El metegol, un paradigma sin tiempo, sin edad ni fronteras

Nacido en la segunda década del siglo XX, el fútbol de mesa que se juega con las manos ha resistido al paso del tiempo y le da pelea a los electrónicos. Desde sus inicios en suelo británico hasta la extraordinaria historia de Alejandro Finisterre, un anarquista español que lo llevó a todos lados.

Diferentes tipos de metegol, pero el mismo espíritu de juego.
11 SEP 2024 - 19:04 | Actualizado 12 SEP 2024 - 9:57

Por Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jornada

Con estructura de madera o metálica, con once jugadores de piernas juntas o separadas, en una distribución de 1-2-5-3 o 1-3-4-3, con o sin tapa de vidrio; en amistosos o torneos profesionales, a tres, cinco, siete o a diez goles; sacando del medio o del arco, con o sin molinete (ese dudoso giro de 360° de sus jugadores), se constituye como una postal típica del encuentro.

Es que es el mejor puente de acceso a un territorio emocional de y entre varias generaciones vinculados a algo con olor a bíblico

El hecho que produce, con su galanura ornamental y en cualquier kiosco o club de barrio, escuelas o, incluso, como atracción principal de bares nocturnos y espacios particulares, atomiza las lecturas interpretaciones y que genera reacciones volcánicas y epidérmicas.

Se trata del metegol. El que resiste la irrupción brutal del llamado gaming, esa definición aglosajona que no es otra cosa que las aplicaciones especializadas conocidas como juegos electrónicos o videojuegos.

Llamado así en Argentina, el metegol tiene diferentes denominaciones según regiones e idiomas. Conocido como futbolín o futbolito en varios países, tiragol, fulbito de mesa en Perú, canchitas en Bolivia, futío o futillo en Guatemala, también es nombrado por sus onomatopeyas: taca-taca en Chile y totó en Brasil -o pebolim-. Matraquilhos en Portugal; foosball o table soccer en países angloparlantes; baby-foot en Francia; biliardino o calcio balilla en Italia; kicker en Alemania; karambol en los Balcanes; lauajalgpall en Estonia y pöytäjalkapallo en Finlandia; para nombrar en algunos de los territorios donde bajo esos nombres es el principal sujeto de una pasión con demandas empíricas de barrio y de la alta competencia con batallas feroces, esas que se lamentan, algunas por importantes y otras por falta de reemplazo.

Su origen anarco

La historia, de cualquier modo, es confusa, desdoblando de a pedazos, envueltos en trapos imaginarios; con ratitos de desdicha y ratitos de felicidad. Pero es la historia. La que marca el origen de las cosas.

Dicen que la primera idea surgió a fines del siglo XIX en Europa. Con el británico H. S. Thornton, quien habría imaginado el primer “fútbol en caja” entre los años 1921 y 1922. Otros sostienen que nació en Francia o Alemania simultáneamente, y quienes sitúan la invención del metegol en la España del siglo XX, pero con algunos cambios: el reemplazo de jugadores de un solo bloque por jugadores con piernas abiertas y más “humanizados”, en una versión más parecida a la que conocemos hoy.

Y aquí es donde aparece Alejandro Campos Ramírez, conocido como Alejandro Finisterre, un poeta anarquista español, al cual se le atribuye la creación del futbolín entre 1936-1937. La historia cuenta que diseñó este juego durante la Guerra Civil Española, estando Finisterre en el hospital tras haber resultado herido en un bombardeo en Madrid que lo dejó rengo. ¿El objetivo? Que las víctimas de aquella guerra, tanto niños y como adultos que habían sufrido amputaciones u otro tipo de lesiones que les imposibilitaban jugar al fútbol, pudieran disfrutarlo de otra manera y entretenerse.

