“En el ciberbullying hay un cambio generacional muy fuerte. Antes eran los chicos más grandes lo que ejercían violencia, ahora cualquiera puede hacer cualquier cosa”, expresó el abogado especialista en Derecho Informático Guillermo Zamora, a la vez que advirtió que “nadie es impune” ante este delito. Si bien en lo legal, los menores de 16 años están exentos de sanción, pueden ser identificados (aunque se denominen: anónimos) y el abordaje del caso se inicia desde una institución, la escuela y la familia. Aclaró que “siempre” hay una forma desde lo informático para llegar al IP (número de conexión) del agresor al agredido. Evitó dar más detalles para no revelar cómo se realiza el seguimiento. “Es como el recorrido de un caracol, a trasluz se ve todo lo que pasa en internet”, remarcó.
Zamora, en una entrevista con Jornada Radio aseguró que “los padres no se dan cuenta que los chicos despersonalizan al otro” y llevó tranquilidad a quienes son víctimas de bullying respecto a que puede ser tranquilamente identificable la persona que lo hace. “Hay formas de poder saber quien es el atacante, en este caso uno puede seguir un numerito. Es único e irrepetible que nos identifica cuando nos conectamos a internet: se llama IP. Esa IP se le asigna a cada persona cuando se conecta y que es única. Se puede identificar cuál es el trazado que se hace con eso. Es una trazabilidad desde donde se recibe el ataque hasta cuál es el dispositivo del cual salió. No quiero dar mucha información respecto a cómo, porque si no lo que van a hacer es cubrir sus huellas”, fundamentó.
Lamentó Zamora que las agresiones vía internet, aplicaciones, redes sociales “ocurren constantemente. Algo que antes se trasladaba únicamente a momentos específicos, ahora el uso de las tecnologías amplía el rango de quién puede hacer bullying”, manifestó.
Agregó que “en una época los atacantes, eran los más grandotes y golpeaban a los más chiquitos. Ahora, cualquiera se cree con derecho a hacer cualquier cosa. La gran mayoría de inconvenientes con esto, que veo yo por lo menos, es un cambio generacional demasiado fuerte, donde hay una serie de padres “cool”: padres amigos, que en lugar de poner límites, lo que hacen es decir: bueno, son cosas de chicos, ya pasará”, ejemplificó.
Apela además la conducta en algunas familias que “niegan” que su hijo sea el agresor: en un aula o en cualquier otro ámbito. “Dicen: mi hijo es incapaz de hacer esto, y no les enseñan lo que es realmente el uso de tecnología, en este caso, como una herramienta para hacer daño”
“Para los padres”
Zamora advirtió que desde las escuelas lo llaman mucho para dar charlas y concientizar. “Yo en un tiempo a esta parte, lo primero que le vengo diciendo a todas las escuelas es: las charlas no tienen que ser para los chicos, tienen que ser para los padres. El padre es el que tiene que tomar el rol de padre y ubicar a su hijo. Los directivos tienen que tomar cartas en el asunto en muchas ocasiones y dicen no, esto no sucede en la escuela es en un grupo de WhatsApp. Pero es una extensión de la escuela; ese grupo de WhatsApp está compuesto por alumnos; por chicos del curso, normalmente y necesitan contención porque es una extensión misma del aula allí mismo se pasan tareas y se dan indicaciones”, puntualizó.
Y ahí, el abogado fundamenta: “Cuando dicen que esto no es parte del establecimiento hay un error, me parece, conceptual. En segundo término, los padres no se dan cuenta que los chicos despersonalizan al otro. Hoy en día nos pasa a los adultos también que cuando uno dice algo en una red social, está despersonalizando al otro porque total le hablo a una pantallita, total escribo cualquier cosa a una pantalla; no se lo estoy diciendo a alguien le estoy diciendo algo que está allí que me puede contestar o no pero que está allí y que no importa si es una persona o no yo le puedo decir lo que quiera, porque total soy libre y porque total las redes me permiten expresar bueno los chicos tienen que tomar conciencia y los padres también que cuando un chico le está diciendo cualquier cosa a otro. No se le está diciendo a un celular, se lo está diciendo una persona que está en el otro lado que recibe ese ataque”, explicó.
