Los 120 días de escuchas a la “Banda del Gordo Mandinga”

La familia Tolosa fue grabada planeando robos, ocultando hacienda, vigilando a la Policía, repartiendo el botín y amenazando a vecinos que los denunciaban. Ese material es clave para lo que Fiscalía considera una asociación ilícita impune y violenta que durante más de 3 años asoló Paso de Indios.

Desde la izquierda, Luciano, Juan José, Elena y el padre de familia.
20 ABR 2025 - 9:17 | Actualizado 20 ABR 2025 - 9:51

Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada

Fue el material clave para la investigación que encarceló a la “Banda del Gordo Mandinga”: 120 días de escuchas telefónicas que grabaron el modus operandi de la familia Tolosa y que según Fiscalía, prueban el saqueo sistemático a los productores de Paso de Indios, usurpaciones, atropellos, y amenazas en pleno día y a cara descubierta ante vecinos y policías o por teléfono.

Se trata de Elena Amigoren -presunta jefa de la asociación ilícita-, su esposo Juan José “Chique” Tolosa y sus hijos Luciano “Gordo Mandinga” y Juan José “Kini” Tolosa. La fiscal de Trelew Mariana Millapi considera que los diálogos detectados muestran que este cuarteto hacía lo necesario para sostener su empresa: destruir prueba y potreros, mover hacienda, agrandar corrales clandestinos o colocar trampas para vehículos.

Luciano "Gordo Mandinga" Tolosa.

Un ejemplo es el robo que sufrió el ganadero Humberto Gatti. Elena fue interceptada pidiéndole a Luciano: “El peón los siguió, ya vengase; Gatti los vio y allá arriba andan buscando rastro; llamalo al Kini y traigan las armas”.

Luego le pide a su cuñado Raúl Pichiñán:
-Bichame una camioneta Ranger, cabina simple, gris, que es de Gatti, porque si va allá la denuncia ahí en Paso de Indios y si no baja, hay allanamiento mañana, pero él va a denunciar en San Martín porque evidentemente el peón nos vio y justo fuimos hoy y había cortado rastro el hijo de puta (…) la vamos a pelear, vimos la camioneta, iba a sacar rastro por donde pasamos y ayer pasó el peón a caballo (…) bichá la Comisaría, decile a Charly que una camioneta gris, cuando mucho te voy a llamar porque yo voy a sacar todo eso para otro lado”.
-Raúl: Dale, recién pegué una vuelta y no se ve nadie (…) los milicos andaban para el lado de la estación dando vueltas hoy.
-No se veía nada, yo igual me llevo el teléfono, en Piedra Negra capaz que te llame, una hora más voy a salir para abajo así que si llega a haber novedades a la tarde dejame un mensajito.
La charla termina con risas de Amigoren.

En otro audio Elena le dice a Luciano que recién llegaban. Él le indica que seguramente “hechos mierda” por cabalgar durante horas o por varios kilómetros. Su madre y jefa tenía miedo: el corral clandestino había quedado chico para los animales robados, que podían derribarlo. Por eso le pide más alambre. La hacienda había quedado “con el culo apoyado en el alambre”. Debían dejar más tiempo a los animales en esos escondites provisorios para no tenerlos en su predio de Los Dos Hermanos y no ser descubiertos.

Desde la izquierda, Luciano, Juan José, Elena y el padre de familia.

Pensando en cuándo serían los allanamientos, el “Gordo Mandinga” le dice a su mamá:
-Estaba pensando que hoy es viernes, mañana sábado, ¿lo harán?, si no llega a pasar nada bajo con dos piquetes y estiro con la tenaza, porque estaba ajustada.
-Sí, a veces han llegado un sábado; te acordás que muchas veces un día cayó el sábado o el viernes era, que la noticia salió el lunes.
-Claro, hay que estar atentos, estaba sacando la cuenta que hoy es viernes, capaz que mañana van a caer igual, cuando mucho estiramos un poquito más el corral.

Juan José "Kini" Tolosa.

