Una historia que teje utopías y discute realidades

La joven trans hace camino. Es jugadora del Club Deportivo Laprida de la Liga de Fútbol de Comodoro Rivadavia y habló de su fuerte historia de vida, sus objetivos y de cómo encara la vida. Derribando obstáculos e inspirando.

Zaira con sus compañeras del Deportivo Laprida.
26 JUL 2025 - 16:54 | Actualizado 26 JUL 2025 - 17:38

Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada

Durante años le pusieron un grillo a media pierna, la condenaron a vivir a medias, le escondieron la paz y la sonrisa, le vendieron la luna y la noche y la tuvieron las manos ocupadas. Pero siguió caminando. Le pusieron las piedras por delante, le taparon la boca por si acaso, le abrieron una herida por la espalda y le sumaron olvido a la condena. Y continuó. Y fue obligada, casi de manera demoníaca, a ser más fuerte de lo que era.

Esta definición bien podría caberle a cualquiera de ellas; pero estamos hablando de Zaira Núñez, la mujer trans, que al jugar en el fútbol femenino de Laprida de Comodoro Rivadavia, genera debate, interpela, incomoda, llevamensajes, transformaalgo.

Su sola presencia desarruga entrecejos y produce pálidas sonrisas y no se apaga la luz por su sombra evitando a los proxenetas de la burla que a través del tiempo se vieron afianzando de tanto egoísmo, indiferencia, tilinguería bajo una ignorancia inveterada y cultivada con ahínco.

“Empecé a jugar a los 25 (hoy tiene 33). Con mi identidad femenina realizada. Antes me encantaba, pero como me consideraban un niño amanerado no me invitaban. Y dejé de ir a la cancha, me dediqué a trabajar, a ser yo misma, a mi vida”, sostuvo esta chaqueña de La Verde; quién formalizó su ingreso al balompié federado comodorense por la madre de una compañera. “Jugaban contra Caleta y las fui a ver y después de 4 o 5 partidos, dije quiero jugar y se generó con mis compañeras una conexión explosiva, de risas, carcajadas” y que “la pasamos muy bien”.

Zaira debutó ate San Martín y ya de mediapunta convirtió su primer gol ante Oeste.

En cuanto a la discriminación, lo relativiza con coraje. “Es la misma que sufre el gordo, el flaco, el alto, el bajo; el distinto. No me tratan diferente por ser trans y cuando me van conociendo se dan cuenta quién soy, de conocerme y escucharme y adiós prejuicio. Eso es lo que importa.

Tengo un humor negro propio hacia mí misma y eso ayuda y fortalece. Tal vez lo que muchos piensan, yo lo digo”, manifestó con indisimulado orgullo, quién terminó el ciclo de educación secundario en “la nocturna” de la urbe petrolera chubutense y que actualmente es estudiante en la carrera de Mecánica Dental; para añadir que “afortunadamente tengo una autoestima alta y con humor supero los malos ratos”.

Feliz en el fútbol

En cuanto a intervenir directamente en el fútbol “es el principio. Una puerta que se abre para el futuro y ojalá en una nueva categoría de chicas trans y sin que nadie se ofenda por ello.

A la gente la acepto tal como son. Aprendí a saber respetar el pensamiento del otro porque no puedo ponerme mal por algo que no pueda cambiar o que el otro piense de mí. Los comentarios no me ofenden” (de ahí su humor personal), apreció quién actualmente trabaja en una firma de tecnología e informática junto a su pareja y que, además, hace “las tareas que tradicionales de ama de casa” en su hogar.

Es por ello que “el fútbol me hace muy feliz. Me hace muy feliz pertenecer a la sociedad, a un grupo, a un equipo. No soy profesional y aprendo de todos quienes me rodean, todos los días”.

Ante la consulta relacionada a si su presencia activa es romper con algún tipo de barreras, Zaira sostuvo que “al principio no lo pensé; pero sí. Rompe con todo tipo de obstáculos, de prejuicios y de temores”. Para que “más chicas puedan sumarse y está bueno porque muchas lo quieren hacer y se reprimen por el pensamiento o la actitud del otro”.

