Entrando al Refugio “Los Callejeros”, al fondo, donde están los perros más viejos, hay un paredón inclinado, que da al patio de la Escuela 3, en el corazón de las chacras de Bonorino, donde juegan los niños.
Hace dos años, la dueña del refugio, Sandra Jaques, avisó a los responsables del Ministerio de Educación que este paredón es un peligro. Los niños suelen treparse y romperlo llevados por la curiosidad de ver qué hay del otro lado.
Con el paso del tiempo, las raíces de los árboles inclinaron la medianera hacia el refugio.
La dueña, Sandra Jaques, está recibiendo materiales para poder reparar este paredón preocupada porque a los niños les pueda llegar a pasar algo. Pidió a las autoridades de la escuela que se aseguren que los chicos no se acerquen a este paredón porque es un peligro.
Cuando los niños salen al recreo, en un patio inmenso, los niños miran curiosos a los perros del otro lado. Las maestras apenas se ven lejos junto a edificio de la escuela.
Desde el refugio comentaron que se van a hacer cargo de levantar una pared como puedan. Pero también consideraron sería bueno que las autoridades educativas tomen cartas en el asunto.
Nadie quiere que los perros y los niños queden del mismo lado.
Entrando al Refugio “Los Callejeros”, al fondo, donde están los perros más viejos, hay un paredón inclinado, que da al patio de la Escuela 3, en el corazón de las chacras de Bonorino, donde juegan los niños.
Hace dos años, la dueña del refugio, Sandra Jaques, avisó a los responsables del Ministerio de Educación que este paredón es un peligro. Los niños suelen treparse y romperlo llevados por la curiosidad de ver qué hay del otro lado.
Con el paso del tiempo, las raíces de los árboles inclinaron la medianera hacia el refugio.
La dueña, Sandra Jaques, está recibiendo materiales para poder reparar este paredón preocupada porque a los niños les pueda llegar a pasar algo. Pidió a las autoridades de la escuela que se aseguren que los chicos no se acerquen a este paredón porque es un peligro.
Cuando los niños salen al recreo, en un patio inmenso, los niños miran curiosos a los perros del otro lado. Las maestras apenas se ven lejos junto a edificio de la escuela.
Desde el refugio comentaron que se van a hacer cargo de levantar una pared como puedan. Pero también consideraron sería bueno que las autoridades educativas tomen cartas en el asunto.
Nadie quiere que los perros y los niños queden del mismo lado.