En otra escucha, Luciano le comenta a su madre que se había cruzado a la “Noemí” y le había hecho señas de luces ya que iban varios “milicos” en una camioneta. La jefa le dice que quizás iban a lo de Gatti. Luciano le respondeque al regresar al pueblo había un móvil en la Comisaría, dudando si era de la Seccional de Los Altares. Iban para “arriba”. Elena le dice que era mejor dejar abierta la tranquera porque si no los “milicos” cortaban todo para abrirla. Su hijo tenía miedo: iban varios y quizás ya tenían la orden de instalarse en campo para allanar al otro día. Su jefa fue categórica: “Voy a ir a mirar un poquito más allá arriba pero si no te llamo hasta las once y cuarto es porque están acá”. Lo llamativo fue una frase sobre su celular: “Dale hijo, llamalo a Kini, tengo poca batería, voy a cargar éste y lo voy a fondear de vuelta”.

Largavistas

Interceptada su conversación, la mujer detecta una comitiva policial con su largavistas: “Cinco de a caballo iban saliendo del alambre, van para arriba, un tordillo, medio gateao y tres caballos negros, iban costeando, viste que arriba hay una laguna, después arriba hay otra laguna más”. Recorrían el campo por el robo a Gatti.

Ante el hallazgo Elena advierte a Luciano: “Seguramente van a llegar como a las dos de la tarde allá y no sé si van a mandar ahora o mañana a la mañana va a caer”. A su hijo le parecía raro pero su madre le explica cómo funcionaba la Justicia: “Tienen que verificar rastro, si no, no te toman la denuncia; primero se hace el rastrillaje y después recién te toman la denuncia y te manda de toque, ya verificaron los rastros, ahora queda llamar nomás y que larguen la orden”.

Elena Amigoren, presunta jefa de la asociación ilícita.

Hasta presumía el día del allanamiento: “Seguramente van a caer mañana porque yo vi lo cinco de a caballo allá, miré con el largavistas y más o menos iban rumbo a la aguadita, iban los cinco en hilera (…) Vamos a agrandar el corral porque quedaron re contra apretados (…) voy a llevar un piquete (…) el culo apoyado contra el alambre, sino lo van a echar abajo”.

Celular enterrado

Elena recorre los campos de noche y le dice a “Kini” que no se veía mucho. “Calculo que estos unas horas más van a estar llegando a la estancia y no sé si irán a andar la orden enseguida, para la tarde o mañana temprano”.

Según la jefa, habían llevado a los “milicos” de San Martín rumbo a la estancia. Su cuñado Raúl le pide tener cuidado pero ella responde: “No van a encontrar ni chota porque no dejamos nada adentro del campo nuestro, viste, los desviamos para otro lado y si andan abajo por Piedra Negra no van a encontrar nada tampoco; allá no existe nada, seguramente van a querer esta tarde o mañana, lo vi clarito con el largavistas”. Si llovía, mejor porque es difícil ver a las ovejas si se embarran.

La familia Tolosa, en una de las audiencias.

Natural y tranquila, riéndose, le dice a su cuñado: “Acá no hay nada, no hay evidencia que se carneó, cualquier cosa te llamo porque este teléfono lo dejo enterrado”. Ese celular era robado a Gatti. Elena creía que al número no lo tenía nadie y hablaba libremente.

Asunto de familia

Toda la familia estaba alerta. La pareja de Luciano llama a su suegra: “Ahí recién subió una camioneta de las grises, de los milicos”. Iban al campo. La jefa se burla y se ríe: “¿Irá ahora? Van a tener que esperar porque yo ando acá en el pueblo; debe ser la de los milicos que andaban hoy donde Gatti”. Al concluir esa charla su nuera confirma: “Andamos espiando a los milicos”.

Otra escucha detectó a Elena diciéndole a Luciano que empezaba un allanamiento: “Vino la camioneta de Paso de Indios porque la denuncia está radicada en Fiscalía de Trelew, anda Carancho con la camioneta, anda una camioneta de Infantería porque como Carancho es milico lo ha mandado a buscar y otra camioneta más que debe ser de la Montada de Trelew (…) debe ser la que está donde Gatti, van a venir a caballo porque van a juntar el cuadro de Troncoso y el cuadro grande de acá”. El tal “Carancho” sería el apodo de un policía de la localidad.