Para esto, se basó en otros juegos, como el tenis de mesa, consiguió barras de acero y trabajó junto a Francisco Javier Altuna, un carpintero vasco refugiado que realizó la caja y les jugadores del primer futbolín en madera, y la pelota con corcho aglomerado. Tal invención fue patentada por Alejandro en enero de 1937 en Barcelona. Sin embargo y tras el triunfo de la tropa falangista de Francisco Franco, Finisterre se vio empujado al exilio: primero, en Francia y luego a Ecuador y Centroamérica. En el revoleo, lo caminaron con la patente con molinete y todo.

Ya en Guatemala, tras el golpe de Estado de Carlos Castillo Armas en 1954, Alejandro fue secuestrado, perseguido nuevamente por el franquismo y deportado a España en avión; un avión que terminó aterrizando en Panamá ya que fue secuestrado en medio del vuelo a raíz de una amenaza de falsa bomba. ¿Anunciada por quién? Si. Finisterre; que se convirtió en el primer secuestrador aéreo de la historia.

A partir de ahí, viajó y se radicó en México hasta el regreso final a su tierra nativa durante la Transición Española. Allá le ganó a Ernesto “Che Guevara en “los mano a mano” y enamoró a Frida Khalo. Nada mal para el español. Dicen que llevó el metegol a todos los lugares por los que viajó, perfeccionándolo paso a paso. Y que, en los años 70, cuando volvió, se encontró con que el juego se había difundido en toda España por quienes le habían robado su patente. Murió a los 87 años, en el 2007, pero se inmortalizó en sus escritos y en su vida de novela.

En Argentina, se atribuye a Juan Manuel García la fabricación de los primeros e históricos metegoles íntegramente metálicos en los años 60. García, al estar imposibilitado de jugar al fútbol al igual que Finisterre, decidió continuar con su legado y rediseñar el juego en la versión local, que, a pesar de los pesares, sigue vigente; sin aquellos “viejos” Estadios; si con los nuevos de diferente contextura y de elementos que van desde un poco más a los $400 mil a otros de $900 mil y pico; ya con pedidos especiales de equipaciones y otra calidad para el juego que uno le quiera imprimir para jugar con una estimulante precisión, y que en Trelew se pueden adquirir en la librería y juguetería “abg” de la calle Roca.

Federación

En el año 2002, se creó la Federación Internacional de Fútbol Mesa o ITSF por sus siglas en inglés (International Table Soccer Federation), con sede en Francia, que organiza el Campeonato Mundial Multi-Mesa y la Copa del Mundo de metegol cada dos años. ¿Los mejores? España, Alemania, Estados Unidos, República Checa, Francia, Países Bajos, Austria, Bélgica y Hungría. ¿Argentina? Peleando el ascenso; con campeonatos nacionales, una Asociación Argentina de Fútbol de Mesa desde 1997, una Liga Argentina que establece un ranking de jugadores, una Selección Argentina de Metegol y el antecedente de considerar al metegol como deporte provincial en Mendoza

Además, existe una Asociación Argentina de Jugadores de Metegol (AAJM) que, en 2021, se unió a la iniciativa de la ITSF “100 metegoles para las escuelas”. Considerando al metegol como un deporte con “potencial educativo”, esta campaña propone que empresas donen mesas de este juego, tanto a escuelas como a otros establecimientos, a cambio de beneficios impositivos.

Sueños ajenos

Con algún residual anecdotario, el metegol pertenece a la cultura inamovible de su comunidad. Su nombre se renueva con oídos queridos de varias generaciones, llenas de voces y cantos. Con ese sonido inconfundible y esdrújulo de lapelota golpeando el metal; tan tangible y dinámico y que resulta imposible sustrerse de su significante la vida de todos.

Tal vez, alguien creyó que era un sentimiento epidérmico, trivial y perecedero y que sólo iban a existir rituales de nostalgia y que se había ido con la disposición irrevocable de no volver jamás. Cuan equivocados estaban. Se quedó al compás atolondrado e imprevisto de una tormenta.