“Me doy cuenta que jugar al fútbol puede generar un debate; pero lo diferente no existe, todas y todos somos iguales”.

Discriminación

Y allí anda con su atrevido miedo, con una vieja canción en los labios y con sus piernas fuertes que arrastran raíces todavía prontas a sentir; cambiando comodidad indolente por riesgo vital.

“Al definirme sexualmente; por supuesto que tuve obstáculos que debí superar. Me miraban de otra forma, pero me gané el cariño de la gente. Trabajé de jardinera, haciendo ladrillos de adobe, cosechando tabaco.

Sufrí discriminación, se reían, no me hablaban, me insultaban de todas las formas posibles y me molestaba muchísimo”. Sin embargo “ya lo tengo superado”. ¿Por qué? Porque mi historia es de amor propio, de perseverancia, de lucha constante, sufrimiento, una vida marcada, pero de aprendizaje y que la disfruto. Agradezco que estoy viva y siempre digo que salgo a demostrar lo mejor de mí, mi mejor sonrisa, a mi manera”.

A su vez, hizo hincapié que “con mi familia el vínculo es excelente. Mis padres son el ejemplo de mi vida. Me enseñaron ser fuerte y que afuera había un mundo que podía dañarme por ser lo que quería ser. y eso me quedó muy claro”, aseveró aquella que “desde muy chica me sentía diferente. Era un niño de campo ignorante, era una trans ignorante. Usado, juzgado, dañado. Gente que me trataba mal como trabajar por un plato de comida, pero me hicieron fuerte que no me tumba ni tres camiones juntos”.

Finalmente, detrás de su lenguaje dulce, se escondió siempre una luchadora que cuestiona la doble moral de aquellos catequistas que “postean el suicidio por depresión y critican una identidad sexual, matándote”.

Hoy, la ilusión está en un pueblo con nuevos paradigmas sin fronteras y el fútbol femenino representa eso. Viene para defender la alegría del escándalo y la rutina, de la miseria y de los miserables. De las ausencias transitorias y de las definitivas, poniendo esa cuota de desmesura y deseo furioso en todo lo que hace.

A Zaira cualquiera la podrá corregir, pero nadie podrá escribir una historia como la suya. Porque entró, ya no como sombras, ya no como costillas. Entró como fuerza, como alma, como trinchera. Y sostiene esa (su) historia con el cuerpo y con el silencio. Tejiendo utopías y discutiendo realidades.

Hoy, si uno escarba en este bendito suelo, encontrará sus uñas. Marcando, sosteniendo, sangrando, resistiendo. Ponderando el amor y categorizando la pasión. La de Zaira Núñez.

Deporte binario

En América Latina no existen datos sobre la percepción y experiencias de las infancias y juventudes LGBT en los deportes. Pro una investigación de Reino Unido realizada con niños y adolescentes trans sobre su experiencia con el deporte arroja un poco de luz.

El 79% siente que su identidad de género ha afectado al participar en deportes. Las principales barreras son los uniformes deportivos y su relación con la disforia, y que el deporte está categorizado por género de forma binaria.

El 55% dijo que las noticias con narrativas alarmistas y negativas sobre la participación de atletas trans ha influido en que no se sientan parte de practicar el deporte que les gusta.

A ello se le suma, la tibieza con que las federaciones internacionales del deporte abordan el tema.

La inclusión de las y los deportistas trans es un debate actual y es uno de los grandes desafíos contemporáneos en el deporte de alto rendimiento. En la previa de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) cambió sus políticas y determinó que ya no es necesario que los deportistas transgéneros atraviesen una operación para competir en la rama correspondiente a la identidad de género que expresan. De todos modos, mantuvo sus recomendaciones respecto a la medición de la testosterona: las mujeres trans deben mantener sus niveles por debajo de los 10nmol/L durante todo el año previo a la competencia.

