Por: Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jornada
Podcast: Paloma Caría
Diseño: Marcelo Maidana
Hace 196 años se produjo uno de los hechos heroicos de una mujer que, tal vez, hubiera cambiado la historia de la independencia Latinoamericana.
En Bogotá, una mujer, hija de un solterón invicto y de una criolla y que se llamaba Manuela Sáenz se enfrentaba a sable y espada solita y sola a un grupo de conspiradores del asesinato de Simón Bolívar. Su coraje, permitió que el prócer se escapara y se abortara su homicidio.
A Manuelita le dijeron la libertadora del libertador. Amante de él en una historia con prólogo y epílogo tormentoso fue la única mujer con rango de oficial que participó de la batalla de Ayacucho donde finaliza el yugo español en el subcontinente.
También fue la operadora del famoso encuentro de Guayaquil entre Simón y San Martín. Junto a la amante del Pepe, Rosa Campuzano, lograron lo que nadie. Unir a dos pavos reales y comenzar a liberar a los pueblos; camino que aún no terminó.
Maldecida, Manuelita Sáenz, fue amada hasta la locura por Bolívar que declaró en su lecho de muerte que no había mujer mejor y que sin saber cómo, lo había domado.
Feminista de vanguardia, insolente, brava de toda bravura fue criticada, denigrada y desterrada. Murió a los 60 en el Perú. De difteria y su cuerpo fue incinerado como sus bienes para que nadie supiera quién era ella.
Muchos años después, un pedazo de la tierra de Palta, donde habían quedado sus huesos quemados, recorrió cuatro países: Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela y fue depositado junto a los restos de su amado amante. Para la eternidad. Heroína de la independencia ocultada y maldecida.
Manuela Sáenz. Ecuatoriana. Áspera. Muy. Con aquellos que ríen sin reír y respiran sin vivir. Madre de la Patria Grande. Pedazo de mujer.
Por: Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jornada
Podcast: Paloma Caría
Diseño: Marcelo Maidana
Hace 196 años se produjo uno de los hechos heroicos de una mujer que, tal vez, hubiera cambiado la historia de la independencia Latinoamericana.
En Bogotá, una mujer, hija de un solterón invicto y de una criolla y que se llamaba Manuela Sáenz se enfrentaba a sable y espada solita y sola a un grupo de conspiradores del asesinato de Simón Bolívar. Su coraje, permitió que el prócer se escapara y se abortara su homicidio.
A Manuelita le dijeron la libertadora del libertador. Amante de él en una historia con prólogo y epílogo tormentoso fue la única mujer con rango de oficial que participó de la batalla de Ayacucho donde finaliza el yugo español en el subcontinente.
También fue la operadora del famoso encuentro de Guayaquil entre Simón y San Martín. Junto a la amante del Pepe, Rosa Campuzano, lograron lo que nadie. Unir a dos pavos reales y comenzar a liberar a los pueblos; camino que aún no terminó.
Maldecida, Manuelita Sáenz, fue amada hasta la locura por Bolívar que declaró en su lecho de muerte que no había mujer mejor y que sin saber cómo, lo había domado.
Feminista de vanguardia, insolente, brava de toda bravura fue criticada, denigrada y desterrada. Murió a los 60 en el Perú. De difteria y su cuerpo fue incinerado como sus bienes para que nadie supiera quién era ella.
Muchos años después, un pedazo de la tierra de Palta, donde habían quedado sus huesos quemados, recorrió cuatro países: Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela y fue depositado junto a los restos de su amado amante. Para la eternidad. Heroína de la independencia ocultada y maldecida.
Manuela Sáenz. Ecuatoriana. Áspera. Muy. Con aquellos que ríen sin reír y respiran sin vivir. Madre de la Patria Grande. Pedazo de mujer.