Quizás, no sabían, que el metegol, tiene la seria reputación de interpretar sueños ajenos. Cuando uno era feo, tímido y anacrónico con una máscara que lo disimulaba todo. Igualito que ahora.

Diferentes tipos de metegol, pero el mismo espíritu de juego.
11 SEP 2024 - 19:04

Por Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jornada

Con estructura de madera o metálica, con once jugadores de piernas juntas o separadas, en una distribución de 1-2-5-3 o 1-3-4-3, con o sin tapa de vidrio; en amistosos o torneos profesionales, a tres, cinco, siete o a diez goles; sacando del medio o del arco, con o sin molinete (ese dudoso giro de 360° de sus jugadores), se constituye como una postal típica del encuentro.

Es que es el mejor puente de acceso a un territorio emocional de y entre varias generaciones vinculados a algo con olor a bíblico

El hecho que produce, con su galanura ornamental y en cualquier kiosco o club de barrio, escuelas o, incluso, como atracción principal de bares nocturnos y espacios particulares, atomiza las lecturas interpretaciones y que genera reacciones volcánicas y epidérmicas.

Se trata del metegol. El que resiste la irrupción brutal del llamado gaming, esa definición aglosajona que no es otra cosa que las aplicaciones especializadas conocidas como juegos electrónicos o videojuegos.

Llamado así en Argentina, el metegol tiene diferentes denominaciones según regiones e idiomas. Conocido como futbolín o futbolito en varios países, tiragol, fulbito de mesa en Perú, canchitas en Bolivia, futío o futillo en Guatemala, también es nombrado por sus onomatopeyas: taca-taca en Chile y totó en Brasil -o pebolim-. Matraquilhos en Portugal; foosball o table soccer en países angloparlantes; baby-foot en Francia; biliardino o calcio balilla en Italia; kicker en Alemania; karambol en los Balcanes; lauajalgpall en Estonia y pöytäjalkapallo en Finlandia; para nombrar en algunos de los territorios donde bajo esos nombres es el principal sujeto de una pasión con demandas empíricas de barrio y de la alta competencia con batallas feroces, esas que se lamentan, algunas por importantes y otras por falta de reemplazo.

Su origen anarco

La historia, de cualquier modo, es confusa, desdoblando de a pedazos, envueltos en trapos imaginarios; con ratitos de desdicha y ratitos de felicidad. Pero es la historia. La que marca el origen de las cosas.

Dicen que la primera idea surgió a fines del siglo XIX en Europa. Con el británico H. S. Thornton, quien habría imaginado el primer “fútbol en caja” entre los años 1921 y 1922. Otros sostienen que nació en Francia o Alemania simultáneamente, y quienes sitúan la invención del metegol en la España del siglo XX, pero con algunos cambios: el reemplazo de jugadores de un solo bloque por jugadores con piernas abiertas y más “humanizados”, en una versión más parecida a la que conocemos hoy.

Y aquí es donde aparece Alejandro Campos Ramírez, conocido como Alejandro Finisterre, un poeta anarquista español, al cual se le atribuye la creación del futbolín entre 1936-1937. La historia cuenta que diseñó este juego durante la Guerra Civil Española, estando Finisterre en el hospital tras haber resultado herido en un bombardeo en Madrid que lo dejó rengo. ¿El objetivo? Que las víctimas de aquella guerra, tanto niños y como adultos que habían sufrido amputaciones u otro tipo de lesiones que les imposibilitaban jugar al fútbol, pudieran disfrutarlo de otra manera y entretenerse.

Para esto, se basó en otros juegos, como el tenis de mesa, consiguió barras de acero y trabajó junto a Francisco Javier Altuna, un carpintero vasco refugiado que realizó la caja y les jugadores del primer futbolín en madera, y la pelota con corcho aglomerado. Tal invención fue patentada por Alejandro en enero de 1937 en Barcelona. Sin embargo y tras el triunfo de la tropa falangista de Francisco Franco, Finisterre se vio empujado al exilio: primero, en Francia y luego a Ecuador y Centroamérica. En el revoleo, lo caminaron con la patente con molinete y todo.

