Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada
Era su acto de egreso de la primaria en un colegio religioso de Trelew. Y decidió que no iría con vestido de mujer sino con traje. Era un varón trans y se estaba encontrando. Ya a sus 9 años sentía que algo no encajaba.
“No se sentía identificado con la fila en la cual debía ponerse o con la ropa: lo vestía con ropa femenina pero cuando íbamos a comprar elegía colores que lo acercaban más con los varones”, le contó su mamá Sandra a Jornada.
Aquel acto escolar fue su primera manifestación firme: “Una se va dando cuenta. No se puso vestido y lo respetamos”. La familia concurrió al evento con algo de temor, pero con ley en mano. A las autoridades no les gustaba. Pasó desapercibido.
En la escuela secundaria empezó a decir que le gustaba que lo llamaran “Milo”. Algunos compañeros ya lo conocían así. “Mi cabeza no entendía si él estaba buscando un seudónimo porque le gusta escribir, hacer grafitis, colorear, dibujar”. Hasta que una mañana, Sandra se levantó para ir a su trabajo y un mensaje de WhatsApp destrabó todo: “Me decía que él era un varón trans y que se sentía cómodo con ese nombre”.
Su padre y su hermana mayor transitaron el proceso con él. “Somos una familia que en la mesa hablamos muchísimo de todo. El pediatra nos recomendó que si quería cambiarse de nombre lo hiciéramos”.
Primero se rectificó su partida de nacimiento. Pedro Contreras, Abogado del Niño, los asesoró para presentar el escrito y hablar con él para saber si estaba convencido. Según la ley, puede volver a su nombre original si acaso se arrepiente. También hubo trámites en la obra social. En su nueva escuela “debimos trabajar un poco más y debí presentar una carta porque si bien le respetaban el nombre, no le respetaban que es él”.
“La ley está muy bien hecha, los contiene y los respeta, ojalá que no le toquen nada”, pidió Sandra, que inició el trámite del DNI apenas Javier Milei ganó el balotaje, con temor de que la norma se cayera.
Milo hoy tiene 15 años y un nuevo DNI. Su cuerpo está cambiando. Por eso le pidió a su mamá un binder: una prenda ajustada que los trans y personas no binarias usan para comprimir sus pechos y crear una apariencia más acorde con su identidad de género. Sandra buscó en casas de ortopedia, locales deportivos, farmacias. Nadie tenía.
“Yo pensé que era algo conocido pero nadie sabía qué era. Busqué y di con varones trans de Santa Fe, autogestivos, que hacen sus propias prendas. Le compré y noté en Milo noté su cambio y su seguridad”. Un amigo también necesitó y Sandra entendió que esa prenda era una necesidad en Trelew, hasta por falta de confianza para pedirlos. Entonces este año nació su emprendimiento: Binders Trelew.
No quiere sacarle el trabajo a nadie. Por ahora le compra a una familia de Mar del Plata y los trae a la zona. “La idea es que el chico que quiera su primer binder lo tenga a mano, después ya puede pedirlo. Es una posibilidad para cualquiera que lo necesite”.
Sandra ya tuvo experiencias de venta y difusión en ferias y marchas del orgullo en Puerto Madryn y en Esquel. “Me están pidiendo y son experiencias muy lindas. No lo hago por lo económico sino porque sé que hay una necesidad”.
A un evento en La Rural de Trelew, por ejemplo, fue inquieta por la mirada del otro. “Pero fue muy lindo, me preguntaban y es una realidad y una necesidad de una persona que quiere sentirse más segura con su cuerpo y esta prenda se la otorga”. Los binders pueden ser a medida y con tela especial. Si no tienen esta prenda, los chicos terminando usando materiales que los lastiman o cintas adhesivas comunes. “O se tapan porque no están a gusto y se terminan privando de paseos y experiencias”.
-¿Alguna vez quisiste convencer a Milo de lo contrario?
-No, él estuvo un tiempo triste y un poco enojado. Lo estaba descubriendo. Siempre estuvo acompañado por un psicólogo. Yo sabía que había algo que le molestaba, estaba confundido. Nacés con una naturaleza y tu cabeza trabaja de otra manera. Enseguida lo entendimos. Obvio que pasamos por nuestro duelo porque perdimos una hija. Pero ganamos un hijo. Pero eso fue un problema nuestro y cada uno lo resuelve con sus herramientas. En esto, lo importante era él.
Milo ahora usa hormonas en gel. Tuvo consultas con un endocrinólogo y otros médicos. Va paso a paso y cuando tenga la edad, habrá cirugías.
“Mi miedo desde ese primer momento pasaba más por el tema del baño. Fue lo primero que pensé: ¿cómo se las arreglará? Hasta el momento nunca tuvo problemas, no puedo decir nada de la escuela ni de sus compañeros”. Sólo tuvo los roces comunes de la adolescencia, nada vinculado a su identidad.