Las discusiones, al día de hoy, implican idas y vueltas entre las miradas estrictamente biologicistas (centradas en los orgánico, lo genético) y aquellas que amplían el horizonte para aportar perspectivas vinculadas a lo social y a la ampliación de derechos.

“(...) Los expertos médicos coinciden cada vez más en que el hecho de tomar hormonas femeninas inhibe las ventajas de fuerza o musculares que podría haber dado la testosterona. Además, coloca a las atletas que transicionan de masculino a femenino -y que hayan completado su transición- en el mismo rango general de fuerza y de desempeño exhibido por las mujeres que no son transgénero y que están en competencia”, sostiene en uno de sus documentos la Fundación para las Mujeres en el Deporte, la entidad sin fines de lucro creada por la ex tenista Billie Jean King - una incansable luchadora por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBT+ - para garantizar el acceso de las mujeres y de todas las identidades sexo-genéricas a la práctica deportiva.

Y allí aparecen los debates y las discusiones estériles. La de Jessica Millamán en su momento y la de Mara Gómez después. Y seguramente, la de Zaira.

A fin de cuentas, hacer hincapié solamente en las cuestiones biológicas termina negando el derecho de las personas trans a la práctica deportiva, tanto en el nivel recreativo como en el alto rendimiento. Esto, incluso, afecta a las personas Cis (aquellas que se identifican con el sexo con el que nacieron), tal es el caso de la atleta sudafricana Caster Semenya, quien ha estado en permanente cuestionamiento debido a que su cuerpo produce niveles de testosterona mayores que los usuales en las mujeres.

Es por eso que la mirada debe ser integral. La inclusión de una futbolista trans implica, finalmente, saldar una histórica deuda y apostar por la ampliación de derechos. Porque nadie posee el derecho de dejarla sin confesión y sin Dios, crucificada a su pena, como abrazada a un rencor, como dice el tango.

La participación de Zaira inspira y mantiene viva la importancia de la representación, la participación y la inclusión de personas trans y no binarias en los deportes.

Por eso, a quienes les gusta el fútbol -esa religión sin ateos- le dan ganas de seguir jugando.

Zaira con sus compañeras del Deportivo Laprida.
26 JUL 2025 - 16:54

Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada

Durante años le pusieron un grillo a media pierna, la condenaron a vivir a medias, le escondieron la paz y la sonrisa, le vendieron la luna y la noche y la tuvieron las manos ocupadas. Pero siguió caminando. Le pusieron las piedras por delante, le taparon la boca por si acaso, le abrieron una herida por la espalda y le sumaron olvido a la condena. Y continuó. Y fue obligada, casi de manera demoníaca, a ser más fuerte de lo que era.

Esta definición bien podría caberle a cualquiera de ellas; pero estamos hablando de Zaira Núñez, la mujer trans, que al jugar en el fútbol femenino de Laprida de Comodoro Rivadavia, genera debate, interpela, incomoda, llevamensajes, transformaalgo.

Su sola presencia desarruga entrecejos y produce pálidas sonrisas y no se apaga la luz por su sombra evitando a los proxenetas de la burla que a través del tiempo se vieron afianzando de tanto egoísmo, indiferencia, tilinguería bajo una ignorancia inveterada y cultivada con ahínco.

“Empecé a jugar a los 25 (hoy tiene 33). Con mi identidad femenina realizada. Antes me encantaba, pero como me consideraban un niño amanerado no me invitaban. Y dejé de ir a la cancha, me dediqué a trabajar, a ser yo misma, a mi vida”, sostuvo esta chaqueña de La Verde; quién formalizó su ingreso al balompié federado comodorense por la madre de una compañera. “Jugaban contra Caleta y las fui a ver y después de 4 o 5 partidos, dije quiero jugar y se generó con mis compañeras una conexión explosiva, de risas, carcajadas” y que “la pasamos muy bien”.

Zaira debutó ate San Martín y ya de mediapunta convirtió su primer gol ante Oeste.

