Constitución Nacional. O toda. Nunca viene mal repasarla.


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