Aclaró que el agresor en ningún caso es impune. Se puede revelar su identidad si así se quisiera. “Para poner el mejor ejemplo que suelo dar en estos casos es: cuando ven un caracol o una babosa andando por una vereda y va dejando, pues a simple vista no se ve que va caminando. Pero si uno mira a trasluz ve que hay como una marquita prácticamente invisible, pero que por ahí hace algunos brillitos. Bueno, cuando no se conecta a internet es exactamente lo mismo. Hay muchas formas de poder identificar al atacante, lo que no hay son formas sencillas de poder hacerlo, por diferentes cuestiones que van desde lo constitucional, que los ampara a cualquier persona de este país, hasta lo técnico, que permiten por ahí el no mantener esa información; pero si hay formas de poder identificar a un atacante”.
Y acá, el profesional puntualizó que si son menores de 16 años no se los puede sancionar penalmente. “Pero si es menor, se puede recurrir a la ley 22 2278 que en esos casos sí se puede pedir la intervención de los equipos interdisciplinarios, de escuela o a las autoridades educativas. Luego se pueden solicitar medidas cautelares se puede establecer una responsabilidad civil de los padres o de quien estén a cargo de esos chicos”, remarcó.
Y ejemplificó: “esto es como si un chico de 13 años le roba el auto al padre, o si el padre se lo presta con o sin conocimiento de y choca. El hecho de que sea menor de edad lo hace inimputable penalmente pero hay otro tipo de sanciones u otro tipo de acciones judiciales que se pueden llevar adelante”, remarcó.
Reiteró que el diálogo “siempre tiene sentido” y reafirmó que “lo que se quiere es firmeza, no estoy hablando de violencia, hablo de firmeza, conceptualmente. Hay que ponerse firme y decir, mira, lo que estás haciendo está mal y tiene consecuencias. ¿Vos te das cuenta que podés lastimar al otro nene y que el otro nene se siente mal”, describió.
Insistió el prestigioso profesional en que “hay que hacerle entender a los chicos que hay cosas que están malas. Así como a los adultos también. El bullying no es una cuestión de menores, además es una cuestión de mayores también. Uno ve el acoso, la violencia que hay en redes, uno tiene que hacerle entender a la gente, no podés estar diciendo cualquier cosa de cualquiera, porque del otro lado hay una persona. eso trae consecuencias y esas consecuencias tienen que generar conciencia en la persona en el menor o en el adulto”, concluyó.
“En el ciberbullying hay un cambio generacional muy fuerte. Antes eran los chicos más grandes lo que ejercían violencia, ahora cualquiera puede hacer cualquier cosa”, expresó el abogado especialista en Derecho Informático Guillermo Zamora, a la vez que advirtió que “nadie es impune” ante este delito. Si bien en lo legal, los menores de 16 años están exentos de sanción, pueden ser identificados (aunque se denominen: anónimos) y el abordaje del caso se inicia desde una institución, la escuela y la familia. Aclaró que “siempre” hay una forma desde lo informático para llegar al IP (número de conexión) del agresor al agredido. Evitó dar más detalles para no revelar cómo se realiza el seguimiento. “Es como el recorrido de un caracol, a trasluz se ve todo lo que pasa en internet”, remarcó.
Zamora, en una entrevista con Jornada Radio aseguró que “los padres no se dan cuenta que los chicos despersonalizan al otro” y llevó tranquilidad a quienes son víctimas de bullying respecto a que puede ser tranquilamente identificable la persona que lo hace. “Hay formas de poder saber quien es el atacante, en este caso uno puede seguir un numerito. Es único e irrepetible que nos identifica cuando nos conectamos a internet: se llama IP. Esa IP se le asigna a cada persona cuando se conecta y que es única. Se puede identificar cuál es el trazado que se hace con eso. Es una trazabilidad desde donde se recibe el ataque hasta cuál es el dispositivo del cual salió. No quiero dar mucha información respecto a cómo, porque si no lo que van a hacer es cubrir sus huellas”, fundamentó.
Lamentó Zamora que las agresiones vía internet, aplicaciones, redes sociales “ocurren constantemente. Algo que antes se trasladaba únicamente a momentos específicos, ahora el uso de las tecnologías amplía el rango de quién puede hacer bullying”, manifestó.
Agregó que “en una época los atacantes, eran los más grandotes y golpeaban a los más chiquitos. Ahora, cualquiera se cree con derecho a hacer cualquier cosa. La gran mayoría de inconvenientes con esto, que veo yo por lo menos, es un cambio generacional demasiado fuerte, donde hay una serie de padres “cool”: padres amigos, que en lugar de poner límites, lo que hacen es decir: bueno, son cosas de chicos, ya pasará”, ejemplificó.
