- Por Esteban Gallo
El presidente Javier Milei saludó el domingo a todos los chicos y chicas de la Argentina, pero lo hizo dejando de lado el Día de la Niñez, que se implementó en la gestión pasada, para remarcar enfáticamente FELIZ DÍA DEL NIÑO.
En uno de los párrafos del comunicado emitido por las redes sociales se metió en la polémica al subrayar que la ideología de género atenta contra la integridad de los pequeños.
No se entiende bien de qué manera el respeto a la diversidad podría afectar los derechos de los niños y niñas del país, pero el mensaje parece más un acto de provocación que otra cosa.
Sin embargo, lo que causó un sentimiento de indignación más grande todavía es lo que manifestó en el siguiente párrafo del polémico comunicado.
Dijo el presidente que los niños son el futuro de la nación y que por ese motivo su gobierno trabaja incansablemente por su bienestar y el cumplimiento de sus derechos.
Debería caérsele la cara de vergüenza, a él y a todos los que forman parte de su gobierno.
Los datos que dan cuenta de la realidad se conocieron la semana pasada y son demoledores.
En este país, más del 60% de los niños menores de 4 años crecen en condiciones habitacionales precarias, con escaso acceso a la educación y la salud.
También un 60% vive en casas que carecen de gas, agua, o cloacas, lo que pone en riesgo su salud y su crecimiento.
Ninguno de los derechos de los que habla el presidente están garantizados y la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los niños se explica muy fácilmente.
En lo que va de 2024, el 15% de los trabajadores que son sostenes de familia perdieron el empleo.
En medio de la crisis, la cantidad de familias que comenzaron a pedir fiados en los comercios creció el 23% y el número de adultos que se saltean alguna comida diaria para que puedan comer sus hijos es de 4,5 millones.
Otro dato brindado por Unicef indica que 10 millones de niños comen menos carnes y toman menos leche por falta de dinero.
Imagínense el impacto que eso provoca en el crecimiento físico e intelectual de los niños y en el rendimiento que tienen en las aulas.
Me refiero a los niños que pueden ir a la escuela, porque también están los que dejan de ir al colegio porque no tienen plata para el colectivo o porque tienen que salir a trabajar.
Unicef Argentina difundió hace dos días un spot al que tituló “El hambre no tiene final feliz”.
En el video, una madre lleva a dormir a su hijo y éste le pregunta: ¿Pero por qué nos acostamos sin comer?
La mujer saca una respuesta de la galera y le contesta: “¿Viste que nosotros tenemos que dormir de noche?” “Bueno, la heladera también”.
Luego le pide que preste atención al electrodoméstico. “¿Escuchás eso? “Está roncando” agrega, a lo que su hijo le vuelve a preguntar: “¿Y mañana va a estar despierta?
Su madre lo abraza con todo el dolor del alma, pero lo contesta: “Sí, mañana sí”.
Al final del spot, se escucha una voz en off que dice: “El hambre no tiene final feliz, en la Argentina un millón de niñas y niños se van a dormir sin comer”.
Eso es lo que sucede cuando el ajuste va derecho al bolsillo y a la olla de los trabajadores, cuando se cierra una fábrica, se destruye una Pyme, se detiene una obra pública, se recortan los salarios o se aplica un aumento demencial a las tarifas de los servicios públicos.
El país conducido por un gobierno que garantiza el bienestar y los derechos de la niñez no existe. Eso es un delirio y una mentira.
Hay una sola Argentina. La Argentina de las heladeras y las panzas vacías. La Argentina de la motosierra que destruye los hogares de esos niños y niñas que, en la sordidez de la noche, no tienen nada para comer.
Esa es la única verdad.
- Por Esteban Gallo
El presidente Javier Milei saludó el domingo a todos los chicos y chicas de la Argentina, pero lo hizo dejando de lado el Día de la Niñez, que se implementó en la gestión pasada, para remarcar enfáticamente FELIZ DÍA DEL NIÑO.
En uno de los párrafos del comunicado emitido por las redes sociales se metió en la polémica al subrayar que la ideología de género atenta contra la integridad de los pequeños.
No se entiende bien de qué manera el respeto a la diversidad podría afectar los derechos de los niños y niñas del país, pero el mensaje parece más un acto de provocación que otra cosa.
Sin embargo, lo que causó un sentimiento de indignación más grande todavía es lo que manifestó en el siguiente párrafo del polémico comunicado.
Dijo el presidente que los niños son el futuro de la nación y que por ese motivo su gobierno trabaja incansablemente por su bienestar y el cumplimiento de sus derechos.
Debería caérsele la cara de vergüenza, a él y a todos los que forman parte de su gobierno.
Los datos que dan cuenta de la realidad se conocieron la semana pasada y son demoledores.
En este país, más del 60% de los niños menores de 4 años crecen en condiciones habitacionales precarias, con escaso acceso a la educación y la salud.
También un 60% vive en casas que carecen de gas, agua, o cloacas, lo que pone en riesgo su salud y su crecimiento.
Ninguno de los derechos de los que habla el presidente están garantizados y la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los niños se explica muy fácilmente.
En lo que va de 2024, el 15% de los trabajadores que son sostenes de familia perdieron el empleo.
En medio de la crisis, la cantidad de familias que comenzaron a pedir fiados en los comercios creció el 23% y el número de adultos que se saltean alguna comida diaria para que puedan comer sus hijos es de 4,5 millones.
Otro dato brindado por Unicef indica que 10 millones de niños comen menos carnes y toman menos leche por falta de dinero.
Imagínense el impacto que eso provoca en el crecimiento físico e intelectual de los niños y en el rendimiento que tienen en las aulas.
Me refiero a los niños que pueden ir a la escuela, porque también están los que dejan de ir al colegio porque no tienen plata para el colectivo o porque tienen que salir a trabajar.
Unicef Argentina difundió hace dos días un spot al que tituló “El hambre no tiene final feliz”.
En el video, una madre lleva a dormir a su hijo y éste le pregunta: ¿Pero por qué nos acostamos sin comer?
La mujer saca una respuesta de la galera y le contesta: “¿Viste que nosotros tenemos que dormir de noche?” “Bueno, la heladera también”.
Luego le pide que preste atención al electrodoméstico. “¿Escuchás eso? “Está roncando” agrega, a lo que su hijo le vuelve a preguntar: “¿Y mañana va a estar despierta?
Su madre lo abraza con todo el dolor del alma, pero lo contesta: “Sí, mañana sí”.
Al final del spot, se escucha una voz en off que dice: “El hambre no tiene final feliz, en la Argentina un millón de niñas y niños se van a dormir sin comer”.
Eso es lo que sucede cuando el ajuste va derecho al bolsillo y a la olla de los trabajadores, cuando se cierra una fábrica, se destruye una Pyme, se detiene una obra pública, se recortan los salarios o se aplica un aumento demencial a las tarifas de los servicios públicos.
El país conducido por un gobierno que garantiza el bienestar y los derechos de la niñez no existe. Eso es un delirio y una mentira.
Hay una sola Argentina. La Argentina de las heladeras y las panzas vacías. La Argentina de la motosierra que destruye los hogares de esos niños y niñas que, en la sordidez de la noche, no tienen nada para comer.
Esa es la única verdad.