Su muerte expone el abandono sistemático al que son sometidos los jubilados, obligados a hacer colas interminables para acceder a derechos básicos. Mientras tanto, las marchas de los miércoles siguen creciendo, mostrando el hartazgo de un sector al que el gobierno no para de reprimir.
Ángel Ledda llegó temprano, como tantos otros jubilados, a la sede del PAMI en Neuquén. Esperaba ser atendido, cargando sus papeles, cuando el cuerpo no le respondió más y cayó al suelo, su rostro se tornó morado, y aunque médicos intentaron reanimarlo, su corazón no resistió. Murió en la ambulancia camino al hospital.
"Esto nos dejó mal a todos. Es un maltrato tremendo", denunció Yolanda Almendra para LM Neuquén. Otra jubilada que presenció la escena. Relató cómo el lugar estaba repleto de ancianos desde las 7 de la mañana, muchos con problemas de salud, esperando horas bajo condiciones inhumanas. "¿Hasta cuándo nos van a seguir tratando como si no existiéramos?", cuestionó.
La muerte de Ledda no es un caso aislado. Es el resultado de años de recortes, desidia y burocracia en un organismo que debería garantizar salud y dignidad. Los testimonios se repiten en cada marcha de los miércoles: jubilados que no pueden comprar medicamentos, que son derivados de una ventanilla a otra, que colapsan en las salas de espera. (LM Neuquén)
Su muerte expone el abandono sistemático al que son sometidos los jubilados, obligados a hacer colas interminables para acceder a derechos básicos. Mientras tanto, las marchas de los miércoles siguen creciendo, mostrando el hartazgo de un sector al que el gobierno no para de reprimir.
Ángel Ledda llegó temprano, como tantos otros jubilados, a la sede del PAMI en Neuquén. Esperaba ser atendido, cargando sus papeles, cuando el cuerpo no le respondió más y cayó al suelo, su rostro se tornó morado, y aunque médicos intentaron reanimarlo, su corazón no resistió. Murió en la ambulancia camino al hospital.
"Esto nos dejó mal a todos. Es un maltrato tremendo", denunció Yolanda Almendra para LM Neuquén. Otra jubilada que presenció la escena. Relató cómo el lugar estaba repleto de ancianos desde las 7 de la mañana, muchos con problemas de salud, esperando horas bajo condiciones inhumanas. "¿Hasta cuándo nos van a seguir tratando como si no existiéramos?", cuestionó.
La muerte de Ledda no es un caso aislado. Es el resultado de años de recortes, desidia y burocracia en un organismo que debería garantizar salud y dignidad. Los testimonios se repiten en cada marcha de los miércoles: jubilados que no pueden comprar medicamentos, que son derivados de una ventanilla a otra, que colapsan en las salas de espera. (LM Neuquén)