Rubén Kohler y Mariana Millapi, investigadores del caso.

La tarde de ese mismo día, el “Kini” ya planea otro robo: “En estos días vamos a sacarle unas veinte y carnearlas”.

Carneados

Querían deshacerse de los animales rápidamente, incluso fiado, y desarmar los corrales provisorios donde los encerraban. “Vamos a pastorear hasta tarde que se llenen; a la tarde había que ir a desarmar el corral allá cuando mucho si viene Kini”.
Elena pregunta si “Kini” tenía que carnear dos y Luciano responde: “Dijo que iba a ofertar así que capaz que son como seis, siete, pero ofertá, los carneamos en un toque, terminamos y desarmamos eso”.

Las charlas demuestran la cantidad de animales carneados con frecuencia. Luciano le preguntó a Elena: “¿Carnean alguno?”. Su madre le responde “Diez”. Tolosa sigue: “Ahora tengo que carnear diez más” y le explica a la jefa que “Braulio le vendió cuatro al pa, cuatro al padre y uno a la tía y son veinte”.

La penalista Gladys Olavarría, defensora de los Tolosa.

El transporte de los ejemplares faenados lo hacía Luciano en su coche. Su mamá pregunta: “Mierda che. ¿Cabrán los veinte?”; él responde: “Sí, ¿el otro día no llevamos treinta?”. Elena le dice: “No, veinticinco, se llevaron quince, esos son grandes y gordos encima, va a tener que meter alguno adentro” en referencia a la cabina del rodado. “Gordísimos son, hay muchos que deben pesa cerca de treinta kilos”, remata Elena.

Pedidos

Hay audios de las charlas sobre el levante de pedidos: “Podés ofertar alguno, allá dejamos carneados pero dos lanudos”.
Ante esta mención el “Kini” iba a enviar mensajes: “Ahí oferto unos cinco, seis aunque sea”. Elena le responde que tenía un capón grande y un borrego.

Un tal Aldo fue grabado pidiéndole al “Kini”: “Che, ¿les quedaban algunos capones más?”. Es que para “el Dique” necesitaba once capones que ya tenían pedidos.

El negocio es millonario y el reparto del dinero, equitativo. Elena le dice a Luciano: “Ahí rescaté toda la plata, ya la repartí”. Luciano le pregunta si cada uno sacaba 844 y su madre le confirma. El “Gordo” dice: “Eran dos millones quinientos treinta, así que ahí ya te la llevo toda la plata y cuando mucho allá contála, pero está todo”.

“Le parto la cabeza”

La imputación incluye las amenazas de Elena a Luis Neipan, un vecino que había denunciado a la familia. El mismo día del episodio, la madre le contó a su hijo “Kini”: “Lo fui a agarrar con una piedra por la cabeza y justo había un miliquito nuevo que me agarró la mano, si no le parto la cabeza; lo cagamos bien a palos, rajó a la mierda por cobarde hijo de puta, le dije vas a tener que aprender a cerrar la tranquera, concha de tu madre; andaba un miliquito nuevo y le digo ´Vos recién recibido guacho de mierda, de qué te la querés dar´; ya te voy a agarrar afuera Neipan y bancátela, te voy a dejar con la panza afuera, le digo; ahora ando dando vuelta de nuevo acá en la casa de él a ver si lo agarro, si se ve, pero se debe haber escondido”.

Plata

Según Fiscalía, la banda perfeccionó su modus operandi: primero eran lotes de hasta 300 animales pero la experiencia les mostró que a mayor cantidad de animales, más tiempo de arreo y ante un allanamiento, más chance de ser descubiertos. Por eso los atracos bajaron en cantidad de hacienda y comenzaron a trabajar a demanda, levantando pedidos en Paso de Indios, Los Altares, el Dique Florentino Ameghino y Trelew. Usaron sus coches, con ayuda de 3 personas y acordando puntos de encuentro en la ruta con escolta, por si acaso se toparan con un control policial.

