Al cabo de dos intensas jornadas de trabajo, profesionales de Paleontología realizaron el rescate parcial de un reptil marino —de la era de los dinosaurios y llamados popularmente como pterodáctilos— y el monitoreo de restos de un cocodrilo en la localidad de Aguada de Tuco, en la zona norte de la provincia de Neuquén. Según comunicaron las autoridades locales, el hallazgo se concretó en el marco de las acciones que se llevan adelante desde el Ministerio de Desarrollo Humano, Gobiernos Locales y Mujeres para la preservación del patrimonio natural y cultural neuquino.
Las marcas se encontraron preservadas en rocas de la formación Candeleros del Cretácico Superior de la Cuenca Neuquina, que datan de aproximadamente 100 millones de años. El descubrimiento fue publicado en la revista académica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. “El primero que descubrió que en la localidad de Aguada de Tuco había huellas fósiles de animales vertebrados, principalmente de dinosaurios, fue Pablo Pazos que fue mi director de doctorado.
Así fue como esta localidad resultó ser el sitio de estudio de mi tesis doctoral sobre icnología, donde en las primeras campañas comenzamos investigando huellas de dinosaurios saurópodos y terópodos. Pero fue en otro viaje de campo, donde junto a Ignacio Díaz Martínez, quien fue mi codirector de doctorado, y Silvina de Valais, reconocimos la presencia de huellas de pterosaurios”,señaló Arturo Heredia, investigador del CONICETen el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN) y primer autor del artículo.
“Se trata de un hallazgo de relevancia, teniendo en cuenta que no hay mucho registro de reptiles marinos en esta unidad geológica y este sería el primer registro de ictiosaurios para esta localidad”, explicó Gutiérrez en declaraciones consignadas en el portal de noticias del Gobierno provincial. En este sentido, el paleontólogo explicó que“entre Chos Malal y Andacollo podemos observar rocas de la Formación Los Molles que se depositó en un período de 165 a 180 millones de años y que revela la primera ingresión marina desde el océano Pacífico en la Cuenca Neuquina, dejando capas con fósiles de origen marino”.
Ante este hallazgo, se tomaron muestras de roca para realizar análisis micropaleontológicos que ayudarán a determinar la antigüedad de los restos.“No es raro que se encuentren vértebras y costillas de ictiosaurio en algunas formaciones geológicas marinas de la Cuenca Neuquina, pero la presencia en esta unidad y la posibilidad de que se hallen otros elementos del esqueleto justifica que se realice el rescate del resto del animal que aún se encuentra enterrado”, indicó Chaumeil Rodríguez.
“El registro de huesos de pterosaurios es significativamente más abundante y conocido en Argentina y en el resto de Gondwana que el de huellas, por lo que a partir de este tipo de evidencia osteológica ya se tenía una idea de la distribución de estos reptiles voladores. Sin embargo, a diferencia de los restos óseos que al morir pueden ser transportados por un flujo de agua o por otros animales, el registro de huellas tiene la particularidad de no sufrir transporte. De esta manera, las impresiones que suelen preservarse in situ brindan una evidencia más precisa sobre el ambiente en el que vivían”,detalló el investigador.
Otro hallazgo en la formación Vaca Muerta
En este sector se realizó el rescate de una columna de ictiosaurio en el 2022, pero por su importancia la zona ha sido visitada por geólogos y paleontólogos desde hace décadas. A pocos metros de ese hallazgo aparecieron restos de otros ictiosaurios, peces, ostras, amonites y el cráneo de un cocodrilo marino.
Gutierrez manifestó que “los cráneos pueden darnos información anatómica que nos permita tener un panorama de la diversidad de estos animales en el pasado”.
El trabajo fue apoyado logísticamente por personal del Escuadrón N°30 deGendarmería Nacional de Chos Malal.
Al cabo de dos intensas jornadas de trabajo, profesionales de Paleontología realizaron el rescate parcial de un reptil marino —de la era de los dinosaurios y llamados popularmente como pterodáctilos— y el monitoreo de restos de un cocodrilo en la localidad de Aguada de Tuco, en la zona norte de la provincia de Neuquén. Según comunicaron las autoridades locales, el hallazgo se concretó en el marco de las acciones que se llevan adelante desde el Ministerio de Desarrollo Humano, Gobiernos Locales y Mujeres para la preservación del patrimonio natural y cultural neuquino.
Las marcas se encontraron preservadas en rocas de la formación Candeleros del Cretácico Superior de la Cuenca Neuquina, que datan de aproximadamente 100 millones de años. El descubrimiento fue publicado en la revista académica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. “El primero que descubrió que en la localidad de Aguada de Tuco había huellas fósiles de animales vertebrados, principalmente de dinosaurios, fue Pablo Pazos que fue mi director de doctorado.
Así fue como esta localidad resultó ser el sitio de estudio de mi tesis doctoral sobre icnología, donde en las primeras campañas comenzamos investigando huellas de dinosaurios saurópodos y terópodos. Pero fue en otro viaje de campo, donde junto a Ignacio Díaz Martínez, quien fue mi codirector de doctorado, y Silvina de Valais, reconocimos la presencia de huellas de pterosaurios”,señaló Arturo Heredia, investigador del CONICETen el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN) y primer autor del artículo.
“Se trata de un hallazgo de relevancia, teniendo en cuenta que no hay mucho registro de reptiles marinos en esta unidad geológica y este sería el primer registro de ictiosaurios para esta localidad”, explicó Gutiérrez en declaraciones consignadas en el portal de noticias del Gobierno provincial. En este sentido, el paleontólogo explicó que“entre Chos Malal y Andacollo podemos observar rocas de la Formación Los Molles que se depositó en un período de 165 a 180 millones de años y que revela la primera ingresión marina desde el océano Pacífico en la Cuenca Neuquina, dejando capas con fósiles de origen marino”.
Ante este hallazgo, se tomaron muestras de roca para realizar análisis micropaleontológicos que ayudarán a determinar la antigüedad de los restos.“No es raro que se encuentren vértebras y costillas de ictiosaurio en algunas formaciones geológicas marinas de la Cuenca Neuquina, pero la presencia en esta unidad y la posibilidad de que se hallen otros elementos del esqueleto justifica que se realice el rescate del resto del animal que aún se encuentra enterrado”, indicó Chaumeil Rodríguez.
“El registro de huesos de pterosaurios es significativamente más abundante y conocido en Argentina y en el resto de Gondwana que el de huellas, por lo que a partir de este tipo de evidencia osteológica ya se tenía una idea de la distribución de estos reptiles voladores. Sin embargo, a diferencia de los restos óseos que al morir pueden ser transportados por un flujo de agua o por otros animales, el registro de huellas tiene la particularidad de no sufrir transporte. De esta manera, las impresiones que suelen preservarse in situ brindan una evidencia más precisa sobre el ambiente en el que vivían”,detalló el investigador.
Otro hallazgo en la formación Vaca Muerta
En este sector se realizó el rescate de una columna de ictiosaurio en el 2022, pero por su importancia la zona ha sido visitada por geólogos y paleontólogos desde hace décadas. A pocos metros de ese hallazgo aparecieron restos de otros ictiosaurios, peces, ostras, amonites y el cráneo de un cocodrilo marino.
Gutierrez manifestó que “los cráneos pueden darnos información anatómica que nos permita tener un panorama de la diversidad de estos animales en el pasado”.
El trabajo fue apoyado logísticamente por personal del Escuadrón N°30 deGendarmería Nacional de Chos Malal.