Los primeros síntomas de Ángela Urrutia fueron el tipo de dolores que podría ignorar fácilmente cualquier chica de 13 años.
Era una sensación de descompostura, “pensé que se trataba de algo normal”, cuenta. Haciendo una serie de estudios médicos de rutina antes de ir con sus compañeros de viaje de egresados descubrió por casualidad que sus riñones fallaban. “Me fueron a buscar y me internaron enseguida”.
A sus 21 años no consigue entrar en la lista de espera de órganos. Se dializa tres veces por semana, no baja los brazos y anhela poder llegar a un trasplante. En JornadaPlay, Ángela habló del anhelo de tener una vida normal.
Los primeros síntomas de Ángela Urrutia fueron el tipo de dolores que podría ignorar fácilmente cualquier chica de 13 años.
Era una sensación de descompostura, “pensé que se trataba de algo normal”, cuenta. Haciendo una serie de estudios médicos de rutina antes de ir con sus compañeros de viaje de egresados descubrió por casualidad que sus riñones fallaban. “Me fueron a buscar y me internaron enseguida”.
A sus 21 años no consigue entrar en la lista de espera de órganos. Se dializa tres veces por semana, no baja los brazos y anhela poder llegar a un trasplante. En JornadaPlay, Ángela habló del anhelo de tener una vida normal.