Día Nacional de la Ballena Franca Austral

Cada 25 de septiembre, se celebra en Argentina para recordar el aniversario del rescate de “Garra”, un juvenil de ballena franca que se enredó en las cadenas de un catamarán y que gracias al esfuerzo conjunto de la comunidad de Puerto Pirámides pudo ser liberado.

25 SEP 2024 - 11:11 | Actualizado 25 SEP 2024 - 11:24

La historia que da origen a la efeméride sucedió el 25 de septiembre del año 2002, cuando un juvenil de ballena franca se enredó en las cadenas del fondeo de un catamarán de avistaje, en la bahía de Puerto Pirámides. Los guías balleneros y buzos locales fueron los primeros que lo intentaron desenredar. Sin embargo, la imposibilidad de acceder a las cadenas bajo el agua, los llevó a tomar la decisión de vararla intencionalmente para cortar las cadenas en la playa, desafiando los peligros que representaba esta maniobra que sólo debe realizarse por especialistas entrenados.

Este juvenil, presentaba unas distintivas manchas sobre su lomo similares a los de un arañazo que deja la garra de un animal, por ese motivo se decidió nombrarlo «Garra». Con la participación de toda la comunidad vinculada con las actividades de avistaje, buceo, guarda faunas e inclusive un equipo de la Armada Argentina que estaba colaborando con el ICB para los relevamientos aéreos, las cadenas fueron cortadas y fue mantenido fresco durante varias horas en espera de la marea alta. Al atardecer, cuando el agua lo volvió a cubrir y recuperó flotabilidad, regresó al mar. Allá a lo lejos lo esperaba otra ballena.

Es muy probable que este juvenil se haya separado de su madre apenas unos días o semanas antes de quedar atrapado. Típicamente, las ballenas francas pasan el primer año de vida junto a sus madres, amamantando y aprendiendo de ellas. La curiosidad e inexperiencia de los juveniles hace que sean especialmente vulnerables a diversas amenazas.

Garra y a su familia

A través de la foto-identificación, pudimos saber que “Garra”, el juvenil protagonista de este evento, nació en 2001 y es hijo de “Victoria”, una ballena que se conoce desde 1972, cuando se inició el Programa de Investigación Ballena Franca Austral.

Mariano Sironi, director científico del ICB, fue quien lo observó por primera vez junto a su madre desde un acantilado en el Golfo San José. Luego volvimos a registrarlo en octubre, durante un relevamiento aéreo, antes de su primera migración. Debido a las llamativas manchas blancas sobre su lomo, Mariano lo nombró «Zarpazo».
Esta información fue de gran valor, ya que se pudo saber que cuando Garra sufrió el accidente en el 2002 tenía un año de edad y que probablemente recientemente había sido destetado. Los ballenatos permanecen junto a su madre aproximadamente un año y de regreso del área de alimentación las madres los destetan para que junto a otros juveniles inicien su vida independiente.

Conocer a su madre, permitió también saber que tiene 5 hermanas/os nacidos en las aguas costeras de Península Valdés. El último fue registrado en 2004.

Aprendizaje y concientización

“Garra” afortunadamente sobrevivió a pesar de las heridas y el estrés sufrido, y fue re-avistado en 2006. Las ballenas juveniles parecen disfrutar del contacto con algas marinas, con las que frecuentemente juegan frotándolas sobre sus cuerpos sin ningún riesgo. Sogas y cadenas tal vez sean igualmente atractivas pero pueden ser letales. Garra comenzó su vida como ballena independiente de manera bastante alarmante.

Esta historia es un poderoso llamado de atención sobre el peligro que representan estos elementos en hábitats críticos para el ciclo de vida de las ballenas. Es fundamental liberar el mar de redes y sogas que lastiman y ahogan a miles de ballenas, delfines, tortugas y otras especies marinas. Para ello, es necesario entender las necesidades de hábitat de las ballenas a través de la investigación y los monitoreos anuales, como los que lleva adelante el Programa de investigación Ballenas Franca Austral desde hace más de cinco décadas.

