Una guitarra comodorense que emocionó a Maradona

De “La mano de Dios” que conmovió al Diez en persona al Himno original salido de sus cuerdas, cada noche en el cierre de transmisión de Radio Mitre. Jorge Alvarado, concertista comodorense radicado en Buenos Aires asume a su instrumento como una “orquesta” capaz de movilizar los sentidos. Sueña con tocar y enseñar en Chubut.

Jorge Alvarado se dedica a la docencia, enseña guitarra inclusive con un sistema on line.
09 FEB 2025 - 15:09 | Actualizado 09 FEB 2025 - 15:13


Por Ismael Tebes
REDACCIÓN JORNADA
itebes@grupojornada.com
En X: @IsmaTebes

Cuando el instrumento trasciende, se convierte en inspiración. La madera llega al corazón para estremecer. Y Jorge Alvarado (62) asume tener en sus manos una orquesta llena de sonidos para ensamblar y de colores que pueden iluminar la vida de los “tristes”. Cada día su original versión del Himno Nacional Argentino suena al comienzo de cada día en Radio Mitre como un resúmen orgulloso de una carrera llena de vivencias. “Yo vengo de Comodoro; de una familia muy humilde; hice un gran esfuerzo para venir a estudiar a Buenos Aires. Siempre fui de la mano de una vocación que hoy no veo. Ese arreglo del Himno hace que me nombren todos los días y eso es un orgullo”, cuenta Alvarado, vecino del barrio de Chacarita y más chubutense que las distancias.

Su cercanía con la radio le generó un espacio inesperado, “la Canchita de Alvarado”, todos los viernes, le permite sembrar una semilla. “Me gustan las ideas y siempre trato de alimentarme. Soy muy futbolero. A través de Jorge Porta, uno de los gerentes de la Radio a quien respeto mucho; hizo que se diera la posibilidad. En el Super Mitre Deportivo se habla de fútbol, “bajamos” un poco y cerramos los viernes con un formato musical. Saco melodías de las hinchadas que son de compositores; hago arreglos, toco un tema instrumental siempre con un prólogo de algún escritor futbolero como Sacheri o Galeano. El otro día hice “No tan distintos”, de Luca Prodan que era hincha de Chacarita y todo se va fusionando. Y terminamos en un fogón donde cantamos todos”.

Jorge Alvarado se dedica a la docencia, enseña guitarra inclusive con un sistema on line. Y no escapa a las presentaciones que surgen desde su propia exposición radial. “No hay mucho movimiento como otros años. Extraño ir a mi lugar, que me convoquen en mi provincia. Toqué en Trelew; gané el Eistewood y el Pingüino de Oro en Cosquín y siempre deseo ir a Chubut para tocar y enseñar, transmitir lo que he podido aprender. Me gustaría hacer unas clínicas para dejar algo y hablar de mi experiencia. A cualquier parte del sur iría gustoso porque siento que hay que abrir cabezas y activar”.

“A mí la guitarra –resumió- me salvó. Yo soy clase 62’, la de Malvinas y me fui en la segunda baja. Estaba haciendo el servicio militar y le daba clases de guitarra a la hija del coronel, la siguiendo tanda fue a la Guerra. Si no hubiera estado la guitarra quizás no estaríamos hablando ahora”, reconoce. Alvarado tocó en el Teatro Colón su versión del Himno Nacional y recuerda aún la emoción de haber interpretado en persona ante el propio Diego Maradona, su propio homenaje en vida, la “Mano de Dios” que convivió al Diez durante el Mundial de Brasil. “Lo mejor siempre es lo que está por venir, estoy por subir un disco instrumental con obras mías y temas cantados que hice hace treinta años. Me gusta reinventarme, tengo un disco de rock nacional con arreglos de guitarra y bandoneón que es un instrumento que se acerca mucho a lo que hago”.

Jorge Alvarado, ex alumno de la Escuela 26, aprendió “sol y re” de la mano de su tío Clemente Ulloa y con 8 años, rasgueaba las cuerdas con “Pájaro campana” y cantaba ante la mirada de sus maestras María Laura Cerezo y Joaquina Mazzuca. “Empecé a estudiar por música a los diez años con Juan Calo, el histórico profesor de la ciudad. Con él conocí la música española y otros estilos y a partir de ahí, comencé a mostrarme en los festivales”.

Ganar en Cosquín representó una beca que facilitó su llegada a Buenos Aires en 1983; cantó en el coro de la Universidad y pateó las calles del barrio Jorge Newbery. “Ser músico es muy difícil; cuesta mucho porque es una profesión muy ingrata. Son pocos los que tienen esa suerte. Esto requiere de tiempo y es necesario tener un buen sustento económico. En la vida no se puede todo pero no me quejo. Pude comprar mi casa donde vivo con Clara y mi hija Clementina. Siempre digo que todo lo que se hace, hay que hacerlo bien y no atado con alambre”.