Sandra remarca que hay muchos chicos trans, más de los que cualquiera imagina. Su emprendimiento la hizo conocer a muchas mamás que buscaban binders. “Les llevo para que se prueben y estén en un ambiente cómodo con su madre presente. Sirve para charlar las experiencias de ambas”.
Milo tiene amigos en la misma búsqueda. “Es complicado porque al nacer la naturaleza te asigna un sexo, la sociedad te dice `Te tenés que vestir de este modo y actuar así´ pero después tu cabeza va para otro lado. Hasta que entienden qué está pasando deben pensar un montón de cosas. No es tan simple, no es que se levantan un día y dicen `Soy una persona trans´. Es un proceso”.
Sandra habla de empatía, de ponerse en el lugar del otro. Miró películas, leyó y terminó de entender el nuevo mundo de su hijo. “Un día la cabeza te hace click. Pero hay que sacarse los prejuicios”.
No todos tuvieron la lucidez ni la contención de Milo. “Muchos chicos deben haber quedado en el camino porque no entendían qué les pasaba o no tuvieron ayuda. Lo primordial es acompañarlos, no es una decisión ni una elección: es un descubrir”.
Embarcada en un emprendimiento inspirado por Milo, su celular suena y su Instagram se mueve con los mensajes. “Me escriben de todos lados pero les recomiendo gente que les quede cerca. No voy a mandar binders, mi idea es local, con puntos de encuentro o voy al domicilio”.
Su oferta para trans, personas no binarias y género fluido incluye boxers packers, trucadoras, aros, cintos, pulseras, bandoos, llaveros, scrunchies. “Promovemos el bienestar y la autenticidad y celebramos la diversidad y la inclusión”, dice en su cuenta, concentrada en la comunidad LGTBQ+.
-¿Cómo es Milo?
-Le gusta el rock local, La Máquina de Cortar Césped, ese tipo de bandas que tocan en El Templo. Le gustan la guitarra y el bajo porque escuchar música es su pasión. En la escuela anda muy bien, es más artístico. Es un adolescente común. Es muy dulce y con la hermana se entienden muy bien. Encontró su verdadera identidad y lo transita normalmente. Es como cualquier otro chico. Milo es feliz.
Contactos
En Instagram: @binderstw
Facebook: Binders Trelew
Celular: 2804567517
Mail: binderstrelew@gmail.com
Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada
Era su acto de egreso de la primaria en un colegio religioso de Trelew. Y decidió que no iría con vestido de mujer sino con traje. Era un varón trans y se estaba encontrando. Ya a sus 9 años sentía que algo no encajaba.
“No se sentía identificado con la fila en la cual debía ponerse o con la ropa: lo vestía con ropa femenina pero cuando íbamos a comprar elegía colores que lo acercaban más con los varones”, le contó su mamá Sandra a Jornada.
Aquel acto escolar fue su primera manifestación firme: “Una se va dando cuenta. No se puso vestido y lo respetamos”. La familia concurrió al evento con algo de temor, pero con ley en mano. A las autoridades no les gustaba. Pasó desapercibido.
En la escuela secundaria empezó a decir que le gustaba que lo llamaran “Milo”. Algunos compañeros ya lo conocían así. “Mi cabeza no entendía si él estaba buscando un seudónimo porque le gusta escribir, hacer grafitis, colorear, dibujar”. Hasta que una mañana, Sandra se levantó para ir a su trabajo y un mensaje de WhatsApp destrabó todo: “Me decía que él era un varón trans y que se sentía cómodo con ese nombre”.
Su padre y su hermana mayor transitaron el proceso con él. “Somos una familia que en la mesa hablamos muchísimo de todo. El pediatra nos recomendó que si quería cambiarse de nombre lo hiciéramos”.
Primero se rectificó su partida de nacimiento. Pedro Contreras, Abogado del Niño, los asesoró para presentar el escrito y hablar con él para saber si estaba convencido. Según la ley, puede volver a su nombre original si acaso se arrepiente. También hubo trámites en la obra social. En su nueva escuela “debimos trabajar un poco más y debí presentar una carta porque si bien le respetaban el nombre, no le respetaban que es él”.
“La ley está muy bien hecha, los contiene y los respeta, ojalá que no le toquen nada”, pidió Sandra, que inició el trámite del DNI apenas Javier Milei ganó el balotaje, con temor de que la norma se cayera.
Milo hoy tiene 15 años y un nuevo DNI. Su cuerpo está cambiando. Por eso le pidió a su mamá un binder: una prenda ajustada que los trans y personas no binarias usan para comprimir sus pechos y crear una apariencia más acorde con su identidad de género. Sandra buscó en casas de ortopedia, locales deportivos, farmacias. Nadie tenía.