Aunque según ANSES y ARCA ninguno tiene actividad lícita, en casa de Luciano se hallaron $ 2.179.000 y 10 celulares.

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Desde la izquierda, Luciano, Juan José, Elena y el padre de familia.
20 ABR 2025 - 9:17

Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada

Fue el material clave para la investigación que encarceló a la “Banda del Gordo Mandinga”: 120 días de escuchas telefónicas que grabaron el modus operandi de la familia Tolosa y que según Fiscalía, prueban el saqueo sistemático a los productores de Paso de Indios, usurpaciones, atropellos, y amenazas en pleno día y a cara descubierta ante vecinos y policías o por teléfono.

Se trata de Elena Amigoren -presunta jefa de la asociación ilícita-, su esposo Juan José “Chique” Tolosa y sus hijos Luciano “Gordo Mandinga” y Juan José “Kini” Tolosa. La fiscal de Trelew Mariana Millapi considera que los diálogos detectados muestran que este cuarteto hacía lo necesario para sostener su empresa: destruir prueba y potreros, mover hacienda, agrandar corrales clandestinos o colocar trampas para vehículos.

Luciano "Gordo Mandinga" Tolosa.

Un ejemplo es el robo que sufrió el ganadero Humberto Gatti. Elena fue interceptada pidiéndole a Luciano: “El peón los siguió, ya vengase; Gatti los vio y allá arriba andan buscando rastro; llamalo al Kini y traigan las armas”.

Luego le pide a su cuñado Raúl Pichiñán:
-Bichame una camioneta Ranger, cabina simple, gris, que es de Gatti, porque si va allá la denuncia ahí en Paso de Indios y si no baja, hay allanamiento mañana, pero él va a denunciar en San Martín porque evidentemente el peón nos vio y justo fuimos hoy y había cortado rastro el hijo de puta (…) la vamos a pelear, vimos la camioneta, iba a sacar rastro por donde pasamos y ayer pasó el peón a caballo (…) bichá la Comisaría, decile a Charly que una camioneta gris, cuando mucho te voy a llamar porque yo voy a sacar todo eso para otro lado”.
-Raúl: Dale, recién pegué una vuelta y no se ve nadie (…) los milicos andaban para el lado de la estación dando vueltas hoy.
-No se veía nada, yo igual me llevo el teléfono, en Piedra Negra capaz que te llame, una hora más voy a salir para abajo así que si llega a haber novedades a la tarde dejame un mensajito.
La charla termina con risas de Amigoren.

En otro audio Elena le dice a Luciano que recién llegaban. Él le indica que seguramente “hechos mierda” por cabalgar durante horas o por varios kilómetros. Su madre y jefa tenía miedo: el corral clandestino había quedado chico para los animales robados, que podían derribarlo. Por eso le pide más alambre. La hacienda había quedado “con el culo apoyado en el alambre”. Debían dejar más tiempo a los animales en esos escondites provisorios para no tenerlos en su predio de Los Dos Hermanos y no ser descubiertos.

Desde la izquierda, Luciano, Juan José, Elena y el padre de familia.

Pensando en cuándo serían los allanamientos, el “Gordo Mandinga” le dice a su mamá:
-Estaba pensando que hoy es viernes, mañana sábado, ¿lo harán?, si no llega a pasar nada bajo con dos piquetes y estiro con la tenaza, porque estaba ajustada.
-Sí, a veces han llegado un sábado; te acordás que muchas veces un día cayó el sábado o el viernes era, que la noticia salió el lunes.
-Claro, hay que estar atentos, estaba sacando la cuenta que hoy es viernes, capaz que mañana van a caer igual, cuando mucho estiramos un poquito más el corral.

Juan José "Kini" Tolosa.