Informe elaborado con información brindada por el Instituto de Conservación de Ballenas

25 SEP 2024 - 11:11

La historia que da origen a la efeméride sucedió el 25 de septiembre del año 2002, cuando un juvenil de ballena franca se enredó en las cadenas del fondeo de un catamarán de avistaje, en la bahía de Puerto Pirámides. Los guías balleneros y buzos locales fueron los primeros que lo intentaron desenredar. Sin embargo, la imposibilidad de acceder a las cadenas bajo el agua, los llevó a tomar la decisión de vararla intencionalmente para cortar las cadenas en la playa, desafiando los peligros que representaba esta maniobra que sólo debe realizarse por especialistas entrenados.

Este juvenil, presentaba unas distintivas manchas sobre su lomo similares a los de un arañazo que deja la garra de un animal, por ese motivo se decidió nombrarlo «Garra». Con la participación de toda la comunidad vinculada con las actividades de avistaje, buceo, guarda faunas e inclusive un equipo de la Armada Argentina que estaba colaborando con el ICB para los relevamientos aéreos, las cadenas fueron cortadas y fue mantenido fresco durante varias horas en espera de la marea alta. Al atardecer, cuando el agua lo volvió a cubrir y recuperó flotabilidad, regresó al mar. Allá a lo lejos lo esperaba otra ballena.

Es muy probable que este juvenil se haya separado de su madre apenas unos días o semanas antes de quedar atrapado. Típicamente, las ballenas francas pasan el primer año de vida junto a sus madres, amamantando y aprendiendo de ellas. La curiosidad e inexperiencia de los juveniles hace que sean especialmente vulnerables a diversas amenazas.

Garra y a su familia

A través de la foto-identificación, pudimos saber que “Garra”, el juvenil protagonista de este evento, nació en 2001 y es hijo de “Victoria”, una ballena que se conoce desde 1972, cuando se inició el Programa de Investigación Ballena Franca Austral.

Mariano Sironi, director científico del ICB, fue quien lo observó por primera vez junto a su madre desde un acantilado en el Golfo San José. Luego volvimos a registrarlo en octubre, durante un relevamiento aéreo, antes de su primera migración. Debido a las llamativas manchas blancas sobre su lomo, Mariano lo nombró «Zarpazo».
Esta información fue de gran valor, ya que se pudo saber que cuando Garra sufrió el accidente en el 2002 tenía un año de edad y que probablemente recientemente había sido destetado. Los ballenatos permanecen junto a su madre aproximadamente un año y de regreso del área de alimentación las madres los destetan para que junto a otros juveniles inicien su vida independiente.

Conocer a su madre, permitió también saber que tiene 5 hermanas/os nacidos en las aguas costeras de Península Valdés. El último fue registrado en 2004.

Aprendizaje y concientización

“Garra” afortunadamente sobrevivió a pesar de las heridas y el estrés sufrido, y fue re-avistado en 2006. Las ballenas juveniles parecen disfrutar del contacto con algas marinas, con las que frecuentemente juegan frotándolas sobre sus cuerpos sin ningún riesgo. Sogas y cadenas tal vez sean igualmente atractivas pero pueden ser letales. Garra comenzó su vida como ballena independiente de manera bastante alarmante.

Esta historia es un poderoso llamado de atención sobre el peligro que representan estos elementos en hábitats críticos para el ciclo de vida de las ballenas. Es fundamental liberar el mar de redes y sogas que lastiman y ahogan a miles de ballenas, delfines, tortugas y otras especies marinas. Para ello, es necesario entender las necesidades de hábitat de las ballenas a través de la investigación y los monitoreos anuales, como los que lleva adelante el Programa de investigación Ballenas Franca Austral desde hace más de cinco décadas.

Informe elaborado con información brindada por el Instituto de Conservación de Ballenas


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