Tiempo de descanso en familia en el corazón de la Comarca Andina
Nada tan encantador como recorrer los senderos del laberinto natural más grande de Sudamérica totalmente nevado, encontrar la salida y caminar unos metros hasta la confitería donde espera un chocolate caliente y una torta de frutas finas recién horneada.
Es una de las tantas alternativas que ofrece la localidad cordillerana para el fin de semana extra largo de junio y las vacaciones de julio. De igual modo, una tarde de caminata por la costa del lago Epuyén, en Puerto Patriada, o en El Desemboque (lago Puelo), permite ese contacto necesario con la naturaleza, respirar aire puro y permitir que la magia de las hadas y duendes traigan la paz necesaria para descargar el estrés ciudadano.
A pocos metros del casco urbano, tomando por los callejones donde se distribuyen las chacras que dan identidad al valle como “Capital nacional de la fruta fina”, se llega hasta la cascada Corbata Blanca, donde el desafío es llegar hasta el salto de 80 metros de altura e impresionante fuerza, entre miradores espectaculares que permiten las fotos que se guardarán para siempre.
Hacia el mallín de la turba, la laguna de los Buenos Pastos es un lugar muy especial, donde el visitante solo tiene que quedarse en silencio para observar cómo se acercan cientos de aves autóctonas o ver jugar a una familia de coipos (nutrias nativas) entre los juncos.
“En este pueblo tenemos mucho para mostrar”, aseguran con orgullo los lugareños. Hay que destacar también la ruta de las cervecerías artesanales, ya un sello distintivo de la región, más los viñedos y las tres bodegas dedicadas al turismo (con horarios y descuentos especiales durante la temporada invernal).
Se suman las artesanías que “demuestran y fortalecen la identidad productiva, cultural y social de la localidad”, con ferias que exponen desde los reconocidos dulces caseros, quesos y finos licores hasta escabeches, artesanías en cuero, madera, cerámica y tejidos.
A la hora de pensar en la gastronomía, en el mismo pueblo aparece una propuesta variada: hay varios locales con platos gourmet elaborados con verduras orgánicas y carnes de la zona, obvio regados con los vinos “nacidos y criados en El Hoyo”; más la repostería tradicional de las abuelas pioneras, donde sobresalen los postres con frutos rojos más representativos de la zona.
Con todo, atrapa “ese aire pueblerino que aún conserva la gente, donde los vecinos se reconocen y se saludan. Es parte de la magia cordillerana que uno viene a buscar y alimento para el alma”, valoran los turistas. Solo basta con acercarse a conversar con alguien y pronto la calidez y hospitalidad natural lo harán sentirse “en casa”, donde el tiempo parece detenerse y nacen nuevas amistades.
Para las vacaciones de invierno, los visitantes tendrán a disposición una cuponera virtual de descuentos, tanto en alojamiento como en gastronomía y excursiones, a la que se puede acceder a través de las redes sociales de la Dirección de Turismo de El Hoyo.
Con más de 1200 camas distribuidas entre complejos de cabañas y hosterías, El Hoyo permite alojarse sobre la ruta nacional 40 para recorrer desde allí otros puntos de interés turístico a poca distancia, como el centro de esquí del cerro Perito Moreno, el Parque Nacional Lago Puelo, La Trochita en El Maitén, la feria de artesanos de El Bolsón, Puerto Bonito en Epuyén, la cabaña de Butch Cassidy en Cholila y la cabecera norte del Parque Nacional Los Alerces.
Era del Hielo
Por otro lado, en el acceso norte al casco urbano de El Hoyo está el parque temático “Arcosauria”, donde los chicos podrán interactuar con los animales de la Era del Hielo y enterarse, de paso, que buena parte de esa megafauna vivió en esta zona hasta hace 10 mil años (incluyendo al gonfoterio, el tigre dientes de sable, el milodón -enorme oso de 4 metros de altura- y el perezoso).
Una parte está dedicada a los dinosaurios de la Patagonia y a otros animales de la prehistoria, representados en esculturas a escala real y ubicados en un escenario natural rodeado por los cerros Piltriquitrón, Pirque y Currumahuida.
