A esta altura ya resulta impresionante tratar de analizar la manera en la que un gobierno que dice que va a destruir todo a su paso se haya quedado con las armas necesarias para ejecutar su cometido. Todo gracias a buena parte de los “opositores” que deberían ser los garantes del equilibrio de poderes y, en cambio, terminaron siendo los felpudos en donde sacuden sus zapatos Javier Milei y su pandilla libertaria.
Claro que esta relación de amo y esclavo no es una pieza de la psicología sino el primer resultado de la descomposición de la política tal cual la conocimos y, sobre todo, la consecuencia de la implosión del peronismo por factores básicamente internos.
Milei no será un presidente fuerte ni aunque haya conseguido sacar la Ley Bases y el paquete fiscal. Su poder circunstancial deviene de una inusual atomización política que está siendo utilizada para beneficio propio por sectores empresarios poderosos, que mientras la platea se distrae con las excentricidades presidenciales se siguen quedando todos los días con más cosas de las que vinieron a buscar.
Al mismo tiempo, la mitad de los argentinos apoya como si se tratara de iluminados que “la ven”, festejan consignas vacías como “déficit cero” e “inflación cero por primera vez en treinta años”, se entusiasman con un “rebote en V” o cantan “la casta tiene miedo”, al tiempo que la pobreza y la desocupación no paran de crecer. Deberían saber que no están subiendo una escalera sino haciendo transitar al resto y a ellos mismos por los escalones del cadalso.
Una ayudita de los amigos
Milei cantó victoria el jueves pasado no sólo porque los diputados le terminaron aprobando la Ley Bases y el paquete fiscal sino también los artículos más discutidos sobre el impuesto a las Ganancias y Bienes Personales. La Ley Bases obtuvo 147 votos positivos, 107 negativos y dos abstenciones, gracias al fuerte apoyo de los diez gobernadores de Juntos por el Cambio e, inclusive, de tres diputados peronistas de Catamarca, que marcaron el colmo de la desvergüenza política.
Entre los votos a favor también estuvieron los de los dos diputados nacionales más cercanos al gobernador de Chubut, Nacho Torres: Ana Clara Romero y Jorge “Loma” Ávila. La diputada comodorense es una de las dos que deberá dejar su banca en el recambio parlamentario del año próximo y viene jugando al límite con Nacho.
Tal vez pensando en quedar bien ante el presidente Milei o con su jefe político, Mauricio Macri, la legisladora intentó en la sesión del jueves hacer un "homenaje" al Ejército por su ayuda en el temporal de nieve. Pero terminó siendo reprendida por su aliado Martín Menem, el presidente de la Cámara, por mezclar los tantos. Igual, no se privó de mezclar peras con manzanas al hablar del drama de la gente que sufre las inclemencias del tiempo y culpar de todo al kirchnerismo. “No hables a menos que puedas mejorar el silencio”, dijo una vez el genial escritor y ferviente antiperonista Jorge Luis Borges.
El sindicalista petrolero, en tanto, dio otro espectáculo de acrobacia política digna de los tiempos que corren. Por un lado, hizo un encendido discurso en contra del impuesto a las Ganancias, les advirtió al Gobierno nacional y a los gobernadores (Torres incluído) que ponían en riesgo la paz social apoyando la restitución de ese tributoy amenazó con un “paro nacional” apenas reciban el primer descuento.
Pero como decía Perón de algunos intelectuales, que se subían al caballo por la izquierda y se bajaban por la derecha, poco después de su pirotecnia verbal Ávila apretó el botoncito verde para apoyar la Ley Bases, que es el verdadero cáncer de toda esta historia. Algo así como darle una ametralladora a un mono y después advertirle que si las balas no esquivan a los trabajadores petroleros “va a haber quilombo”.
El meme del personaje de John Travolta en la película “Pulp Fiction” es una de las mejores situaciones para tratar de explicar la contradictoria posición del dirigente petrolero.
Rebelde Way
Qué lejos parecen haber quedado los gestos de rebeldía política que esbozaron los gobernadores patagónicos hace cuatro meses cuando salieron a respaldar a Nacho Torres en su advertencia de cortar el petróleo al resto del país si Milei seguía destratando a las provincias del sur. O la posterior conformación y encuentro de “Las Provincias Unidas del Sur” en Puerto Madryn a comienzos de marzo pasado, que incluyó discursos vibrantes.