“Yo pensé que era algo conocido pero nadie sabía qué era. Busqué y di con varones trans de Santa Fe, autogestivos, que hacen sus propias prendas. Le compré y noté en Milo noté su cambio y su seguridad”. Un amigo también necesitó y Sandra entendió que esa prenda era una necesidad en Trelew, hasta por falta de confianza para pedirlos. Entonces este año nació su emprendimiento: Binders Trelew.
No quiere sacarle el trabajo a nadie. Por ahora le compra a una familia de Mar del Plata y los trae a la zona. “La idea es que el chico que quiera su primer binder lo tenga a mano, después ya puede pedirlo. Es una posibilidad para cualquiera que lo necesite”.
Sandra ya tuvo experiencias de venta y difusión en ferias y marchas del orgullo en Puerto Madryn y en Esquel. “Me están pidiendo y son experiencias muy lindas. No lo hago por lo económico sino porque sé que hay una necesidad”.
A un evento en La Rural de Trelew, por ejemplo, fue inquieta por la mirada del otro. “Pero fue muy lindo, me preguntaban y es una realidad y una necesidad de una persona que quiere sentirse más segura con su cuerpo y esta prenda se la otorga”. Los binders pueden ser a medida y con tela especial. Si no tienen esta prenda, los chicos terminando usando materiales que los lastiman o cintas adhesivas comunes. “O se tapan porque no están a gusto y se terminan privando de paseos y experiencias”.
-¿Alguna vez quisiste convencer a Milo de lo contrario?
-No, él estuvo un tiempo triste y un poco enojado. Lo estaba descubriendo. Siempre estuvo acompañado por un psicólogo. Yo sabía que había algo que le molestaba, estaba confundido. Nacés con una naturaleza y tu cabeza trabaja de otra manera. Enseguida lo entendimos. Obvio que pasamos por nuestro duelo porque perdimos una hija. Pero ganamos un hijo. Pero eso fue un problema nuestro y cada uno lo resuelve con sus herramientas. En esto, lo importante era él.
Milo ahora usa hormonas en gel. Tuvo consultas con un endocrinólogo y otros médicos. Va paso a paso y cuando tenga la edad, habrá cirugías.
“Mi miedo desde ese primer momento pasaba más por el tema del baño. Fue lo primero que pensé: ¿cómo se las arreglará? Hasta el momento nunca tuvo problemas, no puedo decir nada de la escuela ni de sus compañeros”. Sólo tuvo los roces comunes de la adolescencia, nada vinculado a su identidad.
Sandra remarca que hay muchos chicos trans, más de los que cualquiera imagina. Su emprendimiento la hizo conocer a muchas mamás que buscaban binders. “Les llevo para que se prueben y estén en un ambiente cómodo con su madre presente. Sirve para charlar las experiencias de ambas”.
Milo tiene amigos en la misma búsqueda. “Es complicado porque al nacer la naturaleza te asigna un sexo, la sociedad te dice `Te tenés que vestir de este modo y actuar así´ pero después tu cabeza va para otro lado. Hasta que entienden qué está pasando deben pensar un montón de cosas. No es tan simple, no es que se levantan un día y dicen `Soy una persona trans´. Es un proceso”.
Sandra habla de empatía, de ponerse en el lugar del otro. Miró películas, leyó y terminó de entender el nuevo mundo de su hijo. “Un día la cabeza te hace click. Pero hay que sacarse los prejuicios”.
No todos tuvieron la lucidez ni la contención de Milo. “Muchos chicos deben haber quedado en el camino porque no entendían qué les pasaba o no tuvieron ayuda. Lo primordial es acompañarlos, no es una decisión ni una elección: es un descubrir”.
Embarcada en un emprendimiento inspirado por Milo, su celular suena y su Instagram se mueve con los mensajes. “Me escriben de todos lados pero les recomiendo gente que les quede cerca. No voy a mandar binders, mi idea es local, con puntos de encuentro o voy al domicilio”.
Su oferta para trans, personas no binarias y género fluido incluye boxers packers, trucadoras, aros, cintos, pulseras, bandoos, llaveros, scrunchies. “Promovemos el bienestar y la autenticidad y celebramos la diversidad y la inclusión”, dice en su cuenta, concentrada en la comunidad LGTBQ+.
-¿Cómo es Milo?
-Le gusta el rock local, La Máquina de Cortar Césped, ese tipo de bandas que tocan en El Templo. Le gustan la guitarra y el bajo porque escuchar música es su pasión. En la escuela anda muy bien, es más artístico. Es un adolescente común. Es muy dulce y con la hermana se entienden muy bien. Encontró su verdadera identidad y lo transita normalmente. Es como cualquier otro chico. Milo es feliz.
Contactos
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