Nada tan encantador como recorrer los senderos del laberinto natural más grande de Sudamérica totalmente nevado, encontrar la salida y caminar unos metros hasta la confitería donde espera un chocolate caliente y una torta de frutas finas recién horneada.
Es una de las tantas alternativas que ofrece la localidad cordillerana para el fin de semana extra largo de junio y las vacaciones de julio. De igual modo, una tarde de caminata por la costa del lago Epuyén, en Puerto Patriada, o en El Desemboque (lago Puelo), permite ese contacto necesario con la naturaleza, respirar aire puro y permitir que la magia de las hadas y duendes traigan la paz necesaria para descargar el estrés ciudadano.
A pocos metros del casco urbano, tomando por los callejones donde se distribuyen las chacras que dan identidad al valle como “Capital nacional de la fruta fina”, se llega hasta la cascada Corbata Blanca, donde el desafío es llegar hasta el salto de 80 metros de altura e impresionante fuerza, entre miradores espectaculares que permiten las fotos que se guardarán para siempre.
Hacia el mallín de la turba, la laguna de los Buenos Pastos es un lugar muy especial, donde el visitante solo tiene que quedarse en silencio para observar cómo se acercan cientos de aves autóctonas o ver jugar a una familia de coipos (nutrias nativas) entre los juncos.
“En este pueblo tenemos mucho para mostrar”, aseguran con orgullo los lugareños. Hay que destacar también la ruta de las cervecerías artesanales, ya un sello distintivo de la región, más los viñedos y las tres bodegas dedicadas al turismo (con horarios y descuentos especiales durante la temporada invernal).
Se suman las artesanías que “demuestran y fortalecen la identidad productiva, cultural y social de la localidad”, con ferias que exponen desde los reconocidos dulces caseros, quesos y finos licores hasta escabeches, artesanías en cuero, madera, cerámica y tejidos.
A la hora de pensar en la gastronomía, en el mismo pueblo aparece una propuesta variada: hay varios locales con platos gourmet elaborados con verduras orgánicas y carnes de la zona, obvio regados con los vinos “nacidos y criados en El Hoyo”; más la repostería tradicional de las abuelas pioneras, donde sobresalen los postres con frutos rojos más representativos de la zona.
Con todo, atrapa “ese aire pueblerino que aún conserva la gente, donde los vecinos se reconocen y se saludan. Es parte de la magia cordillerana que uno viene a buscar y alimento para el alma”, valoran los turistas. Solo basta con acercarse a conversar con alguien y pronto la calidez y hospitalidad natural lo harán sentirse “en casa”, donde el tiempo parece detenerse y nacen nuevas amistades.
Para las vacaciones de invierno, los visitantes tendrán a disposición una cuponera virtual de descuentos, tanto en alojamiento como en gastronomía y excursiones, a la que se puede acceder a través de las redes sociales de la Dirección de Turismo de El Hoyo.
Con más de 1200 camas distribuidas entre complejos de cabañas y hosterías, El Hoyo permite alojarse sobre la ruta nacional 40 para recorrer desde allí otros puntos de interés turístico a poca distancia, como el centro de esquí del cerro Perito Moreno, el Parque Nacional Lago Puelo, La Trochita en El Maitén, la feria de artesanos de El Bolsón, Puerto Bonito en Epuyén, la cabaña de Butch Cassidy en Cholila y la cabecera norte del Parque Nacional Los Alerces.
Era del Hielo
Por otro lado, en el acceso norte al casco urbano de El Hoyo está el parque temático “Arcosauria”, donde los chicos podrán interactuar con los animales de la Era del Hielo y enterarse, de paso, que buena parte de esa megafauna vivió en esta zona hasta hace 10 mil años (incluyendo al gonfoterio, el tigre dientes de sable, el milodón -enorme oso de 4 metros de altura- y el perezoso).
Una parte está dedicada a los dinosaurios de la Patagonia y a otros animales de la prehistoria, representados en esculturas a escala real y ubicados en un escenario natural rodeado por los cerros Piltriquitrón, Pirque y Currumahuida.