Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
El fútbol femenino ha crecido de manera extraordinaria en nuestra provincia y en todo el país. Lo vemos en cada entrenamiento, en cada partido, en cada tribuna donde las familias alientan con orgullo. Lo vemos en el esfuerzo silencioso de las jugadoras que, con pasión y compromiso, dejan todo dentro y fuera de la cancha.
Por eso creemos firmemente que el fútbol femenino merece tener su propia premiación. Porque premiar no es solamente entregar un trofeo: es reconocer una lucha, un esfuerzo y una historia que se está escribiendo con sacrificio, talento y sueños compartidos.
Este último martes, tanto J.J. Moreno como Independiente Rojo recibieron sus trofeos que obtuvieron en el último certamen doméstico en la Liga del Valle del Chubut.
Allí estuvieron los símbolos de esas dos entidades que le han dado la importancia a este género en lo referente al balompié. Sus delegados y plantel (Independiente se juega “una final” este fin de semana ante Confluencia por la Copa Federal)
El deporte es un espacio de valores: disciplina, trabajo en equipo, respeto y superación. Y en el fútbol femenino esos valores se multiplican, porque cada logro representa también un paso hacia la igualdad y la visibilidad que nuestras jugadoras se merecen.
Otorgar una premiación específica es dar un mensaje claro: el fútbol femenino no es un complemento, no es una excepción, es parte central de nuestra identidad deportiva. Reconocerlo con su propio espacio de celebración significa honrar la dedicación de nuestras futbolistas, inspirar a las nuevas generaciones y fortalecer el sentido de pertenencia de toda la comunidad.
Creemos en un futuro donde niñas y jóvenes sueñen con levantar una copa con la misma ilusión que lo hacen los varones. Ese futuro empieza hoy, cuando decidimos premiar con justicia y orgullo a quienes ya lo están construyendo.
Porque el fútbol femenino merece respeto.
Merece visibilidad.
Y merece, sin dudas, su propia premiación.
El fútbol femenino no es solo una disciplina deportiva: es un espacio de encuentro, de esfuerzo colectivo y de sueños que se construyen con la misma pasión que en cualquier otra categoría. Sin embargo, todavía enfrenta un desafío fundamental: la falta de visibilización y trascendencia dentro de muchos clubes.
Las jugadoras entrenan con dedicación, representan con orgullo a sus instituciones y transmiten valores de compromiso, trabajo en equipo y superación. Pero a menudo no reciben el mismo reconocimiento que otras disciplinas, lo que limita su crecimiento y desmotiva a nuevas generaciones que podrían encontrar en el fútbol un camino de desarrollo personal y deportivo.
Visibilizar al fútbol femenino significa romper barreras culturales, abrir espacios de igualdad y reconocer que el talento no tiene género. Significa dar lugar en los calendarios deportivos, en los medios de comunicación internos y en las vitrinas de los clubes para que las jugadoras tengan la trascendencia que les corresponde.
El futuro del deporte depende de la inclusión y la equidad. Impulsar al fútbol femenino es un acto de justicia, pero también una inversión en el presente y en el mañana de nuestras instituciones.
Lo prohibido que floreció
Durante años, el fútbol femenino fue “lo prohibido”.
Un espacio vedado, una pasión silenciada, un sueño que debía esconderse detrás de prejuicios y miradas ajenas.
Pero lo prohibido nunca muere.
Lo prohibido se transforma en fuerza, en rebeldía, en identidad.
Y así nació el fútbol femenino: desde el coraje de las pioneras que se animaron a patear una pelota cuando no estaba “permitido”, desde la voz de quienes decidieron romper el silencio y ocupar la cancha.
Hoy, lo que fue prohibido es orgullo.
Hoy, lo que fue invisibilizado es bandera.
El fútbol femenino dejó de pedir permiso: llegó para quedarse, para crecer y para ser visibilizado con la misma dignidad que cualquier otra disciplina.
Porque cada gol es un acto de libertad.
Cada partido es un desafío a la historia.
Y cada jugadora demuestra que lo prohibido, cuando se convierte en lucha, se transforma en futuro.
Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
El fútbol femenino ha crecido de manera extraordinaria en nuestra provincia y en todo el país. Lo vemos en cada entrenamiento, en cada partido, en cada tribuna donde las familias alientan con orgullo. Lo vemos en el esfuerzo silencioso de las jugadoras que, con pasión y compromiso, dejan todo dentro y fuera de la cancha.
Por eso creemos firmemente que el fútbol femenino merece tener su propia premiación. Porque premiar no es solamente entregar un trofeo: es reconocer una lucha, un esfuerzo y una historia que se está escribiendo con sacrificio, talento y sueños compartidos.
Este último martes, tanto J.J. Moreno como Independiente Rojo recibieron sus trofeos que obtuvieron en el último certamen doméstico en la Liga del Valle del Chubut.
Allí estuvieron los símbolos de esas dos entidades que le han dado la importancia a este género en lo referente al balompié. Sus delegados y plantel (Independiente se juega “una final” este fin de semana ante Confluencia por la Copa Federal)
El deporte es un espacio de valores: disciplina, trabajo en equipo, respeto y superación. Y en el fútbol femenino esos valores se multiplican, porque cada logro representa también un paso hacia la igualdad y la visibilidad que nuestras jugadoras se merecen.
Otorgar una premiación específica es dar un mensaje claro: el fútbol femenino no es un complemento, no es una excepción, es parte central de nuestra identidad deportiva. Reconocerlo con su propio espacio de celebración significa honrar la dedicación de nuestras futbolistas, inspirar a las nuevas generaciones y fortalecer el sentido de pertenencia de toda la comunidad.
Creemos en un futuro donde niñas y jóvenes sueñen con levantar una copa con la misma ilusión que lo hacen los varones. Ese futuro empieza hoy, cuando decidimos premiar con justicia y orgullo a quienes ya lo están construyendo.
Porque el fútbol femenino merece respeto.
Merece visibilidad.
Y merece, sin dudas, su propia premiación.
El fútbol femenino no es solo una disciplina deportiva: es un espacio de encuentro, de esfuerzo colectivo y de sueños que se construyen con la misma pasión que en cualquier otra categoría. Sin embargo, todavía enfrenta un desafío fundamental: la falta de visibilización y trascendencia dentro de muchos clubes.
Las jugadoras entrenan con dedicación, representan con orgullo a sus instituciones y transmiten valores de compromiso, trabajo en equipo y superación. Pero a menudo no reciben el mismo reconocimiento que otras disciplinas, lo que limita su crecimiento y desmotiva a nuevas generaciones que podrían encontrar en el fútbol un camino de desarrollo personal y deportivo.
Visibilizar al fútbol femenino significa romper barreras culturales, abrir espacios de igualdad y reconocer que el talento no tiene género. Significa dar lugar en los calendarios deportivos, en los medios de comunicación internos y en las vitrinas de los clubes para que las jugadoras tengan la trascendencia que les corresponde.
El futuro del deporte depende de la inclusión y la equidad. Impulsar al fútbol femenino es un acto de justicia, pero también una inversión en el presente y en el mañana de nuestras instituciones.
Lo prohibido que floreció
Durante años, el fútbol femenino fue “lo prohibido”.
Un espacio vedado, una pasión silenciada, un sueño que debía esconderse detrás de prejuicios y miradas ajenas.
Pero lo prohibido nunca muere.
Lo prohibido se transforma en fuerza, en rebeldía, en identidad.
Y así nació el fútbol femenino: desde el coraje de las pioneras que se animaron a patear una pelota cuando no estaba “permitido”, desde la voz de quienes decidieron romper el silencio y ocupar la cancha.
Hoy, lo que fue prohibido es orgullo.
Hoy, lo que fue invisibilizado es bandera.
El fútbol femenino dejó de pedir permiso: llegó para quedarse, para crecer y para ser visibilizado con la misma dignidad que cualquier otra disciplina.
Porque cada gol es un acto de libertad.
Cada partido es un desafío a la historia.
Y cada jugadora demuestra que lo prohibido, cuando se convierte en lucha, se transforma en futuro.