Ya en Guatemala, tras el golpe de Estado de Carlos Castillo Armas en 1954, Alejandro fue secuestrado, perseguido nuevamente por el franquismo y deportado a España en avión; un avión que terminó aterrizando en Panamá ya que fue secuestrado en medio del vuelo a raíz de una amenaza de falsa bomba. ¿Anunciada por quién? Si. Finisterre; que se convirtió en el primer secuestrador aéreo de la historia.

A partir de ahí, viajó y se radicó en México hasta el regreso final a su tierra nativa durante la Transición Española. Allá le ganó a Ernesto “Che Guevara en “los mano a mano” y enamoró a Frida Khalo. Nada mal para el español. Dicen que llevó el metegol a todos los lugares por los que viajó, perfeccionándolo paso a paso. Y que, en los años 70, cuando volvió, se encontró con que el juego se había difundido en toda España por quienes le habían robado su patente. Murió a los 87 años, en el 2007, pero se inmortalizó en sus escritos y en su vida de novela.

En Argentina, se atribuye a Juan Manuel García la fabricación de los primeros e históricos metegoles íntegramente metálicos en los años 60. García, al estar imposibilitado de jugar al fútbol al igual que Finisterre, decidió continuar con su legado y rediseñar el juego en la versión local, que, a pesar de los pesares, sigue vigente; sin aquellos “viejos” Estadios; si con los nuevos de diferente contextura y de elementos que van desde un poco más a los $400 mil a otros de $900 mil y pico; ya con pedidos especiales de equipaciones y otra calidad para el juego que uno le quiera imprimir para jugar con una estimulante precisión, y que en Trelew se pueden adquirir en la librería y juguetería “abg” de la calle Roca.

Federación

En el año 2002, se creó la Federación Internacional de Fútbol Mesa o ITSF por sus siglas en inglés (International Table Soccer Federation), con sede en Francia, que organiza el Campeonato Mundial Multi-Mesa y la Copa del Mundo de metegol cada dos años. ¿Los mejores? España, Alemania, Estados Unidos, República Checa, Francia, Países Bajos, Austria, Bélgica y Hungría. ¿Argentina? Peleando el ascenso; con campeonatos nacionales, una Asociación Argentina de Fútbol de Mesa desde 1997, una Liga Argentina que establece un ranking de jugadores, una Selección Argentina de Metegol y el antecedente de considerar al metegol como deporte provincial en Mendoza

Además, existe una Asociación Argentina de Jugadores de Metegol (AAJM) que, en 2021, se unió a la iniciativa de la ITSF “100 metegoles para las escuelas”. Considerando al metegol como un deporte con “potencial educativo”, esta campaña propone que empresas donen mesas de este juego, tanto a escuelas como a otros establecimientos, a cambio de beneficios impositivos.

Sueños ajenos

Con algún residual anecdotario, el metegol pertenece a la cultura inamovible de su comunidad. Su nombre se renueva con oídos queridos de varias generaciones, llenas de voces y cantos. Con ese sonido inconfundible y esdrújulo de lapelota golpeando el metal; tan tangible y dinámico y que resulta imposible sustrerse de su significante la vida de todos.

Tal vez, alguien creyó que era un sentimiento epidérmico, trivial y perecedero y que sólo iban a existir rituales de nostalgia y que se había ido con la disposición irrevocable de no volver jamás. Cuan equivocados estaban. Se quedó al compás atolondrado e imprevisto de una tormenta.

Quizás, no sabían, que el metegol, tiene la seria reputación de interpretar sueños ajenos. Cuando uno era feo, tímido y anacrónico con una máscara que lo disimulaba todo. Igualito que ahora.


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