
Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
Sara Cuevas describe un escenario que, lejos de estabilizarse, se profundiza día a día. La pérdida de empleos y la crisis generalizada en el país golpean con especial dureza a las mujeres, quienes conforman el sector más vulnerable y afectado: trabajadoras no registradas, empleadas domésticas, jefas de hogar que enfrentan la doble carga de sostener económicamente a sus familias y sobrevivir a violencias intrafamiliares. A este panorama se suma – alerta - un clima social deteriorado por discursos de odio instalados desde el Estado, que invisibilizan problemáticas urgentes.
Lo que antes parecía circunscribirse a los sectores más pobres hoy atraviesa también a la clase media, que se empobrece de manera acelerada. En Trelew y Rawson, donde la caída de la actividad económica es crítica, la situación se agravó durante el último año. Cuevas lo resume con crudeza: “Si no cuidamos a las mujeres, no cuidamos a las infancias, es un gran problema”. Y advierte que la respuesta gubernamental, en todos los niveles, es insuficiente o directamente inexistente.
Frente a ese vacío, las redes comunitarias se transforman en el sostén cotidiano. “Asistimos mediante redes y gestiones, según cada problemática. Estamos muy complicados, pero acompañamos desde nuestra convicción militante y nuestra ética ciudadana”, señala. Aunque el Consejo no tiene responsabilidad directa de gobierno, sus integrantes abren puertas, gestionan recursos, organizan ferias y capacitaciones, y habilitan espacios para que mujeres sin empleo puedan emprender y generar algún ingreso. Muchos de los talleres son brindados por vecinos que tampoco cuentan con un trabajo formal, pero encuentran allí un lugar para enseñar y sostenerse.
La crisis económica provincial suma otro componente estructural: más de seis mil despidos en el sector petrolero - empleos formales - derivaron en una caída masiva en la economía informal. La pesca también atraviesa un escenario complejo, y su deterioro arrastra a decenas de sectores conexos. En todos los casos, las mujeres vuelven a quedar al final de la fila: son las primeras en perder el empleo, las más expuestas a precarización y las que enfrentan mayores obstáculos para conservar sus derechos laborales.
En el día a día, Cuevas recibe consultas y pedidos de ayuda que evidencian el derrumbe del poder adquisitivo. Cada vez más familias recurren a la tarjeta de crédito para comprar alimentos, en un sistema financiero que se sostiene a costa del endeudamiento de la clase media. La dirigente no duda en señalar responsabilidades: las decisiones del gobierno nacional aceleraron la inflación, dispararon el dólar y desencadenaron consecuencias que hoy se sienten en miles de hogares.
A esto se suma otro fenómeno angustiante: el aumento de la violencia de género. Las denuncias crecen, pero la respuesta estatal se retrae. Cuevas denuncia una política de indiferencia frente a femicidios y violencias que ocurren en todo el país. “Es muy complicada la situación. Muy, muy complicada”, insiste, aunque no renuncia a la esperanza de que llegue un gobierno mejor.
Desde el Consejo Local trabajan para ofrecer acompañamiento, asesoramiento y espacios donde las mujeres puedan informarse, encontrar contención y proyectar alternativas. No se trata solo de asistencia inmediata, sino de sostener redes que permitan sobrevivir a una crisis que no distingue edad, barrio ni clase social.
“Siempre que una persona golpea la puerta con hambre, vamos a responder”, afirma Cuevas. Con esa premisa, y a pesar de no ser gobierno, ella y su equipo buscan fortalecer la trama comunitaria que hoy evita que muchas mujeres - y sus familias - queden completamente a la deriva. Entre gestiones, proyectos y solidaridad, mantienen vivo un horizonte: reconstruir, entre todos, un futuro mejor para Trelew.

Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
Sara Cuevas describe un escenario que, lejos de estabilizarse, se profundiza día a día. La pérdida de empleos y la crisis generalizada en el país golpean con especial dureza a las mujeres, quienes conforman el sector más vulnerable y afectado: trabajadoras no registradas, empleadas domésticas, jefas de hogar que enfrentan la doble carga de sostener económicamente a sus familias y sobrevivir a violencias intrafamiliares. A este panorama se suma – alerta - un clima social deteriorado por discursos de odio instalados desde el Estado, que invisibilizan problemáticas urgentes.
Lo que antes parecía circunscribirse a los sectores más pobres hoy atraviesa también a la clase media, que se empobrece de manera acelerada. En Trelew y Rawson, donde la caída de la actividad económica es crítica, la situación se agravó durante el último año. Cuevas lo resume con crudeza: “Si no cuidamos a las mujeres, no cuidamos a las infancias, es un gran problema”. Y advierte que la respuesta gubernamental, en todos los niveles, es insuficiente o directamente inexistente.
Frente a ese vacío, las redes comunitarias se transforman en el sostén cotidiano. “Asistimos mediante redes y gestiones, según cada problemática. Estamos muy complicados, pero acompañamos desde nuestra convicción militante y nuestra ética ciudadana”, señala. Aunque el Consejo no tiene responsabilidad directa de gobierno, sus integrantes abren puertas, gestionan recursos, organizan ferias y capacitaciones, y habilitan espacios para que mujeres sin empleo puedan emprender y generar algún ingreso. Muchos de los talleres son brindados por vecinos que tampoco cuentan con un trabajo formal, pero encuentran allí un lugar para enseñar y sostenerse.
La crisis económica provincial suma otro componente estructural: más de seis mil despidos en el sector petrolero - empleos formales - derivaron en una caída masiva en la economía informal. La pesca también atraviesa un escenario complejo, y su deterioro arrastra a decenas de sectores conexos. En todos los casos, las mujeres vuelven a quedar al final de la fila: son las primeras en perder el empleo, las más expuestas a precarización y las que enfrentan mayores obstáculos para conservar sus derechos laborales.
En el día a día, Cuevas recibe consultas y pedidos de ayuda que evidencian el derrumbe del poder adquisitivo. Cada vez más familias recurren a la tarjeta de crédito para comprar alimentos, en un sistema financiero que se sostiene a costa del endeudamiento de la clase media. La dirigente no duda en señalar responsabilidades: las decisiones del gobierno nacional aceleraron la inflación, dispararon el dólar y desencadenaron consecuencias que hoy se sienten en miles de hogares.
A esto se suma otro fenómeno angustiante: el aumento de la violencia de género. Las denuncias crecen, pero la respuesta estatal se retrae. Cuevas denuncia una política de indiferencia frente a femicidios y violencias que ocurren en todo el país. “Es muy complicada la situación. Muy, muy complicada”, insiste, aunque no renuncia a la esperanza de que llegue un gobierno mejor.
Desde el Consejo Local trabajan para ofrecer acompañamiento, asesoramiento y espacios donde las mujeres puedan informarse, encontrar contención y proyectar alternativas. No se trata solo de asistencia inmediata, sino de sostener redes que permitan sobrevivir a una crisis que no distingue edad, barrio ni clase social.
“Siempre que una persona golpea la puerta con hambre, vamos a responder”, afirma Cuevas. Con esa premisa, y a pesar de no ser gobierno, ella y su equipo buscan fortalecer la trama comunitaria que hoy evita que muchas mujeres - y sus familias - queden completamente a la deriva. Entre gestiones, proyectos y solidaridad, mantienen vivo un horizonte: reconstruir, entre todos, un futuro mejor para Trelew.