En cuanto a la discriminación, lo relativiza con coraje. “Es la misma que sufre el gordo, el flaco, el alto, el bajo; el distinto. No me tratan diferente por ser trans y cuando me van conociendo se dan cuenta quién soy, de conocerme y escucharme y adiós prejuicio. Eso es lo que importa.

Tengo un humor negro propio hacia mí misma y eso ayuda y fortalece. Tal vez lo que muchos piensan, yo lo digo”, manifestó con indisimulado orgullo, quién terminó el ciclo de educación secundario en “la nocturna” de la urbe petrolera chubutense y que actualmente es estudiante en la carrera de Mecánica Dental; para añadir que “afortunadamente tengo una autoestima alta y con humor supero los malos ratos”.

Feliz en el fútbol

En cuanto a intervenir directamente en el fútbol “es el principio. Una puerta que se abre para el futuro y ojalá en una nueva categoría de chicas trans y sin que nadie se ofenda por ello.

A la gente la acepto tal como son. Aprendí a saber respetar el pensamiento del otro porque no puedo ponerme mal por algo que no pueda cambiar o que el otro piense de mí. Los comentarios no me ofenden” (de ahí su humor personal), apreció quién actualmente trabaja en una firma de tecnología e informática junto a su pareja y que, además, hace “las tareas que tradicionales de ama de casa” en su hogar.

Es por ello que “el fútbol me hace muy feliz. Me hace muy feliz pertenecer a la sociedad, a un grupo, a un equipo. No soy profesional y aprendo de todos quienes me rodean, todos los días”.

Ante la consulta relacionada a si su presencia activa es romper con algún tipo de barreras, Zaira sostuvo que “al principio no lo pensé; pero sí. Rompe con todo tipo de obstáculos, de prejuicios y de temores”. Para que “más chicas puedan sumarse y está bueno porque muchas lo quieren hacer y se reprimen por el pensamiento o la actitud del otro”.

“Me doy cuenta que jugar al fútbol puede generar un debate; pero lo diferente no existe, todas y todos somos iguales”.

Discriminación

Y allí anda con su atrevido miedo, con una vieja canción en los labios y con sus piernas fuertes que arrastran raíces todavía prontas a sentir; cambiando comodidad indolente por riesgo vital.

“Al definirme sexualmente; por supuesto que tuve obstáculos que debí superar. Me miraban de otra forma, pero me gané el cariño de la gente. Trabajé de jardinera, haciendo ladrillos de adobe, cosechando tabaco.

Sufrí discriminación, se reían, no me hablaban, me insultaban de todas las formas posibles y me molestaba muchísimo”. Sin embargo “ya lo tengo superado”. ¿Por qué? Porque mi historia es de amor propio, de perseverancia, de lucha constante, sufrimiento, una vida marcada, pero de aprendizaje y que la disfruto. Agradezco que estoy viva y siempre digo que salgo a demostrar lo mejor de mí, mi mejor sonrisa, a mi manera”.

A su vez, hizo hincapié que “con mi familia el vínculo es excelente. Mis padres son el ejemplo de mi vida. Me enseñaron ser fuerte y que afuera había un mundo que podía dañarme por ser lo que quería ser. y eso me quedó muy claro”, aseveró aquella que “desde muy chica me sentía diferente. Era un niño de campo ignorante, era una trans ignorante. Usado, juzgado, dañado. Gente que me trataba mal como trabajar por un plato de comida, pero me hicieron fuerte que no me tumba ni tres camiones juntos”.

Finalmente, detrás de su lenguaje dulce, se escondió siempre una luchadora que cuestiona la doble moral de aquellos catequistas que “postean el suicidio por depresión y critican una identidad sexual, matándote”.

Hoy, la ilusión está en un pueblo con nuevos paradigmas sin fronteras y el fútbol femenino representa eso. Viene para defender la alegría del escándalo y la rutina, de la miseria y de los miserables. De las ausencias transitorias y de las definitivas, poniendo esa cuota de desmesura y deseo furioso en todo lo que hace.

