Las automotrices se pueden ver afectadas por unas posibles medidas proteccionistas del nuevo presidente, Donald Trump, y por la decidida apuesta, al menos por ahora, por el coche eléctrico que ha realizado la Unión Europea.
De esta manera, se verán sometidos los principales grupos industriales del sector del motor como Volkswagen, Stellantis, Mercedes-Benz y BMW a una presión prolongada sobre su actividad y, además, con la amenaza de fuertes multas si no cumplen los objetivos de descarbonización. Sin embargo, los analistas económicos no prevén un desmoronamiento de los valores bursátiles de estas empresas.
Concretamente, un reciente estudio de la banca Edmond de Rothschild recomienda precaución a corto plazo, pero manteniendo una perspectiva positiva sobre las acciones de ciertos fabricantes de automóviles a largo plazo, dadas las valoraciones actuales, especialmente para las empresas en proceso de reestructuración y relativamente protegidas de la competencia.
«No obstante –indica el informe– no anticipamos una caída dramática para el sector automotriz en estos momentos, similar al declive de la industria del acero europea en los años 70.
La parte superior de la cadena de suministro de la industria también está bajo presión por las drásticas condiciones de precios impuestas por los fabricantes de automóviles.
Esta presión sobre las ventas y los beneficios en todo el sector no se traduce en un mayor riesgo crediticio gracias a los sólidos balances de la mayoría de los fabricantes».
Los fabricantes norteamericanos, tras la elección de Trump podrán gozar de un cambio radical, con menos restricciones sobre los vehículos de combustión interna y aranceles más altos sobre las importaciones.
Las marcas estadounidenses se beneficiaron de un entorno de escasez en los años 2022-23, aplicando precios más altos a sus vehículos debido al bajo número de lanzamientos de nuevos modelos que se habían producido en los dos años anteriores.
Actualmente, con la racionalización de los mercados, el aumento de la competencia japonesa y el lanzamiento de muchos modelos nuevos, los «stocks» comenzaron a aumentar nuevamente.
En contraste con esta situación, es probable que los fabricantes de automóviles europeos continúen bajo presión debido a altos niveles de inversión, descuentos significativos vinculados a la saturación del mercado, márgenes reducidos en vehículos eléctricos y una mayor competencia de vehículos de este tipo de motorización por parte de sus principales rivales en China y de la americana Tesla.
Las normas de emisiones de carbono de la Unión Europea, que hasta ahora han sido inflexibles, también deberían obligar a los fabricantes a vender más eléctricos el año próximo, a pesar de la débil demanda.
Esto fuerza a elegir entre la opción de recibir multas de miles de millones o vender coches eléctricos a precios más bajos. En ambos casos, reducirán los márgenes comerciales.
Las automotrices se pueden ver afectadas por unas posibles medidas proteccionistas del nuevo presidente, Donald Trump, y por la decidida apuesta, al menos por ahora, por el coche eléctrico que ha realizado la Unión Europea.
De esta manera, se verán sometidos los principales grupos industriales del sector del motor como Volkswagen, Stellantis, Mercedes-Benz y BMW a una presión prolongada sobre su actividad y, además, con la amenaza de fuertes multas si no cumplen los objetivos de descarbonización. Sin embargo, los analistas económicos no prevén un desmoronamiento de los valores bursátiles de estas empresas.
Concretamente, un reciente estudio de la banca Edmond de Rothschild recomienda precaución a corto plazo, pero manteniendo una perspectiva positiva sobre las acciones de ciertos fabricantes de automóviles a largo plazo, dadas las valoraciones actuales, especialmente para las empresas en proceso de reestructuración y relativamente protegidas de la competencia.
«No obstante –indica el informe– no anticipamos una caída dramática para el sector automotriz en estos momentos, similar al declive de la industria del acero europea en los años 70.
La parte superior de la cadena de suministro de la industria también está bajo presión por las drásticas condiciones de precios impuestas por los fabricantes de automóviles.
Esta presión sobre las ventas y los beneficios en todo el sector no se traduce en un mayor riesgo crediticio gracias a los sólidos balances de la mayoría de los fabricantes».
Los fabricantes norteamericanos, tras la elección de Trump podrán gozar de un cambio radical, con menos restricciones sobre los vehículos de combustión interna y aranceles más altos sobre las importaciones.
Las marcas estadounidenses se beneficiaron de un entorno de escasez en los años 2022-23, aplicando precios más altos a sus vehículos debido al bajo número de lanzamientos de nuevos modelos que se habían producido en los dos años anteriores.
Actualmente, con la racionalización de los mercados, el aumento de la competencia japonesa y el lanzamiento de muchos modelos nuevos, los «stocks» comenzaron a aumentar nuevamente.
En contraste con esta situación, es probable que los fabricantes de automóviles europeos continúen bajo presión debido a altos niveles de inversión, descuentos significativos vinculados a la saturación del mercado, márgenes reducidos en vehículos eléctricos y una mayor competencia de vehículos de este tipo de motorización por parte de sus principales rivales en China y de la americana Tesla.
Las normas de emisiones de carbono de la Unión Europea, que hasta ahora han sido inflexibles, también deberían obligar a los fabricantes a vender más eléctricos el año próximo, a pesar de la débil demanda.
Esto fuerza a elegir entre la opción de recibir multas de miles de millones o vender coches eléctricos a precios más bajos. En ambos casos, reducirán los márgenes comerciales.