Ni las hilachas quedan de aquella rebeldía patagónica que el jueves pasado terminó por implosionar cuando diez de los treinta diputados nacionales que representan a provincias patagónicas apoyaron la reversión del impuesto a las Ganancias, pasándose por el traste lo que sus gobernadores habían firmado en Madryn.
Además del inefable legislador chubutense César Treffinger, apoyaron la reversión de Ganancias los fueguinos Santiago Pauli (LLA) y Héctor Stefani (PRO); los neuquinos Pablo Cervi (UCR) y Nadia Márquez (LLA); los rionegrinos Sergio Capozzi y Aníbal Tortoriello, ambos del PRO, más la libertaria Lorena Villaverde (LLA); y los pampeanos Martín Ardohain y Martín Maquieyra, ambos del PRO. Santa Cruz no aportó votos a favor pero sí una abstención, la de la radical Roxana Reyes, y la sugestiva ausencia de José Luis Garrido (Por Santa Cruz).
La votación de Ganancias terminó 136 a 116, por lo cual si estos diez diputados o, inclusive, si algunos de los dos distraídos santacruceños hubieran votado en línea con los intereses de los trabajadores patagónicos, la historia hubiera sido otra.
Tal vez fue sólo una coincidencia, pero un día después de la votación de la Ley Bases en Diputados, casi mágicamente, el Gobierno nacional se acordó que buena parte de los patagónicos estaban tapados por la nieve. El vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán, escribió en su cuenta de X: “Ante el temporal más grave de los últimos 60 años, desde el gobierno nacional enviamos alimento, asistencia y fondos a las provincias de Santa Cruz, Chubut, Neuquén y Río Negro”. Catalán aseguró que Chubut recibió un ATN (Aporte del Tesoro Nacional) por $ 3.000 millones “para paliar los efectos de la nieve”.
No hay hechos, solamente hay interpretaciones.
A esta altura ya resulta impresionante tratar de analizar la manera en la que un gobierno que dice que va a destruir todo a su paso se haya quedado con las armas necesarias para ejecutar su cometido. Todo gracias a buena parte de los “opositores” que deberían ser los garantes del equilibrio de poderes y, en cambio, terminaron siendo los felpudos en donde sacuden sus zapatos Javier Milei y su pandilla libertaria.
Claro que esta relación de amo y esclavo no es una pieza de la psicología sino el primer resultado de la descomposición de la política tal cual la conocimos y, sobre todo, la consecuencia de la implosión del peronismo por factores básicamente internos.
Milei no será un presidente fuerte ni aunque haya conseguido sacar la Ley Bases y el paquete fiscal. Su poder circunstancial deviene de una inusual atomización política que está siendo utilizada para beneficio propio por sectores empresarios poderosos, que mientras la platea se distrae con las excentricidades presidenciales se siguen quedando todos los días con más cosas de las que vinieron a buscar.
Al mismo tiempo, la mitad de los argentinos apoya como si se tratara de iluminados que “la ven”, festejan consignas vacías como “déficit cero” e “inflación cero por primera vez en treinta años”, se entusiasman con un “rebote en V” o cantan “la casta tiene miedo”, al tiempo que la pobreza y la desocupación no paran de crecer. Deberían saber que no están subiendo una escalera sino haciendo transitar al resto y a ellos mismos por los escalones del cadalso.
Una ayudita de los amigos
Milei cantó victoria el jueves pasado no sólo porque los diputados le terminaron aprobando la Ley Bases y el paquete fiscal sino también los artículos más discutidos sobre el impuesto a las Ganancias y Bienes Personales. La Ley Bases obtuvo 147 votos positivos, 107 negativos y dos abstenciones, gracias al fuerte apoyo de los diez gobernadores de Juntos por el Cambio e, inclusive, de tres diputados peronistas de Catamarca, que marcaron el colmo de la desvergüenza política.