A Zaira cualquiera la podrá corregir, pero nadie podrá escribir una historia como la suya. Porque entró, ya no como sombras, ya no como costillas. Entró como fuerza, como alma, como trinchera. Y sostiene esa (su) historia con el cuerpo y con el silencio. Tejiendo utopías y discutiendo realidades.

Hoy, si uno escarba en este bendito suelo, encontrará sus uñas. Marcando, sosteniendo, sangrando, resistiendo. Ponderando el amor y categorizando la pasión. La de Zaira Núñez.

Deporte binario

En América Latina no existen datos sobre la percepción y experiencias de las infancias y juventudes LGBT en los deportes. Pro una investigación de Reino Unido realizada con niños y adolescentes trans sobre su experiencia con el deporte arroja un poco de luz.

El 79% siente que su identidad de género ha afectado al participar en deportes. Las principales barreras son los uniformes deportivos y su relación con la disforia, y que el deporte está categorizado por género de forma binaria.

El 55% dijo que las noticias con narrativas alarmistas y negativas sobre la participación de atletas trans ha influido en que no se sientan parte de practicar el deporte que les gusta.

A ello se le suma, la tibieza con que las federaciones internacionales del deporte abordan el tema.

La inclusión de las y los deportistas trans es un debate actual y es uno de los grandes desafíos contemporáneos en el deporte de alto rendimiento. En la previa de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) cambió sus políticas y determinó que ya no es necesario que los deportistas transgéneros atraviesen una operación para competir en la rama correspondiente a la identidad de género que expresan. De todos modos, mantuvo sus recomendaciones respecto a la medición de la testosterona: las mujeres trans deben mantener sus niveles por debajo de los 10nmol/L durante todo el año previo a la competencia.

Las discusiones, al día de hoy, implican idas y vueltas entre las miradas estrictamente biologicistas (centradas en los orgánico, lo genético) y aquellas que amplían el horizonte para aportar perspectivas vinculadas a lo social y a la ampliación de derechos.

“(...) Los expertos médicos coinciden cada vez más en que el hecho de tomar hormonas femeninas inhibe las ventajas de fuerza o musculares que podría haber dado la testosterona. Además, coloca a las atletas que transicionan de masculino a femenino -y que hayan completado su transición- en el mismo rango general de fuerza y de desempeño exhibido por las mujeres que no son transgénero y que están en competencia”, sostiene en uno de sus documentos la Fundación para las Mujeres en el Deporte, la entidad sin fines de lucro creada por la ex tenista Billie Jean King - una incansable luchadora por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBT+ - para garantizar el acceso de las mujeres y de todas las identidades sexo-genéricas a la práctica deportiva.

Y allí aparecen los debates y las discusiones estériles. La de Jessica Millamán en su momento y la de Mara Gómez después. Y seguramente, la de Zaira.

A fin de cuentas, hacer hincapié solamente en las cuestiones biológicas termina negando el derecho de las personas trans a la práctica deportiva, tanto en el nivel recreativo como en el alto rendimiento. Esto, incluso, afecta a las personas Cis (aquellas que se identifican con el sexo con el que nacieron), tal es el caso de la atleta sudafricana Caster Semenya, quien ha estado en permanente cuestionamiento debido a que su cuerpo produce niveles de testosterona mayores que los usuales en las mujeres.

Es por eso que la mirada debe ser integral. La inclusión de una futbolista trans implica, finalmente, saldar una histórica deuda y apostar por la ampliación de derechos. Porque nadie posee el derecho de dejarla sin confesión y sin Dios, crucificada a su pena, como abrazada a un rencor, como dice el tango.

La participación de Zaira inspira y mantiene viva la importancia de la representación, la participación y la inclusión de personas trans y no binarias en los deportes.

Por eso, a quienes les gusta el fútbol -esa religión sin ateos- le dan ganas de seguir jugando.