Las amazonas de Dahomey

07 OCT 2024 - 11:24 | Actualizado 14 OCT 2024 - 17:13

Por : Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Podcast: Paloma Caria
Edición: Marcelo Maidana

Se decía que todas juntas, sin ayuda, eran capaces de cazar elefantes, que eran diestras en el manejo de la espada y de las armas, que eran temidas y respetadas por los pueblos vecinos y por los mismos colonizadores ingleses y franceses, que no tenían piedad y no dudaban en aniquilar a sus enemigos, y luego los decapitaban y bebían la sangre que escurría por sus cabezas, y que participaban en sacrificios humanos. Se decía. Y era verdad.

No es ni una leyenda ni tampoco un mito. Menos un cuento de fantasía; muy por el contrario, es parte de la extraordinaria y trágica historia de África.

En que en el entonces Reino de Dahomey (la parte sur del actual Benín) existió un regimiento de mujeres con todas estas características. Del siglo XVIII hasta 1900. Con una fiereza indomable, hasta que la vencieron, la aniquilaron, la expusieron y la humillaron. Por quienes, que, desde el Viejo Continente, trajeron la civilización y no la barbarie. También se dice.

Se hicieron conocidas como Las amazonas de Dahomey; las que no desaparecieron, pues su memoria resurge en el mundo contemporáneo una y otra vez, tal vez como algo que necesita expresarse más allá de los roles asignados a hombres y mujeres de la cultura occidental. Pero en realidad son las Ahosi o Mino en lengua fon.

Y era tal su reputación, que Dahomey fue conocida por los europeos como “la Esparta negra”, por sus temibles guerreros y guerreras.

Las mino eran un cuerpo de élite, entrenadas para matar a los enemigos del reino y proteger al soberano. Todas ellas conformaban un harén, pero renunciaban a la vida matrimonial y a tener descendencia. En la práctica, pertenecer a este cuerpo suponía el celibato. Por lo general, estas mujeres eran reclutadas en la adolescencia entre las más rebeldes e inquietas. Pero lejos de ser un castigo, ser parte del grupo era símbolo de prestigio dentro de la sociedad dahometana. Estas mujeres eran una mezcla de disciplina, belicosidad, prestigio, crueldad y fidelidad a su reino y su monarca con sus uniformes a rayas azules y blancas o túnicas de color herrumbre y llevaban consigo una gran cantidad de adornos y amuletos en sus cinturones.

Con un ejército de 6.000 miembros y conducidas Seh- Dong- Hong-Beh estaban armadas con garrotes, cuchillos, lanzas y una selección de armas de fuego compradas a comerciantes europeos, aunque su elemento más temido era una espada parecida a un machete de un metro de largo. Era tan afilada que, cuando una segadora lo empuñaba con las dos manos, podía cortar a un hombre por la mitad con un solo golpe, lo que la convertía en el arma ideal cuando estaban en guerra con reinos rivales pues recolectaban las cabezas de los enemigos caídos.
Por haber alcanzado aquel rango disponían de un estatus tan elevado que ningún hombre las podía tocar, y ni tan siquiera las podía mirar. Estas mujeres eran asimismo miembros del "Gran Consejo" de Dahomey y tomaban parte activa de las decisiones de Estado. La mezcla del carácter belicoso de que hacían gala con su ascetismo les confería asimismo un aura casi divino. Era tal el respeto que inspiraban, que se hacían acompañar de una esclava que las precedía y tocaba una campanilla para advertir de su presencia.

Para entender el modo en la que las mujeres en Dahomey lograron ostentar puestos y actividades que son consideradas exclusivas de los hombres debemos marcar las características de este lugar. Durante la trata esclavista, éste fue uno de los principales puntos de captura y reclutamiento de esclavos, particularmente en Porto Novo, obteniendo importantes beneficios; no sólo de la trata de esclavos, sino del aceite de palma; otro producto local.

Sin embargo, todo tiene su final. El bloqueo naval británico de 1851 y la expansión francesa en el territorio provocó el inevitable enfrentamiento y se vino la guerra. La que duró algo más de 5 años con 23 batallas interminables en donde Las Mina terminaron siendo vencidas finalmente en Cotonou. Y los días gloria tocaron irremediablemente a su fin.

Ante la nueva situación, tuvieron muchas dificultades a la hora de integrarse en la vida civil. Algunas de ellas se casaron y otras incluso llegaron a formar parte del circo ambulante de Buffalo Bill. Entre 1890 y 1925 recorrieron Europa y Norteamérica y fueron exhibidas en zoológicos rodeadas de plantas y de fieras.

Aquellas temibles amazonas representaban así el más vivo ejemplo del enemigo capturado, domesticado y convertido en espectáculo exótico, acompañadas por el sonido de los tambores y por sus salvajes cantos.

A fines de 1979 falleció la última mino, una anciana de más de cien años que se jactaba de haber luchado contra los franceses en 1892. Su nombre era Nawi. Era una niña cuando cortó su primera cabeza con su machete debutante y bebió la sangre de su víctima. En ella, se encuadraban las miles de Nawi que el tiempo no pudo vencer. A su memoria.