“La guitarra –consideró- es una orquesta. La técnica clásica es la que te ayuda a sacar todo el sonido. Haber estudiado música clásica muchos años me ayudó a investigar. Yupanqui hacía el trote de un caballo con la guitarra como un efecto. Ya no están Atahualpa, ni Falú, ni Cacho Tirao. Tuve referentes muy buenos y hoy los chicos no los tienen”.

Jorge Alvarado se dedica a la docencia, enseña guitarra inclusive con un sistema on line.
09 FEB 2025 - 15:09


Por Ismael Tebes
REDACCIÓN JORNADA
itebes@grupojornada.com
En X: @IsmaTebes

Cuando el instrumento trasciende, se convierte en inspiración. La madera llega al corazón para estremecer. Y Jorge Alvarado (62) asume tener en sus manos una orquesta llena de sonidos para ensamblar y de colores que pueden iluminar la vida de los “tristes”. Cada día su original versión del Himno Nacional Argentino suena al comienzo de cada día en Radio Mitre como un resúmen orgulloso de una carrera llena de vivencias. “Yo vengo de Comodoro; de una familia muy humilde; hice un gran esfuerzo para venir a estudiar a Buenos Aires. Siempre fui de la mano de una vocación que hoy no veo. Ese arreglo del Himno hace que me nombren todos los días y eso es un orgullo”, cuenta Alvarado, vecino del barrio de Chacarita y más chubutense que las distancias.

Su cercanía con la radio le generó un espacio inesperado, “la Canchita de Alvarado”, todos los viernes, le permite sembrar una semilla. “Me gustan las ideas y siempre trato de alimentarme. Soy muy futbolero. A través de Jorge Porta, uno de los gerentes de la Radio a quien respeto mucho; hizo que se diera la posibilidad. En el Super Mitre Deportivo se habla de fútbol, “bajamos” un poco y cerramos los viernes con un formato musical. Saco melodías de las hinchadas que son de compositores; hago arreglos, toco un tema instrumental siempre con un prólogo de algún escritor futbolero como Sacheri o Galeano. El otro día hice “No tan distintos”, de Luca Prodan que era hincha de Chacarita y todo se va fusionando. Y terminamos en un fogón donde cantamos todos”.

Jorge Alvarado se dedica a la docencia, enseña guitarra inclusive con un sistema on line. Y no escapa a las presentaciones que surgen desde su propia exposición radial. “No hay mucho movimiento como otros años. Extraño ir a mi lugar, que me convoquen en mi provincia. Toqué en Trelew; gané el Eistewood y el Pingüino de Oro en Cosquín y siempre deseo ir a Chubut para tocar y enseñar, transmitir lo que he podido aprender. Me gustaría hacer unas clínicas para dejar algo y hablar de mi experiencia. A cualquier parte del sur iría gustoso porque siento que hay que abrir cabezas y activar”.

“A mí la guitarra –resumió- me salvó. Yo soy clase 62’, la de Malvinas y me fui en la segunda baja. Estaba haciendo el servicio militar y le daba clases de guitarra a la hija del coronel, la siguiendo tanda fue a la Guerra. Si no hubiera estado la guitarra quizás no estaríamos hablando ahora”, reconoce. Alvarado tocó en el Teatro Colón su versión del Himno Nacional y recuerda aún la emoción de haber interpretado en persona ante el propio Diego Maradona, su propio homenaje en vida, la “Mano de Dios” que convivió al Diez durante el Mundial de Brasil. “Lo mejor siempre es lo que está por venir, estoy por subir un disco instrumental con obras mías y temas cantados que hice hace treinta años. Me gusta reinventarme, tengo un disco de rock nacional con arreglos de guitarra y bandoneón que es un instrumento que se acerca mucho a lo que hago”.

Jorge Alvarado, ex alumno de la Escuela 26, aprendió “sol y re” de la mano de su tío Clemente Ulloa y con 8 años, rasgueaba las cuerdas con “Pájaro campana” y cantaba ante la mirada de sus maestras María Laura Cerezo y Joaquina Mazzuca. “Empecé a estudiar por música a los diez años con Juan Calo, el histórico profesor de la ciudad. Con él conocí la música española y otros estilos y a partir de ahí, comencé a mostrarme en los festivales”.

Ganar en Cosquín representó una beca que facilitó su llegada a Buenos Aires en 1983; cantó en el coro de la Universidad y pateó las calles del barrio Jorge Newbery. “Ser músico es muy difícil; cuesta mucho porque es una profesión muy ingrata. Son pocos los que tienen esa suerte. Esto requiere de tiempo y es necesario tener un buen sustento económico. En la vida no se puede todo pero no me quejo. Pude comprar mi casa donde vivo con Clara y mi hija Clementina. Siempre digo que todo lo que se hace, hay que hacerlo bien y no atado con alambre”.

“La guitarra –consideró- es una orquesta. La técnica clásica es la que te ayuda a sacar todo el sonido. Haber estudiado música clásica muchos años me ayudó a investigar. Yupanqui hacía el trote de un caballo con la guitarra como un efecto. Ya no están Atahualpa, ni Falú, ni Cacho Tirao. Tuve referentes muy buenos y hoy los chicos no los tienen”.


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