Entre los votos a favor también estuvieron los de los dos diputados nacionales más cercanos al gobernador de Chubut, Nacho Torres: Ana Clara Romero y Jorge “Loma” Ávila. La diputada comodorense es una de las dos que deberá dejar su banca en el recambio parlamentario del año próximo y viene jugando al límite con Nacho.
Tal vez pensando en quedar bien ante el presidente Milei o con su jefe político, Mauricio Macri, la legisladora intentó en la sesión del jueves hacer un "homenaje" al Ejército por su ayuda en el temporal de nieve. Pero terminó siendo reprendida por su aliado Martín Menem, el presidente de la Cámara, por mezclar los tantos. Igual, no se privó de mezclar peras con manzanas al hablar del drama de la gente que sufre las inclemencias del tiempo y culpar de todo al kirchnerismo. “No hables a menos que puedas mejorar el silencio”, dijo una vez el genial escritor y ferviente antiperonista Jorge Luis Borges.
El sindicalista petrolero, en tanto, dio otro espectáculo de acrobacia política digna de los tiempos que corren. Por un lado, hizo un encendido discurso en contra del impuesto a las Ganancias, les advirtió al Gobierno nacional y a los gobernadores (Torres incluído) que ponían en riesgo la paz social apoyando la restitución de ese tributoy amenazó con un “paro nacional” apenas reciban el primer descuento.
Pero como decía Perón de algunos intelectuales, que se subían al caballo por la izquierda y se bajaban por la derecha, poco después de su pirotecnia verbal Ávila apretó el botoncito verde para apoyar la Ley Bases, que es el verdadero cáncer de toda esta historia. Algo así como darle una ametralladora a un mono y después advertirle que si las balas no esquivan a los trabajadores petroleros “va a haber quilombo”.
El meme del personaje de John Travolta en la película “Pulp Fiction” es una de las mejores situaciones para tratar de explicar la contradictoria posición del dirigente petrolero.
Rebelde Way
Qué lejos parecen haber quedado los gestos de rebeldía política que esbozaron los gobernadores patagónicos hace cuatro meses cuando salieron a respaldar a Nacho Torres en su advertencia de cortar el petróleo al resto del país si Milei seguía destratando a las provincias del sur. O la posterior conformación y encuentro de “Las Provincias Unidas del Sur” en Puerto Madryn a comienzos de marzo pasado, que incluyó discursos vibrantes.
Ni las hilachas quedan de aquella rebeldía patagónica que el jueves pasado terminó por implosionar cuando diez de los treinta diputados nacionales que representan a provincias patagónicas apoyaron la reversión del impuesto a las Ganancias, pasándose por el traste lo que sus gobernadores habían firmado en Madryn.
Además del inefable legislador chubutense César Treffinger, apoyaron la reversión de Ganancias los fueguinos Santiago Pauli (LLA) y Héctor Stefani (PRO); los neuquinos Pablo Cervi (UCR) y Nadia Márquez (LLA); los rionegrinos Sergio Capozzi y Aníbal Tortoriello, ambos del PRO, más la libertaria Lorena Villaverde (LLA); y los pampeanos Martín Ardohain y Martín Maquieyra, ambos del PRO. Santa Cruz no aportó votos a favor pero sí una abstención, la de la radical Roxana Reyes, y la sugestiva ausencia de José Luis Garrido (Por Santa Cruz).
La votación de Ganancias terminó 136 a 116, por lo cual si estos diez diputados o, inclusive, si algunos de los dos distraídos santacruceños hubieran votado en línea con los intereses de los trabajadores patagónicos, la historia hubiera sido otra.
Tal vez fue sólo una coincidencia, pero un día después de la votación de la Ley Bases en Diputados, casi mágicamente, el Gobierno nacional se acordó que buena parte de los patagónicos estaban tapados por la nieve. El vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán, escribió en su cuenta de X: “Ante el temporal más grave de los últimos 60 años, desde el gobierno nacional enviamos alimento, asistencia y fondos a las provincias de Santa Cruz, Chubut, Neuquén y Río Negro”. Catalán aseguró que Chubut recibió un ATN (Aporte del Tesoro Nacional) por $ 3.000 millones “para paliar los efectos de la nieve”.
No hay hechos, solamente hay interpretaciones.