María Eva Duarte

25 JUN 2024 - 11:56 | Actualizado 12 AGO 2024 - 10:19

Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Podcast: Paloma Caria

Diseño: Marcelo Maidana

Nació para ser nadie…fue todo

Nació en la pobreza para ser nadie y para no tener nada. Y para pasar por este mundo casi con la fugacidad de un destello. No quiso nada de eso en su vida. Se convirtió en la mujer más importante de la historia argentina contemporánea. Tuvo en sus manos el poder y la gloria y si bien su vida duró lo que un resplandor, partió al país en dos y desató tanto amor, odio y pasión, que su figura y su obra; aquella breve chispa, se transformó en una llamarada que la sobrevivió por todos los tiempos.

Fue condenada a ser un mito aun cuando no había cumplido los treinta años. Condena que aceptó como misión: su pasión, su concepción de la vida, lejos de una ficción, en un mundo real y lo hizo con la responsabilidad de una estadista veterana.

Los logros del peronismo, el protagonismo dado a los obreros y sindicatos, la satisfacción a las necesidades básicas a los más necesitados, la presencia de la mujer en la vida pública, la nacionalización de los recursos fundamentales, la obra social encarada por su figura y la batalla campal desatada sobre ella, fueron parte medular de la historia argentina, apasionante e irrepetible.

Fue y es una historia de amor simple y desenfrenado. Como debe ser el amor.

Sus críticos calificaron su accionar como asistencialismo. Sus enemigos una intención exclusivamente política. Ella respondía, siempre, con una frase: “Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar; sin esperar”.

Eva Perón jamás toleró ni perdonó la traición y fue distinta, única y dueña de una personalidad desbordante, que se imponía sin hablar, por simple acto de presencia.

Brava. Bravísima. No dio ni pidió tregua. Con sus luces y sus sombras. Como cualquiera, que por sus venas corre sangre. Su historia se escribió con letras de molde grueso, les guste a quién les guste y quiera o no quiera y que dejó en claro que el peronismo no se dice ni se proclama, se presiente y se siente, por eso es convicción y fe, aunque el devenir de los tiempos, parece, a veces, engañar ese axioma. María Eva Duarte. Evita. La que se fue demasiado temprano.

25 JUN 2024 - 11:56

Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Podcast: Paloma Caria

Diseño: Marcelo Maidana

Nació para ser nadie…fue todo

Nació en la pobreza para ser nadie y para no tener nada. Y para pasar por este mundo casi con la fugacidad de un destello. No quiso nada de eso en su vida. Se convirtió en la mujer más importante de la historia argentina contemporánea. Tuvo en sus manos el poder y la gloria y si bien su vida duró lo que un resplandor, partió al país en dos y desató tanto amor, odio y pasión, que su figura y su obra; aquella breve chispa, se transformó en una llamarada que la sobrevivió por todos los tiempos.

Fue condenada a ser un mito aun cuando no había cumplido los treinta años. Condena que aceptó como misión: su pasión, su concepción de la vida, lejos de una ficción, en un mundo real y lo hizo con la responsabilidad de una estadista veterana.

Los logros del peronismo, el protagonismo dado a los obreros y sindicatos, la satisfacción a las necesidades básicas a los más necesitados, la presencia de la mujer en la vida pública, la nacionalización de los recursos fundamentales, la obra social encarada por su figura y la batalla campal desatada sobre ella, fueron parte medular de la historia argentina, apasionante e irrepetible.

Fue y es una historia de amor simple y desenfrenado. Como debe ser el amor.

Sus críticos calificaron su accionar como asistencialismo. Sus enemigos una intención exclusivamente política. Ella respondía, siempre, con una frase: “Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar; sin esperar”.

Eva Perón jamás toleró ni perdonó la traición y fue distinta, única y dueña de una personalidad desbordante, que se imponía sin hablar, por simple acto de presencia.

Brava. Bravísima. No dio ni pidió tregua. Con sus luces y sus sombras. Como cualquiera, que por sus venas corre sangre. Su historia se escribió con letras de molde grueso, les guste a quién les guste y quiera o no quiera y que dejó en claro que el peronismo no se dice ni se proclama, se presiente y se siente, por eso es convicción y fe, aunque el devenir de los tiempos, parece, a veces, engañar ese axioma. María Eva Duarte. Evita. La que se fue demasiado temprano.


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