En otra escucha, Luciano le comenta a su madre que se había cruzado a la “Noemí” y le había hecho señas de luces ya que iban varios “milicos” en una camioneta. La jefa le dice que quizás iban a lo de Gatti. Luciano le respondeque al regresar al pueblo había un móvil en la Comisaría, dudando si era de la Seccional de Los Altares. Iban para “arriba”. Elena le dice que era mejor dejar abierta la tranquera porque si no los “milicos” cortaban todo para abrirla. Su hijo tenía miedo: iban varios y quizás ya tenían la orden de instalarse en campo para allanar al otro día. Su jefa fue categórica: “Voy a ir a mirar un poquito más allá arriba pero si no te llamo hasta las once y cuarto es porque están acá”. Lo llamativo fue una frase sobre su celular: “Dale hijo, llamalo a Kini, tengo poca batería, voy a cargar éste y lo voy a fondear de vuelta”.

Largavistas

Interceptada su conversación, la mujer detecta una comitiva policial con su largavistas: “Cinco de a caballo iban saliendo del alambre, van para arriba, un tordillo, medio gateao y tres caballos negros, iban costeando, viste que arriba hay una laguna, después arriba hay otra laguna más”. Recorrían el campo por el robo a Gatti.

Ante el hallazgo Elena advierte a Luciano: “Seguramente van a llegar como a las dos de la tarde allá y no sé si van a mandar ahora o mañana a la mañana va a caer”. A su hijo le parecía raro pero su madre le explica cómo funcionaba la Justicia: “Tienen que verificar rastro, si no, no te toman la denuncia; primero se hace el rastrillaje y después recién te toman la denuncia y te manda de toque, ya verificaron los rastros, ahora queda llamar nomás y que larguen la orden”.

Elena Amigoren, presunta jefa de la asociación ilícita.

Hasta presumía el día del allanamiento: “Seguramente van a caer mañana porque yo vi lo cinco de a caballo allá, miré con el largavistas y más o menos iban rumbo a la aguadita, iban los cinco en hilera (…) Vamos a agrandar el corral porque quedaron re contra apretados (…) voy a llevar un piquete (…) el culo apoyado contra el alambre, sino lo van a echar abajo”.

Celular enterrado

Elena recorre los campos de noche y le dice a “Kini” que no se veía mucho. “Calculo que estos unas horas más van a estar llegando a la estancia y no sé si irán a andar la orden enseguida, para la tarde o mañana temprano”.

Según la jefa, habían llevado a los “milicos” de San Martín rumbo a la estancia. Su cuñado Raúl le pide tener cuidado pero ella responde: “No van a encontrar ni chota porque no dejamos nada adentro del campo nuestro, viste, los desviamos para otro lado y si andan abajo por Piedra Negra no van a encontrar nada tampoco; allá no existe nada, seguramente van a querer esta tarde o mañana, lo vi clarito con el largavistas”. Si llovía, mejor porque es difícil ver a las ovejas si se embarran.

La familia Tolosa, en una de las audiencias.

Natural y tranquila, riéndose, le dice a su cuñado: “Acá no hay nada, no hay evidencia que se carneó, cualquier cosa te llamo porque este teléfono lo dejo enterrado”. Ese celular era robado a Gatti. Elena creía que al número no lo tenía nadie y hablaba libremente.

Asunto de familia

Toda la familia estaba alerta. La pareja de Luciano llama a su suegra: “Ahí recién subió una camioneta de las grises, de los milicos”. Iban al campo. La jefa se burla y se ríe: “¿Irá ahora? Van a tener que esperar porque yo ando acá en el pueblo; debe ser la de los milicos que andaban hoy donde Gatti”. Al concluir esa charla su nuera confirma: “Andamos espiando a los milicos”.

Otra escucha detectó a Elena diciéndole a Luciano que empezaba un allanamiento: “Vino la camioneta de Paso de Indios porque la denuncia está radicada en Fiscalía de Trelew, anda Carancho con la camioneta, anda una camioneta de Infantería porque como Carancho es milico lo ha mandado a buscar y otra camioneta más que debe ser de la Montada de Trelew (…) debe ser la que está donde Gatti, van a venir a caballo porque van a juntar el cuadro de Troncoso y el cuadro grande de acá”. El tal “Carancho” sería el apodo de un policía de la localidad.