Apela además la conducta en algunas familias que “niegan” que su hijo sea el agresor: en un aula o en cualquier otro ámbito. “Dicen: mi hijo es incapaz de hacer esto, y no les enseñan lo que es realmente el uso de tecnología, en este caso, como una herramienta para hacer daño”
“Para los padres”
Zamora advirtió que desde las escuelas lo llaman mucho para dar charlas y concientizar. “Yo en un tiempo a esta parte, lo primero que le vengo diciendo a todas las escuelas es: las charlas no tienen que ser para los chicos, tienen que ser para los padres. El padre es el que tiene que tomar el rol de padre y ubicar a su hijo. Los directivos tienen que tomar cartas en el asunto en muchas ocasiones y dicen no, esto no sucede en la escuela es en un grupo de WhatsApp. Pero es una extensión de la escuela; ese grupo de WhatsApp está compuesto por alumnos; por chicos del curso, normalmente y necesitan contención porque es una extensión misma del aula allí mismo se pasan tareas y se dan indicaciones”, puntualizó.
Y ahí, el abogado fundamenta: “Cuando dicen que esto no es parte del establecimiento hay un error, me parece, conceptual. En segundo término, los padres no se dan cuenta que los chicos despersonalizan al otro. Hoy en día nos pasa a los adultos también que cuando uno dice algo en una red social, está despersonalizando al otro porque total le hablo a una pantallita, total escribo cualquier cosa a una pantalla; no se lo estoy diciendo a alguien le estoy diciendo algo que está allí que me puede contestar o no pero que está allí y que no importa si es una persona o no yo le puedo decir lo que quiera, porque total soy libre y porque total las redes me permiten expresar bueno los chicos tienen que tomar conciencia y los padres también que cuando un chico le está diciendo cualquier cosa a otro. No se le está diciendo a un celular, se lo está diciendo una persona que está en el otro lado que recibe ese ataque”, explicó.
Aclaró que el agresor en ningún caso es impune. Se puede revelar su identidad si así se quisiera. “Para poner el mejor ejemplo que suelo dar en estos casos es: cuando ven un caracol o una babosa andando por una vereda y va dejando, pues a simple vista no se ve que va caminando. Pero si uno mira a trasluz ve que hay como una marquita prácticamente invisible, pero que por ahí hace algunos brillitos. Bueno, cuando no se conecta a internet es exactamente lo mismo. Hay muchas formas de poder identificar al atacante, lo que no hay son formas sencillas de poder hacerlo, por diferentes cuestiones que van desde lo constitucional, que los ampara a cualquier persona de este país, hasta lo técnico, que permiten por ahí el no mantener esa información; pero si hay formas de poder identificar a un atacante”.
Y acá, el profesional puntualizó que si son menores de 16 años no se los puede sancionar penalmente. “Pero si es menor, se puede recurrir a la ley 22 2278 que en esos casos sí se puede pedir la intervención de los equipos interdisciplinarios, de escuela o a las autoridades educativas. Luego se pueden solicitar medidas cautelares se puede establecer una responsabilidad civil de los padres o de quien estén a cargo de esos chicos”, remarcó.
Y ejemplificó: “esto es como si un chico de 13 años le roba el auto al padre, o si el padre se lo presta con o sin conocimiento de y choca. El hecho de que sea menor de edad lo hace inimputable penalmente pero hay otro tipo de sanciones u otro tipo de acciones judiciales que se pueden llevar adelante”, remarcó.
Reiteró que el diálogo “siempre tiene sentido” y reafirmó que “lo que se quiere es firmeza, no estoy hablando de violencia, hablo de firmeza, conceptualmente. Hay que ponerse firme y decir, mira, lo que estás haciendo está mal y tiene consecuencias. ¿Vos te das cuenta que podés lastimar al otro nene y que el otro nene se siente mal”, describió.
Insistió el prestigioso profesional en que “hay que hacerle entender a los chicos que hay cosas que están malas. Así como a los adultos también. El bullying no es una cuestión de menores, además es una cuestión de mayores también. Uno ve el acoso, la violencia que hay en redes, uno tiene que hacerle entender a la gente, no podés estar diciendo cualquier cosa de cualquiera, porque del otro lado hay una persona. eso trae consecuencias y esas consecuencias tienen que generar conciencia en la persona en el menor o en el adulto”, concluyó.