07 OCT 2024 - 11:24

Por : Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Podcast: Paloma Caria
Edición: Marcelo Maidana

Se decía que todas juntas, sin ayuda, eran capaces de cazar elefantes, que eran diestras en el manejo de la espada y de las armas, que eran temidas y respetadas por los pueblos vecinos y por los mismos colonizadores ingleses y franceses, que no tenían piedad y no dudaban en aniquilar a sus enemigos, y luego los decapitaban y bebían la sangre que escurría por sus cabezas, y que participaban en sacrificios humanos. Se decía. Y era verdad.

No es ni una leyenda ni tampoco un mito. Menos un cuento de fantasía; muy por el contrario, es parte de la extraordinaria y trágica historia de África.

En que en el entonces Reino de Dahomey (la parte sur del actual Benín) existió un regimiento de mujeres con todas estas características. Del siglo XVIII hasta 1900. Con una fiereza indomable, hasta que la vencieron, la aniquilaron, la expusieron y la humillaron. Por quienes, que, desde el Viejo Continente, trajeron la civilización y no la barbarie. También se dice.

Se hicieron conocidas como Las amazonas de Dahomey; las que no desaparecieron, pues su memoria resurge en el mundo contemporáneo una y otra vez, tal vez como algo que necesita expresarse más allá de los roles asignados a hombres y mujeres de la cultura occidental. Pero en realidad son las Ahosi o Mino en lengua fon.

Y era tal su reputación, que Dahomey fue conocida por los europeos como “la Esparta negra”, por sus temibles guerreros y guerreras.

Las mino eran un cuerpo de élite, entrenadas para matar a los enemigos del reino y proteger al soberano. Todas ellas conformaban un harén, pero renunciaban a la vida matrimonial y a tener descendencia. En la práctica, pertenecer a este cuerpo suponía el celibato. Por lo general, estas mujeres eran reclutadas en la adolescencia entre las más rebeldes e inquietas. Pero lejos de ser un castigo, ser parte del grupo era símbolo de prestigio dentro de la sociedad dahometana. Estas mujeres eran una mezcla de disciplina, belicosidad, prestigio, crueldad y fidelidad a su reino y su monarca con sus uniformes a rayas azules y blancas o túnicas de color herrumbre y llevaban consigo una gran cantidad de adornos y amuletos en sus cinturones.

Con un ejército de 6.000 miembros y conducidas Seh- Dong- Hong-Beh estaban armadas con garrotes, cuchillos, lanzas y una selección de armas de fuego compradas a comerciantes europeos, aunque su elemento más temido era una espada parecida a un machete de un metro de largo. Era tan afilada que, cuando una segadora lo empuñaba con las dos manos, podía cortar a un hombre por la mitad con un solo golpe, lo que la convertía en el arma ideal cuando estaban en guerra con reinos rivales pues recolectaban las cabezas de los enemigos caídos.
Por haber alcanzado aquel rango disponían de un estatus tan elevado que ningún hombre las podía tocar, y ni tan siquiera las podía mirar. Estas mujeres eran asimismo miembros del "Gran Consejo" de Dahomey y tomaban parte activa de las decisiones de Estado. La mezcla del carácter belicoso de que hacían gala con su ascetismo les confería asimismo un aura casi divino. Era tal el respeto que inspiraban, que se hacían acompañar de una esclava que las precedía y tocaba una campanilla para advertir de su presencia.

Para entender el modo en la que las mujeres en Dahomey lograron ostentar puestos y actividades que son consideradas exclusivas de los hombres debemos marcar las características de este lugar. Durante la trata esclavista, éste fue uno de los principales puntos de captura y reclutamiento de esclavos, particularmente en Porto Novo, obteniendo importantes beneficios; no sólo de la trata de esclavos, sino del aceite de palma; otro producto local.

Sin embargo, todo tiene su final. El bloqueo naval británico de 1851 y la expansión francesa en el territorio provocó el inevitable enfrentamiento y se vino la guerra. La que duró algo más de 5 años con 23 batallas interminables en donde Las Mina terminaron siendo vencidas finalmente en Cotonou. Y los días gloria tocaron irremediablemente a su fin.

Ante la nueva situación, tuvieron muchas dificultades a la hora de integrarse en la vida civil. Algunas de ellas se casaron y otras incluso llegaron a formar parte del circo ambulante de Buffalo Bill. Entre 1890 y 1925 recorrieron Europa y Norteamérica y fueron exhibidas en zoológicos rodeadas de plantas y de fieras.

Aquellas temibles amazonas representaban así el más vivo ejemplo del enemigo capturado, domesticado y convertido en espectáculo exótico, acompañadas por el sonido de los tambores y por sus salvajes cantos.

A fines de 1979 falleció la última mino, una anciana de más de cien años que se jactaba de haber luchado contra los franceses en 1892. Su nombre era Nawi. Era una niña cuando cortó su primera cabeza con su machete debutante y bebió la sangre de su víctima. En ella, se encuadraban las miles de Nawi que el tiempo no pudo vencer. A su memoria.


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