Rubén Kohler y Mariana Millapi, investigadores del caso.

La tarde de ese mismo día, el “Kini” ya planea otro robo: “En estos días vamos a sacarle unas veinte y carnearlas”.

Carneados

Querían deshacerse de los animales rápidamente, incluso fiado, y desarmar los corrales provisorios donde los encerraban. “Vamos a pastorear hasta tarde que se llenen; a la tarde había que ir a desarmar el corral allá cuando mucho si viene Kini”.
Elena pregunta si “Kini” tenía que carnear dos y Luciano responde: “Dijo que iba a ofertar así que capaz que son como seis, siete, pero ofertá, los carneamos en un toque, terminamos y desarmamos eso”.

Las charlas demuestran la cantidad de animales carneados con frecuencia. Luciano le preguntó a Elena: “¿Carnean alguno?”. Su madre le responde “Diez”. Tolosa sigue: “Ahora tengo que carnear diez más” y le explica a la jefa que “Braulio le vendió cuatro al pa, cuatro al padre y uno a la tía y son veinte”.

La penalista Gladys Olavarría, defensora de los Tolosa.

El transporte de los ejemplares faenados lo hacía Luciano en su coche. Su mamá pregunta: “Mierda che. ¿Cabrán los veinte?”; él responde: “Sí, ¿el otro día no llevamos treinta?”. Elena le dice: “No, veinticinco, se llevaron quince, esos son grandes y gordos encima, va a tener que meter alguno adentro” en referencia a la cabina del rodado. “Gordísimos son, hay muchos que deben pesa cerca de treinta kilos”, remata Elena.

Pedidos

Hay audios de las charlas sobre el levante de pedidos: “Podés ofertar alguno, allá dejamos carneados pero dos lanudos”.
Ante esta mención el “Kini” iba a enviar mensajes: “Ahí oferto unos cinco, seis aunque sea”. Elena le responde que tenía un capón grande y un borrego.

Un tal Aldo fue grabado pidiéndole al “Kini”: “Che, ¿les quedaban algunos capones más?”. Es que para “el Dique” necesitaba once capones que ya tenían pedidos.

El negocio es millonario y el reparto del dinero, equitativo. Elena le dice a Luciano: “Ahí rescaté toda la plata, ya la repartí”. Luciano le pregunta si cada uno sacaba 844 y su madre le confirma. El “Gordo” dice: “Eran dos millones quinientos treinta, así que ahí ya te la llevo toda la plata y cuando mucho allá contála, pero está todo”.

“Le parto la cabeza”

La imputación incluye las amenazas de Elena a Luis Neipan, un vecino que había denunciado a la familia. El mismo día del episodio, la madre le contó a su hijo “Kini”: “Lo fui a agarrar con una piedra por la cabeza y justo había un miliquito nuevo que me agarró la mano, si no le parto la cabeza; lo cagamos bien a palos, rajó a la mierda por cobarde hijo de puta, le dije vas a tener que aprender a cerrar la tranquera, concha de tu madre; andaba un miliquito nuevo y le digo ´Vos recién recibido guacho de mierda, de qué te la querés dar´; ya te voy a agarrar afuera Neipan y bancátela, te voy a dejar con la panza afuera, le digo; ahora ando dando vuelta de nuevo acá en la casa de él a ver si lo agarro, si se ve, pero se debe haber escondido”.

Plata

Según Fiscalía, la banda perfeccionó su modus operandi: primero eran lotes de hasta 300 animales pero la experiencia les mostró que a mayor cantidad de animales, más tiempo de arreo y ante un allanamiento, más chance de ser descubiertos. Por eso los atracos bajaron en cantidad de hacienda y comenzaron a trabajar a demanda, levantando pedidos en Paso de Indios, Los Altares, el Dique Florentino Ameghino y Trelew. Usaron sus coches, con ayuda de 3 personas y acordando puntos de encuentro en la ruta con escolta, por si acaso se toparan con un control policial.

Aunque según ANSES y ARCA ninguno tiene actividad lícita, en casa de Luciano se hallaron $ 2.179.000 y 10 celulares.